Hebreos 11:20-23

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Introducción

El comentarista Matew Henrry dijo: Aunque el regalo de la fe es el que sostiene toda nuestra vida en Cristo, especialmente especialmente los hace al momento que nos toca morir, ayudándonos a morir en el Señor, con paciencia, con esperanza y con gozo.
El autor de Hebreos nos ofrece una definición profunda de la fe, según el comentarista William Lane: "La fe es la respuesta a Dios que celebra la realidad de las bendiciones prometidas y la certeza objetiva de los acontecimientos anunciados por Él, pero aún no vistos... La fe celebra ahora la realidad de las bendiciones futuras aseguradas por las promesas de Dios. Reconoce que es el futuro, y no el pasado, el que moldea el presente. Confiando en las promesas de Dios, la fe confiere a los objetos de nuestra esperanza la fuerza de realidades presentes, permitiendo al pueblo de Dios disfrutar hoy de la plena certeza de la realización futura de los propósitos de Dios en Cristo."
Este concepto destaca cómo la fe no solo mira hacia atrás en lo que Dios ha hecho, sino que anticipa y asegura lo que Él promete para el futuro, transformando así nuestra percepción y experiencia del presente.
Solo por la fe en Cristo somos redimidos de nuestros pecados. Podemos, con la certeza de que somos recibidos por gracia delante de su trono, caminar siempre delante de Él y perseverar en nuestro andar cristiano. Es por la fe que obramos y hacemos cosas que para el mundo pueden resultar anormales. Esa fe que nos salva, nos redime, nos santifica y nos hace perseverar, tiene su origen en Dios; es un don de gracia. Es una fe que responde con obediencia a pesar de lo desafiante que esto pueda ser, una fe que no se agota ante lo que parece imposible al ojo humano y que permanece en medio de las pruebas.
El autor de Hebreos, en el capítulo 11 de su epístola hasta el versículo 19, nos ha dado una definición de la fe y nos ha mostrado a varios testigos que poseyeron este precioso don: Abel, Enoc, Noé y Abraham. Cada uno de ellos es un testigo de que solo por fe somos redimidos por Dios, aceptados por Dios, alcanzamos buen testimonio delante de Dios y un día alcanzaremos juntos las promesas de Dios.
Estas personas no son solo ejemplos de fe, son testigos de lo que puede hacer el don omnipotente que Dios nos ha dado. Son testigos que nos animan a nunca dejar de creer. Como veremos esta mañana, aun la fe más pequeña tiene la capacidad de elevar nuestra esperanza aun cuando nos enfrentamos a la peor de todas las pruebas: la muerte. Veremos esta mañana en Hebreos 11:20-22 tres testigos que experimentaron el triunfo de la fe al momento de morir: Isaac, Jacob y José. Espero que el testimonio de estos tres hombres débiles les anime esta mañana a no dejar de poner sus ojos en Cristo, “el autor y perfeccionador de nuestra fe”.
Hebreos 11:20–22 NBLA
Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, aun respecto a cosas futuras. Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró, apoyándose sobre el extremo de su bastón. Por la fe José, al morir, mencionó el éxodo de los israelitas, y dio instrucciones acerca de sus huesos.
Es interesante que la tradición Judía:
Isaac: Es considerado un ejemplo supremo de fe y obediencia debido a su increíble disposición a perder su vida cuando fue llevado por su padre Abraham al monte Moriah para ser ofrecido como sacrificio. Este evento, conocido como la "Akedá" o "la atadura de Isaac", subraya su sumisión y confianza en Dios.
Jacob: Se destaca por su deseo ferviente de recibir la bendición, su lucha con el ángel y su papel como padre de la nación de Israel. Jacob es recordado por su determinación para obtener la primogenitura y la bendición, su encuentro transformador con el ángel donde recibe el nombre de Israel, y por ser el progenitor de las doce tribus de Israel.
José: Es señalado como un modelo de fidelidad en medio de las pruebas. Su historia, que incluye su venta como esclavo, su injusto encarcelamiento y su ascenso a ser el segundo al mando en Egipto, ejemplifica su integridad, su capacidad de perdonar y su firme confianza en Dios durante tiempos difíciles.
Sin embargo, para el autor de Hebreos, estos tres hombres son recordados principalmente por su fe, una fe que no se rindió ante la peor de las pruebas: la muerte. Podemos tener mucha disposición para servir al Señor hoy, como la tenía José; podemos tener momentos de oración intensa y una voluntad férrea para obtener las promesas de Dios, como Jacob; o podemos tener una vida de fidelidad en medio del sufrimiento, como Isaac. Pero si llegamos al final de nuestra carrera y no tenemos fe, todo lo demás no habrá servido de nada. Pablo afirma:
1 Corintios 9:24–27 NBLA
¿No saben que los que corren en el estadio, todos en verdad corren, pero solo uno obtiene el premio? Corran de tal modo que ganen. Y todo el que compite en los juegos se abstiene de todo. Ellos lo hacen para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Por tanto, yo de esta manera corro, no como sin tener meta; de esta manera peleo, no como dando golpes al aire, sino que golpeo mi cuerpo y lo hago mi esclavo, no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo sea descalificado.
Estos tres testigos nos recuerdan que la verdadera fe permanece hasta el final de la carrera, cruza la línea de meta y, en algunos casos, excede los límites de nuestra fuerza natural. La fuerza natural de estos tres hombres no les habría permitido terminar confiando en Dios, pero lo hicieron porque la fe que Dios nos ha dado nos infunde la última reserva de aire, ese segundo aliento, para llegar a la meta en nuestra maratón como peregrinos y extranjeros. Pablo escribió estas lineas antes de su muerte:
2 Timoteo 4:7–8 NBLA
He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe. En el futuro me está reservada la corona de justicia que el Señor, el Juez justo, me entregará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman Su venida.
Veamos en el testimonio de estos tres hombres, como la fe hace brotar fuerza de la debilidad al momento de morir para que reconozcamos la soberanía de Dios obrando en las circusntancias de nuestra vida, hace que reconozcamos como la providencia de Dios nos ha sostenido todo el tiempo y hace que nuestra mirada nunca se aparte de las promesas de Dios.
1. Soberanía de Dios en nuestras circunstancias (Isaac Hebreos 11:20)
Isaac, en comparación con otros patriarcas, vivió una vida relativamente ordinaria según los relatos del Génesis. Después de que Abraham despidiera a Ismael y tomara a Rebeca como esposa antes de su muerte, Isaac y su familia enfrentaron una hambruna en la tierra de Canaán. Consideraron ir a Egipto en busca de sustento, pero Dios intervino para recordarles Su pacto con Abraham y les ordenó permanecer en la tierra de Canaán:
Versículo relevante: Génesis 26:2-3
"Y se le apareció Jehová, y le dijo: No desciendas a Egipto; habita en la tierra que yo te diré. Peregrina en esta tierra, y seré contigo, y te bendeciré; porque a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras, y confirmaré el juramento que hice a Abraham tu padre."
Isaac obedeció esta instrucción y se estableció en Beersheba, donde vivió una vida relativamente tranquila:
Génesis 26:23–25 NBLA
De allí Isaac subió a Beerseba. El Señor se le apareció aquella misma noche y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham; No temas, porque Yo estoy contigo. Y te bendeciré y multiplicaré tu descendencia, Por amor de Mi siervo Abraham». Y allí Isaac construyó un altar e invocó el nombre del Señor y plantó allí su tienda; y allí abrieron los siervos de Isaac un pozo.
Isaac tenía preferencias familiares, especialmente por su hijo Esaú, quien cazaba y preparaba guisos que Isaac disfrutaba:
Génesis 25:28 NBLA
Isaac amaba a Esaú porque le gustaba lo que cazaba, pero Rebeca amaba a Jacob.
Isaac no siempre discernió correctamente la voluntad de Dios en la vida de sus hijos. Aunque Dios había anunciado a Rebeca que el mayor serviría al menor:
Génesis 25:23 NBLA
Y el Señor le dijo: «Dos naciones hay en tu seno, Y dos pueblos se dividirán desde tus entrañas; Un pueblo será más fuerte que el otro, Y el mayor servirá al menor».
De manera que cuando llegó el momento crucial cuando Isaac, ya viejo y ciego, debia extender a sus hijos la bendicion y señalas el hijopor medio de quien permaneceria la promesa de la sieminte, él decide bendecir como primogenito a Esaú, su hijo mayor, antes de su muerte, a causa de su favoritismo:
Génesis 27:1–4 NBLA
Y aconteció que siendo ya viejo Isaac, y sus ojos demasiado débiles para ver, llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: «Hijo mío». «Aquí estoy», le respondió Esaú. Y dijo Isaac: «Mira, yo soy viejo y no sé el día de mi muerte. »Ahora pues, te ruego, toma tu equipo, tu aljaba y tu arco, sal al campo y tráeme caza. »Prepárame un buen guisado como a mí me gusta, y tráemelo para que yo coma, y que mi alma te bendiga antes que yo muera»
Sin embargo, Rebeca, conocedora de la promesa de Dios, ideó un plan junto con Jacob para que éste recibiera la bendición destinada a Esaú.
Génesis 27:5–10 NBLA
Rebeca estaba escuchando cuando Isaac hablaba a su hijo Esaú. Y cuando Esaú fue al campo a cazar una pieza para traer a casa, Rebeca dijo a su hijo Jacob: «Mira, oí a tu padre que hablaba con tu hermano Esaú, diciéndole: “Tráeme caza y prepárame un buen guisado para que coma y te bendiga en presencia del Señor antes de mi muerte”. »Ahora pues, hijo mío, obedéceme en lo que te mando. »Ve ahora al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos de las cabras, y yo prepararé con ellos un buen guisado para tu padre como a él le gusta. »Entonces se lo llevarás a tu padre, que comerá, para que te bendiga antes de su muerte»
Jacob, siguiendo las instrucciones de su madre, llevó a cabo el engaño y recibió la bendición de Isaac, quien creyó que estaba bendiciendo a Esaú. Este acto llevó a Esaú a sentirse engañado y enojado con Jacob, y a pesar de los intentos posteriores de Isaac por bendecir también a Esaú, la bendición destinada al primogénito ya había sido entregada a Jacob.
Génesis 27:27–29 NBLA
Jacob se acercó y lo besó; y al notar el olor de sus vestidos, Isaac lo bendijo, diciendo: «Ciertamente el olor de mi hijo Es como el aroma de un campo que el Señor ha bendecido. »Dios te dé, pues, del rocío del cielo, Y de la riqueza de la tierra, Y abundancia de grano y de vino nuevo. »Sírvante pueblos, Y póstrense ante ti naciones; Sé señor de tus hermanos, E inclínense ante ti los hijos de tu madre. Malditos los que te maldigan, Y benditos los que te bendigan».
Este episodio ilustra la debilidad de caracter en la vida de Isaac, su falta de dicernimiento para conocer la voluntad de Dios, viendo delente sus hijos un hijo profano como Esau que se caso con mujeres paganas y vendio por un plato de lentejas su primogenitura, aun asi no apersibio de lo evidente, sus preferencias lo cegaron mas de lo que estaba fisicamente. Vemos tambien los estragos que provoco el pecado del engano en la vida de su familia.
Pero en medio de las debilidades de Isaac, todos estos intrincados eventos estuvieron marcados por la intervención soberana de Dios, quien a pesar del pecado de esta familia, se mantuvo fiel a sus promesas y obro eficazmente a través de la fragilidad, debilidad y pecado de toda esta familia. Y finalmente hizo billar la fe que había puesto en el patriarca para testimonio de que su don permanece hasta el momento de morir.
Vemos como finalmente, antes de la muerte Isaac reconoce la soberana mano de Dios y afirma su bendición sobre Jacob y se duele por su hijo profano:
Génesis 27:34–38 NBLA
Al oír Esaú las palabras de su padre, clamó con un grande y amargo clamor, y dijo a su padre: «¡Bendíceme, bendíceme también a mí, padre mío!» Pero Isaac respondió: «Tu hermano vino con engaño y se ha llevado tu bendición» Y Esaú dijo: «Con razón se llama Jacob, pues me ha suplantado estas dos veces. Primero me quitó mi primogenitura y ahora me ha quitado mi bendición». Y añadió: «¿No has reservado una bendición para mí?» «Mira», le respondió Isaac, «yo lo he puesto por señor tuyo, y le he dado por siervos a todos sus parientes; y con grano y vino nuevo lo he sustentado. En cuanto a ti ¿qué haré, pues, hijo mío?» Y Esaú dijo a su padre: «¿No tienes más que una bendición, padre mío? Bendíceme, bendíceme también a mí, padre mío». Y Esaú alzó su voz y lloró.
Génesis 28:8–9 NBLA
Vio, pues, Esaú que las hijas de Canaán no eran del agrado de su padre Isaac; y Esaú fue a Ismael, y tomó por mujer, además de las mujeres que ya tenía, a Mahalat, hija de Ismael, hijo de Abraham, hermana de Nebaiot.
Esta bendición para sus hijos al final de sus días fue el acto más eminente de la fe de Isaac. A pesar de la debilidad de su carácter, las flaquezas de su carne, el se mantuvo firme confiando en la soberanía de Dios y transmitió las promesas del pacto de Dios a su hijo Jacob por medio de su bendición, ademas bendijo a Esau sobre cosas futuras dejándose guiar por el Espíritu de profesía que esta vigente en esta época patriarcal. Las bendiciones que Isaac impartió tenían que ver con cosas futuras y por la fe las vio venir, las creyó por la fe.
Aplicación: A pesar de muchas veces nuestro pecado pueda manchar nuestras obras haciéndolas inaceptables delante de Dios como ocurrió con Isaac y su familia, si aceptamos la disciplina de Dios como ocurrió con ellos y la manera en la que el Señor ordena nuestras vidas en su soberana providencia, no seremos condenados a los ojos de Dios, ni en esta vida ni el futuro. La fe triunfa en nuestra debilidad, haciéndonos aceptar la mano de Dios sobre nosotros en medio de las circunstancias.
De Dios aprendemos en esta historia como El cumple eficazmente sus propios propósitos y designios a través nuestras faltas y errores, sin la menor mezcla o aprobación de nuestras iniquidades o errores
Ahora veamos como la fe hace que reconozcamos la:
2. Providencia constante de Dios (Jacob Hebreos 11:21)
Ahora el auto nos leva a considerar también la fe de Jacob que fue victoriosa cuando estaba enfrentando la muerte, especialmente cuando bendijo a los dos hijos de José y adoro inclinado en la cabecera de su cama y apoyado sobre su bastón/ Esta historia la podemos leer en Genesis 47. En orden cronológico, antes de su muerte lo primero que Jacob hace es llamar a Jacob y asegurarse antes de morir que sus cuerpo sea enterrado en la tierra que Jehová Juro a Abraham. El no deseaba que sus hijos se acomodaran en Egipto y que supieran que Dios les estaba llamado a esperar en Canaan el cumplimiento de las promesas.
Génesis 47:29–31 NBLA
Cuando a Israel se le acercó el tiempo de morir, llamó a su hijo José y le dijo: «Si he hallado gracia ante tus ojos, por favor, pon ahora tu mano debajo de mi muslo y trátame con misericordia y fidelidad: Por favor, no me sepultes en Egipto. »Cuando duerma con mis padres, me llevarás de Egipto y me sepultarás en el sepulcro de ellos». «Haré según tu palabra», le respondió José. Y Jacob dijo: «Júramelo». Y se lo juró. Entonces Israel se inclinó en adoración en la cabecera de la cama.
Luego de que escucho el juramento de José, Jacob en el momento de mayor debilidad, en el momento donde todo se esfumaría para él, se inclino en la cabecera de su cama para dar gracias a Dios y adorarle.
Luego hace que Jose le acerque a sus hijos y vemos como mientras les bendice, él recapitula su vida mostrándonos cuales fueron sus mas profundas preocupaciones
Génesis 48:9–22 NBLA
Y José respondió a su padre: «Son mis hijos, los que Dios me ha dado aquí». «Acércalos a mí, te ruego, para que yo los bendiga», le dijo. Los ojos de Israel estaban tan débiles por la vejez que no podía ver. Entonces José se los acercó, y él los besó y los abrazó. Israel dijo a José: «Nunca esperaba ver tu rostro, y mira, Dios me ha permitido ver también a tus hijos» Entonces José los tomó de las rodillas de Jacob, y se inclinó con su rostro en tierra. José tomó a los dos, a Efraín con la derecha, hacia la izquierda de Israel, y a Manasés con la izquierda, hacia la derecha de Israel, y se los acercó. Pero Israel extendió su derecha y la puso sobre la cabeza de Efraín, que era el menor, y su izquierda sobre la cabeza de Manasés, cruzando a propósito sus manos, aunque Manasés era el primogénito. Israel bendijo a José, y dijo: «El Dios delante de quien anduvieron mis padres Abraham e Isaac, El Dios que ha sido mi pastor toda mi vida hasta este día, El ángel que me ha rescatado de todo mal, Bendiga a estos muchachos; Y viva en ellos mi nombre, Y el nombre de mis padres Abraham e Isaac; Y crezcan para ser multitud en medio de la tierra». Cuando José vio que su padre había puesto su mano derecha sobre la cabeza de Efraín, esto le desagradó. Y tomó la mano de su padre para cambiarla de la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés. Y José dijo a su padre: «No sea así, padre mío, pues este es el primogénito. Pon tu mano derecha sobre su cabeza» Pero su padre rehusó y dijo: «Lo sé, hijo mío, lo sé. Él también llegará a ser un pueblo, y él también será grande. Sin embargo, su hermano menor será más grande que él, y su descendencia llegará a ser multitud de naciones» Y los bendijo aquel día, diciendo: «Por ti bendecirá Israel, diciendo: “Que Dios te haga como Efraín y Manasés”». Así puso a Efraín antes de Manasés. Entonces Israel dijo a José: «Yo estoy a punto de morir, pero Dios estará con ustedes y los hará volver a la tierra de sus padres. »Yo te doy una parte más que a tus hermanos, la cual tomé de mano del amorreo con mi espada y con mi arco»
Noten como viendo su vida en restrospectiva confiesa que el Señor ha sido su pastor. Dios en su gracia lo persiguió durante toda su vida con su bien y su misericordia. Dios nunca se apartó de él, aun cuando él huía, Dios le salió al encuentro y lo restauró, finalmente lo convirtió en un príncipe. Jacob reconoce como la mano amorosa y providencial de Dios le ha pastoreado y ahor en tierra de sus enemigos lo esta bendiciendo en abundancia, preparando mesa para él delante de sus enemigos.
El Angel redentor que prefiguraba a Cristo en el A.T. guió los hilos de la historia para su gloria y para el beneficio de su pueblo, aunque para Jacob la bondad de Dios haya sido eclipsada por las circunstancias, al final de su vida su fe le hizo ver la bondad de Dios durante todos los dias de su vida.
Luego en un acto de fe, le da la doble bendición del primogénito a José, luego de que Ruben la perdiera y bendice a los dos hijos que Jose tenia en ese momento.
ves aqui a un hombreque a pesar de todas las pruebas y conflictos con que se había encontrado, con las debilidades y desconsuelos de la vejez, permaneció firme en la fe y vigoroso en el ejercicio de ella. Su decadencia natural no causó ninguna disminución en su fuerza espiritual y se aferro a las promesas del pacto que Dios hizo con sus padres y fue afirmado para con él >
Aplicación:
Heramnos aqui tenemos un testigo de como el don de la fe permance hasta el momento de la muerte. La fe resiste hasta el final de nuestra vida y se fortalece como lo hizo en la vida de Jacob.
La fe hace que podamos ver la mano providencial de Dios en retrospectiva mientras partimos de este mundo y nos hace dar gloria a Dios or todas las pruebas y aflicciones que permitió para hacerle conocer mas y formar su carácter en nosotros.
La fe nos hace reconocer a Jesus como pastor de nuestra vida como le reconoció Jacob cuando hablo del Angel redentor. Esto estimula la fe, haciéndonos recordar su infinita gracia y su gran misericordia al salvarnos de nuestros pecados y miserias como lo hizo con Jacob.
Vemos en la vida de Jacob, como ejercitarnos en la fe constantemente, nos permitirá estar listos la ultima hora y permitirá seguir teneindo delante de nuestro Señor una actitud reverente y una adoración fervorosa que hizo que Jacob con todo y su debilidad se postrara para adorar. Esto es lo que David hacia en su vejez:
Salmo 119:62 NBLA
A medianoche me levantaré para dar gracias a Ti Por Tus justas ordenanzas.
Hemos visto dos testigos que experimentaron como la fe les hizo reconocer la soberanía y la providencia de Dios al final de sus vidas, veamos a ahora como la fe nos permite:
3. Permanencia en las promesas de Dios (José Hebreos 11:22)
Conocemos la vida de Jose, sus sueños y los sufrimientos quele tocaron por querer agradar a Dios en su vida. José fue sin duda un ejemplo de fe, pero su fe triunfo en el momento de mayor prueba.
José era el segundo al mando en Egipto, hubiera muerto con todos los reconocimientos de un dignatario Egipcio. Era tan poderoso, famoso y rico en ese país, como alguien podría serlo, Egipto le ofreció todo y aunque había nacido en Canaan ese lugar nunca fue su hogar realmente su papá fue un peregrino, un extranjero que como Abraham habito en carpas. Luego de ser un forastero, vivió mucho tiempo en la gloria, el poder y la riqueza sin embargo conservó íntegra su fe en la promesa de Dios.
Dice el puritano Jhon Owen: Después de haber probado todo lo que este mundo podía ofrecerle, al morir escogió la promesa como su suerte y porción.
Notamos como al final de su vida se asegura de dos cosas, en primer lugar de que sus hermanos sepan que su confianza estaba en las promesas de Dios a Abraham, el sabe que Israel esta solo de paso en Egipto y les asegura que ellos saldrán de allí por que Dios los sacará como juro a a Abraham que lo haría para establecerlos en Canaán, Jose no quiere que sus hermanos se enamoren de su pompa y de Egipto y quiso fortalecer la fe de ellos con su confesion>
Génesis 50:24 NBLA
Y José dijo a sus hermanos: «Yo voy a morir, pero Dios ciertamente cuidará de ustedes y los hará subir de esta tierra a la tierra que Él prometió en juramento a Abraham, a Isaac y a Jacob»
Cuando sus hermanos escucharon esto, vieron como a pesar de toda la gloria y riqueza que su hermano ostentaba, abrazó la promesa y murió en la fe . De seguro esto fue de gran estimulo para la fe fe de ellos. Además fue un acto de fe audaaz, porque era por José que ellos estaban siendo bien tratados en Egipto, ahora Jose hace que la mirada de ellos este puesta en Dios quien les guardara, les hara una gran nación como prometió y que además tendría para redimirlos. Y para darles mayor certeza de que Dios estaría con ellos, aun en medio de las aflicciones que les sobrevendrían, por la fe les ordenó lo siguiente:
Génesis 50:25 NBLA
Luego José hizo jurar a los hijos de Israel, diciendo: «Dios ciertamente los cuidará, y ustedes se llevarán mis huesos de aquí»
Al hacer esto, Jose mostró despreocupación por la disposición de sus riquezas. Su mente estaba totalmente puesta en las promesas de Dios. Ahora sus hijos y su posteridad perderían el honor y los ingresos paternos, para tomar su parte con el pueblo afligido de Dios. Y como fue lo que ocurrio, su esposa que era una princesa en Egipto, estiuvo de acuerdo, es decir que tambien abrazo la fe.
Apliación:
Muchas veces Dios obra en su providencia y le permite a algunos hermanos de la iglesia destacarse entre los hombres y les bendice con riqueza y fama. Cuando pasa esto, la persona de fe en su profesión pública siempre preferirá confiar en las promesas del evangelio antes que en las cosas que posee y lo demuestra con su servicio, hospitalidad y generosidad desinteresada. Tal confesión es de mucha bendición para la iglesia.
Amados que el Señor nos ayude a vivir y murir la fe, que podamos ser capaces en el Señor de preferir la promesa de Dios por encima de todos los placeres que nos ofrece el mundo.
Conclusion:
Hoy hemos reflexionado sobre la fe inquebrantable de tres patriarcas: Isaac, Jacob y José. Aunque ellos tenían muchas debilidades, pecados y cometieron muchos errores, murieron confiando en que Dios cumpliría Sus promesas, aunque no las vieron hechas realidad en vida. Por esto, son considerados héroes de la fe. Estos hombres creyeron, al final de sus vidas, que Dios cumpliría Su promesa incluso después de que ellos partieran.
Dios es grandemente glorificado cuando cualquier creyente deja este mundo con una fe firme y segura. Dios siempre será glorificado cuando permitimos que el Espíritu triunfe sobre nuestras las debilidades humanas, cuando reconocemos la soberanía y la providencia de Dos en nuestras vidas, cuando dejamos el mundo atrás y deseamos las realidades eternas que Dios nos ha prometido en Cristo.
Oremos hermanos, para que al final de nuestra vida, podamos demostrar una fe dada y sostenida por Dios, suficiente para permitirnos enfrentar la muerte y triunfar sobre ella con los ojos puestos en Cristo, el autor y perfeccionador de nuestra fe. Que seamos capaces de vivir con una fe que no se rinde, que no se agota y que permanece hasta el final. Vivamos y muramos en la fe, confiando plenamente en las promesas de nuestro Dios.
Oración basada en los Salmos:
Oremos juntos:
Amado Padre Celestial,
Nos acercamos a Ti en oración, recordando las palabras del salmista: "El Señor es mi pastor, nada me faltará" (Salmo 23:1). Te agradecemos por tu constante provisión y guía en nuestras vidas. Señor, como Isaac, queremos reconocer tu soberanía en cada circunstancia, incluso en medio de nuestras debilidades y fallos. Ayúdanos a ver tu mano trabajando en nuestras vidas, y a confiar en tus caminos, aunque a veces no los entendamos.
Como Jacob, queremos reconocer tu providencia en cada momento de nuestra existencia. Señor, aunque pasemos por el valle de sombra de muerte, no temeremos mal alguno, porque tú estás con nosotros (Salmo 23:4). Fortalece nuestra fe para que podamos ver, al final de nuestros días, tu bondad y misericordia que nos han seguido cada día de nuestra vida (Salmo 23:6).
Y como José, queremos aferrarnos a tus promesas, sabiendo que son seguras y fieles. "Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios" (Salmo 103:2). Danos la gracia de valorar tus promesas más que cualquier riqueza o éxito terrenal, y de vivir nuestras vidas con una esperanza firme en tu fidelidad.
Te pedimos, Señor, que nos ayudes a vivir y morir en la fe, confiando siempre en ti. Que podamos ser testimonios vivos de tu amor y poder, y que nuestra fe en ti sea un faro de esperanza para aquellos que nos rodean.
En el nombre de Jesús, el autor y perfeccionador de nuestra fe, oramos.
Amén.
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