Dios ve lo que nosotros no vemos en nosotros mismos

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1. ¿Cuál es el problema?

Cuando recurrimos a la Biblia en busca de la Palabra de Dios, no es nuestra intención simplemente adquirir conocimiento. Buscamos aplicar lo que Dios nos dice a nuestras vidas. Los relatos de la Palabra de Dios se refieren a personas y eventos que ocuparon momentos muy remotos de la historia. Hablamos de situaciones que tuvieron lugar hace miles de años. Los que creemos en Jesús vivimos el milagro de que aquellos eventos siguen teniendo significado y contienen un poderoso milagro para nosotros.
¿Cómo se nos aplicará esta historia?
Jueces 6:1–6 RVR60
Los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová; y Jehová los entregó en mano de Madián por siete años. Y la mano de Madián prevaleció contra Israel. Y los hijos de Israel, por causa de los madianitas, se hicieron cuevas en los montes, y cavernas, y lugares fortificados. Pues sucedía que cuando Israel había sembrado, subían los madianitas y amalecitas y los hijos del oriente contra ellos; subían y los atacaban. Y acampando contra ellos destruían los frutos de la tierra, hasta llegar a Gaza; y no dejaban qué comer en Israel, ni ovejas, ni bueyes, ni asnos. Porque subían ellos y sus ganados, y venían con sus tiendas en grande multitud como langostas; ellos y sus camellos eran innumerables; así venían a la tierra para devastarla. De este modo empobrecía Israel en gran manera por causa de Madián; y los hijos de Israel clamaron a Jehová.

a. A veces, nosotros mismos provocamos nuestros problemas

Este pasaje comienza - específica y directamente - con la afirmación de que fueron los hijos de Israel quienes hicieron las cosas mal. Luego se nos va a hablar de enemigos, injusticias y circunstancias negativas, pero aquí desde el comienzo se nos señala lo que tantas veces sucede en nuestras propias vidas: muchas veces, nosotros mismos provocamos nuestros problemas. Sucede a nivel personal y también a nivel comunitario, como sociedad.

b. ¿Podemos identificarnos con los problemas de los hijos de Israel?

Gracias a Dios, no hay un ejército que esté invadiendo nuestro país en este momento, al menos no física o materialmente, como sucedía con Israel en aquel tiempo. Entonces, ¿de qué manera podemos identificarnos con aquella situación?
Lo que ellos enfrentaban provocaba problemas sociales, económicos y relacionales. Los hijos de Israel se escondían, vivían con temor, la vida se volvió insegura e inestable. Sucede que nosotros también nos sentimos inseguros, claro que por motivos diferentes a los de ellos, pero también nos sentimos así. Instituciones sólidas de nuestra sociedad como la familia y la iglesia están siendo atacadas. La economía se ha vuelto inestable. Hay guerras y acciones de violencia en el planeta que no sabemos en qué momento nos llegarán a afectar más directamente. El clima también nos amenaza.

c. Los tiempos de dificultad tienen la virtud de conducirnos a Dios

Siempre he dicho que la mejor manera de aprender a orar se produce al atravesar una turbulencia en un viaje en avión. “Oh, Señor, ¡ayúdanos!”, son las primeras palabras que salen de nuestros labios en momentos así. De la misma manera, cada vez que enfrentamos la preocupación o la tristeza, nuestras almas se inclinan a buscar a Dios.
En los momentos de dificultad necesitamos afinar nuestros sentidos para escuchar la voz de Dios. Sí, efectivamente, Dios nos habla en medio de las duras circunstancias de la vida. No te conformes con ver el problema, el dolor, la tristeza: escucha a Dios, porque te está hablando.
Si bien los hijos de Israel habían estado apartados de Dios, incluso dedicándose a la idolatría, cuando estuvieron en problemas supieron exactamente a quien tenían que recurrir en busca de ayuda. Clamaron a Dios.
Hoy en día también hay personas que claman a Dios. Se ven atrapados en sus problemas, en la incertidumbre de lo que va a suceder, en la inestabilidad de las situaciones que los rodean y se dan cuenta de que necesitan una ayuda superior, la de Aquel que puede más que todos nosotros.

2. El líder que nosotros no hubiéramos escogido

¿Qué hace Dios cuando las personas oran? Esta es una clave muy importante. A veces nosotros esperaríamos (y hasta desearíamos) que Dios se limitara a responder enviando las soluciones, para que nosotros sigamos adelante con nuestras vidas, haciendo lo nuestro.
Cuando los hijos de Israel clamaron a Dios, Él no envió inmediatamente una solución rápida. Lo primero que hizo fue enfrentar al pueblo con las razones por las que aquello les estaba ocurriendo. Les envió un profeta que les recordó todo lo que Dios hizo por ellos y que ellos no habían obedecido su voz.
Dios no quiere que sigamos adelante sin prestar atención a nuestra salud espiritual. Dios quiere sanar nuestra alma, darnos salvación, y que eso alcance a todos los que sea posible a nuestro alrededor.
Ahora observemos la manera en que Dios llamó a Gedeón para que fuera su instrumento para responder a la oración.
Jueces 6:11–16 RVR60
Y vino el ángel de Jehová, y se sentó debajo de la encina que está en Ofra, la cual era de Joás abiezerita; y su hijo Gedeón estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas. Y el ángel de Jehová se le apareció, y le dijo: Jehová está contigo, varón esforzado y valiente. Y Gedeón le respondió: Ah, señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: ¿No nos sacó Jehová de Egipto? Y ahora Jehová nos ha desamparado, y nos ha entregado en mano de los madianitas. Y mirándole Jehová, le dijo: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo? Entonces le respondió: Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre. Jehová le dijo: Ciertamente yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo hombre.
A veces podemos llegar a pensar que las personas a las que Dios usa para el cumplimiento de sus propósitos son personas consagradas, dedicadas, con una fe muy fuerte. Y casi siempre pensamos que nosotros no somos así, que no calificamos. Sin embargo, la abrumadora evidencia de la Palabra nos indica que Dios usa a personas corrientes, como tú y yo.
Este pasaje no nos muestra a Gedeón en un momento de adoración ni profunda meditación. Estaba haciendo “lo suyo”, lo que era necesario para proveer para sus necesidades y las de los suyos. Allí es donde nos podemos sentir identificados, ya que nosotros también vivimos haciendo lo que consideramos bueno y adecuado. Es Dios quien toma la iniciativa de hablar a nuestro corazón y llam,arnos para que le sirvamos en el desarrollo de su plan.
Observa cómo Dios ve a Gedeón y sus circunstancias de una manera diferente a cómo él las ve. Para Dios, Gedeón era un varón esforzado y valiente con quien estaba Jehová. Gedeón tenía sus cuestionamientos: ¿en serio estaba Dios con ellos? Y si estaba, ¿porqué les salía todo mal? Todavía no había entendido que aquello era la consecuencia de las malas decisiones del pueblo. Suena fuerte que afirme que Jehová nos ha desamparado.
Pero Dios tiene un plan, y se lo comunica.

14Y mirándole Jehová, le dijo: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo?

Tal vez tú también te preguntes cómo podrías ayudar tú a los que te rodean. Gedeón diría: “¡Yo no soy nadie!”.
La diferencia, Dios se lo dice claramente, no consiste en el potencial humano sino en la presencia de Dios mismo. Te envío yo. Yo estaré contigo.
Hoy en día también hay personas que están orando, así como en el tiempo de Gedeón. ¿Qué está haciendo el Señor? Está respondiéndoles. Así como en aquel tiempo, Dios usa a sus hijos como instrumentos de sus respuestas. Tú puedes ser la respuesta de Dios a la oración de alguien, justo hoy, justo ahora. ¿Estás escuchando la voz del Señor?
Lo más normal es que respondas con los pretextos de siempre: “¿Quién yo? ¿Por qué Dios no usa al pastor? Yo no tengo mucho conocimiento, ni mucha fe, ni muchos recursos”. La clave es que la obra de Dios no depende de tu conocimiento, ni de la mucha fe que tengas, ni de tus recursos, sino de la presencia de Dios contigo.
Lo que Dios hizo usando a Gedeón, es lo que quiere hacer en tu vida hoy.

3. ¿Cuál fué el resultado?

Jueces 7:19–22 RVR60
Llegaron, pues, Gedeón y los cien hombres que llevaba consigo, al extremo del campamento, al principio de la guardia de la medianoche, cuando acababan de renovar los centinelas; y tocaron las trompetas, y quebraron los cántaros que llevaban en sus manos. Y los tres escuadrones tocaron las trompetas, y quebrando los cántaros tomaron en la mano izquierda las teas, y en la derecha las trompetas con que tocaban, y gritaron: ¡Por la espada de Jehová y de Gedeón! Y se estuvieron firmes cada uno en su puesto en derredor del campamento; entonces todo el ejército echó a correr dando gritos y huyendo. Y los trescientos tocaban las trompetas; y Jehová puso la espada de cada uno contra su compañero en todo el campamento. Y el ejército huyó hasta Bet-sita, en dirección de Zerera, y hasta la frontera de Abel-mehola en Tabat.
Este es el resultado final, lo que la obra de Dios produjo en la vida de Gedeón. Con un ejército reducido a trescientos hombres, frente al ejército enemigo de tal vez unos ciento cincuenta mil, Dios les dio la victoria y liberó a Israel de la opresión.
¿Puedes ver la diferencia? Este es el mismo hombre que creía que Dios les había abandonado, el que consideraba ser el más insignificante entre sus semejantes, y aquí lo vemos dirigir un grupo de trescientos valientes para derrotar aquel enorme ejército de unos ciento cincuenta mil. ¿No te inspira esto a pensar en lo que Dios puede y quiere hacer contigo?
¿Qué sucedió entre medio?
Dios se dedicó fielmente y paso a paso, a edificar la fe de Gedeón. Aquel hombre tenía muy poca confianza en sí mismo, y hasta poca confianza en Dios. El Señor no le proveyó armas más poderosas ni un ejército innumerable. Dios no solucionó los problemas conforme a la lógica humana. Pero cuando Dios edificó su fe, Gedeón estuvo dispuesto a seguir las ilógicas instrucciones del Señor para dirigirse al campo de batalla y obtener aquella inmensa victoria.
Gedeón tuvo que dejar de hacer lo que estaba haciendo, tuvo que dejar de ser uno más en la sociedad, tuvo que dejar de hacer lo que parecía lógico para dedicarse a hacer lo que Dios le dirigía a hacer conforme a su poderoso plan.
El Señor sigue obrando de esa manera. Siempre será Él quien responda la oración, pero querrá hacerlo con nosotros como sus instrumentos, sus siervos, sus colaboradores. Necesitamos estar dispuestos a abandonar nuestra lógica humana para dejarnos guiar por el Espíritu de Dios conforme a su voluntad.
Considera el cambio: Gedeón pasó de ser el joven que se escondía para preparar algunas provisiones para su familia a transformarse en el general que dirigió a trescientos valientes a derrotar un ejército de ciento cincuenta mil.
El Señor quiere hacer algo realmente grande, que afectará las vidas de otros, usándote a ti. Prepárate: Dios está hablando a tu corazón.
Conclusión:
¿Qué gran obra querrá hacer Dios utilizándote a ti? ¿Puede ser que Dios te esté llamando a ti, así como lo llamó a Gedeón?
Nosotros también hacemos lo poco que podemos y tratamos de sobrevivir a todas las amenazas y peligros que podemos enfrentar.
Pero Dios tiene un plan, así como lo tuvo en el tiempo de Gedeón. Hoy en día también hay personas que claman a Dios, y Él les quiere responder.
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