La gran cosecha que viene: Llegando a ser la expresión divina

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Estamos viviendo en el tiempo más glorioso de la historia de la humanidad. Está a la puerta el más profundo mover del Espíritu Santo, el mejor vino espiritual de todas las edades, la mayor cosecha de almas de todos los tiempos.

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La gran cosecha que viene: Llegando a ser la expresión divina
Domingo 04 de Agosto 2024 - Iglesia Senda Antigua
LECCIÓN 12
ORACIÓN
“Señor, Tú, el Todopoderoso, el Dios que creó este universo con Sus dedos, que puede lograr cualquier cosa con facilidad te suplicamos que seas Tú el Maestro en esta iglesia y que Tus Palabras penetren nuestros corazones hasta lo más profundo y que veamos con claridad Tu voluntad, Tu plan, Tu deseo, Tu gran misericordia para con nosotros Señor.
Gracias Cristo. Amén.”
7- Para llegar a ser la expresión divina
¿Qué es la Expresión Divina?
Juan 1:1-3 dice:
“1En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
2Este era en el principio con Dios.
3Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.”
Según este pasaje, el verbo de Dios, que es la Palabra de Dios, es una persona, Cristo mismo.
Él es la expresión divina, Sus ideas, conceptos y pensamientos.
El Verbo de Dios creó todo el Universo, y al ser la expresión divina, es poderosísima pues es capaz de hacer cualquier cosa.
Él puede crear otros universos con esa expresión divina.
Hebreos 11:3 dice:
“3Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.”
Cuándo Él habla, Su palabra tiene poder, pero, ¿tendrá la misma efectividad y poder si Su palabra sale de nuestra boca?
Si es Su palabra, es seguro que sí, lo que implica que podemos llegar a ser canales para esa expresión divina:
La expresión divina ahora, en esta tierra
Se expresa principalmente a través de dos formas:
1- Hebreos 2:12 dice:
“12diciendo:
Anunciaré a mis hermanos tu nombre,
En medio de la congregación te alabaré.”
Alabanza. Leyendo el contexto entendemos que Cristo es el que habla en el pasaje que acabo de leer.
Una de las expresiones de Cristo es la Alabanza.
2- Hebreos 7:25 dice:
“25por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.”
Oración. El intercede por nosotros.
Ser canales de la expresión divina
Josué 10:12-13 dice:
“12Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas:
Sol, detente en Gabaón;
Y tú, luna, en el valle de Ajalón.
13Y el sol se detuvo y la luna se paró,
Hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos.
¿No está escrito esto en el libro de Jaser?
Y el sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero.”
En este pasaje que acabamos de leer vemos el poder de la expresión divina en la boca de un ser humano.
Por eso dijo Jesús que si tuviéramos fe como un grano de mostaza, diríamos a un monte que se pase de aquí allá, y sucedería.
Debemos entender que no se trata de nuestras palabras, o simplemente de citar una escritura, sino que son Sus palabras en nuestra boca las que traen bendición.
Otra muestra esta verdad la tenemos en David.
En 2 Samuel 23:2:
“2El Espíritu de Jehová ha hablado por mí,
Y su palabra ha estado en mi lengua.”
Llegamos a hacer canales de la expresión divina algo va a suceder, porque ella siempre alcanza sus propósitos.
Nuestro único problema es llegar a hacer canales, oráculos de Dios para que Cristo hable a través de nuestra boca.
¿Cómo es posible llegar a hacer eso?
Aprender a decir Sus palabras
Como cristianos, muchos hemos tenido esta experiencia: Al orar o alabar a Dios, le decimos algo al Señor y no sentimos nada, el ambiente espiritual está seco.
De repente decimos algo, unas palabras en oración o en un canto, y es como si una compuerta hubiera sido abierta.
Entonces, nos inundan rios de la presencia de Dios, sentimos una bendición grande en nuestros ser.
Lo que ocurrió es que, en ese segundo, por fin dijimos algo que Él está diciendo, Su palabra sí es ungida y trae la bendición y el poder.
¿Qué debemos hacer entonces?
Si somos sensibles al Espíritu oraremos o alabaremos en la misma línea de pensamiento.
Si el río aumenta, empezamos a fluir con Cristo.
Romanos 10:6-8 dice:
“6Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo);
7o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos).
8Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra (el Verbo), en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos:”
Vimos en Juan 1:1, que el Verbo, la Palabra de Dios es Cristo.
Todos los cristianos saben que Cristo vive en su corazón, pero pocos entienden que podemos encontrarlo en nuestra boca como la expresión divina.
No tenemos que subir al cielo ni bajar al infierno para encontrarlo.
En las palabras que decimos podemos aprender a encontrarnos con Él.
Un propósito de la alabanza en Espíritu y en Verdad, es que cuando pasamos tiempo ministrando al Señor, abramos nuestra boca para que Él la llene.
Entonces sentimos Su gloria, Su presencia y la unción van en aumento.
Cuando decimos algo que Él nos dice lo sabremos, porque la unción disminuye.
Cuando decimos lo que Cristo dice en un momento determinado y en la forma que Él lo está diciendo, la unción aumenta, porque Su palabra siempre es ungida.
La alabanza es un arte, como tocar un instrumento.
Hay que practicar y practicar, tratar de expresar con cuidado lo que aumenta Su presencia.
De esa forma, llegaremos a hacer canales de expresión divina, ya sea en alabanza u oración.
Somos mensajeros del Señor, pero si no podemos fluir con el Espíritu adorándolo, no podremos ministrar con la unción al pueblo de Dios.
Si pasamos tiempo con el Señor practicando el fluir con el río de la unción, podremos saber cuál es Su palabra para un momento dado, el mensaje para cada día.
Diferencia entre Alabanza y Adoración
En los tiempos de alabanza y oración aprendemos a fluir con Él para llegar a hacer la expresión divina en este mundo mundo.
Satanás sabe que si se oye la expresión divina en esta tierra, él será derrotado; por eso resiste tanto la alabanza y la adoración.
Durante la alabanza podemos cantar escrituras (por ejemplo salmos) o expresar nuestra gratitud al Señor, con o sin la expresión divina.
Cuando le damos lo que tenemos y Él empieza a fluir (o sea, la unción desciende), ya no estamos alabando si no es adorando.
Adorar es fácil y es una bendición; no es un sacrificio.
Lo mismo ocurre con una oración; cuando Él fluye es intercesión (en otras lenguas, otro idioma o con gemidos indecibles).
8- Él mora en las alabanzas y oraciones
Salmo 22:3 dice:
“3Pero tú eres santo,
Tú que habitas entre las alabanzas de Israel.”
La presencia del Señor mora literalmente entre las alabanzas y las oraciones de Su pueblo.
Su casa es la casa de alabanza y casa de oración.
Si queremos vivir constantemente con la presencia del Señor tenemos que vivir con una actitud de oración y alabanza.
COROS: El sacrificio de alabanza - F.
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