ADORACIÓN Y TRAICIÓN. Mar 14:3-9; ( Juan 12:1-8)
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Tema: ADORACION Y TRAICIÓN.
Tema: ADORACION Y TRAICIÓN.
Mateo 26:1–7 (Leales en Cristo: Estudio expositivo del Evangelio Según Mateo): En Betania: Adoración (Mateo 26:1–16)
INTRODUCCION:
En este punto Mateo inserta un vistazo en retrospectiva para describir el banquete en Betania y el hermoso acto de adoración que María realizó. Los líderes religiosos se reunieron para tramar contra Jesús, pero sus amigos se reunían para mostrarle su amor y devoción. Asimismo, al unir estos dos relatos, Mateo mostró la conexión entre la adoración de María y la traición de Judas. Fue después de la comida en Betania que Judas fue a ver a los sacerdotes y los ofreció su ayuda (Marcos 14:10–11). El reproche del Señor atizó la respuesta de Judas.
La fiesta en Betania tuvo lugar “seis días antes de la pascua” (Juan 12:1), en casa de Simón el leproso. Al parecer el Señor Jesús lo había sanado. Había por lo menos 17 personas en aquella cena: Simón, María, Marta, Lázaro, Jesús y los doce apóstoles. Fiel a su carácter de ser la hacedora de la familia, Marta se dedicó a servir (Lucas 10:38–42). Las tres personas clave en este suceso son María, Judas y Jesús.
María (Mateo 26:7). Sólo Juan identifica a esta mujer como María, hermana de Marta y Lázaro. Se la halla sólo tres veces en los Evangelios, en cada caso está a los pies de Jesús. Se sentó a los pies de Jesús para escuchar la Palabra (Lucas 10:38–42); se postró a sus pies después de la muerte de Lázaro (Juan 11:28–32) y le adoró a sus pies cuando lo ungió con el ungüento (Juan 12:1ss). María era una mujer profundamente espiritual. Encontró su bendición a los pies del Maestro, trajo a sus pies sus cargas y le dio a sus pies lo mejor.
Cuando combinamos los relatos de los Evangelios vemos que ella ungió la cabeza y los pies del Señor y le enjugó los pies con sus cabellos. El cabello de una mujer es su gloria (1 Corintios 11:15). Ella le rindió al Señor su gloria y le adoró con el precioso obsequio que trajo. Fue un acto de amor y devoción que llenó de fragancia toda la casa.
Judas (Mateo 26:8–9). Los discípulos no conocían el verdadero carácter de Judas. Su crítica de María sonaba tan espiritual que se le unieron para atacar a la mujer. Nosotros sabemos la razón verdadera por la que Judas quería que se vendiera el ungüento: El dinero sería echado en el tesoro, así él podría usarlo (Juan 12:6).
Judas es un personaje trágico. Fue llamado para ser uno de los discípulos de Cristo y fue hecho apóstol junto con los otros (Marcos 3:13–19). Recibió el poder para sanar (Mateo 10:1–4) y probablemente usó ese poder. La prueba de salvación no es el poder de hacer milagros (Mateo 7:21–29), sino la obediencia a la Palabra de Dios.
A pesar de su afiliación en el grupo de discípulos y su asociación con Cristo, Judas no era un verdadero creyente. Cuando Jesús les lavó los pies a los discípulos, dijo claramente que uno de ellos (Judas) no estaba limpio (Juan 13:10–11). Como muchos que hoy profesan ser creyentes, Judas estaba en el grupo de creyentes pero no era uno de ellos.
¿Por cuál razón siguió Judas a Jesús por tres años, escuchó su Palabra, participó de su ministerio y luego lo traicionó? Una cosa es cierta: Judas no fue víctima de las circunstancias, ni instrumento pasivo de la providencia. Estaba profetizado que uno de los amigos íntimos del Mesías le traicionaría (Salmos 41:9; 55:12–14). Pero este hecho no quita de Judas su responsabilidad. No debemos convertirlo en mártir debido a que cumplió esta profecía.
Aun cuando nunca podremos comprender totalmente la mente y el corazón de Judas, sí, sabemos que tuvo toda oportunidad para ser salvo. Jesús le advirtió con frecuencia; en el aposento alto Jesús incluso le lavó los pies. Probablemente Judas veía en Jesús la esperanza de la libertad política de Israel. Si Jesús estableciera su reino, Judas, como tesorero, tendría una posición importante. Cuando Jesús repetidamente rehusó convertirse en un Mesías político, Judas se volvió en su contra. Satanás halló en él un instrumento dispuesto. Satanás puso ideas en la mente de Judas (Juan 13:2) y luego entró en él para usarlo a fin de traicionar a Jesús y entregarlo al enemigo (Juan 13:27).
La vida de Judas es una advertencia para los que fingen servir a Cristo pero sus corazones están lejos de Dios. También es una advertencia para los que desperdician las oportunidades y la vida. “¿Para qué este desperdicio?”, preguntó Judas al ver el costoso perfume derramado sobre Jesús. Sin embargo, Judas desperdició sus oportunidades, su vida y su alma. Jesús le llamó “hijo de perdición” (Juan 17:12), que literalmente significa hijo de desperdicio.