EL PODER TRANSFORMADOR DEL EVANGELIO

GALATAS  •  Sermon  •  Submitted   •  Presented
0 ratings
· 3 views

Nada podrá jamás quitar el amor de Dios por aquellos que pertenecen a Cristo.

Notes
Transcript

EL PODER TRANSFORMADOR DEL EVANGELIO

Introducción:
Nuestra civilización ha estado adorando a los pies de la potencia.
En los automóviles nos interesa el número de caballos del motor.
Hasta la capacidad de las computadoras determina si compramos o no cierta marca o cierto modelo.
Pero hay un poder que es aún de mayor significado; es el poder del evangelio.

Cuales son los aspectos de su poder / Evangelio?

Gálatas 3:24–29 RVR60
24De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. 25Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, 26pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; 27porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. 28Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. 29Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.

El Apóstol pinta otro cuadro para mostrar el propósito de la ley.

La ley es nuestro tutor (v. 24).

Gálatas 3:24 RVR60
24 De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.
Este término se usaba para mostrar la tarea que un esclavo desempeñaba en familias romanas y griegas.
El esclavo era el tutor de un niño entre los seis y dieciséis años.
El esclavo era como un supervisor de las acciones del niño y lo acompañaba en toda ocasión cuando salía de casa.
Muchas veces el tutor era un esclavo de alta estima y le confiaban la supervisión moral del niño.
El tutor no era un instructor, no era un maestro de escuela.
El tutor disciplinaba al niño para que hiciera su tarea y obedeciera.
El tutor estaba ligado a la vida del niño hasta que éste llegaba a ser un adulto, momento en el cual el tutor terminaba su tarea de disciplinar o instruir al niño.
La disciplina que ejercía muchas veces era severa, de tal forma que aquellos que fueran colocados bajo su vigilancia anhelarían el día en que serían librados de él.

Primero que la ley como un tutor es inferior en naturaleza a la promesa de Cristo Jesús.

Segundo, la ley como tutor encerraba una disciplina para algo mejor, en este caso Cristo.

El propósito de la ley fue llevarnos a Cristo para que seamos justificados por la fe.

Pablo explica que en estado presente en Cristo ya no hay necesidad de un tutor (v. 25).

Gálatas 3:25 RVR60
25 Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo,
La ley fue temporal y cumplió su tarea de mostrarnos la necesidad moral y espiritual de un salvador.
Algunos padres tienden a olvidar que los pequeños crecen, y que llega un tiempo en que se puede avanzar de la disciplina de los preceptos externos a la libre expresión de los principios internos

Toda persona llega a ser un hijo de Dios cuando deposita su fe en Cristo (v. 26).

Gálatas 3:26 RVR60
26 pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús;

Cuando Pablo menciona todos, él se está refiriendo a que judíos y gentiles pueden gozar de una relación muy personal con Dios.

El ser hijo de Dios tiene la idea de libertad, de hijos maduros que gozan la libertad como hijos y no más bajo la supervisión cercana de un tutor.

Los romanos tenían una ceremonia que llamaban toga virilis.
Por ella se demostraba que el niño había llegado a la edad de madurez (que era entre los 14 y 17 años) y se convertía en un ciudadano romano con todos los privilegios.
Ciudadanos romanos (cives romani), los únicos que gozaban de derechos civiles y políticos, es decir, que podían elegir y ser elegidos como representantes públicos.
En el ámbito político, los dos derechos exclusivos de los ciudadanos romanos eran el de voto (ius suffragiorum) y el de postularse y ser electo para cargos públicos (ius honorum).
La ciudadanía romana, aparte de los derechos políticos que otorgaba, garantizaba también una serie de protecciones legales, principalmente en el ámbito jurídico: los ciudadanos romanos tenían muchos más derechos de defensa que cualquier otro, incluyendo el de no ser torturado ni condenado a muerte salvo en casos de traición
Otras ventajas eran una cierta protección por parte del Estado, como el derecho de los ciudadanos pobres a recibir una determinada cantidad de grano gratuito al año, en el reparto de la Annona.

Como hijos de Dios en Cristo Jesús, las personas tenían un privilegio que la ley no les podía dar.

Esta relación muy especial con Dios no viene naturalmente por ser hombre.
Algunas personas piensan que todos los hombres son criaturas y así hijos de Dios.

Pablo explica que los hijos de Dios son aquellos que son bautizados en Cristo (v. 27).

Gálatas 3:27 RVR60
27 porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.
La palabra baptízo no se puede interpretar aquí como el bautismo en agua.
Si Pablo está hablando de un bautismo en agua entonces está yendo contra su argumento de que la salvación en Cristo es aparte de cualquier rito.

«porque todos los que fuisteis bautizados en Cristo»

El énfasis NO está puesto en el bautismo como medio de salvación, porque ese era el argumento que los judaizantes utilizaban en relación con la circuncisión.
El bautismo cristiano es una señal de la obra del Espíritu, que fue mencionada al principio en los versículos 2, 3, 5, 14 (1 Co 12:13).
1 Corintios 12:13 NBLA
13 Pues por un mismo Espíritu todos fuimos bautizados en un solo cuerpo, ya judíos o griegos, ya esclavos o libres. A todos se nos dio a beber del mismo Espíritu.
Ser bautizado en/por/con el Espíritu era una metáfora bíblica de volverse cristiano.
Por consiguiente, el apóstol no está hablando sólo de la administración externa del bautismo, como si ello tuviera algún poder mágico en sí mismo, sino que habla de la señal y el sello en unión a aquello que es señalado y sellado.
Así que todos aquellos que por medio del bautismo han dejado, en principio, su vestidura de pecado, y verdaderamente se han revestido con la túnica de la justicia de Cristo, habiendo sido sepultados con él y resucitados con él, se han revestido con Cristo ( Ro. 6:3ss; 13:14; Col. 2:12, 13).
Romanos 6:3 RVR60
3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?
Colosenses 2:12–13 RVR60
12 sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.13 Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados,

En Cristo han resucitado a una nueva vida.

Han llegado a estar unidos a él en el sentido de que él es la Vida de sus vidas, la Luz de su luz, la Fuerza de su fuerza.

El bautismo era simplemente la oportunidad de hacer una confesión pública de fe en Cristo y el consecuente símbolo de cambio interior.

La posición espiritual como hijos de Dios está basada en la unidad que un cristiano tiene en Cristo Jesús.

Esta unidad viene por medio del Espíritu Santo.

Pablo menciona en 1 Corintios 12:13 que por un solo Espíritu fuimos bautizados todos en un solo cuerpo, tanto judíos como griegos, tanto esclavos como libres; y a todos se nos dio a beber de un solo Espíritu.
1 Corintios 12:13 RVR60
13 Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.
El Espíritu Santo es el que une a todos los creyentes con Cristo.
Es en esta posición espiritual (cuando una persona cree en Cristo) que el creyente es revestido con la justicia y la personalidad de Cristo y no de la ley.

Cuando esto pasa en el creyente, él quiere agradar a Dios no para ser recompensado sino por su nueva naturaleza.

En la posición espiritual de un creyente no hay diferencia de raza, sexo o posición social (v. 28).

Gálatas 3:28 RVR60
28 Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.
Esto era contrario al pensamiento de los judíos que creían que los gentiles y las mujeres eran inferiores al hombre judío.
No puede haber ni judío ni griego; no puede haber ni siervo ni libre; no puede haber ni varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.
En el tiempo de Pablo las diferencias entre clases estaban muy en boga, como todavía están en muchos lugares
Los judíos hicieron una aguda línea de separación entre ellos y las “hordas” o “hatos” (“goyim”) de los de afuera, las naciones paganas en contraste con Israel. A veces los paganos eran llamados simplemente “perros”.
Después de todo, no eran “hijos de Abraham”.
Pareciera que los judaizantes del tiempo de Pablo no se habían despojado de ese sentimiento de desprecio hacia los que no era judíos.
Los gentiles también eran culpables de semejante snobismo.
Miraban con desprecio a los judíos tanto como los judíos miraban por sobre el hombro a los gentiles.
Y en cuanto a la actitud que tenían hacia los esclavos decían que era “un implemento animado”, un mero instrumento con respiración.
Y en cuanto a la diferencia entre varón y mujer decían que “La mujer, como dice la ley, es en todo respecto inferior al varón”.
Lo que Pablo está afirmando es que todas esas distinciones deben ser abandonadas totalmente y para siempre, porque todos son iguales en Cristo.

Sí, se debe dejar toda distinción, sea racial o religiosa (“ni judío ni griego”), social (“ni esclavo ni libre”), o sexual (“ni varón ni mujer”).

Las distinciones que realzaban los judaizantes ahora han sido totalmente eliminadas en Cristo.
No hay barreras para que alguien se convierta en cristiano.
La arrogancia de los judíos en contra de los gentiles, los esclavos y las mujeres ha sido totalmente eliminada.
Las distinciones no son válidas para la salvación (ver Ro 3:22; 1 Co 12:13 y Col 3:11), pero esto no significa que ya no seamos hombres y mujeres, esclavos o libres, judíos o griegos.
Romanos 3:22 RVR60
22 la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia,
1 Corintios 12:13 RVR60
13 Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.
Colosenses 3:11 RVR60
11 donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.

Esto no significa que debemos abandonar el sentido común.

A veces es bueno que por el interés de todos “los pájaros del mismo plumaje se reúnan juntos”.

Estas distinciones permanecen y hay pasajes bíblicos que hablan de ellas, pero en el ámbito de transformarnos en cristianos no hay barreras.
Cada barrera levantada por la superioridad moral, el legalismo o los prejuicios humanos, Cristo la ha derribado de una vez y para siempre. ¡Aleluya!

El evangelio de fe en Cristo Jesús es para todos.

Una herencia rica
Hace un tiempo apareció en el periódico la noticia de que un rico había muerto y había dejado una herencia tremenda a un sobrino que estaba lejos de la casa.
Cuando el sobrino se dio cuenta de su fortuna, abandonó el trabajo en el lugar en que vivía para llegar a cuidar los bienes que había heredado.
Así es con nosotros.
Por medio de la fe en Cristo tenemos una herencia tremenda, pero tenemos que tomar posesión de ella y administrarla.
Por eso, tenemos que abandonar las actividades mundanales y personales para poder dedicarnos a la herencia eterna.
Por el otro lado, sigue siempre cierto, que a los ojos de Dios todos los hombres son iguales, sí iguales porque “todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Ro. 3:23; cf. 2:11; 3:9–18; 5:12, 18).
Romanos 3:23 (NBLA)
23 por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios.
Romanos 5:12 NBLA
12 Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por medio de un hombre, y por medio del pecado la muerte, así también la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron.
Además, “el mismo Señor es Señor de todos, y rico para todos los que le invocan” (Ro. 10:12).
Romanos 10:12 NBLA
12 Porque no hay distinción entre judío y griego, pues el mismo Señor es Señor de todos, abundando en riquezas para todos los que le invocan;
Es una abominación al Señor que un judío confiese ser cristiano y que después rehúse comer con los cristianos de entre los gentiles, o que se considere superior a ellos en valor moral.
De la misma forma, la iglesia de hoy no puede tolerar estas distinciones nocivas.
Todos los creyentes son en un sentido una persona, un cuerpo “en Cristo” (1 Co. 10:17; 12:12; Col. 3:15), porque aquel que es el Hijo de David, también es el Hijo del hombre; aquel que es “la simiente de Abraham”, también es “la simiente de la mujer”.
1 Corintios 10:17 RVR60
17 Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan.
Colosenses 3:15 RVR60
15 Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.

El Espíritu Santo, por lo que a Dios respecta, y la fe impartida por el Espíritu, por lo que al hombre concierne, unen a todos los creyentes con Cristo, y de esta forma los unos con los otros.

El bautismo es la señal externa de que hemos aceptado esta herencia y tenemos el propósito de vivir de acuerdo con las enseñanzas de Jesús.

Todos aquellos que creen en Cristo también forman parte de la descendencia de Abraham (v. 29).

Gálatas 3:29 RVR60
29 Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.
Fue por la descendencia de Abraham que vino el Mesías (vv. 16, 19).

Un creyente es parte de la descendencia porque está en Cristo y es heredero de la promesa.

El apóstol vuelve a enfatizar claramente el hecho de que “el pertenecer a la simiente de Abraham no es algo que esté determinado por la descendencia física sino por la fe”
“En Cristo” no existe más la pared intermedia que separaba a los judíos de los gentiles.
Por consiguiente, los judaizantes no tienen ningún derecho de exigir algo más a los gentiles que demandan de los judíos, es decir, una fe real y viva en el Señor Jesucristo.
A lo largo de todo el mundo, el Señor reconoce una, y solamente una nación como suya, la nación de los creyentes (1 P. 2:9).
Ellos son la simiente de Abraham. Ellos también son los herederos (3:18) según la promesa que se centra en Cristo.
El poder transformador del evangelio
«todos sois uno en Cristo»
Así como todos los seres humanos son uno en Adán (Ro 5:12 y ss), también, potencialmente, son uno en Cristo (ver Ro 5:18).
Romanos 5:12 RVR60
12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.
Romanos 5:18 RVR60
18 Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida.

La única barrera es el arrepentimiento personal y la fe en Cristo (Mr 1:15; Hch 3:26, 19; 20:21).

Marcos 1:15 RVR60
15 diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.
Hechos de los Apóstoles 3:26 RVR60
26 A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad.

No hay más distinciones entre judíos y gentiles; solamente entre quienes tienen fe en el Mesías y quienes no.

Para Dios no hay favoritismos.
El único plan universal de la gracia de Dios para la redención de la humanidad es el arrepentimiento y la fe en su Hijo crucificado.
¡Aquellos que responden por fe son hechos hijos y herederos de Dios! (Ver Tito 3:7)
Tito 3:7 RVR60
7 para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.
No existen más las distinciones en CRISTO

CONCLUSIÓN

El evangelio tiene poder para borrar las diferencias de nacionalidad.
El mundo de Pablo fue marcado por prejuicios nacionales.
Nuestro mundo también manifiesta prejuicios intensos, pero entre cristianos podemos regocijarnos que estas barreras se disuelven. En los congresos mundiales de cristianos de varios grupos se conmueve uno cuando reconoce que en Cristo “no hay judío ni griego”.
El evangelio tiene poder para borrar las diferencias sociales.
Todos estamos en el mismo nivel cuando nos arrodillamos alrededor de la cruz.
Todos estaremos en el mismo nivel cuando muramos y nos encontremos frente a Cristo.
El evangelio tiene el poder para borrar las diferencias de género.
Históricamente las civilizaciones han guardado a las mujeres en un nivel inferior al de los hombres, y con derechos más limitados.
En Cristo desaparecen estas diferencias, porque la mujer necesita de Cristo tanto como los hombres. Gracias a Dios en los últimos años estamos viendo la extensión de la igualdad a las esferas del trabajo, los sueldos y las vocaciones.
Conclusión: Todavía nos queda mucho terreno para llegar al ideal que Pablo nos da en este pasaje. Aún existen los prejuicios nacionales, raciales, sociales y de género.
Nada podrá jamás quitar el amor de Dios por aquellos que pertenecen a Cristo.
Nada les puede privar de su herencia, porque “Si vosotros pertenecéis a Cristo, entonces sois simiente de Abraham, herederos según la promesa”.
Related Media
See more
Related Sermons
See more