Bendición que Honra a Dios

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Bendición que Honra a Dios

Al escuchar la palabra “poder” o “influencia” solemos pensar en personas reconocidas o en autoridades; pero, aunque tú no lo creas ¡tú tienes influencia! si eres padre, madre, hermano, tía, empresario, gerente, vendedor, contador, licenciado, médico, etc. Y debes saber que el poder o influencia es otorgado, se nos fue dado, y así se nos puede quitar. Ningún poder humano dura para siempre, es una mayordomía temporal, somos responsables y tenemos que dar cuentas.
Esta mañana estudiaremos sobre ¿qué haces con ese poder/influencia que tienes? Has tenido ejemplos de personas que han usado su influencia de manera positiva en tu vida: te animó, te enseñó, te empujó a crecer; también quien la usó de manera negativa y te lastimó.
Quizá has conocido personas que fueron más allá y compartieron su poder o influencia contigo para darte una oportunidad en un negocio, una oficina. Tenía el poder y lo usó para que tu crecieras.
¿Por que Dios permite que tengamos poder o influencia? como cristianos esto es importante de entender y saber el por qué.
Cuando nuestro Señor Jesús lavó los pies de sus discípulos fue una demostración de lo que hace alguien que tiene influencia. Si tú eres el de mayor poder o influencia en un grupo, salón, taller, empresa, como cristianos usamos ese poder para beneficio de las demás personas, Jesús lo hace ¡lavando los pies!
Uno de los peligros de tener poder es que somos tentados para proteger el poder mismo y lo hacemos porque ¡es lo que la mayoría hace! Si tienes una posición de poder en el negocio, gobierno, política debes proteger ese poder para perpetuarte en ese lugar. Pero al hacer eso, muchas veces terminamos mal con Dios, porque para proteger esa oportunidad que Dios te dio, vas a querer resistir la voluntad de…Dios.
¿Alguna vez has deseado algo, lo buscas, te esfuerzas y decías: Dios concédeme esto, ayúdame, con el tiempo te llega y dices ¡gracias Dios mío!? Das testimonio: Dios respondió mi oración. Quizá alguna situación económica, no podías cumplir un anhelo y de pronto tienes eso que antes creías imposible y dices: es como un milagro ¡gracias Dios porque me lo has concedido! Ahora estás en una zona cómoda, de poder o influencia, ya sea una relación, un trabajo, negocio y le das el crédito a Dios.
Pero pasa el tiempo, llega un momento decisivo en que puedes honrar a Dios con eso que tienes, ese trabajo, empresa, deporte, empresa, pero, para poder honrar a Dios tienes que renunciar a esa posición, negocio, poder, influencia, a eso que ¡antes no tenías! pero ahora sí y te apasiona, te anima, te motiva a levantarte cada día.
En la empresa tienes que sacrificar la ética, hacer algo que no está bien o puedes usar el poder, la influencia para honrar a Dios, aunque eso signifique ¡perder el trabajo! o hacer lo que tengas que hacer para mantenerte en esa situación de poder o de influencia.
Llega el punto en que quienes ahora tienen la empresa que antes no tenían, la oportunidad que antes no tenía, el dinero que antes no tenían, la relación que antes no tenían y llega la oportunidad de honrar a Dios o pueden mantener esa condición de poder o influencia. ¿Qué harán?
Antes de tener eso, dinero, empresa, negocio, popularidad, esposo o lo que sea decían: si tuviera esto o aquello…pero ahora que lo tienen las cosas cambian, las reglas cambian y se resisten a la voluntad de Dios para poder mantener esa bendición.
Saben que lo que tienen es ¡gracias a la misericordia de Dios! Pero ahora, usan esa bendición de Dios para rechazar a Dios y así seguir teniéndola. ¡Qué complicados somos! ¿no es cierto?
Antes era un anhelo, no pensaban que fuera posible, pero al tenerlo, el poder intoxica, ya sea el poder en una relación, posición, financiero, el poder aturde. Y al estar en esa posición de poder eres tentando a cambiar las reglas y usarlo de manera que no honra a Dios, pero te permite mantener o proteger el poder o influencia y eso ¡sucederá en tu vida!
El pasaje que veremos ilustra esto. Caifás es el judío más poderoso de la época en que vivió Jesús. Ha sido sumo sacerdote por 15 años, tenía el poder religioso, social en Jerusalén y el poder político y económico con Roma. Es la única persona en todo Israel que una vez al año podía entrar al lugar santísimo a ofrecer sacrificios por los pecados del pueblo.
Además era el presidente del Sanedrín, el consejo que hacía las leyes, interpretaba los mandamientos. Era un líder muy poderoso en este grupo de gran poder e influencia.
Tenía influencia en Roma porque era el enlace con ellos. Cuando Caifás hablaba, Roma escucha, porque habla en nombre del pueblo, algo así como nuestros diputados y senadores. Mmmmm.
Antes de que Jesús apareciera, ellos controlaban la vida política, social, religiosa de Israel. Como sumo sacerdote tenía la responsabilidad de identificar al Mesías. Por muchos años varios dijeron ser el Mesías, su trabajo era identificar al verdadero Mesías. Era algo muy delicado.
Si decían que alguien era el Mesías y era falso ¡Dios no los respaldaría! y además los romanos creerían que el Mesías perseguía el poder político y lo aplastarían. No podían respaldar a cualquiera, si decían que era el Mesías, todo el pueblo lo apoyaría y Roma se vendría encima.
Aparece Jesús y empieza a enseñar de forma diferente, hace milagros, pero su teología rompe las reglas y leyes establecidas. Es verdad que hace cosas sorprendentes, pero ataca a los líderes religiosos y son ellos quienes tienen el poder y la influencia.
Si Jesús es el Mesías, los fariseos y saduceos que son atacados por Jesús, saben que están en una posición precaria. Porque Jesús ha dicho de ellos públicamente, que son unos hipócrita, falsos y que son ejemplo de lo que no deben ser.
Claro que se sienten ofendidos, porque su único trabajo es ¡cumplir la ley! tener el corazón limpio y reconocer al Mesías. Se supone que ellos debían ser lo mejor de lo mejor y Jesús les dice que más bien son unos sepulcros blanqueados, ponen cargas a otros que ni ellos pueden llevar, son unos malvados, hacen cosas externas pero en su interior su corazón está mal.
Por eso estos hombres están en aprietos. Por una parte Jesús parece ser el Mesías, pero si es así, no hace nada para ganarse la aprobación, el favor de estos hombres que son quienes tienen el poder o la influencia. Ellos piensan: si Jesús es el Mesías ¡ya fuimos!
La gente les pregunta ¿es Jesús el Mesías? y no saben que decir, porque hace milagros, pero habla mal de ellos.
De pronto sucede algo que quita muchas dudas. Unas personas les dicen que Lázaro, amigo de Jesús estaba muy enfermo, sus hermanas enviaron por Jesús, no llegó a tiempo, muere, llega 4 días después y ¡resucita a Lázaro! NARRADO.
El muerto vuelve a la vida, camina, la gente se vuelve loca, quienes se negaban a reconocerlo como el Mesías, ahora creen en ÉL. Es cierto, es medio raro, poco ortodoxo, pero ¡el muerto resucitó! Así que yo me uno a su equipo, quiero estar de su lado.
Las cosas cambian para Jesús, ahora Caifás y sus amigos están en un dilema. Ahí empezamos la historia de hoy ¡lean su Biblia!
Al ver lo que sucedió, muchos de los que estaban con María creyeron en Jesús; pero otros fueron a ver a los fariseos para contarles lo que Jesús había hecho.” (Juan 11:45–46, NTV)
Los fariseos y otro grupo llamado saduceos no se llevan entre ellos. Los fariseos creen en la resurrección y lo saduceos no, tampoco creían en el mundo espiritual, rechazan toda idea de ángeles, demonios. Los fariseos odian a los romanos y los saduceos son más tolerantes con ellos. Jesús ataca ambos grupos, así que a los 2 grupos no les conviene que Jesús sea el Mesías.
Entonces, los principales sacerdotes y los fariseos convocaron al Concilio Supremo. «¿Qué vamos a hacer? —se preguntaron unos a otros—. Sin duda, ese hombre realiza muchas señales milagrosas. Si lo dejamos seguir así, dentro de poco todos van a creer en él. Entonces, el ejército romano vendrá y destruirá tanto nuestro templo como nuestra nación».” (Juan 11:47–48, NTV)
¡Alto! ¿cómo que “nuestra nación”? ¿qué quieres decir? Pues eso ¡nuestra nación! Y decimos a poco ¿es tu nación, te pertenece? Bueno Dios llamó a un hombre llamado Abraham para empezar la nación de Isra…Ah, entonces no es tu nación sino ¡es la nación de Dios! Bueno sí, pero Dios nos puso al frente para decidir por la nación, somos los meros, meros…por un tiempo. Aunque como lo dices, pues sólo somos instrumentos y Dios nos ha dado un poquito de poder.
¿Ves lo que pasa? En un momento estos hombres, teólogos, ilustrados, educados, pasan de tener una relación de dependencia de Dios, a querer hacer lo que hacemos tú y yo muchas veces. Queremos hacer lo necesario cuando nuestro poder/influencia se ve amenazado.
Si Jesús gana ¡yo pierdo mi lugar, influencia, poder! Si las cosas siguen así, eso va a pasar y les decimos: ¡no es tu nación! ¡es de Dios! Pero en el momento que ven amenazado su poder, pensaron ¡la nación nos pertenece! hay que hacer lo que sea para mantenerla, bueno, más bien para mantener el poder y nuestra influencia.
Ahora, usemos esta información para ver nuestra situación, tu negocio, empresa, trabajo, taller, ministerio, oficina, autoridad, etc. Cuando dices: si mi amigo mete la solicitud, pierdo el puesto, la gerencia, el trabajo. Si hago lo que honra a Dios ¡pierdo seguridad económica! Si hago lo correcto corro el riesgo que me corran, que otro ocupe mi lugar, mi posición ¡mi nación!
Dios dice: ¡alto! ¿de dónde te llegó ese poder/influencia? Ese negocio, trabajo, empresa ¿quién te lo dio? ¿acaso no es lo que me oraste y te concedí? Me agradeciste, diste testimonio, hasta fueron a ungirlo, dijiste que gracias a Dios tienes ese trabajo, esa relación, empresa, negocio, posición. Me diste el crédito, me alabaste y ahora resulta que dices que es sólo tuyo, que nadie te lo dio, que lo obtuviste tú sólo y lo tienes que defender a cualquier costo ¿qué pasó? Esa es la mentira del poder.
Lo que nos pasa es lo mismo que le pasó a Caifás y a casi todas las personas. De pronto sentimos la presión de usar el poder, la influencia que Dios nos dio para defender ese poder/influencia y hacer cosas que deshonran a Dios, pero protegen la bendición que antes reconociste que vino de Dios.
¿Qué pasa? Es la mentira del poder eso es lo que pasa. Pierdes piso y atesoras más la bendición que al dador de la bendición. Quieres más lo que has recibido que a quién te lo ha dado.
Estas personas preparadas, pensaron que era su nación y si no se deshacen de Jesús, llegará Roma y les quitará su lugar. Temieron más a Roma que lo que debían temer a Dios.
¿Qué te sucede a ti y a mí? ¡Lo mismo! Por eso cuando veas que estás peleando con Dios por la bendición que te ha dado o prefieres perder tu relación con ÉL que perder lo que Él te dio y dices: si hago lo que agrada a Dios, salgo perdiendo yo. Así es como abandonas la voluntad de Dios por querer quedarte con la bendición que antes reconociste que Dios te la dio.
Lo que dices es: Dios, eres importante para mí, pero esto que tengo ahora ¡es más importante que tú! Esta relación, este trabajo, esta posición, esta cantidad en el banco, este reconocimiento, etc. Me quedo con esto y abandono a quién lo creó y me lo dio.
¡Esto no tiene sentido! pero el poder/influencia es tan engañoso que en un momento de la vida serás tentado a no obedecer a Dios, o negarlo con tal de quedarte con lo que Dios te ha dado. Y nadie sobrevive mucho tiempo así, porque ¡todo nos ha sido dado! Es una mayordomía y así como se te dio, se te puede quitar.
¿Qué harás con lo que tienes…mientras lo tienes? Quizá tú no veas las consecuencias, pero eso que “cuidas” para que tus hijos lo tengan, al hacerlo a tu manera, seguramente se perderá. ¿Qué harás con lo que tienes…mientras lo tienes? Serás de los únicos de la escuela, empresa, negocio, política que dirá: no haré esto sólo por el poder; mientras lo tenga veré la manera de honrar a Dios. Lo usaré para honrar a quién me lo dio.
Estos hombres tenían mucho qué perder.
Caifás, quien era el sumo sacerdote en aquel tiempo, dijo: «¡No saben de qué están hablando!” (Juan 11:49, NTV)
Una forma política de decir: “tontos, no saben nada, es sencillo ¿creen que es complicado? se ponen a temblar, la gente sigue a Jesús ¿qué haremos? Si Jesús sigue haciendo milagros, estamos en aprietos, pero la solución es sencilla:”
No se dan cuenta de que es mejor para ustedes que muera un solo hombre por el pueblo, y no que la nación entera sea destruida».” (Juan 11:50, NTV)
¡Yo salvaré la nación y nuestro lugar! Tengo el poder, mandaré una carta a Herodes, otra a Pilato, contrato unos soldados, unos testigos falsos, usaré el poder que tengo -¿de dónde vino ese poder?-, no quiero hablar de eso, pero lo usaré para hacer mis movimientos.
Pero ¿quién te dio el poder? Eso después, por ahora tengo mucho qué hacer, debemos movernos rápido, lo tenemos que arrestar, con mi influencia como sumo sacerdote no será difícil. ¿Quién te puso como sumo sacerdote? -déjame terminar, ahora te atiendo-, usaré mi poder para salvar a mi nación ¿de quién es la nación? después, ahora no. Manos a la obra, usaré mi poder para deshacernos del problema y Roma nos dejará en paz. Usaré mi poder para proteger…mi poder.
Así que, a partir de ese momento, los líderes judíos comenzaron a conspirar para matar a Jesús.” (Juan 11:53, NTV)
Al ver la historia decimos ¡no sean necios! ese hombres acaba de levantar un muerto que ya apestaba. Es mejor estar de SU lado, le dio vista a los ciegos, sanó enfermos, calmó la tempestad ¡qué más evidencia necesitan! ¿por qué toman malas decisiones¡ ¡hagan lo correcto, síganlo!
Al ver tu situación y la mía, si ves mi vida, será obvio lo que tengo qué hacer, si veo tu vida para mi será obvio lo que tienes que hacer. No entres en ese negocio, no hagas eso sólo para subir de posición. Es fácil decirlo, a menos claro, que seas tú quién ve amenazado su influencia o el poder, porque el poder intoxica y no puedes pensar bien y nos vemos en dilemas absurdos. Peleas contra Dios para mantener la bendición que Dios te ha dado.
Sacrificamos la ética para quedarnos con la posición, la empresa, sacrificamos la obediencia para quedarnos con la bendición que ¡Dios te dio! Ahora que tienes dinero ¡lo escondes para no darlo! Y haces lo mismo que hizo Caifás: Rechazó a Dios para quedarse con la bendición que Dios le dio. Eres el mayordomo, yo soy el mayordomo del poder o influencia temporal que Dios nos dio.
¿Sabes qué le pasó a Caifás? Tuvo éxito en su plan. Contrató testigos falsos, envió cartas, usó su poder financiero, sus relaciones y no sólo golpearon a Jesús, sino que lo crucificaron. Caifás el hombre importante de influencia y poder.
Pero ahora, 2 mil años después, seguimos adorando a Jesús. Y Caifás y el sanedrín sólo son relleno en la historia del hombre que dijo: ¡no usaré el poder en mi beneficio! Lo usaré para el bien de mucha gente. Lo usaré para honrar a mi Padre.
Si conoces a Caifás y otros miembros del sanedrín ¡es por Jesús! y no al revés.
Esto que vemos no es fácil, es duro. La pregunta es ¿con qué te ha bendecido Dios y ahora lo usas para resistirte a Su voluntad?
¿Recuerdas cuando empezabas el negocio, al empresa? Dios dame trabajo, una oportunidad. Dios tuvo misericordia y ahora ¿qué haces con esa influencia y poder? ¿Lo usas sólo para tu satisfacción de forma egoísta? o ¿lo usas para bendecir, lo usas para ser obediente y ser agradecido?
¿Cómo usas la influencia y autoridad que tienes como cónyuge?
No tenías trabajo, oraste, pediste y ahora tienes trabajo y resulta que ese trabajo te aleja de servir y honrar a Dios!
Le pediste amigos y ahora esos amigos te están alejando de Dios, etc.
¿Querías hijos y ahora que los tienes no los acercas a Dios? Y te olvidas que los pediste a Dios y ÉL te los concedió.
No tenías recursos y ahora tienes más que antes y usas cualquier argumento para evitar dar a Dios -quién te lo dio-, lo que ÉL te pide.
¿Qué crees que estás haciendo? El poder, la influencia que tienes te fue dada y por eso en cualquier momento te lo pueden quitar. Mientras lo tengas ¡úsalo para honrar a Dios! Porque el poder es temporal. No esperes perderlo para decirle a Dios ¡Si me permites tenerlo una vez más, ahora sí seré obediente!
La pregunta es ¿en qué área estás peleando, desobedeciendo a Dios? ¿qué te ha dado Dios y ahora eso es más importante que Dios mismo?
¿Qué tienes miedo de perder? Aunque al tenerlo reconociste que Dios te lo dio, ahora ¿qué tienes miedo de perder? relaciones, poder, autoridad, dinero, prestigio, y eres tentado a deshonrar al proveedor con tal de quedarte con la provisión.
¿Qué crees que haces? vives como si pudieras controlar las cosas y dices: “tengo el poder, recursos, contactos, influencia para seguir así con este negocio, etc”. Eso mismo pensó Caifás y mira lo que pasó.
Llegará el día en que todo poder e influencia como padre, abuelo, tío, director, funcionario, maestra, dueño, empresario, te será quitado, cuando mueras. Y te preguntarán ¿qué hiciste con ese poder/influencia mientras lo tuviste?
No resistas la voluntad de Dios y dile: ¡Dios a partir de ahora te voy a honrar! Aunque eso signifique perder lo que tengo. ¿Cómo te puedo honrar aunque para eso, tenga que alejarme de lo que creo que es importante? ¿Cómo puedo honrarte aunque después tenga menos de lo que tengo ahora?
Si haces esa pregunta y pides sabiduría, Dios es quién te puede dejar en ese lugar, trabajo, posición, empresa, relación y puedes ser ejemplo de alguien que sabe que el poder es temporal y debe ser usado para obedecer a Dios y para bendecir a otras personas, para honrar a Dios quien te lo dio.
No resistas la voluntad de Dios para mantener la bendición de Dios. El poder, la influencia es fugaz, es temporal y un día te será quitado. Mientras tanto, tienes la oportunidad de bendecir a otras personas y de honrar a Dios con tu obediencia.
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