JESÚS ES EL HIJO DE DIOS

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Jesús antes de nacer (Juan 1:1-5)

El apóstol Juan usa la palabra “Verbo” para referirse a Jesús antes de que se hiciera hombre. Eso significa que Jesús es la manifestación perfecta de la sabiduría de Dios, que en Él se muestra todo el poder de Dios y la expresión exacta de Quien es Dios (Pueden revisar Col. 1:15-17).
En el versículo 1 el apóstol Juan menciona tres cosas importantes acerca de Jesús:
Existía desde el principio, por tanto, Él es eterno (Pueden señalar que en Génesis 1:1 se mencionan las mismas palabras “En el principio...” y que aquí Juan enseña que Jesús existía desde antes de ese momento que todo fue creado).
Estaba con Dios, por tanto, Él no es el Padre, pues el texto señala que estaban en compañía uno del otro (Aquí es importante que señalen que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son personas diferentes, y por eso los cristianos llamamos “Trinidad” a la relación que hay en Dios).
Era Dios mismo, por tanto, Él no es una criatura, no es un ser humano común (Aquí es importante señalar que aunque creemos que son Tres personas, es un solo Dios al que adoramos).
En el versículo 2-3 se menciona la participación de Jesús en la creación de todo lo que existe:
Desde antes que todo fuera creado, Jesús ya existía.
Por Jesús fueron hechas todas las cosas. Si Él no lo hubiera creado, simplemente no existiría.
En el versículo 4-5 se menciona la relación de Jesús con las tinieblas (el mal y la muerte).
Jesús es la vida (Puede ver Juan 14:6) y Él fue la fuente desde donde toda la vida en la tierra surgió.
La vida dada por Jesús a todo lo creado trajo luz a los hombres, pues les dio las condiciones necesarias para vivir en este mundo.
A pesar de toda la maldad humana y los intentos de Satanás por destruir todo lo que Dios creó, la luz no ha dejado de brillar (la luz de la vida, la luz de la esperanza de que algún día se acabará el sufrimiento y sobre todo, la luz de seguridad de que Dios nunca ha dejado de gobernar sobre todo lo creado).

EL ANUNCIO DE SU NACIMIENTO (LUCAS 1:26-35)

Los versículos 26-27 dan el contexto donde fue anunciado el nacimiento de Jesús:
María era una mujer virgen que estaba comprometida con José.
Para entender mejor la situación de María, como una mujer comprometida, se debe mencionar:
El compromiso matrimonial era una condición de honra para las familias de los novios. Reflejaba su disposición para mantener y proteger su honor, además de guardar su reputación social.
El período de compromiso era aproximadamente de un año, durante el cual la novia vivía en la casa de sus padres, preparándose para su próxima vida como esposa.
En un compromiso se esperaba que la novia se mantuviera pura y fuera fiel. Las consecuencias de no guardarse abarcaban tanto la deshonra social, como el castigo por adulterio, que era la muerte.
También es importante notar que fue un ángel, llamado Gabriel, quien fue enviado por Dios para dar este anuncio. Esto muestra la importancia que tenía el asunto.
Los versículos 28-29 señalan cómo inicio el encuentro entre María y el ángel Gabriel:
El ángel saluda a María diciendo que ella es muy favorecida y que Dios está con ella.
Al decir que es “muy favorecida” lo que el ángel resalta es que María recibirá una gran noticia que tiene como fuente la gracia de Dios, no porque ella lo merezca sino porque Dios ha decidido que todo esto suceda con ella.
Cuando el ángel dice “el Señor está contigo” quiere poner la atención de María en que las buenas noticias que recibirá no solo vienen de Dios, sino que Dios mismo está con ella mientras las escucha.
María reacciona con sorpresa a la aparición del ángel y al saludo especial que le daba.
Los versículos 30-33 describen el mensaje del ángel:
María tenía miedo. Un ángel estaba frente a ella e iba a darle una noticia. Y lo sorprendente es que el ángel le dice que no tenga miedo, pues Dios le ha dado Su gracia, es decir, no debía tener temor porque Dios tenía el favor de Dios.
El ángel le anuncia a María que quedará embarazada y que será un hijo varón el que nacerá. También le indica el nombre que le debe poner: Jesús.
Después de esto, el ángel hace una descripción acerca de quién será este Hijo que nacería:
Sería un gran hombre, es decir, resaltaría entre los demás hombres, muy probablemente por su rectitud y las obras de justicia que haría.
Sería conocido como Hijo del Altísimo (este título para referirse a Dios enfatizaba Su grandeza y Su gran poder).
Dios mismo le daría el derecho a gobernar, como lo hizo su antepasado David sobre el pueblo de Dios, con la diferencia de que Su reino no tendría fin.
En el versículo 34 María expresa su duda acerca de cómo sucederá un embarazo, si ella no ha tenido relaciones sexuales con nadie. Y en el versículo 35 el ángel Gabriel responde:
La concepción milagrosa en el vientre de María será obra del Espíritu Santo y será por el poder del Altísimo (Es importante resaltar que aquí se distingue nuevamente que Jesús, el Espíritu Santo y el Padre son personas diferentes).
La obra del Espíritu Santo y la manifestación del poder del Padre en la concepción de Jesús en el vientre de María, es la razón por la que Jesús sería llamado Hijo de Dios durante su ministerio terrenal y es la base para que la Iglesia pueda seguir afirmando con seguridad que Él es el Hijo de Dios.
María muestra su obediencia al recibir las buenas noticias, y hasta entonces el ángel se fue de su presencia (versículo 38).

LA NOCHE DE SU NACIMIENTO (LUCAS 2:1-20)

En los versos 1-5 se menciona que el gobierno de Roma mandó a hacer un censo (un conteo de cuántos habitantes se encontraban en todo su territorio), y para participar cada persona debía registrarse en su lugar de nacimiento, por lo que José tuvo que viajar junto a María hacia Belén, ya que era la ciudad de David, su antepasado.
En los versículos 6-7 se detalla que Jesús nació en Belén, y fue acostado en un pesebre (un recipiente donde se ponía la comida a los animales en el establo). Esto fue así porque no había un espacio diferente para poder hospedarse, y una familia ofreció dar este humilde lugar.
Aquí se puede resaltar que Jesús desde su llegada al mundo no estuvo rodeado de lujos. Él era Dios, tenía todo el poder, la riqueza y la autoridad para demandar ser tratado de la mejor manera posible. Pero no fue así. Nació en un lugar destinado para que durmieran los animales de la familia, y fue colocado en el lugar donde se alimentaban. Él decidió hacerse hombre, y nació en una condición humilde.
En los versículos 8-12 un ángel se presenta ante unos pastores que estaban en esa región cuidando a sus ovejas. El ángel anuncia que su visita es para compartirles una buena noticia, expuesta así:
En la ciudad de David, Belén, ha nacido un Salvador. Desde aquí es notable que se usa como referencia a David, el hombre que en su momento fue el salvador del pueblo frente a sus enemigos. Ahora, en la ciudad de su nacimiento acaba de nacer un Salvador, quien cumpliría de manera perfecta la salvación del pueblo de Dios.
Es Cristo el Señor. El Salvador es el cumplimiento de lo que se prometió por medio de los profetas del Antiguo Testamento. Llegaría un hombre que liberaría de la esclavitud al pueblo de Dios, y tendría un gobierno que duraría para siempre, siendo Señor sobre todo. Ahora eso se estaba cumpliendo con este nacimiento, por lo que la esperanza del pueblo quedaría satisfecha.
La señal que les servirá. La humilde condición del bebé confirmaría su identidad. Él estaría envuelto en pañales (vulnerable, como todo ser humano al nacer) y acostado en un pesebre (en una condición alejada de lujos y honra).
En los versículos 13 y 14 apareció una multitud de ángeles que alababan a Dios. La presencia de ángeles para dar esta nueva noticia es una evidencia que alguien superior a ellos había llegado a la tierra. La gloria y majestad angelical solamente podía apuntar a dar honor al Único que lo merece: el Hijo de Dios.
En los versículos 15-20 se menciona cómo los pastores obedecieron en ir a buscar al niño, lo encontraron y alabaron a Dios porque se había cumplido todo, tal y como se les había dicho.
El temor de los pastores al encontrarse con el ángel quedó atrás, pues ahora podían ver que la gracia y la misericordia de Dios estaba encarnada frente a ellos. La promesa que sus antepasados esperaron que se cumpliera, ahora sus ojos la podían ver. El Salvador esperado había llegado. Él podría devolver el honor a todos aquellos que buscaban obedecer a Dios en medio de un mundo lleno de maldad. Esa era la alegría y el motivo de alabanza de los pastores.

CONCLUSIONES

Jesús es Dios. Esa verdad bíblica es fundamental en la fe cristiana.
Por medio de Jesús todo lo que existe fue creado. Todo fue hecho por Él y para Él.
El temor puede presentarse en la vida, pero no debe ser la manera de vivir. La confianza en que Dios tiene el control de todo lo que sucede es lo único que puede sostener al cristiano frente al temor. María, José y los pastores tuvieron temor, pero su confianza en Dios fue mayor que ese temor y por eso pudieron superarlo.
Jesús nació como hombre, pero no dejó de ser Dios. El anuncio de su nacimiento por medio de los ángeles es una muestra de que Él es superior a ellos, aún en la condición humilde de su llegada al mundo.
La esperanza de todo cristiano es que Jesús entiende sus temores, su vergüenza y su dolor cuando sufre, porque Él estuvo en esta tierra como ser humano.
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