Familias que Adoran 2
Familias que adoran 2 • Sermon • Submitted • Presented
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La Reconciliación
La Reconciliación
Familias que Adoran, ese es el ideal, lo real es que estamos en ese proceso, porque tenemos problemas familiares, porque aunque nos amamos, a veces, también nos lastimamos. Y cuando no podemos arreglar las cosas, nos desanimamos y decidimos ¡ya no hacer algo para arreglar la situación!
Las Familias que adoran, se reconcilian.
Quizá alguien diga: ah, pero es que no conoces a mi esposo, a mi esposa, por año intenté arreglar la situación, pero ahora ¡no me importa! que haga lo que quiera, no me importa. Antes me dolía que mi mamá nos hubiera abandonado, pero ahora ¡no me importa! mi hermano se llevó el dinero de la familia, mi hijo se olvidó de mí, pero ahora ¡no me importa!
Esta es una de las mentiras más dañinas que puedes decirte con respecto a un miembro de tu familia. Especialmente si se trata de tu papá, mamá o hermanos, aun cuando dices: no quiero hablar con él, con ella porque ¡ya no me importa! Pero, escucha: ¡Fuiste creado desde que naciste para que sí te importe! Y si no te importa, entonces es porque hay algo mal…contigo.
El problema es este: puedes decir que no te importa y seguir con esa mentira de que no te importa, el problema es que, ya sea que estés en tus 20’s, 30’s, 40’s te olvidas y aparentemente ¡no te importa! pero hay emociones atadas con ese familiar, emociones que creías que ya no tenías, porque habías decidido que no te importaba.
Y esas emociones surgen en esa nueva relación, el enojo, la frustración, eres controlador, estás en el alcohol, quienes te aman te dicen ¿qué tienes, qué te hice? y dices ¡pues eso, algo has de hacer! pero en lo profundo sabes que en realidad no son ellos.
Aunque te quieres convencer de que no te importa ¡fuiste creado para que sí te importe!
Esto se vuelve más dramático en la relación con el padre. Porque todos queremos su aprobación, también el de mamá, del hermano mayor, la hermana mayor, incluso queremos la aprobación de los hijos.
Si hay alguna emoción que está atada al pasado es algo relacionado con tus padres.
Si tienes recuerdos bonitos de tu papá, cuando te enseñó a andar en caballo, cuando aplaudió en tu presentación de la primaria, lloró en la graduación de la universidad, al verte caminar para casarte y viste en sus ojos que estaba orgulloso de ti o te lo dijo: hijo, hija, estoy orgulloso de ti; si algo así te pasó estoy seguro que ese recuerdo te pone emocional. Así de poderosas son las palabras de los padres.
Cuando le dije a mi papá la decisión de ser pastores, me dijo: nunca los presioné para ser pastores, pero siempre oré a Dios que uno de ustedes tomara mi estafeta. Eres la respuesta de Dios a mi oración y estoy orgulloso de ti. Esas palabras impactaron mi vida, porque la verdad es que tengo tantos defectos y él los sabía, aun así me dijo eso y sus palabras pesan en mi corazón hasta hoy día.
Esto es igual para ti, pero las palabras negativas pesan aún más. Quizá palabras hirientes de tu hijo, hija, esa mamá que no fue buena mamá, ese hermano que avergonzó a la familia y aunque ahora digas que no te importa, fuiste creado para que sí te importe.
El tema de hoy es interesante e importante, pero es un tema específicamente para cristianos, seguidores de Jesús, quienes creen que Jesús murió por sus pecados y ponen su fe en ÉL, su futuro en Dios por medio de Jesús y tienen alguna relación familiar complicada y han dicho o están a punto de decir ¡ya no me importa! Te voy a estirar emocional y racionalmente porque tú también sabes que seguir así no es bueno para ti y porque para los cristianos hay algo más imperativo por lo cual no podemos vivir diciendo ¡no me importa!
Lo profundo y verdadero para ti es que ¡no tenemos excusas! No podemos cerrarnos y decir por todo ese dolor, trauma que hizo mi mamá a la familia, por con quién mi padre se casó, aún con todo eso, no tenemos la opción de decir ¡no me importa! No es saludable hacerlo.
Para quienes dicen: no soy cristiano y qué bueno, porque este tema no me va a gustar. Aun así, este tema también es verdad para ti. Tú naciste para que te importen las demás personas. Cuando se trata de la familia el dolor, drama, heridas, penas, el pasado y aunque es una batalla que vas a perder, es una que vale la pena pelear.
Aunque nada se resuelva, aunque no llegue el momento que te digan: te entiendo y te pido perdón, aunque nadie quiera resarcir lo hecho ni pedir disculpas, seamos realistas, es probable que no suceda; es una batalla que vas a perder, pero que vale la pena pelear, por lo que pasará dentro de ti, seas o no cristiano.
Como cristiano ¡tienes que hacerlo! Si no eres cristiano es opcional hacerlo o no; pero si estás en esa búsqueda espiritual, al escuchar este tema, puede que seas tocado por el poder de Dios y lo que Él ha hecho por ti. Quizá familia que no viene a la iglesia, está esperando que hagas esto para empezar a venir y ser parte de una familia que adora.
Los cristianos no podemos decir ¡no me importa! por lo que Pablo nos dice:
“El amor de Cristo nos obliga...” (2 Corintios 5:14, NVI)
La razón por la que tienes que reconciliar o estar abierto a la reconciliación, aunque quizá no funcione, aunque quizá traiga más dolor al recordar el pasado, la razón por la que tienes que mantenerte abierto a la reconciliación con la persona que dices ¡ya no me importa! Es porque el amor de Cristo ¡nos obliga! El amor que Cristo tiene por ti, te obliga.
El amor de Cristo por ti, limita tus opciones, nos deja sin argumentos, sin posibilidad de elegir o tener alternativa. Pablo dice:
“El amor de Cristo nos obliga, porque estamos convencidos de que uno murió por todos, y por consiguiente todos murieron.” (2 Corintios 5:14, NVI)
Uno murió por todos ( o sea Jesús), por consiguiente: ¡todos murieron! Pablo piensa, creo que quedó confuso, así que repite la misma idea y lo deja más claro:
“Y él murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí...” (2 Corintios 5:15, NVI)
Si ya no viven para sí es porque han muerto. Cristo hizo algo por ti que no era cómodo para ÉL y te pide que hagas por ÉL algo que no es cómodo para ti. Hizo algo que no era por su beneficio, sino por el tuyo y ahora te pide que hagas algo que no es por tu beneficio pero es de SU interés. Nos pide que ya no vivas para ti. Que te digas ¡no! a ti mismo.
Pablo te presiona para que te reconcilies con ese hermano mayor, cuñado, papá que se fue, mamá que estuvo ausente, antes que empieces a decir en tu mente “pero no sabes lo que me hizo, mi triste historia, fue algo extremo”. Y ¿sabe algo? seguro que así fue, es verdad y si te escucho me darán ganas de decir: ¡tú sí olvídate de la Biblia! ya no le hables a ese ingrato, hasta yo estoy enojado, no quiero ni verlo, y ¡no lo conozco! Se que hay historias así. Pero el apóstol Pablo dice: Si eres seguidor de Cristo, el Amor de Jesús te controla, te obliga, te pide que te digas no a ti mismo para decir sí a lo que Dios te pide que hagas. Y Pablo termina la idea:
“Y él murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió por ellos y fue resucitado.” (2 Corintios 5:15, NVI)
Pablo es un poco complicado de entender, por eso nos vamos a ir despacio. Dice:
“Todo esto proviene de Dios, quien por medio de Cristo nos reconcilió consigo mismo..:” (2 Corintios 5:18, NVI)
Dios inició todo esto de que Cristo viniera a morir por nuestros pecados, a llevar nuestro pecado sobre ÉL. Nos reconcilió. La palabra reconciliar es tomar 2 cosas que no son compatibles y hacerlos compatibles. 2 cosas que no van juntas, le haremos algo a una o a las 2 partes para que coincidan.
Es la imagen del cerrajero que toma una pieza de metal sin calar, la mete en la cerradura del candado y la va limando hasta que es compatible y ahora esa llave ya es compatible con el candado ¡ha sido reconciliado! y abre el candado.
Pablo dice: lo que Dios hizo a través de Cristo, ÉL nos tomó y como no eramos compatibles con Dios, porque eramos lo contrario a Dios, no eramos aceptables para Dios. ÉL hizo algo para que la puerta estuviera abierta por si decidías entrar. La puerta estaba abierta para que pudiéramos ser reconciliados con Dios y ¡esto es lo asombroso! El Dios perfecto inició este proceso, envió a Su Hijo perfecto para hacer posible el proceso, Dios tomó la responsabilidad de todo, cuando en realidad fue nuestro pecado lo que causó todo el problema.
Nosotros eramos culpables y ÉL buscó la reconciliación; nosotros originamos el problema y ÉL busca arreglar el problema. Estábamos en contra de Dios y ÉL hizo todo lo que pudo para preparar y hacer posible que nos reconciliáramos con ÉL.
Por medio de Cristo, Dios quitó todo obstáculo para reconciliarnos, menos a nosotros que eramos el principal obstáculo. ÉL puso la mesa, abrió la puerta y nos envió la invitación y lo único que impide reconciliarte con Dios ¡eres tú! El único obstáculo para que seas reconciliado eres tú. ¡Esto es importante y poderoso!
Cuando Dios te ve con tu pecado, fracasos, promesas rotas, compromisos que no has cumplido, te has olvidado que Dios es real, aún así, Dios hizo todo lo posible para quitar cada obstáculo, para que si alguna vez decides volver a ÉL ¡lo hagas! Cada obstáculo fue quitado, excepto tu decisión de querer ser reconciliado con Dios. ÉL lo inició, tomó la responsabilidad y quitó todo obstáculo.
Hizo todo lo contrario a lo que nosotros hacemos. Cuando no queremos reconciliarnos, pero aparentamos que sí queremos decimos: es verdad estuve mal, pero tú también admite que estuviste mal; avanzo un paso y tú avanzas un paso; no voy a tomar la responsabilidad de lo que tú hiciste, no avanzaré si no veo que tú también avanzas. Pablo dice: eso es exactamente lo que hizo tu Padre Celestial, por medio de Cristo. Removió, quitó todo obstáculo para que la reconciliación fuera posible, sólo queda pendiente tu decisión de decir: sí o no.
Pero, hay algo más:
“...y nos dio el ministerio de la reconciliación:” (2 Corintios 5:18, NVI)
Como seguidor de Cristo, tenemos un ministerio, o sea todo lo que haces debe reflejar ese ministerio, tu vida es ser un mensaje al mundo y el mensaje es: ¿sabes que puedes ser reconciliado con Dios? ¿sabes que Dios quitó todo obstáculo, toda barrera para que puedas reconciliarte con Dios? Y sigue:
“esto es, que en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo,...” (2 Corintios 5:19, NVI)
Este es el mensaje, no tienes que ser predicador, es tu estilo de vida lo que da el mensaje, la buena noticia: que Dios ha quitado todo obstáculo para que puedas conectar con Dios. ÉL hizo todo posible y lo único que falta es que tú digas que ¡sí!
Dios puso la mesa, abrió la puerta y envió la invitación; ha quitado tu pecado, tu pasado, tu mala actitud, incluso ha pagado por tus pecados futuros ¡ha hecho todo lo que podía hacer para reconciliarse contigo! sólo espera que tú digas sí. Ese es el mensaje que damos, ese es nuestro ministerio, dar este mensaje.
“...no tomándole en cuenta sus pecados...” (2 Corintios 5:19, NVI)
Esto es sorprendente, la razón por la que puedes ser reconciliado con Dios es por que Dios no toma en cuenta tus pecados, pasados, presentes o futuros. O sea, la clave para entender la reconciliación es esta: la reconciliación es a pesar de…no porque…; no es porque lo harás bien, sino a pesar de que no siempre lo harás bien, no es porque haces todo como Dios merece, sino a pesar de que no harás lo que Dios merece. La reconciliación es a pesar de y no es porque.
Ah pero con la familia lo quieres hacer al revés; dices ¡ya no me importa! ¿por qué no te importa? porque él o ella hizo esto, no hizo aquello, tu Padre Celestial te dice ¡no es así! tienes que reconciliarte con ellos ¡a pesar de ellos! porque YO me he reconciliado contigo ¡a pesar de tu pecado!
“...y encargándonos a nosotros el mensaje de la reconciliación.” (2 Corintios 5:19, NVI)
Si no eres cristiano quizá esto te hace decir: “y ni seré cristiano, porque si debo hacer esto por mi cuñado, mejor me voy al infierno. No me interesa, allá lo espero, pero no lo voy a perdonar, no lo voy a buscar, si los cristianos hacen esto ¡no cuenten conmigo!
Pero como creyente, si has puesto tu fe en Cristo, esto no te va a gustar: ¡eres tú quien debe llevar el mensaje de la reconciliación! después nos lo dice aun más claro:
“Así que somos embajadores de Cristo, como si Dios los exhortara a ustedes por medio de nosotros: «En nombre de Cristo les rogamos que se reconcilien con Dios.»” (2 Corintios 5:20, NVI)
Con tu vida representas el Estado del cielo ante los demás, o sea que tus relaciones deben dar este mensaje: tú puedes ser reconciliado con Dios a pesar de lo que has hecho, puedes ser reconciliado, aun con ese pasado feo y lo que has hecho ¡puedes ser reconciliado con Dios!
Si supieran lo que has hecho, mereces el castigo de la sociedad, de tu familia, pero puedes ser reconciliad con Dios; es verdad, has sido un padre horrible, has mentido a tus padres, robaste a tus hermanos, pero ¿sabes que puedes ser reconciliado con Dios? Ese es nuestro mensaje, ese es el evangelio, es la forma de vivir y de ínter actuar con las personas.
Pero si no ponemos atención ni intención, el mensaje que damos es: puedes ser reconciliado con Dios a pesar de tu pecado, pero precisamente por ese pecado, no puedes ser reconciliado conmigo. Yo tengo estándares más altos que Dios, puedes ser reconciliado con ÉL, pero no conmigo, mi estándar es más alto que el de Dios. Pero Dios me reconcilió con ÉL a pesar de mi pecado. ¿Ves como algo no cuadra?
Como seguidor de Jesús mueres a ti mismo, Jesús dice: YO te dije sí a ti, para que tú puedas decirle sí a él. Jesús se dijo NO a sí mismo por tu bien, para que puedas decirte no a ti mismo por el bien de tu familiar.
En algún momento de mi juventud yo lastimé a mi papá, él tenía razón. Yo no sabía cómo actuar, cómo reaccionar, ahora puedo ver lo que hizo en ese momento ¡me aceptó! No se dio por vencido conmigo, porque SU Padre celestial no se había dado por vencido con él.
Dios me reconcilió con ÉL mismo, me da la oportunidad de ser reconciliado con ÉL a pesar de mí, no por mí, sino a pesar de mí; así que este es el argumento por el cual yo no puedo decir ¡ya no me importa! Porque fuiste creado para que te importe, por eso la mentira más grande que puedes decir sobre un familiar es ¡no me importa!
Hay algunas objeciones:
1, Hay muchas heridas, hay dolor, hay cosas pendientes que no se pueden dejar de ver en la relación. La reconciliación no es: cuando esté seguro que no lo hará otra vez, entonces me reconcilio. Cuando vea que ya entendió el mensaje, me reconcilio. Cuando hablemos y nos pongamos de acuerdo de lo que pasó y lo resolvamos, hasta que estemos en la misma página y arreglemos todo. La reconciliación no se trata de condicionar, controlar, coaccionar, o de asegurarme que entendió.
La reconciliación es preparar la mesa, abrir la puerta y enviar la invitación, ni siquiera tienen que hablar de nada de lo que sucedió. No se trata de eso. La reconciliación es enviar un mensaje diciendo: hace tiempo que no se nada de ti, te envío fotos de los hijos. No te he visto por meses, te envío estas flores. Enviar una nota, un mensaje que dice: te extraño.
2, Entonces ¿tengo que ignorar todo lo que pasó? la respuesta es ¡sí! Pero yo no puedo hacer eso, no puedo ignorar lo que pasó.
“Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Romanos 5:8, NVI)
Siendo aún pecador, estando mal, ÉL se acercó, te buscó y te reconcilió con ÉL, por eso quiere que envíes ese mensaje, hagas esa llamada, que contactes a ese familiar, no te pide que mueras por tu padre, madre, por tu hermano mayor o menor, por tu cuñada, lo que sí te pide es que pongas la mesa, abras la puerta y envíes una invitación.
No se trata de arreglar el pasado y que todos estén en el mismo sentir, la reconciliación es a pesar de todas las cosas.
Pastor es que si hago eso es como condonar, aceptar lo que hizo. Si no aclaro lo que sucedió va a pensar que estoy de acuerdo, si no le digo en su cara las cosas va a pensar que estoy de acuerdo.
Si alguien te acusa de condonar el comportamiento de alguien por estar reconciliando la relación ¡pues eso hace que te parezcas aún más a Jesús! porque ÉL fue acusado de eso todo el tiempo, de ser amigo de borrachos y pecadores.
La verdad es que te escondes detrás de esa frase, realmente es una excusa cuando dices: no quiero que piense que no pasa nada, va a creer que estoy de acuerdo con esa relación; la verdad es que tú no quieres acercarte a esa relación y te escondes detrás de: no me acerco porque no quiero dar una mala impresión, y crean que estoy de acuerdo con su estilo de vida.
Mientras eras pecador, con todo tu pecado delante, hace 2 mil años Cristo murió por ti y por tu pecado. No condonó ni estuvo de acuerdo con tu pecado, pero se acercó a tu vida ¡a pesar de tu pecado!
3, Quizá la mayor objeción es ¡no va a funcionar! No importa cuántas cartas mande, invitaciones, fotos, comidas ¡no va a funcionar!
La respuesta es ¡y qué! Si no funciona con ellos ¡va a funcionar en ti! Es más, prepara esa comida, abre esa puerta y envía la invitación y, ya sea que funcione o no, ya sea que corresponda o no, no importa cómo responden o si responden, dentro de 3 o 5 meses tú dirás: ¿sabe qué? mi intento de reconciliarme con mi familiar, de quien dije ¡no me importa! en el momento que abrí la puerta, ese momento se volvió el punto de inicio de la obra de Dios en mi vida. Dios hizo más en mí después de esa decisión que lo que ha hecho de otra decisión de mi vida adulta.
Es verdad, no ha funcionado, aún seguimos mal, no se ha resuelto nada, pero ¡algo ha pasado dentro de mí! Los intentos de reconciliación siempre funcionan en alguien. Quizá en tu caso la mayor parte del trabajo que Dios hará será hecho en ti.
Pregunta para terminar: ¿de quién de tu familia estas a punto de decir ¡no me importa!? Antes me importaba, sentía algo, pero ahora, es como si hubiera muerto para mí ¡ya no me importa! Dejó de importarme.
Fuiste creado para que te importe y como cristiano, tu responsabilidad es hacer por ellos lo que tu Padre Celestial ha hecho por ti ¿sabes por qué? porque
“El amor de Cristo nos obliga..” (2 Corintios 5:14, NVI)
Es SU amor, no el comportamiento de tu familiar, no porque las cosas se aclararon, no porque responderá igual que tú, no porque lo merezca, sino porque el amor de Cristo nos obliga a poner la mesa, abrir la puerta y enviar la invitación para hacer lo que debes hacer, para hacer todo lo que esté en tu poder para reconciliarte con ellos y ellos contigo, sólo en caso de que alguna vez decidan, quieran ser reconciliados contigo y respondan que sí.
Hay un miembro de la familia que ¡ya no me importa! de vez en cuando mi esposa, esposo, hijo me dice: ¿por qué no llamas a tu mamá, hermana, padre, hijo? y en mi mente practico las razones y eso me recuerda de lo que hicieron y digo que no ¡ya no me importa!
Si reconoces que hay alguien en tu vida en esta situación, hoy darás el primer paso y será público. Si no lo haces ahora ¡nada cambiará! al salir de la reunión seguirás con tu rutina y te vas a sacudir este tema. Ahora sabes que este es el paso que debes dar y lo harás aquí entre nosotros.
Es el momento que Dios va a usar para hacer algo grande en tu vida, en tu familia y como iglesia reconoceremos el valor, el coraje que tienes para decidirte a dar este paso. Como iglesia estamos orgullosos.
Quizá a ti no te ha pasado nada de esto…aún, quizá en el futuro, porque esa es la naturaleza de las relaciones familiares. Si hay alguien en tu vida y harás algo al respecto ¡ponte de pie!
Palabra de Dios
Oremos