Una iglesia unida, una iglesia con futuro

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Las causas de la desunión

El único peligro que amenazaba a la iglesia filipense era el de la desunión. En cierto sentido, ese es el peligro que corre cualquier iglesia sana.
En los versiculos 3 y 4 nos 3 causas sobre la desunión.
La ambición egoísta: el sentido humano casi siempre se ha movido por intereses personales, sea por ganar más dinero, prestigio, reputación, etc. pero siempre hay un peligro de las personas hagan las cosas, no para que avance la obra, sino para promocionarse así misma.
Es un hecho que en la iglesia primitiva los padres de la iglesia huyeran de los cargos importante por su sentimiento que eran indignos de tal puesto.
Ambrosio uno de las grandes figuras de la iglesia primitiva. Era un gran erudito, gobernador de la provincia romana de Liguria y Emilia, y las gobernaba con un cuidado tan cariñoso que la gente lo miraba como un padre. Murió el obispo del lugar, y se planteó la cuestión de la sucesión. En medio de la discusión, de pronto se oyó la voz de un niño: “Ambrosio para obispo” “Ambrosio para obispo”. Y pronto coreó toda la multitud. Salió huyendo aquella noche para eludir el puesto honorable que le ofrecía la iglesia; y sólo le hizo aceptar ser obispo de Milán la intervención y orden del Emperador.
Cuando John Rough convocópíblicamente desde el pulpito al gran reformador escocés John Knox al ministerio, éste se sintió apabullado. En su propia Historia de la reforma escribe: “Ante lo cual, el mencionado John, confuso, rompió a llorar abundantemente, y se retiró a su habitación. Su rostro y su comportamiento desde ese día hasta el día en que se le obligó a presentarse en público para predicar declaraban claramente la preocupación y angustia de su corazón. Nadie le notó ninguna señal de alegría, no se le vio en compañía de nadie durante muchos días”.
Comentario Al Nuevo Testamento LAS CAUSAS DE LA DESUNIÓN (Filipenses 2:1–4)

Lejos de estar llenos de ambición, los grandes hombres estaban llenos de un sentimiento de su propia indignidad para los cargos elevados.

Prestigio personal: El prestigio es para muchos una tentación mayor que la riqueza. El ser admirado que las personas lo busquen, que se le conozca su nombre.
El propósito del cristiano es no alardear, sino pasar inadvertido. Debe hacer buenas obras, no para que la gente le alabe, sino para que glorifique a su Padre que esta en el cielo. El cristiano debe enfocarse en Cristo no en sí mismo.
Concentrarse en el ego: Si una persona no se preocupa nunca cada más que de sus propios intereses, es inevitable que choque con otras personas. Si tu idea es competitiva cuyos esfuerzos es por ganar siempre considerar a los demás como enemigos que hay que desmembrarse. El concentrarse en uno mismo induce inevitablemente a eliminar a los demás; y el objeto de la vida no puede ser ayudar a los demás sino quitarlos de en medio

La cura de la desunión

Ante la desunión Pablo establece cinco consideraciones que deberían prevenir la desarmonía
Si permanecemos con Cristo debería permanecer la unidad. Si hay alguna consolación en Cristo v1.
No es posible que alguien diga que esta unido con Cristo o que Cristo mora en él, y esta peleado con todo el mundo. La relación de una persona con sus camaradas nos indica a ciencia cierta su relación con Jesucristo.
2) El poder del amor cristiano debe mantenernos en unidad. Si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia.
El comportamiento cristiano debe mantenernos unido, transmitir esa calidez a los demás, preocuparse por los demás. No es una mera actitud del corazón, como el amor humano; es la victoria de la voluntad, lograda con la ayuda de Jesucristo. No quiere decir amaar solo a los que nos aman; o a aquellos que nos gustan; ni a los que son amables. Quiere decir una buena voluntad invencible hasta hacia los que nos odian, los que no nos gustan y que son todo lo contrario amables.
3) Compartir el Espiritu Santo debería guardar a los cristianos de la desunión. El Espiritu Santo es el que nos permite vivir esa vida de amor que es la misma vida de Dios.
4) La existencia de la compasión humana debería guardarnos de la desunión. La desunión rompe la estructura esencial de la vida.
5) La última exhortación de Pablo es personal. No puede haber felicidad para uno mientras sepa que desunión en la iglesia que le estan querida. Si sus amigos quieren completar su gozo, que completen su comunión. No es con amenazas como Pablo se dirige a los cristianos de Filipos, sino con la exhortación del amor, que debería es el acento del pastor, como fue el acento de su señor.

LA VERDADERA DIVINIDAD Y LA VERDADERA HUMANIDAD

Pablo hace una exhortación a la iglesia de Filipos afirmando que Jesús era rico, pero por amor a nosotros se hizo pobre (2 corintios 8:9). Por lo que le pide a los filipenses a que vivan en armonía, a que dejen a un lado sus discordias, a que despojen de su ambiciones personales y de su orgullo y de su deseo de sobresalir, y a que tengan en su corazón aquel deseo humilde, generoso, de servir que fue también la esencia de la vida de Jesús.
Versículo 6: siendo Dios- Él era por naturaleza en la misma forma de Dios. La palabra que la Reina- Valera traduce por siendo pertenece al verbo griego hypárjein, que no es la palabra corriente para ser. La describe esa parte de una persona que, en cualesquiera circunstancias, permanece inmutable. Pablo empieza diciendo Jesús era esencial e inmutable-mente Dios.
Luego tenemos la palabra forma. Hay dos palabras griegas para forma: morfê y sjêma. Morfê es la forma esencia que no cambia, por ejemplo, cualquier ser humano es su humanidad, o las flores pueden haber muchos colores, pero siempre es una flor; pero su sjêma esta cambiando constantemente, por ejemplo los tulipanes, las rosas, las dalías siempre están en un constante cambio, o el ser humano que pasa de bebé, niños, jovén, adulto y anciano. La palabra que usa Pablo para decir que Jesús es en la forma de Dios es morfê; es decir: Su esencia inalterable es la divinidad. Aunque su sjêma exterior cambiara, seguía siendo de esencia divina.
no escatimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse. La palabra usurpación (rapiña en la biblia del oso), que hemos traducido por cosa a que aferrarse es harpagmós, que procede del verbo agarrar, arrebatar.
(a) Que Jesús no tuvo la necesidad de arrebatar la igualdad con Dios, como trató hacer el primer Adán, porque la tenía por naturaleza.
(b) no se aferró a la igual con Dios, como reteniéndola celosamente para sí, sino se despojó de ella voluntariamente por amor a la humanidad.
Versículo 7 sino que se despojó así mismo. El verbo griego Kenûn quiere decir literalmente vaciar. Aquí usa Pablo la palabra más gráfica posible para aclarar el sacrificio de la encarnación. Jesús rindió de manera voluntaria la gloria de la divinidad para convertirse en un hombre. Se vació de su divinidad para asumir su humanidad. Aquí se atesora la verdad salvadora de que el era rico se hizo pobre por amor a nosotros.
Tomó la forma de siervo- asumió la forma de un esclavo. La palabra que usa Pablo aquí es otra vez morfê, Jesús no se limitó a representar un papel, sino la pura realidad. No fue como los dioses griegos, que a veces, según la mitología, se presentaban como hombres pero guardaban sus privilegios divinos. se hizo semejante a los hombres - haciéndose en todo como los hombres. La palabra que la Reina-Valera traduce por que se hizo y nosotros por haciendose es una parte del verbo griego guínesthai, que describe un estado que no es permanente. La idea es la de llegar a ser, hacerse, y describe un estado que no es permanente. Es decir: la condición humana de Jesús no era un estado suyo permanente; fue absolutamente real, pero transitorio.
Versiculo 8: Hallándose en la condición de hombre - vino con una apariencia humana que todos podían reconocer. Pablo insiste en lo mismo. La palabra que la versión Reina- Valera traduce por condición, y que nosotros hemos traducido por apariencia sjêma, que ya hemos visto que es una forma que cambia.

La humillación y la exaltación

Cuando Pablo habla acerca de Jesús no lo hace con interés teorico o especulativo, sino siempre prácticos. Todo sistema de pensamiento tiene que convertirse por necesidad en una manera de vivir; pero su intención era persuadir a los filipenses para vivieran una vida en la la desunión, la discordia y la ambición personal no tuvieran lugar.
La gran característica de la vida de Jesús fue la humildad, la obediencia y la renuncia así mismo. Si la humildad, la obediencia y la autorrenuncia fueron las características supremas de la vida de Jesús, también deben ser las señales características del cristiano. El egoísmo, el buscar para uno mismo y alardear de los propio destruyen la semejanza con Él y la relación con nuestros semejantes.
Jesús se ganó los corazones de las personas, no apabullándolas con manifestaciones de poder, sino mostrándoles un amor que no pudieron resistir. La adoración se basa no en el temor, sino en el amor. Además, Pablo dice que, como consecuencia de su amor sacrificial, Dios le dio a Jesús el nombre que está por encima de todos los nombres.
Comentario Al Nuevo Testamento LA HUMILLACIÓN Y LA EXALTACIÓN (Filipenses 2:5–11) (continuación)

El gran título por el que se conocía a Jesús en la Iglesia Primitiva era Kyrios, Señor, que tiene una historia iluminadora.

(i) Empezó significando amo o propietario.

(ii) Se tomó como el título oficial de los emperadores romanos.

(iii) Llegó a ser el título que se daba a los dioses paganos. Fue la traducción que dieron los judíos al tetragrámaton Jehová en la traducción al griego de sus Sagradas Escrituras. Así que, cuando los cristianos llamaban a Jesús Kyrios, Señor, Le reconocían como el Dueño y Propietario del universo; era el Rey de reyes y el Señor de señores, Rey y Señor por encima de toda realeza y señorío

‌Hablemos acerca de ¿Qué es la renuncia de uno mismo?

SI HOY EN DÍA LES PREGUNTARAN a veinte hombres rectos cuál creen que es la virtud más importante, diecinueve de ellos responderían: la renuncia de uno mismo. No obstante, si se lo hubieran preguntado a prácticamente cualquier buen cristiano de la antigüedad, habría respondido: el Amor. ¿Ven lo que ha ocurrido? Un término negativo ha reemplazado a otro positivo, y eso reviste una importancia que trasciende lo filológico. La idea negativa de la renuncia conlleva la premisa de no estar procurando por encima de todo el bien de los demás, sino privándonos nosotros de él, como si lo importante fuese nuestra abstinencia y no la felicidad ajena.
No hemos de dejarnos inquietar por los no creyentes cuando dicen que la promesa de una recompensa convierte la vida cristiana en una cuestión mercenaria. Existen distintos tipos de recompensas. Existe esa recompensa que no guarda una relación natural con las cosas que uno hace para ganarla y es totalmente ajena a los deseos que deben acompañar a dichas cosas. El dinero no es la recompensa natural al amor; por eso llamamos mercenario al hombre que se casa con una mujer por su dinero. Sin embargo, el matrimonio es la recompensa adecuada para el que ama de verdad, y este no es ningún mercenario por desearlo. El general que pelea para recibir un título de nobleza es un mercenario; el general que pelea por la victoria no lo es, porque la victoria es la recompensa propia de la batalla, igual que el matrimonio es la recompensa propia del amor.
Existe un tercer caso que resulta más complejo. No cabe duda de que disfrutar con la poesía griega es una recompensa apropiada —y no mercenaria— al aprendizaje del griego; pero solo quienes han alcanzado la etapa en que se disfruta con la poesía griega pueden decir por propia experiencia que es así. El alumno que empieza a estudiar la gramática griega en el colegio no puede desear disfrutar de Sófocles una vez llegue a la edad adulta de la misma manera que un enamorado desea el matrimonio o un general la victoria.
‌Naturalmente, la obtiene de un modo gradual: el disfrute se arrastra sigilosamente para imponerse al arduo trabajo y nadie puede señalar el día o la hora en que termina el uno y comienza el otro. Pero, a medida que se va acercando a la recompensa, se vuelve capaz de desearla por sí misma; es más: la intensidad de ese deseo es en sí misma un adelanto de la recompensa.
En lo que atañe al cielo, el cristiano se halla básicamente en la misma situación que ese estudiante. Quienes han alcanzado la vida eterna en la visión de Dios saben perfectamente y sin lugar a dudas que no es un mero señuelo, sino la consumación misma de su condición terrenal de discípulo; no obstante, quienes aún no la hemos alcanzado no podemos conocerla del mismo modo, y tampoco podemos empezar a conocerla salvo perseverando en la obediencia y hallando un adelanto de la recompensa a nuestra obediencia en la creciente intensidad con que deseamos la recompensa definitiva.
Para la mayoría de nosotros esto no sucederá en un solo día: la poesía sustituye a la gramática, el Evangelio sustituye a la ley y el anhelo transforma la obediencia con la misma lentitud con que la marea va sacando a flote el barco encallado.
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