Hebreos 11:23-29 - La Resistencia de la Fe
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Introducción
Introducción
Como creyentes, somos constantemente desafiados a tomar decisiones que ponen a prueba nuestra fe. Esta mañana vamos a considerar el testimonio de la vida de Moisés, otro testigo más que nos anima a no abandonar la fe, recordándonos que el don de la fe que Dios nos ha dado puede resistir y superar desafíos extraordinarios en medio de nuestras decisiones. Es importante recordar que esta fe no es de nosotros mismos, sino un don de Dios (Efesios 2:8-9), manifestación de Su gracia soberana en nuestras vidas.
El autor de Hebreos nos presenta a Moisés como un testigo de una fe salvadora. Esto es notable porque los judíos consideraban a Moisés como el dador y modelo de lo que significa vivir por las obras de la ley. Pero en la Biblia, Moisés es más bien un testigo de lo que significa ser portador del don de una fe salvadora, guiada y sostenida por la soberanía de Dios. La fe fue el impulso que guió las decisiones de él y su familia, como veremos esta mañana.
Hasta ahora, en Hebreos 11, hemos aprendido cómo el testimonio de Abel nos enseñó que la fe descansa en el sacrificio de Cristo; con Enoc, aprendimos lo que significa caminar por fe; con Noé, apreciamos cómo la fe que descansa en el Mesías nunca deja de agradarle a Él; con Abraham, vimos el carácter de la fe salvadora; y la semana pasada, pudimos conocer cómo la fe persevera en el momento de enfrentar la muerte en el testimonio de Isaac, Jacob y José.
Hoy, al considerar la vida de Moisés, veremos cómo la fe es la que nos impulsa a tomar decisiones que desafían las circunstancias, nos motiva a rechazar la mundanalidad, a enfrentar el temor al hombre y a superar obstáculos aparentemente insuperables.
Reflexionaremos sobre cómo la fe de Moisés es un testimonio más de que este poderoso don de Dios nos hace resistir en medio de toda circunstancia hasta alcanzar las promesas de Dios. Espero que esta mañana cada uno de nosotros pueda apreciar cómo la fe salvadora no se conforma a las circunstancias, sino que nos impulsa a tomar decisiones activas y valientes, sostenidas por la confianza en las promesas de Dios. Veamos como la fe que Dios nos ha dado, es una fe que resiste.
Leamos juntos la Palabra de Dios:
Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño hermoso y no temieron el edicto del rey. Por la fe Moisés, cuando ya era grande, rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón, escogiendo más bien ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los placeres temporales del pecado. Consideró como mayores riquezas el oprobio de Cristo que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe Moisés salió de Egipto sin temer la ira del rey, porque se mantuvo firme como viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no los tocara a ellos. Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca, y cuando los egipcios intentaron hacer lo mismo, se ahogaron.
Uno de los reformadores más apreciados por los presbiterianos fue John Knox. Knox fue un valiente predicador que se enfrentó constantemente y con audacia a la reina católica María de Escocia. Alguien le preguntó una vez cómo hacía para no temer a la corona, a lo que él respondió: "Uno no teme a la reina de Escocia cuando ha estado de rodillas ante el Rey de Reyes". Esta respuesta de Knox refleja perfectamente la esencia de la fe que queremos explorar hoy: una fe que no teme a los poderes terrenales porque está firmemente arraigada en el temor y la reverencia al Dios soberano.
En el texto que acabamos de leer, lo primero que vemos es:
1. Una fe que supera el temor a las circunstancias
1. Una fe que supera el temor a las circunstancias
Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño hermoso y no temieron el edicto del rey.
Fue la fe de los padres de Moisés, Amram y Jocabed, lo que Dios usó para preservar la vida de su siervo Moisés al nacer. Recordemos que en el tiempo en que Moisés nació, ya se había levantado en Egipto un faraón que no recordaba a José y, motivado por el temor a la sublevación de Israel, emitió un edicto para exterminar a los hijos de Jacob.:
Entonces Faraón ordenó a todo su pueblo: «Todo hijo que nazca lo echarán al Nilo, pero a toda hija la dejarán con vida»
Los padres de Moisés no obedecieron esta orden, ni temieron al edicto del faraón.
Un hombre de la casa de Leví fue y tomó por mujer a una hija de Leví. Y la mujer concibió y dio a luz un hijo. Viendo que era hermoso, lo escondió por tres meses.
La razón que les motivó a esconder al niño fue que vieron una señal que indicaba que Dios lo había apartado en su gracia para la tarea de ser el libertador de Israel.
Amram y Jocabed conocían las promesas que Dios había hecho a Abraham en Génesis 15 y recordadas a Jacob en Génesis 46:3.
Y Él dijo: «Yo soy Dios, el Dios de tu padre; no temas descender a Egipto, porque allí te haré una gran nación.
Ellos sabían de las declaraciones de José acerca de cómo Dios sacaría a Israel de Egipto.
Ellos vieron en la belleza del niño una señal divina de que Dios, por su gracia, lo había apartado para una tarea especial en el cumplimiento de los tiempos. Noten como lo interpreto Esteban:
»Fue por ese tiempo que Moisés nació. Era hermoso a la vista de Dios, y fue criado por tres meses en la casa de su padre.
Fue por esta razón que los padres de Moisés arriesgaron sus vidas y desafiaron el edicto real. No temieron las circunstancias políticas de su tiempo, sino que su confianza en las promesas de Dios superaba con creces su temor a las represalias del Faraón. Ellos por la fe, sabían que la promesa de Dios para la preservación, multiplicación y liberación de su piueblo, tendría lugar a pesar de las leyes de Egipto y asi ocurrio.
Para los hebreos que escuchaban el testimonio de los padres de Moisés, esto debió ser muy desafiante.Políticamente, estaban viviendo tiempos difíciles para la iglesia; había edictos que prohibían predicar a Cristo en Israel, y se avecinaban edictos del emperador romano que prohibirían confesar a Cristo como Rey a riesgo de perder la vida. No importaban las circunstancias políticas; la fe que Dios había puesto en sus corazones no retrocedería ante ningún edicto en su intención de vivir para la gloria de Dios y esperar que las puertas del infierno no prevalecieran contra la iglesia.
Aplicación:
Hoy en día, no tenemos que temer a leyes que nos prohíban glorificar a Dios. Dios nos dará el valor para desafiar estas leyes.Hay reglas que prohíben el ejercicio público de nuestra fe, la instrucción religiosa, la evangelización o el adoctrinamiento de nuestros vecinos y familia. Pero no debemos temer desafiar estas leyes.Antes que a los reyes, debemos obedecer a Dios, quien nos ha mandado a predicar el evangelio a toda criatura y nos ha llamado a discipular y enseñar todo su consejo a nuestra familia.Por la fe, vemos en la señal del bautismo que Dios ha puesto en nuestros hijos una razón para desafiar toda política pública que intente adoctrinar a nuestros hijos en ideologías paganas. Debemos encargarnos de su educación, para levantarles en el temor del Señor.
Reflexión:
¿Cómo podemos confiar en Dios cuando las circunstancias parecen estar en nuestra contra? Reconociendo que nuestra valentía proviene de la fe como un don soberano de Dios.
2. Una fe que supera la mundanalidad
2. Una fe que supera la mundanalidad
Texto base: Hebreos 11:24-26
"Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón."
El autor nos lleva 40 años después en el tiempo. Moisés había sido preservado por la providencia de Dios, que uso la decisión de sus padres, quienes, por fe, lo pusieron en una canasta que fue dirigida y supervisada para navegar por el Nilo hasta el lugar donde estaba la hija del faraón. Al verle, halló gracia a sus ojos y decidió adoptarle. Moisés fue puesto por la hija del faraón bajo la tutoría de sus padres por al menos 12 años, hasta que regresó a la casa de su madre adoptiva para ser educado en todas las artes egipcias como hijo adoptivo.
Moisés, habiendo sido circuncidado como judío y adoctrinado por sus padres en el temor del Señor siendo un niño, al ser adulto nunca se olvidó de Dios:
Instruye al niño en el camino que debe andar, Y aun cuando sea viejo no se apartará de él.
Creció consciente de su llamado, sabiendo que sería un instrumento de Dios para liberar a Israel de Egipto.
»Al ver que uno de ellos era tratado injustamente, lo defendió y vengó al oprimido, matando al egipcio. »Pensaba que sus hermanos entendían que Dios les estaba dando libertad por medio de él, pero ellos no entendieron.
Al llegar a la adultez, Moisés rehusó identificarse como un egipcio y escogió deliberadamente asociarse con el pueblo esclavo de Dios.
En aquellos días, crecido ya Moisés, salió a donde sus hermanos y vio sus duros trabajos. Vio a un egipcio golpeando a un hebreo, a uno de sus hermanos. Entonces miró alrededor y cuando vio que no había nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena.
Esta afirmación: “salió a donde sus hermanos" se entendía tradicionalmente en el sentido de que Moisés optó por desvincularse de la corte egipcia. Y al matar al actuar en favor del esclavo hebreo, Moisés se confesó hebreo, y así negó efectivamente ser "hijo de la hija de Faraón". De esta manera Moises rechazó los beneficios de su posición real.
No quiso vivir para los placeres que le ofrecía Egipto. Si Moises no se hubiese identificado como hebreo, si se hubiera quedado en su lugar como hijo adoptivo de Egipto, hubiera abrazado la apostasia al rechazar el pacto y la fe que había recibido de Dios por medio de sus padres. Pero Moises renuncio a la apostasía con todo lo que implicaba (menospreciar las riquezas, la gloria y el placer que le ofrecia Egipto) y estuvo dispuesto a abrazar su identidad como hebreo, hijo de Dios, heredero de la promesa.
Dice JC Ryle: No te maravilles de que rechazara la grandeza, la riqueza y el placer. Miró lejos hacia adelante. Vio con el ojo de la fe que los reinos se desmoronaban en polvo, que las riquezas se hacían alas y huían, que los placeres conducían a la muerte y al juicio, y que sólo Cristo y su pequeño rebaño perduraban para siempre.... Vio con el ojo de la fe que la aflicción duraba sólo un momento, que el oprobio se desvanecía y terminaba en honor eterno, y que el despreciado pueblo de Dios reinaba como reyes con Cristo en la gloria.
Moisés podría haber pensado de manera muy diferente, y pocos habrían objetado. Podría haber pensado que desdeñar el amor de su madre adoptiva era sin duda algo malo. Pero, en cambio, sabía que Dios es más grande que cualquier madre, padre, amante o amigo; cuando había que elegir, tenía que elegir a Dios.
O podría haber escuchado la idea de que permaneciendo egipcio, reprimiendo sus convicciones, ocultando su lealtad, podría hacer más bien que marchándose. Podría haber sido como los que se quedan donde no les importa, como Lot sentado en la puerta de Sodoma. Este es el mito de la influencia que aflige hoy a tantos creyentes fuera de lugar. "Es cierto que estoy aliado con la incredulidad, con la injusticia, con el mal", dicen, "pero vale la pena el bien que puedo hacer". Moisés no racionalizó de esta manera.
Como Moisés, cada creyente tendrá que preguntarse si honra a Dios o lo traiciona, si transige con el pecado o lo refrena, y si sirve al prójimo o explota a sus semejantes. Cristo llama a sus seguidores a ser sal en el mundo -y esto requiere que la mayoría de los cristianos trabajen en instituciones mundanas-, pero luego les advierte que no pierdan su propia salinidad en el proceso (Mt. 5:13). En el caso de Moisés -conociendo su época y su propio corazón-, su fe le llamó a adoptar una postura de sacrificio contra el mundo y a favor del Señor.
Moises decidió cumplir su llamado, más que acomodarse a las riquezas y placeres que le ofrecía su posición como hijo de la hija del faraón. Para Moisés, los valores y atractivos de este mundo no eran comparables con las bendiciones eternas garantizadas por Dios para quienes le sirven.
Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada.
Moisés, por la fe, abrazó los oprobios del Mesías en quien había puesto su esperanza y a quien estaba unido por medio de la fe.Su fe en el Mesías le impulsó a la obediencia y a soportar con paciencia el sufrimiento, sabiendo cuál era su esperanza, la misma ciudad en la que Abraham había confiado.
Este testimonio de Moisés tuvo que ser desafiante para los hebreos que recibieron esta carta. Estaban a punto de abandonar la fe para retener su comodidad en una religión que les permitía vivir seguros. Pero este nunca ha sido el deseo de los hijos de Dios. La fe que Dios ha puesto en nuestros corazones no se conforma al mundo y sus deseos, pues sabe que todas estas cosas pasarán, pero las promesas de Dios nunca pasarán.
Por esta razón, los hijos de Dios, unidos a Cristo, no temen sufrir con Él los vituperios de Cristo, sabiendo esto: "En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo." (Juan 16:33).
Los que son de Cristo, mirando a la meta última de la felicidad eterna en la que está puesta su esperanza, eligen las aflicciones antes que los placeres por cuanto estos obstaculizan la meta del creyente, que en palabras del Apostol Pablo es esta:
Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por Él lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo,
¿A quién tengo yo en los cielos sino a Ti? Fuera de Ti, nada deseo en la tierra.
3. Una fe que supera el temor al hombre
3. Una fe que supera el temor al hombre
Texto base: Hebreos 11:27
"Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible."
Este versículo se refiere al momento en que Moisés, tras ser descubierto en el acto de defender a un hebreo, decidió dejar Egipto. Aunque inicialmente Moisés expresó miedo cuando supo que su acción violenta se había hecho pública:
«¿Quién te ha puesto de príncipe o de juez sobre nosotros?», le respondió el culpable. «¿Estás pensando matarme como mataste al egipcio?». Entonces Moisés tuvo miedo, y dijo: «Ciertamente se ha divulgado lo sucedido» Al enterarse Faraón de lo que había pasado, trató de matar a Moisés. Pero Moisés huyó de la presencia de Faraón y se fue a vivir a la tierra de Madián, y allí se sentó junto a un pozo.
Por la fe, Moises superó el temor paralizante al hombre y salió de Egipto, esperando el tiempo de Dios mientras se refugiaba en la tierra de Madián.
La fe de Moisés venció su temor al hombre, y la manera en que la fe es sostenida ante la tentación de temer al hombre es manteniendo los ojos en Cristo, el autor y consumador de la fe:
puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios.
Para Moisés, era como ver al Invisible. Su fe estaba fijada en el Dios que no podía ver, en quien esperaba con todo su corazón: el Dios de sus padres Abraham, Isaac y Jacob, el Dios que le había protegido y que le estaba llamando.
Moisés dejó Egipto sin temor a la ira del faraón, sostenido por su fe en Dios.
Aplicación:
Así es siempre como el pueblo de Dios triunfa sobre las circunstancias amenazadoras. Así fue como David derrotó a Goliat. El gigante se burló del joven David, pero él le respondió: "Tú vienes a mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del Señor de los ejércitos" (1 Sam. 17:45). Así es como los tres amigos de Daniel se mantuvieron firmes ante el rey de Babilonia, incluso hasta el punto de ser arrojados al horno ardiente. Vieron a su Señor, invisible a la vista pero evidente a la fe. Cuando el rey los vio intactos entre las llamas, gritó, asombrado de que una cuarta figura que parecía Dios estuviera con ellos (Dan. 3:25). Así fue también como Moisés afrontó su temprano fracaso, su impulso a huir en lugar de luchar y sus largas décadas esperando el momento de Dios mientras vivía en el desierto. La declaración neotestamentaria de este principio la da Pablo en 2 Corintios 5:7: "Caminamos por la fe, no por la vista".
Al igual que Moisés, nosotros también enfrentamos situaciones donde el temor al hombre puede paralizarnos. Sin embargo, lo único que tenemos es la palabra de Dios y sus promesas escritas en la Biblia.Sabemos que todas las cosas nos están ayudando a bien (Romanos 8:28), que Dios está con nosotros a pesar de las circunstancias. Esta esperanza nos impulsa a no dejarnos paralizar por el temor a los hombres.En lugar de eso, nos anima a la obediencia de la fe y a esperar el tiempo de Dios para seguir adelante con nuestro llamado cuando se presentan obstáculos en el camino.
La fe que Dios ha puesto en nuestros corazones nos permite ver más allá de las circunstancias inmediatas y confiar en Su plan soberano. Así como Moisés vio "al Invisible" y fue sostenido, nosotros también podemos mirar a Cristo y encontrar en Él la fortaleza para superar cualquier temor
4. Una fe que supera el temor al la ira de Dios
4. Una fe que supera el temor al la ira de Dios
Texto base: Hebreos 11:28
"Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos."
El autor nos traslada 40 años después de que Moisés huyó de Egipto. Moisés está a punto de cumplir con su llamado, luego de que Dios ha traído nueve plagas sobre los egipcios debido a la terquedad del faraón, que se negaba a dejar libre a los hijos de Israel.
Una última plaga estaba a punto de visitarlos: el ángel de la muerte vendría para destruir a todos los primogénitos de la tierra de Egipto.
Esa noche, Dios le dio un refugio a los hijos de Israel, ordenándole a Moisés que sacrificara un cordero y untara con su sangre los dinteles de las puertas para que el ángel de la muerte no visitara las familias de Israel.Moisés creyó a Dios y celebró la Pascua sin temer al ángel de la muerte que visitaría Egipto. Confió en la provisión de Dios para su pueblo y en el Dios que le prometió protección y liberación.
”La sangre les será a ustedes por señal en las casas donde estén. Cuando Yo vea la sangre pasaré de largo, y ninguna plaga vendrá sobre ustedes para destruirlos cuando Yo hiera la tierra de Egipto.
La fe de Moisés en la promesa de Dios le permitió obedecer y celebrar la Pascua, confiando en que el derramamiento de la sangre del cordero sería suficiente para proteger a los primogénitos de Israel de la ira divina.
La aspersión de la sangre simboliza la confianza en el sacrificio que apuntaba al sacrificio supremo de Cristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29).
Aplicación:
Así como Moisés y los israelitas confiaron en la provisión de Dios y no temieron la ira del ángel de la muerte, nosotros también podemos confiar en la obra redentora de Cristo.La fe en Cristo nos libra de la ira venidera, sabiendo que su sacrificio es suficiente para protegernos y reconciliarnos con Dios.
1 Juan 4:18 nos recuerda que el "perfecto amor echa fuera el temor". Al confiar en el amor perfecto de Dios manifestado en Cristo, superamos cualquier temor, incluyendo el temor a la ira de Dios, ya que en Cristo tenemos nuestra salvación asegurada.
La celebración de la Pascua por fe demuestra la profunda confianza de Moisés en las promesas de Dios. Esta misma fe es la que nos permite hoy confiar plenamente en el sacrificio de Cristo.En momentos de juicio y temor, podemos refugiarnos en la certeza de que, por medio de la fe en Cristo, somos protegidos y redimidos, libres de la ira de Dios y seguros en su amor eterno.
5. Una fe que supera los obstáculos imposibles
5. Una fe que supera los obstáculos imposibles
Texto base: Hebreos 11:29
"Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados."
Los israelitas, guiados por Moisés, se encontraban atrapados entre el ejército egipcio y el Mar Rojo. Ante este obstáculo aparentemente insuperable, Dios dio instrucciones a Moisés para que el pueblo avanzara hacia el mar.
Entonces dijo el Señor a Moisés: «¿Por qué clamas a Mí? Di a los israelitas que se pongan en marcha.
Moisés, obedeciendo la voz de Dios, levantó su vara y extendió su mano sobre el mar, lo que hizo que las aguas se dividieran, permitiendo que los israelitas cruzaran por tierra seca:
Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor, por medio de un fuerte viento del este que sopló toda la noche, hizo que el mar se retirara, y cambió el mar en tierra seca. Así quedaron divididas las aguas. Los israelitas entraron por en medio del mar, en seco, y las aguas les eran como un muro a su derecha y a su izquierda.
La fe de Moisés y del pueblo de Israel transformó un obstáculo insuperable en un camino de liberación. La fe permitió que el mar, un obstáculo imposible, se abriera para que todo el pueblo pasara en seco.
Cuando los egipcios intentaron repetir la hazaña, las aguas volvieron a su cauce, ahogando a los soldados y destruyendo el ejército de Faraón (Éxodo 14:23-28).
La fe de Moisés y del pueblo de Israel no solo les permitió escapar de la esclavitud egipcia, sino que también demostró el poder de Dios para superar cualquier obstáculo. Este acto de fe mostró que, con Dios, nada es imposible. Él puede abrir caminos donde parece no haber ninguno y puede proteger a su pueblo en las circunstancias más difíciles.
Así dice el Señor, Que abre camino en el mar Y sendero en las aguas impetuosas; El que hace salir carro y caballo, Ejército y fuerza (A una se echarán y no se levantarán, Como mecha han sido apagados y extinguidos): «No recuerden las cosas anteriores Ni consideren las cosas del pasado. »Yo hago algo nuevo, Ahora acontece; ¿No lo perciben? Aun en los desiertos haré camino Y ríos en los lugares desolados.
Aplicación:
Al igual que los israelitas, nosotros también enfrentamos obstáculos que parecen imposibles de superar. Sin embargo, nuestra fe en Dios nos asegura que Él puede hacer lo imposible en nuestras vidas.Mateo 17:20 nos recuerda que, con fe del tamaño de una semilla de mostaza, podemos mover montañas. No hay obstáculo demasiado grande cuando confiamos en el poder de Dios.Nuestra fe nos impulsa a avanzar, incluso cuando el camino parece bloqueado, sabiendo que Dios puede abrir un camino y superar cualquier barrera.
La travesía del Mar Rojo es un poderoso testimonio de cómo la fe puede superar obstáculos insuperables. La fe en Dios nos permite ver más allá de las dificultades y confiar en Su provisión y poder.En nuestras propias vidas, podemos enfrentar desafíos y obstáculos con la misma fe, sabiendo que Dios está con nosotros y que Él puede hacer lo imposible.
Conclusion:
La vida de Moisés es un poderoso testimonio de la resistencia de la fe. Su ejemplo nos anima a no abandonar la fe, recordándonos que el don de la fe que Dios nos ha dado puede resistir y superar desafíos extraordinarios. Al igual que Moisés, estamos llamados a tomar decisiones valientes y activas, sostenidos por la confianza en las promesas de Dios. Que cada uno de nosotros aprecie cómo la fe salvadora no se conforma a las circunstancias, sino que nos impulsa a vivir para la gloria de Dios, superando cualquier obstáculo con la esperanza puesta en Cristo.