19.El Libro del Génesis: El asesinato del justo Abel

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Introducción

Amados hermanos, hoy continuamos nuestro estudio en el Libro del Génesis.
A manera de recordatorio, el capítulo 4 del Libro de Génesis nos enseña:
El relato de Caín y Abel.
La Misericordia del Señor al dar descendencia a Adán y Eva.
El significado de los nombres de los hijos de Adán y Eva.
Las vocaciones de Caín a Abel.
La adoración al Señor presentada por Caín y Abel.
El errante Caín y su descendencia impía
La restitución divina de la simiente santa
Hoy con la ayuda del Señor completaremos la sección del relato de Caín y Abel en el capítulo 4 de Génesis. Este es el segundo sermón de esta porción del relato que hemos titulado (título del sermón)
En esta sección meditaremos en el crimen de asesinato perpetrado por Caín (la simiente maldita) contra Abel (la simiente santa), para lo cual meditaremos en:
La siniestra planificación de Caín
El asesinato del justo Abel

Exposición Bíblica

Y habló Caín a su hermano Abel; y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel y lo mató. (Gn 4:8)
Habiendo meditado en la gran misericordia que el Señor tuvo con Adán y Eva al darles descendencia y habiendo conocido la vocación de estos primeros hijos y sus presentes u ofrendas al Señor. Ahora veamos cómo la insatisfacción y enojo de Caín lo llevará a cometer el primer crimen perpetrado en la creación.

La siniestra planificación de Caín

Y habló Caín a su hermano Abel...
Caín después de ser exhortado por el Señor Vs. 7 para que pueda corregir su deficiente adoración. Él es cegado por completo por su pecado. El orgullo es el pecado que desencadenará toda la obra perversa de Caín.
Toda la siniestra obra de Caín comenzó en su corazón. Allí ideó y planificó la forma en que terminaría con la vida de su hermano.
¿Que haré para que no existan estos reproches a futuro? ¿Obedeceré las exhortaciones? no! mejor me desharé de aquello con lo que se me compara.
¿Cómo lo haré? ¿Cómo me desharé de este estorbo que lo único que hace es perjudicar mi tranquilidad?
Cuando alguno es tentado, no diga: Soy tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado cuando por su propia concupiscencia es atraído y seducido. (Stg 1:13-14)
En esta siniestra manera de pensar podemos ver los tristes efectos de la entrada del pecado en el mundo y en los corazones de los hombres. Vemos que la naturaleza corrupta es una raíz de amargura (He. 12:15) la cual conlleva esta hiel y ajenjo. Parecía un pecado pequeño que Adán comiera el fruto prohibido, pero abrió la puerta a uno mayor.
En la palabras del Señor Jesucristo, hasta acá, Caín ya era el asesino de su hermano en su corazón, pero ahora lo llevará a la práctica cegado completamente por su pecado.

Aplicaciones

Amado hermano si eres corregido por el Señor, ten mucho cuidado se der presa del orgullo. Las correcciones del Señor son buenas para ti, aunque al principio no sea agradable, al final son de bendición. Ciertamente ningún castigo al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; mas después da fruto apacible de justicia a los que por él son ejercitados. (Heb 12:11)
Incrédulo así es como piensas cuando te ves confrontado por tu pecado, tu orgullo pesa mucho más y eliges deshacerte de las exhortaciones que provienen del Señor en Cristo. Prefieres desechar a Cristo.
Solo hay dos simientes en esta tierra ¿a cuál perteneces? no existe lo intermedio.

El asesinato del justo Abel

y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel y lo mató.
Ahora que Caín a ideado y planificado la forma en la que se va a deshacer de la molestia que lo perturba, procede a ejecutar y lograr su siniestro cometido.
Caín perpetra el más horrendo crimen al hablar de manera amistosa y familiar a su hermano y llevarlo a caminar al campo donde de repente aquel que debía cuidarlo por se el mayor, aquel que era debía ser ejemplo de vida, procede a quitar la vida a su hermano menor. ¡Qué maldad!
Y la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, engendra la muerte. (Stg 1:15)
Pero en la raíz de este horrendo crimen, encontramos el fruto de enemistad que se encuentra en la simiente de la serpiente contra la simiente de la mujer. Del mismo modo en que Abel está a la cabeza del noble ejército de los mártires (cf. Mt. 23:35), así Caín está al frente del innoble ejército de los perseguidores (cf. Jud. 11).
El primero que muere es un santo, uno que era aceptado y amado de Dios por la fe en la simiente prometida, para demostrar que aunque la simiente prometida iba a ser destruida hasta ese punto, tenía poder sobre la muerte para salvar de su aguijón a los creyentes; con todo, ellos serían expuestos a su golpe. El primero que fue a la sepultura fue al Cielo.
Por la fe Abel ofreció a Dios mayor sacrificio que Caín, por la cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella. (Heb 11:4)
Pero aún detrás de este horrendo y triste relato se encuentra la intención de satanás, querer deshacerse de la simiente que aplastaría su cabeza. Pero como veremos sus intentos son vanos, ya que el único y perfecto Jesús vendrá, y aunque le fue quitada la vida, ni el deseo de satanás ni la muerte pudieron con Él. Cristo resucitó para que Abel y todos los que comparten la fe en la simiente prometida sean salvos y vivan eternamente.

Aplicaciones

Qué terrible es no solo idear el pecado sino consumarlo, amados debemos tratar seriamente con los pensamientos carnales o la mentalidad terrenal. Es un peligro más grande de lo que pensamos.
La enemistad con los hijos del diablo continúa hoy en día, esto podemos evidenciarlo en las persecuciones que muchos hijos de Dios sufren y asesinados por la fe en Cristo. Amados ser hijos de Dios, es ser aborrecidos por los hijos del diablo, incluso dentro de nuestra propia familia.

1. Esteban (San Esteban)

Esteban es reconocido como el primer mártir cristiano. Era un diácono de la iglesia primitiva en Jerusalén, conocido por su fe y sabiduría. Fue arrestado y llevado ante el Sanedrín, donde dio un discurso valiente que defendía su fe en Jesús como el Mesías. Este discurso enfureció a los líderes judíos, quienes lo llevaron fuera de la ciudad y lo apedrearon hasta la muerte. Mientras era asesinado, Esteban oró por sus agresores diciendo: "Señor, no les tomes en cuenta este pecado" (Hechos 7:60). Su martirio inspiró a muchos cristianos a permanecer firmes en su fe a pesar de la persecución.

2. Santiago el Mayor

Santiago, uno de los doce apóstoles y hermano de Juan, fue el primer apóstol en ser martirizado. Según el libro de los Hechos (12:1-2), el rey Herodes Agripa I lo mandó decapitar alrededor del año 44 d.C. La historia cuenta que su firmeza y fe durante su juicio y ejecución fueron tan impactantes que el soldado encargado de custodiarlo se convirtió al cristianismo en ese momento y fue ejecutado junto con él.

3. Pedro

Pedro, el líder de los apóstoles, fue martirizado en Roma durante el reinado del emperador Nerón alrededor del año 64 d.C. Según la tradición cristiana, Pedro fue condenado a ser crucificado. Sin embargo, pidió ser crucificado boca abajo, porque no se sentía digno de morir de la misma manera que Jesús. Esta historia resalta la humildad de Pedro y su profunda devoción a Cristo hasta el final.

4. Ignacio de Antioquía

Ignacio fue el obispo de Antioquía y uno de los padres de la iglesia más influyentes del primer siglo. Durante el reinado del emperador Trajano, Ignacio fue arrestado por su fe cristiana y llevado a Roma para ser ejecutado. En su camino a Roma, escribió una serie de cartas a varias iglesias cristianas, animándolas a permanecer firmes en su fe. Fue finalmente llevado al Coliseo, donde fue arrojado a los leones. Sus últimas palabras reflejan su deseo de unirse a Cristo en el martirio: "Soy el trigo de Dios, y seré molido por los dientes de las bestias para convertirme en el pan puro de Cristo".

5. Policarpo de Esmirna

Policarpo fue obispo de Esmirna y discípulo del apóstol Juan. Fue arrestado durante una persecución en el año 155 d.C. y llevado al estadio para ser ejecutado. Se le ofreció la oportunidad de renunciar a su fe y salvar su vida, pero se negó, diciendo: "Ochenta y seis años he servido a Cristo, y Él nunca me ha hecho daño. ¿Cómo puedo blasfemar a mi Rey que me ha salvado?". Fue quemado en la hoguera, pero según la tradición, las llamas no lo consumieron, por lo que finalmente un soldado lo mató con una lanza. Su valentía y fidelidad hasta la muerte lo convirtieron en uno de los mártires más venerados de la iglesia primitiva.
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