El Perdón.

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SLIDE 1
Buenas noches, bienvenidos a este nuevo Tiempo con Dios del viernes 19 de julio de 2024.
‌Me da mucho gusto saludarlos, yo soy Hector Viruega, y soy el responsable de los grupos pequeños de nuestra iglesia. Y para mi es un gusto el poder estar con ustedes en esta noche.
Antes de comenzar, quiero dar unos breves anuncios:
SALUDOS
ORACIÓN
Ninguno de los que estamos aquí somos perfectos.
Estamos muy, muy lejos de serlo. Y además somos personas que vivimos en comunidad, que pertenecemos a diferentes círculos: la familia, el trabajo, la escuela, la iglesia, el club social, etc.
Y el problema es que en algún momento vamos a ofender a alguien, o bien, alguien nos va a ofender. Y aunque rectificar nuestros errores debería ser algo muy común, estoy convencido que a todos nos cuesta perdonar a los demás, y también pedir perdón.
Yo, por ejemplo, estoy casado y tengo dos hijos. Cada semana cometo muchos errores, lo cual trae muchas oportunidades de pedir perdón a mi esposa y mis hijos.
Toda la vida, tendremos que practicar el perdón en nuestra relación con los demás. Sin embargo, es raro escuchar palabras de perdón tales como: “Estaba equivocado. ¿Me perdonas?”, y también es raro escuchar: “Sí, te perdono.
C.S. Lewis, el gran apologista y teólogo del siglo XX, y ahora muy conocido por ser el autor de las crónica de Narnia, decía:
Para todos el perdón es fácil hasta que nos toca perdonar. C.S. Lewis
El apóstol Pablo le escribió a los efesios:
Ephesians 4:32 NVI
Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.
En el pasaje que acabamos de leer, el apóstol Pablo llama a perdonarse unos a otros, en virtud del perdón recibido de Cristo.
Y si hoy vamos a meditar acerca del perdón, lo primero sería ¿Qué es el perdón? Y para comenzar diremos que:
Perdonar a los Demás: Cómo Tratar a Otros con la Sabiduría y el Amor (¿Qué es el Perdón?)
El perdón es un acto de compasión.
Y para ello podríamos decir que:
El perdón cancela una deuda.
Cuando hay una deuda, alguien debe pagar. O la persona que debe tiene que saldar su deuda, o la persona a la que se le debe tiene que absorber la pérdida.
El perdón requiere algo similar: o la persona que pecó tiene que resarcir, o la persona contra la cual fue el pecado tiene que cargar con el dolor y la pérdida.
Supongamos que te presto mi camioneta. Cuando la devuelves, me la regresas toda chocada del frente, con el motor destrozado.
Hay dos opciones: Puedo obligarte a pagar la reparación o puedo pagarla yo mismo. De cualquier manera, alguien tiene que absorber el costo.
No podemos hacer como si la camioneta no estuviera chocada. No se puede minimizar su rotura. No puedo decirle a mi esposa por la mañana, ya me voy a la oficina, manejaré mi camioneta, no pasó nada. La camioneta no funcionará.
Si decido pagar yo la reparación, he “perdonado” tu deuda, y queda cancelada. Y bueno, de esta manera la persona que perdona ya no espera que se le pague lo que sufrió y perdió.
Cuando perdonas a alguien, absorbes el costo de la ofensa que se cometió contra ti. Cancelas la deuda, y al hacerlo, es necesario cumplir con tres requisitos:
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a) “No volveré a sacar a colación esta ofensa ni la usaré en tu contra”.
La única razón para sacar a la luz la ofensa ante el ofensor es con el propósito de la reconciliación, no de venganza. Tu me chocaste mi camioneta, pero estoy dispuesto a pasarlo por alto. (Y no volveré a hablar de ello).
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b) “No lo hablaré con otros para chismear ni para difamarte”.
Con demasiada facilidad, caemos en el chisme y terminamos culpando a la otra persona de todo.
Es que fulanito, bien irresponsable chocó mi camioneta, y el pobre no tiene ni en que caerse muerto, pues ya me tocó perdonarle la deuda.
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c) “No volveré a mencionarla ni siquiera para mis adentros, para darle vueltas a la ofensa”.
No reproduciré mentalmente el video de tu falla, para amargarme con cada detalle atroz. Y de esto hablaremos al final de este devocional.
Ahora bien, quisiera también aclarar varios puntos importantes con relación al perdón:
Número 1.
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Perdonar a los Demás: Cómo Tratar a Otros con la Sabiduría y el Amor (La falta de perdón es un suceso y un proceso)
El perdón es un suceso y un proceso.
Cuando perdonamos a alguien, es un suceso, porque ocurre en un momento: “Te perdono”.
Pero ahí no termina todo. Cada vez que recordamos la ofensa, debemos seguir perdonando.
Dos.
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Perdonar a los Demás: Cómo Tratar a Otros con la Sabiduría y el Amor (Perdonar no es olvidar)
Perdonar no es olvidar.
Y tal vez esto suene un poco controversial, pero por favor déjenme explicarme.
La Biblia es realista en cuanto al perdón. Esto no significa que, si perdonas a alguien, olvides el pecado que cometió contra ti. Lo que significa es que no lo traigas nuevamente para estarlo rumiando.
Por ejemplo, le compartí algo vergonzoso a una persona para que me ayudara a orar por ello; y esta persona traiciona mi confianza y va y se lo cuenta a medio mundo.
Posteriormente, viene arrepentido y me pide perdón. Yo lo perdono, pero eso no quiere decir que en el próximo problema que tenga se lo tenga que ir a contar.
Esta persona deberá ganarse nuevamente mi confianza para que yo le pueda compartir algo íntimo.
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Tres
Perdonar a los Demás: Cómo Tratar a Otros con la Sabiduría y el Amor (El perdón no es paz a toda costa)
El perdón no es permitir que pasen sobre ti.
La Escritura no nos dice que les facilitemos a los demás el pecar contra nosotros. Por ejemplo, si alguien me agrede físicamente, no debo permanecer con esa persona, debo poner tierra de por medio para evitar que esa persona me siga agrediendo.
La pregunta entonces sería:
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¿Cómo Practicar el Perdón?

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Primero.

Trata la actitud de tu propio corazón.

Dice Jesús en Mr. 11:25: “Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas” (Marcos 11:25).
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Biblia de estudio MacArthur (Chapter 11)
Jesús declara el deber permanente del creyente de tener una actitud perdonadora. Porque la oración exitosa requiere de perdón tanto como de fe.
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Segundo.

No hagas la vista gorda al pecado.

El primer paso es con frecuencia el más difícil: ver la ofensa tal como realmente es. Antes de ofrecer completo perdón, debes reconocer la gravedad de la ofensa y la magnitud del problema – además del dolor ocasionado.
Tienes que enfrentar la verdad y examinar a fondo todo el dolor resultante. Muchos se quedan en esta etapa porque las ofensas son frustrantes en el mejor de los casos y exasperantes en el peor de los casos.
No existe una persona sobre la tierra que no preferiría evitar enfrentar el dolor. Y tristemente, esto es lo que hace la mayoría. Digo tristemente porque experimentar el dolor conduce a la sanidad. Por lo general cuando tienes una herida lo primero que te hacen es echarte alcohol para limpiarte o sanitizarte. Esto por lo general es doloroso, pero es necesario para comenzar el proceso de sanidad.
Con las ofensas es algo parecido. En ocasiones es doloroso enfrentar la realizad, pero es el primer paso necesario para la sanidad.
Hay personas que obstaculizan la verdadera sanidad racionalizando la ofensa: “No importa que me trató mal, en el fondo él no tiene la intención de hacerme daño”.
Y algunos minimizan la ofensa: “A otros les va peor”. Pero la verdad es que ningún comportamiento dañino es aceptable.
No hay excusa para el mal trato – en ningún momento, en ninguna parte y de ninguna manera. Como el apóstol Pablo dijo (Efesios 5:11ss): “No tengan nada que ver con las obras infructuosas de la oscuridad, sino más bien denúncienlas.”
Otros fallan en enfrentar la verdad excusando la conducta de su ofensor: “Él simplemente no se dio cuenta de lo que estaba haciendo”.
O “Yo no debería estar enojado con él. Él es un miembro de la familia”.
No importa la edad del ofensor, no importa nuestra relación con el ofensor, una ofensa es una ofensa, lo malo es malo. Siempre.
Necesitamos reconocer la injusticia como lo que es y necesitamos llamar al pecado pecado. Debemos enfrentar la verdad en lugar de rechazarla o excusarla. El escritor de Proverbios dijo: “Maldecirán los pueblos, y despreciarán las naciones a quien declare inocente al culpable.”
En Mt. 18:15, Jesús declara: “si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos”. Después, el Señor detalla los pasos a dar si no hay arrepentimiento ni reconciliación. Todo Mateo 18 trata con franqueza sobre el pecado en la comunidad de la fe.
Si analizamos este capítulo veremos que:
Los versículos 1–5 hablan de tener humildad.
Los versículos 6–9 hablan de tomar en serio el pecado y no ignorarlo.
Los versículos 10–14 hablan de amar a los perdidos y los descarriados.
Los versículos 15–20 hablan de la confrontación y la disciplina formal en la iglesia.
La rica enseñanza sobre el perdón que estudiamos en Mateo 18:21–35 se establece en este contexto más amplio. Perdonar no significa hacer la vista gorda al pecado.
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Tercero.

Ama con sabiduría al pecador habitual.

El apóstol Pablo le escribe a los Romanos:
“No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor” (Romanos 12:17–19).
Este pasaje establece los límites para amar al que peca de manera habitual. No tomes el asunto en tus propias manos; en cambio, entrégale esa persona a Dios.
Tu búsqueda amorosa de alguien tiene sus límites. Cuando se sobrepasan estos límites, el amor y la misericordia exigen un enfoque diferente.
Esto es duro, porque , tal vez tengas que dejarlos en manos de las autoridades civiles, tanto por tu seguridad como la de ellos (Romanos 12:17–19), o de otras personas.
Pablo habla de la función legítima de las autoridades civiles cuando se trata de proteger y fomentar la justicia (Romanos 13).
Los intentos de rescatar a una persona de conductas autodestructivas o abusivas pueden exigir que limites tu participación personal y permitas que otros intervengan.
En ocasiones, la separación física puede ser necesaria para tu propia protección. Y no me refiero solo a una cuestión de agresión física o psicológica, puede ser engaños, fraudes, etc.
Sin embargo, la separación se realiza mejor con la ayuda de la iglesia o de las autoridades civiles. Porque el objetivo de la separación es la eventual reconciliación.
Hay ejemplos bíblicos que ilustran las decisiones que uno debería tomar cuando la paz no es posible. En diversas ocasiones, Jesús evitó la confrontación y el ataque físico. El apóstol Pablo, cuando lo acusaron de varios crímenes, apeló a las autoridades romanas por protección. Para amar bien a alguien, hace falta sabiduría. Esto no implica facilitarle a otra persona que peque contra ti.
Y cuarto. Lo más importante.
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Rígete según un estándar bíblico alto.

Tal vez conoces las famosas palabras: “Errar es humano, perdonar es divino.”
¡Esto es muy cierto! Cuánto más fácil es alimentar el resentimiento que lidiar con el perdón.
Pero Dios nos ha llamado tanto a buscar el perdón como a darlo. Y cuando lo damos, nuestras vidas aceptan el carácter divino de Cristo.
El perdón no es un sentimiento sino un acto de la voluntad –una decisión que tomamos.
Sin embargo, por lo general las personas ponemos toda clase de argumentos para evitar dar el siguiente paso en el perdón.
Mira si alguna de estas frases te suena familiar:
Argumento: “Yo no debería perdonar si no siento perdonar. No sería genuino.”
Ya dijimos. El perdón no es un sentimiento, por el contrario, es un acto de la voluntad –una decisión que tomamos.
Jesús afirmó esto cuando dijo: “Cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre que está en el cielo, les perdone a ustedes sus pecados.”
El no dijo: “Espera a que tengas sentimientos de amor y entonces perdona.” Con toda seguridad Jesús sabía que si esperamos hasta que sintamos perdonar, muy pocos de nosotros lo haríamos alguna vez.
Argumento: “Yo puedo perdonar a cualquier otra persona, pero Dios sabe que no tengo el poder para perdonar a cierta persona en particular.”
El asunto no es tu falta de poder para perdonar si no cuán fuerte es el poder de Dios en ti.
Como Pedro escribió: 2 Pedro 1:3 “Su divino poder, al darnos el conocimiento de aquel que nos llamó por su propia gloria y excelencia, nos ha concedido todas las cosas que necesitamos para vivir como Dios manda.”
Argumento: “Perdonar no me parece justo. ¡Esa persona debe pagar por su error! ¡Esa persona no puede salirse con la suya!”
Tienes razón. No es justo. Pero Dios sabe cómo tratar con cada persona justamente, y Él lo hará, en Su tiempo y a su manera. Cuando tratamos de determinar qué castigo debe caer sobre alguien que nos ha hecho daño, asumimos un papel que no nos corresponde. Como el apóstol Pablo dijo: “No tomen venganza, hermanos míos, sino dejen el castigo en manos de Dios, porque está escrito: “Mía es la venganza; yo pagaré”, dice el Señor.” ”.
Argumento: “Yo he perdonado, pero esto no ha hecho ningún bien. Él sigue haciendo lo mismo una y otra vez.”
De acuerdo, tú no puedes controlar lo que los otros hacen, pero sí puedes controlar cómo respondes ante lo que otros hacen. Jesús dijo que respondieras con perdón sin importar el número de veces que te hicieran daño.
Debes comprender que la voluntad de perdonar –repetidamente, si es necesario- no significa permitir que nos pisoteen como a un tapete.
Argumento: “No puedo perdonar y olvidar. Sigo pensando en lo que sucedió.”
Cuando eliges perdonar no se trata de tener una “amnesia santa”. Sin embargo, puedes cerrar tu mente a permanecer repasando el dolor del pasado. Elige no repasar el suceso doloroso una y otra vez. Rehúsa a traer la ofensa a tu mente otra vez.
Pablo escribió´: “Olvidando lo que queda atrás y esforzándome por lo que está adelante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús.”
Me encanta que Pablo usa las frases “esforzándome por alcanzar” y “sigo avanzando” porque ellas implican el esfuerzo que se requiere para dejar atrás no solamente las cosas que antiguamente glorificábamos, sino también las heridas pasadas y las caídas.
Finalmente cierro diciéndote:
El No Perdonar es Tóxico
El cobalto se encuentra en varias vetas y se puede convertir en un metal duro y brillante con múltiples aplicaciones. Sus componentes se utilizan en una variedad de pinturas y tintas, pero su más bella aplicación es el pigmento de azul cobalto para colorear el esmalte, el vidrio, el azulejo y la porcelana.
El cobalto es también un elemento necesario para la vida humana –una pequeña cantidad hace parte de la vitamina B12 -pero en exceso en tu organismo puede ser tóxico para tus pulmones y tu corazón.
La falta de perdón, también, puede envenenar tu corazón y aún contaminar tu espíritu. Cualquier veneno en el corazón puede ser fatal emocional y espiritualmente, al igual que demasiado cobalto en el interior de tu cuerpo.
En vez de permitir que el veneno de la venganza te lastime, puedes permitir que el Maestro Físico te dé la sanidad que jamás podrías imaginarte…y una esperanza que no podrías tener por ti mismo. Cuando le entregas tus rocas venenosas a Él, Él te sanará con Su extraordinario amor. Él te dará la libertad para obtener su extraordinario perdón y tu tóxica falta de perdón ¡Se irá!
Cómo perdonar… cuando no lo sientes (¿Cuáles son las Cuatro Etapas del Perdón?)
500 ilustraciones 343. Lo que Hizo Dios por Esteban

Cuando el doctor Parker era joven, un infiel le preguntó: “¿Qué hizo Dios por Esteban?” queriendo decir que Dios debía haberlo salvado de la muerte cruel. Parker contestó noblemente: “¿Qué hizo Dios por él?” Le dio el poder de orar pidiendo el perdón de aquellos que lo apedreaban.”—Peloubet

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