1 Juan - Introducción

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Introducción

Un mundo llegó de variantes e insconstantes. El mundo grecorromano es aquel mundo común entre los griegos y los romanos. En este mundo siempre había espacio para una religión más, con tal que no tuviera una naturaleza exclusivista. La religión era el centro de adoración de innumerables dioses falsos, entre ellos Asclepio, Atenea, Zeus, Dionisio (Baco), Cibeles, Apolo y Artemisa, cuyo magnifico templo en Efeso era una de las siete maravillas del mundo antiguo.
Es en medio de todas estas tinieblas que la Iglesia Cristiana fue un faro de esperanza que hacía brillar la luz de la verdad. La Iglesia en Asia no existió aislada de la cultura circundante. Toda la abundancia de ideologías conflictivas representaba grandes amenazas, tanto a nivel externo de parte de las falsas religiones, como a nivel interno de parte de los falsos maestros y sus seguidores que se infiltraban en las iglesias.
Todas esta presión ya estaba teniendo efectos en las iglesias de Asia. Algunas se habían dividido, y había saludo de ellas los falsos maestros y sus seguidores (1 Jn. 2:19). Solo dos de las siete iglesia (Apocalipsis 2-3) fueron elogiadas por el Señor (Esmirna y Filadelfia), las otras cinco reprendidas por la mundanalidad y por tolerar falsas doctrinas (éfeso, Pérgamo, Tiatira, Sardis y Laodicea).
Fue en este lugar donde se hacía más real lo que Pablo dijo en Efesios 6:12 “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.”
Juan había llegado muchos años antes a Asia y se estableció en Éfeso. Aunque él ya era un hombre anciano (80 años aprox.) su edad no había disminuido su celo ardiente por la verdad.
En nuestra era inclusivista del secularismo, el relativismo posmoderno, las sectas de la Nueva Era, y los militantes de las religiones del mundo, las palabras de advertencia y convicción del Apóstol son a la vez oportunas y relevantes. Como siempre, la Iglesia las ignora para su propio peligro.

I. Autor

Desde el siglo I hasta fubales del siglo XVII la iglesia identificó al Apóstol Juan como el autor de esta carta. Si revisamos obras de finales del siglo I encontraremos posibles y definitivas alusiones a esta carta: 1 y 2 a los Corintios de Clemente de Roma, el Didaché, la Epístola de Bernabé, el Pastor de Hermas, la Epístola de Diogneto, las Apologías y Diálogo de Trifón de Justino Martir, la Epístola a los filipenses de Policarpo, y los escritos de Papías, contemporáneo de Policarpo. El primer escritor que citó directamente de 1 Juan y nombró al apóstol como su autor fue Ireneo, en las últimas décadas del siglo II. Su testimonio es especialmente significativo puesto que trata de un discípulo de Policarpo, quien a su vez fue discipulado por el apóstol mismo. Hay otros que también reconocieron la autoría del Apóstol Juan sobre esta carta: Clemente de Alejandría, Tertuliano, Orígenes, Dionisio de Alejandría, Cipriano de Cartago, Eusebio.
La evidencia interna también muestra que el apóstol Juan es el autor. Se encuentran muchas similitudes con el Evangelio de Juan: Luz y tinieblas, vida y muerte, amor y odio, verdad y mentiras, amor del Padre y amor del mundo, hijos de Dios e hijos del diablo, estar en el mundo, pero no ser del mundo, conocer a Dios o no conocer a Dios, tener vida eterna o no tener vida eterna. También los estilos gramaticales son muy parecidos.

¿Quién era Juan?

Era el menor de los dos hijos de Zebedeo
un próspero pescador en el lago de Galilea que poseía su propia barca y tenía jornaleros contratados (Mr. 1:20).
La madre de Juan era Salomé (Mr. 15:40, Mt. 27:56), quien contribuyó económicamente al ministerio de Jesús (Mt. 27:55-56) y que pudo haber sido la hermana de María, la madre de Jesús (Jn. 19:25) si ese es el caso ambos llegarían a ser primos.
Discípulo de Juan el Bautista (Jn 1:35-40)
Era parte del círculo de los doce (Mt. 17:1; Mr. 5:37)

II. Lugar y Fecha de Escritura

No se tiene datos muy exactos de cuándo y dónde se escribió esta carta, lo más probable es que Juan la escribiera en la última parte del siglo I en Éfeso. De acuerdo a la tradición, Juan pasó las últimas décadas de su vida ahí supervisando las iglesias en la región y escribiendo su evangelio (Aprox. 80-90 d.C.) y sus tres epístolas (aprox. 90-95 d.C.).

III. Ocasión y propósito

La predicción de Pablo fue realidad (Hch. 20:29-30), habían surgido falsos maestros, influenciados por la corriente religiosa y tendencias filosóficas del día. Esos herejes estaba contagiando las iglesias con falsas doctrinas, el gnosticismo.
El gnosticismo era una mezcla de varios sistemas de pensamiento pagano, judío y casi cristiano. Influido por la filosofía griega (Platón). Este enseñaba que la materia era intrínsecamente mala y que el espíritu era bueno. Eso llevó a cuestionar la deidad de Cristo y negar su humanidad. Mencionaban también que el cuerpo simplemente era una prisión en la cual el espíritu estaba encarcelado. ¿Por qué esto es terrible? pues el pecado cometido en el cuerpo no tenía relación con el espíritu, pero Juan declara categóricamente “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros… Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros” (1:8, 10; cp. 2:4; 3:3-10; 5:18; 3 Jn. 11).
En respuesta a la grave situación que estaba ocurriendo, Juan como un buen pastor envía una carta para ayudarles a confrontar la plaga mortal. El propósito de la carta no era solo polémico, sino también pastoral. Él no solo quería refutar a los falsos maestros sino también consolar a los verdaderos cristianos.

IV. Destino y Lectores

Las iglesias a las que se dirigió estaban probablemente ubicadas en Asia Menor, cerca del hogar de Juan en Éfeso. Poco se sabe de los destinatarios. Lo más probable es que eran sobre todo gentiles, debido a la ausencia de citas al Antiguo Testamento y la advertencia final contra la idolatría.

Aplicaciones

El mundo de Juan al igual que el nuestro también era un mundo con sus problemas, problemas que el Señor uso para el bien de su iglesia. El mundo nuestro también tiene sus dificultades ideológicas, pero la actitud que debemos tomar es la de Juan, de ser luz y de contrarrestar las enseñanzas erróneas.
Si tú eres un pastor, ¿Qué estás haciendo con la grey que el Señor te ha dado? Imitar a Juan sería identificar los errores doctrinales y corregirlos, pero con mucho amor y gracia.
Meditemos mucho en lo que Pablo le dijo a Timoteo “ten cuidado de ti mismo” (1 Timoteo 4:16). Estudia la Escritura para no caer en errores que pueden contradecir lo que la misma Escritura afirma claramente.
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