Sermón sin título (4)

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En El estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”. Solo en Jesús hay vida eterna. Porque solo mediante él nuestra muerte puede ser reemplazada con vida, y nuestra ceguera puede ser reemplazada con luz. Venga a él. Crea en él. Recíbale. Y él será su vida, su gozo eterno. John Piper, Colección de sermones de John Piper (Minneapolis, MN: Desiring God, 2012).

Notes
Transcript

En El estaba la vida

Octubre 05, 2008

Juan 1:1–13

En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios 2 El estaba en el principio con Dios. 3 Todas las cosas fueron hechas por medio de El, y sin El nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. 4 En El estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. 5 Y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron. 6 Vino al mundo un hombre enviado por Dios, cuyo nombre era Juan 7 Este vino como testigo, para testificar de la luz, a fin de que todos creyeran por medio de él. 8 No era él la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz. 9 Existía la luz verdadera que, al venir al mundo, alumbra a todo hombre. 10 En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por medio de El, y el mundo no lo conoció. 11 A lo suyo vino, y los suyos no lo recibieron. 12 Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre.

dice: “En El [es decir, en la Palabra, en Jesucristo el Creador del universo, quien estaba con Dios y era Dios, en él] estaba la vida”. En él estaba la vida. Por tanto, en el principio, antes que hubiera algo sino Dios, había vida. Ello implica dos inmensas verdades.

La Realidad Suprema es Personal

La realidad, primera, suprema, es vida. La realidad suprema está viva. La realidad original, la realidad suprema, la realidad absoluta es una persona viva.

¿Cómo puedo ayudarle a ver y sentir cuán maravillosa es esta verdad? Si su hijo (digamos de cuatro o cinco años de edad), pregunta: “¿De dónde vino Dios?”, quizás usted le responderá: “Dios no vino de alguna parte. Siempre estuvo allí. Nunca tuvo un principio. Estuvo allí antes que todo lo demás. Él hizo todo lo demás. No hubo nada antes que Dios”.

Entonces su hijo pregunta: “¿Pero cómo es que se convirtió en lo que es?”. Y usted le responderá: “Él simplemente es como es. No se convirtió a esa forma. Siempre ha sido lo que es. Nadie le hizo como es. Ninguna fuerza o poder le hicieron como es. Desde la eternidad y hasta la eternidad ha sido lo que es. Simplemente existe. Ese es el significado de ser Dios”.

Y uno de los aspectos de Dios es vida. Él vive. Es una persona viva. No un individuo humano. Sino un individuo divino. Vivo, haciendo algo como pensar y sentir por toda la eternidad. No importa cuán lejos usted pueda avanzar buscando en la eternidad, siempre, siempre, siempre, hay una realidad que no cambia: la vida. La vida divina, personal. Una realidad suprema, una realidad absoluta, una realidad original, viva. En él estaba la vida.

La Vida dio lugar a la Materia

Otra implicación es que la materia física no dio lugar a la vida. La vida dio lugar a la Materia. Hubo un tiempo en que solo hubo vida y no materia. Entonces esa vida personal creó la materia, y hubo vida y materia.

Esta es la gran diferencia entre la perspectiva mundial atea y la perspectiva cristiana: para los ateos, todo comienza con una energía y materia inanimadas. Solo están existen. Como no hubo nada antes para convertirla en lo que es, pudo haber sido cualquier cosa. Pudo haber sido vida. Pero los ateos eligen creer que en el principio había materia y energía. No lo saben, lo suponen. Dicen que la materia impersonal y la energía impersonal son originales. Son absolutas. Son supremas.

Entonces, durante millones de años, sin un Creador, sin inteligencia, ni diseño, sin propósito, sin plan, surgen (del vacío intelectual, muerto, una materia y energía aleatorias), no solo las irreducibles complejidades de las estructuras biológicas interdependientes, también esta gloriosa realidad llamada personalidad viviente. Esa es su cuenta de la vida.

No hay Humanos “Ordinarios”

Para los cristianos, es totalmente diferente, primero hubo vida, luego hubo materia física y energía. Primero, hubo una personalidad viva. Entonces hubo materia y energía. En el principio era la Palabra, y en él estaba la vida.

Dondequiera que usted mira en este planeta y ve a una persona viva, está viendo una imagen de realidad absoluta, una realidad suprema, una realidad original: la Palabra, quién estaba con Dios, y era Dios, y era la vida. Usted nunca conocerá a un ser humano ordinario. No hay uno. Todos son extraordinarios. Todos son sorprendentes.

Y todos están muertos.

Lo que Juan Quiere Decir: Vida Espiritual

Esa es la razón por la que todo lo que hemos dicho hasta ahora no es el mensaje fundamental de Juan cuando escribe en el versículo 4: “En él estaba la vida”. La vida que Juan tenía en mente es principalmente nueva vida, vida espiritual, vida salvadora, la dádiva de la vida eterna, lo opuesto a la muerte espiritual ahora y a la condenación final después. Este es fundamentalmente el mensaje de Juan. Lo otro es cierto, (vea John 5:26). Pero lo que él tiene en mente, fundamentalmente, la vida que no tenemos a pesar de que estamos físicamente vivos.

Vea Juan 5:24: Jesús dice: “En verdad, en verdad os digo: el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no viene a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24). En otras palabras, sino creemos en Jesús, todos estamos muertos. Para que podamos vivir para siempre y no seamos condenados, necesitamos el don de la vida. Esa vida está en Jesús.

La Unión con Jesús es Todo

Aquí tenemos 1ra de Juan 5:11–12: “Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida, y el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida” …En él estaba la vida. Así que si usted le tiene, tiene la vida. Si le rechaza, rechaza la vida. Juan 5:40: “no queréis venir a mí para que tengáis vida”. Juan 10:10: “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Juan 10:28: “yo les doy vida eterna y jamás perecerán”.

Así que pienso que es obvio que cuando Juan dice en Juan 1:4: “En él estaba la vida”, se refería a la vida espiritual, a la vida eterna, a la vida que viene después del juicio. Si tienen al Hijo, si tienen a Jesús (si él está en ustedes y ustedes en él), la vida estará en ustedes y ustedes en la vida. Ustedes tendrán vida para siempre. La unión vital con Jesús es todo.

“Viendo no Ven”

Pero, ¿por qué Juan dice en Juan 1:4: “la vida era la luz de los hombres”? Porque realmente no sabremos qué son la muerte y la vida espiritual hasta que las vinculemos a la luz y las tinieblas y a la ceguera.

La mayoría de las personas que ve en el mercado o en el trabajo parecen vivas. Si les dice que están muertas, pensarán que usted está loco. Pero si sustituye la ceguera espiritual y las tinieblas por la muerte, entonces comienza a percibir lo que Juan quiso decir. La gente no está muerta porque no puedan caminar, o hablar, o pensar, o sentir, e incluso ver con sus ojos físicos. Están muertos porque “viendo no ven” (Mateo 13:13).

La Nueva Vida Trae Luz

Ellos no ven el valor supremo de Jesús. No ven cuán precioso es su sacrificio. No ven que la comunión con él es el mayor tesoro. Están ciegos a estas verdades. Caminan en tinieblas. Están espiritualmente muertos a la mayor de todas las realidades. Si quieren ver estas verdades y recibirlas, tienen que tener vida. La vida lo hará posible.

Así que Juan dice en el versículo 4: “En El estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”. La nueva vida trae luz. La nueva vida hace posible que veamos. Cuando la muerte es reemplazada por la vida, las tinieblas reemplazan la luz. En Juan 8:12, Jesús dice: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. De esto estamos hablando, la luz de la vida, la luz que proviene de la nueva vida. Cuando usted recibe a Jesús, recibe vida. Y cuando recibe vida, recibe luz. En un momento veremos la pregunta ¿Son estos eventos, secuenciales o simultáneos?

Las Tinieblas no Asieron la Luz

Ahora llegamos al versículo 5. “La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron” [RVA]. Juan está hablando acerca de la llegada de Jesús a este mundo. Se verá con claridad en los versículos 10–11. Y venir a este mundo nuestro es venir a las tinieblas. Todos estamos muertos y ciegos. Esa es la condición de todo el mundo y de la humanidad. Si no tenemos a Cristo, no pasaremos de muerte a vida (Juan 5:24).

Así que Jesús llega a estas tinieblas como la luz del mundo. La luz de vida ha llegado al mundo. Y Juan dice: “las tinieblas no la vencieron”, es lo que dice la RVA. La NVI, la LBLA, y la RV1909 todas traducen diferente la palabra “vencieron”, traducen “comprendieron”: “Y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron” [LBLA]. De la misma forma en que nuestra palabra tomar puede tener dos significados, así ocurre con la palabra griega aquí (katalambano). Las tinieblas no tomaron la luz, es decir, no la arrebataron y la eliminaron (vea Juan 12:35). Y las tinieblas no tomaron la luz, es decir, no la comprendieron. Juan bien pudo haber pensado en los dos significados.

El Único Remedio

Pero los versículos 10–11 nos muestran dónde está realmente el énfasis cuando Jesús viene a este mundo entenebrecido. Versículo 10: “En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por medio de El, y el mundo no lo conoció”. Creo que se corresponde con el versículo 5, “las tinieblas no la comprendieron”. Versículo 11: “A lo suyo vino, y los suyos no lo recibieron”.

Así que la verdadera luz viene al mundo, al mundo que había creado, y al pueblo que había escogido. Sospecho que Juan está pensando en todo el mundo de los seres humanos y específicamente en el pueblo de Israel. El mundo pertenece a Jesús. Él lo creó. Israel pertenece doblemente a Jesús. Él lo creó, y lo escogió en el llamado de Abraham. Cuando el versículo 9 dice que esta luz que vino al mundo “alumbra a todo hombre”, creo que quiere decir que la vida de Cristo, la vida que da luz, es ofrecida a todos como el único remedio. Es como si un médico dijera: “esta vacuna anticatarral funciona para todos”, sabemos que se refiere a todo el que la toma. Así que en el versículo 9: “la luz verdadera […] alumbra a todo hombre”, se refiere a todo los que la reciben.

Cómo Triunfa la Luz?

Lo que nos lleva hacia la pregunta: ¿Qué hace Dios para impedir que las tinieblas venzan la luz? ¿Cómo triunfa la luz en un mundo donde todos son ciegos y están muertos?

Los versículos 12–13 dan la respuesta: “Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre, que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios”. Él vino al mundo, él vino a los suyos, y no le recibieron. Estaban muertos y ciegos para ver quién era él. Pero algunos le recibieron. Algunos creyeron. ¿Quiénes?

El Nuevo Nacimiento

Los que nacieron de Dios, no de sangre. No de la voluntad de la carne ni de la voluntad del hombre. Sino de Dios. Y nacieron, y vivieron. Recibieron vida. Creyeron. Le recibieron. Y se volvieron hijos de Dios.

La respuesta de Dios a la muerte y ceguera y tinieblas del mundo es el nuevo nacimiento. ¿Recuerda qué le dijo Jesús a Nicodemo en Juan 3:3: “En verdad, en verdad te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios”? Usted no lo puede ver. Y por eso no lo puede recibir. Y por eso no puede entrar en él. Todo depende de nacer de nuevo. Porque sin eso, estamos muertos y ciegos. ¿El remedio de Dios? Enviar a Jesús al mundo como la luz de vida para entregar su vida por nosotros (Juan 10:15; 15:13), y entonces hacer que las personas nazcan de nuevo para que puedan verle y recibirle.

Ver Ocurre Instantáneamente

Ahora, si volvemos al asunto de la secuencia temporal que sugerí anteriormente, ¿cuál sería la respuesta? Ocurre el nuevo nacimiento y la vida. Surge una nueva visión. Aparece una nueva fe o recepción de Jesús. ¿Son estos eventos secuenciales en el tiempo? No lo creo. Si mis ojos están cerrados, como ocurre cuando estamos muertos y somos ciegos, y repentinamente mis ojos son abiertos, instantáneamente veo. La recepción de luz ocurre simultáneamente con la apertura de los ojos. No hay un lapso de tiempo entre el momento en que los ojos son abiertos y el momento en que la luz entra. Cuando se dice que los ojos son abiertos, se implica que la luz entra. Son eventos simultáneos.

Así funciona el nuevo nacimiento. Imparte vida. Y el significado de esa vida es que ve. Pero tenga cuidado. El versículo 4 dice: “en él estaba la vida”. La vida nunca se separa de Cristo. El que tiene al Hijo tiene la vida (1ra de Juan 5:11). ¿Cómo tenemos al Hijo? Le recibimos. Versículo 12: “Pero a todos los que le recibieron…”. Es decir, si creemos en él: “Pero a todos los que le recibieron […], a los que creen en su nombre”.

Tres Eventos Simultáneos

Así que ahora tenemos tres eventos que ocurren al mismo tiempo: el nuevo nacimiento, la nueva visión, y la nueva fe. En un sentido, todos se refieren a lo mismo desde puntos de vista diferentes. Así que de este modo usted se vuelve hijo de Dios (o pudiera volverse): estamos muertos y somos ciegos, en lo que a nosotros concierne, Cristo era aburrido, sin atractivo, o simplemente un buen hombre; pero él no era la luz de vida, ni nuestro Salvador o Tesoro. Estábamos ciegos y muertos a estas verdades.

Entonces Dios, soberanamente y por su gracia, nos hizo nacer de nuevo. Es decir, nos dio vida. Pero el versículo 4 dice que la vida está en su Hijo. Así que Dios nos da vida al unirnos a Cristo. No hay vida salvadora sin Cristo. De modo que en el nuevo nacimiento, Dios nos une a Cristo quien es nuestra vida.

Esto trasciende nuestra consciencia. Experimentamos este evento en el mismo momento en que recibimos la vida, nuestros ojos son abiertos, vemos a Cristo como realmente es, y le recibimos conscientemente. Esta gloria fluye hacia nuestros corazones. Le llamamos fe. Desde otro ángulo, le llamamos nuevo nacimiento. Desde otro ángulo: ver con nuevos ojos. Y desde otro ángulo, le llamamos: unión con Cristo. Ahora tenemos vida, vida eterna. Entre estos eventos no hay brechas en el tiempo. Abrir nuestros ojos espirituales, ver la gloria de Cristo, y recibirla, todo ocurre simultáneamente.

¡Mire al Cordero!

Esto es importante porque nos enseña que cuando Jesús nos mandó a creerle para tener vida eterna (Juan 3:15–16, 36; 11:25). No esperaremos una experiencia separada llamada nuevo nacimiento cuando creemos, y no nos apresuraremos a creer como si pudiéramos hacerlo sin el nuevo nacimiento. En vez de ello, miramos firmemente hacia Jesucristo, el Cordero de Dios (Juan 1:29, 36), quien puso su vida por nosotros (Juan 10:15); y nos percatamos de que la disposición a recibirle, elevando nuestros corazones, es un don de Dios, y creemos, y en ese mismo momento nacemos de nuevo.

Y si usted se pregunta por qué salté los versículos 6–8 acerca de Juan el Bautista, y por qué están aquí esos versículos, hay una respuesta. La veremos en el próximo encuentro. Pero por ahora, enfóquese en esto: “En El estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”. Solo en Jesús hay vida eterna. Porque solo mediante él nuestra muerte puede ser reemplazada con vida, y nuestra ceguera puede ser reemplazada con luz. Venga a él. Crea en él. Recíbale. Y él será su vida, su gozo eterno.

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