La gran cosecha que viene: La importancia de la alabanza: Es una parte esencial de la guerra espiritual
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· 15 viewsEstamos viviendo en el tiempo más glorioso de la historia de la humanidad. Está a la puerta el más profundo mover del Espíritu Santo, el mejor vino espiritual de todas las edades, la mayor cosecha de almas de todos los tiempos.
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La gran cosecha que viene: La importancia de la alabanza: Es una parte esencial de la guerra espiritual
Domingo 11 de Agosto 2024 - Iglesia Senda Antigua
LECCIÓN 13
ORACIÓN
“Señor, Tú, el Todopoderoso, el Dios que creó este universo con Sus dedos, que puede lograr cualquier cosa con facilidad te suplicamos que seas Tú el Maestro en esta iglesia y que Tus Palabras penetren nuestros corazones hasta lo más profundo y que veamos con claridad Tu voluntad, Tu plan, Tu deseo, Tu gran misericordia para con nosotros Señor.
Gracias Cristo. Amén.”
9- Nos prepara para el cielo
Apocalipsis 19:7, 12:12 dicen:
“7Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado.
12Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo.”
Esta es, quizá, una de las razones más importantes.
Hay muchos cristianos que no se sentirán cómodos ahora en el cielo.
Hay algunos que no aprueban las manifestaciones del cuerpo en la alabanza y oración (alzar las manos, aplaza, etc.) bajo el argumento de que es “carnal”.
Este cuerpo no es la carne de lo que habla la Biblia.
Es únicamente “la casa” de la persona que vive adentro; la carne es el “hombre viejo”, la persona que vive adentro.
El cuerpo no es malo, es un montoncito de polvo; los químicos que forman el cuerpo son los mismos y en las mismas proporciones que se encuentran en la tierra.
La persona que vive adentro de la casa es el mero cuerpo de pecado, es la carne, la persona rebelde.
Debemos alabarle con cuerpo, alma y espíritu, con todo nuestro ser.
Si tenemos gozo, va a afectar nuestro cuerpo.
Si alguien puede estar allí tranquilo tranquilo, sin hacer nada ni moverse nunca, es dudoso que pueda tener algo de vida adentro.
Y vamos a sentirnos muy incómodos en el cielo si no sabemos alabar como se hace allí.
Afortunadamente hay distintos niveles en el cielo.
Como Balaam dijo en Números 24:17:
“17Lo veré, mas no ahora;
Lo miraré, mas no de cerca;
Saldrá ESTRELLA de Jacob,
Y se levantará cetro de Israel,
Y herirá las sienes de Moab,
Y destruirá a todos los hijos de Set.”
Debemos prepararnos para estar en la mera presencia de Dios.
Recordemos que no hay cuartos para ensayar allí; cuando entremos en el cielo, si no sabemos alabarle y ministrarle como los Santos en Su cámara, en el cuarto de Su trono, no estaremos allí, estaremos en otro lugar.
Así como en el infierno hay distintos niveles de castigo, en el cielo hay distintos niveles y galardones.
Ahora somos principiantes nada más, pero tenemos que humillarnos, y usar todo nuestro ser, e incluso el cuerpo, para alabar al Señor.
Si queremos estar a Su lado tendremos que aprender aquí.
10- Satanás conoce la importancia de la alabanza
Mateo 4:9 dice:
“9y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares.”
Fíjense, en este pasaje que acabamos de leer, Satanás le habló a Jesús.
No entendemos todo, pero una cosa es cierta: Es tan importante que Satanás estaba dispuesto a rendir todos los reinos por una sola adoración.
11- Es una parte esencial de la guerra espiritual
Génesis 29:35 dice:
“35Concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Esta vez alabaré a Jehová; por esto llamó su nombre Judá; y dejó de dar a luz.”
Judá en hebreo quiere decir alabanza.
Zacarías 10:3 dice:
“3Contra los pastores se ha encendido mi enojo, y castigaré a los jefes; pero Jehová de los ejércitos visitará su rebaño, la casa de Judá, y los pondrá como su caballo de honor en la guerra.”
La casa de Judá (la casa de alabanza) será puesta como caballo de honor en la guerra.
Si somos adoradores, Él va a usarlos para ganar la batalla.
Jueces 1:1-2 dice:
“1Aconteció después de la muerte de Josué, que los hijos de Israel consultaron a Jehová, diciendo: ¿Quién de nosotros subirá primero a pelear contra los cananeos?
2Y Jehová respondió: Judá subirá; he aquí que yo he entregado la tierra en sus manos.”
Si somos fieles, Él va a entregarnos la tierra prometida, pero primero tenemos que conquistar los enemigos en nuestra tierra (nuestra vida).
Deuteronomio 33:7 dice:
“7Y esta bendición profirió para Judá. Dijo así:
Oye, oh Jehová, la voz de Judá,
Y llévalo a su pueblo;
Sus manos le basten,
Y tú seas su ayuda contra sus enemigos.”
La bendición de Judá es que tendrá la victoria.
La nube negra y densa de principados y potestades no resisten ni soporta el sonido de la alabanza celestial, pues le recuerda de donde han caído y adonde van y el temor de Dios cae sobre ellos.
Salmo 76:1-3 dice:
“1Dios es conocido en Judá;
En Israel es grande su nombre.
2En Salem está su tabernáculo,
Y su habitación en Sion.
3Allí quebró las saetas del arco,
El escudo, la espada y las armas de guerra.”
En Judá hay victoria.
Dios es conocido por medio de alabanza y allí nos dará la victoria.
Vemos un ejemplo de esta verdad en la batalla del rey Josafat.
Vamos a 2 Crónicas 20:22:
“ 22Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Amón, de Moab y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros.”
Cuando los adoradores fueron enviados delante del ejército de Judá, el temor de Dios cayó sobre los enemigos y fueron derrotados.
Esta fueron las victorias más gloriosas del pueblo de Dios.
Los enemigos huyen cuando la presencia de Dios desciende.
Nuestra tarea principal no es reprender ni luchar contra los enemigos; es ministrar al Señor, entrar en Su presencia y recibir Su consejo, como hizo David.
Cuando Cristo se acercaba, los demonios mismos pedían permiso para salir, porque reconocían la expresión divina.
En el Salmo 78:67-72 dice:
“67Desechó la tienda de José, Y no escogió la tribu de Efraín,
68Sino que escogió la tribu de Judá,
El monte de Sion, al cual amó.
69Edificó su santuario a manera de eminencia,
Como la tierra que cimentó para siempre.
70Eligió a David su siervo,
Y lo tomó de las majadas de las ovejas;
71De tras las paridas lo trajo,
Para que apacentase a Jacob su pueblo,
Y a Israel su heredad.
72Y los apacentó conforme a la integridad de su corazón,
Los pastoreó con la pericia de sus manos.”
En este salmo que acabamos de leer, vemos que Dios escogió la tribu de Judá, alabanza, el monte de Sion en Jerusalén.
Pero Jerusalén geográficamente no está en Judá, está en Benjamín.
Él dice esto para que entendamos que no se refiere a la Jerusalén actual sino a la celestial.
No es la tribu física de Judá, sino la tribu espiritual: Alabanza.
REQUISITOS PARA ALABAR AL SEÑOR
David fue un seguidor del Señor, y en una ocasión tuvo un “servicio” de alabanza al Señor y una persona del pueblo de Dios murió (esto lo vemos en 2 Samuel 6:1-11 - es la historia de Uza).
Nosotros podemos alabar, pero si no llenamos los requisitos, en lugar de ser de bendición puede venir un juicio.
Salmo 50:16 dice:
“16Pero al malo dijo Dios:
¿Qué tienes tú que hablar de mis leyes,
Y que tomar mi pacto en tu boca?”
No cualquier persona puede alabar al Señor.
El Salmo 50 habla del pacto de alabanza del Señor, veamos unos versos:
Salmo 50:5 y 14:
“5Juntadme mis santos,
Los que hicieron conmigo pacto con sacrificio.
14Sacrifica a Dios alabanza,
Y paga tus votos al Altísimo;”
Al hablar de este pacto, dice que limpio no debe tomarlo en su boca, porque ahí requisitos para poder hacerlo.
1- Haber nacido de nuevo
En 1 Pedro 2:2-8 dice:
“2desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación,
3si es que habéis gustado la benignidad del Señor.
La piedra viva
4Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa,
5vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.
6Por lo cual también contiene la Escritura:
He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa;
Y el que creyere en él, no será avergonzado.
7Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen,
La piedra que los edificadores desecharon,
Ha venido a ser la cabeza del ángulo;
8y:
Piedra de tropiezo, y roca que hace caer,
porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados.”
Aquí el Apóstol Pedro les habla a los cristianos recién nacidos, y dice que debemos ofrecer sacrificios espirituales aceptables por por medio de Jesucristo.
No se puede ofrecer un sacrificio agradable al Señor sin haber recibido a Jesús en nuestra vida.
Un recién nacido, espiritualmente hablando, puede alabar al Señor sin ningún peligro.
No es indispensable que haya recibido el bautismo en el Espíritu Santo.
Es más, seguramente si entramos a la alabanza en espíritu y en verdad, vamos a ser bautizados en el Espíritu Santo tarde o temprano.
2- Ser una persona sincera
Antiguamente, cuando se fabricaba una vasija de barro, si en el proceso la vasija se rajaba, o se echaba perder, los alfareros debían hacerla de nuevo.
Sin embargo, algunos alfareros de deshonestos ocultaban el daño de la vasija, colocándole cera.
Ser una persona sincera quiere decir una vasija que no tiene cera, sin pantallas, sin pretensiones.
También significa alabar sin rellenos como “Aleluya, Gloria a Dios”.
No es malo decir esas palabras; pueden ser una expresión sincera de alabanza al Señor, pero muchas veces son rellenos que utilizamos al pensar en otras cosas mientras alabamos.
Podemos expresarle al Señor algo de nuestro corazón con la mente puesta en lo que estamos diciendo.
El Señor no tiene interés en palabras vanas.
Él no nos escucha escucha por la multitud de palabras o por vanas repeticiones.
En Mateo 6:7 Jesús Mismo nos dice:
“7Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.”
No necesariamente tenemos que sentir el deseo de alabar al Señor.
Podemos alabarle sinceramente, sin rellenos.
Aunque no tengamos ninguna sensación, podemos poner la mente en lo que estamos haciendo y decirle palabras con el corazón y la mente.
3- Ser limpiados por la Sangre
Tenemos libertad de entrar en Su presencia si somos limpios por la sangre de Jesucristo, como lo dice Hebreos 10:19:
“19Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo,”
Pero no debemos vivir engañados, así como no todos los israelitas estaban limpios, no todos los cristianos están limpios.
Los leprosos debían andar por las calles clamando “¡inmundo!”.
¿Cómo podemos mantenernos limpios?
La respuesta la hallamos en 1 Juan 1:7:
“7pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.”
Juan dice que debemos andar en la luz y obedecer al Señor en lo que ya sabemos.
La sangre nos limpia constantemente si andamos en la luz.
Si hay una tentación y fallamos, podemos arrepentirnos y aplicar la sangre.
El primer paso cada mañana y cada tarde en el tabernáculo de Moisés, era degollar el cordero y aplicar la sangre a los cuernos del altar.
Siempre, antes de alabar a Dios, debemos estar seguros de que estamos limpios.
Si hemos fallado debemos arrepentirnos.
No andar en la luz es saber que algo es correcto y escoger otro camino.
Al darnos cuenta de qué algo no es correcto debemos luchar en contra de ello.
Si fallamos, tenemos que arrepentirnos y seguir la lucha.
Mateo 5:23-24 dice:
“23Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti,
24deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.”
Si no tenemos paz con alguien, tenemos que hacerla.
Tenemos que buscar la paz antes de ofrecer nuestra ofrenda.
No estamos limpios si le hemos causado problemas a alguien.
Si es nuestra culpa debemos pedir perdón, aún si no es cristiano.
Si no fue nuestra culpa debemos procurar estar en paz y arreglar la situación.
Después veremos cómo debemos alabar al Señor.
CORO: Y mi ser tiene paz - Bb.