1- Mayordomía Cristiana - Introducción

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Lucas 16:1–2 NVI
Jesús contó otra parábola a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador a quien acusaron de derrochar sus bienes. Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto.”

INTRODUCCIÓN

Hoy comenzamos con esta campaña de mayordomía cristiana, que creo, va a ser de mucha bendición para todos.
Cuando se habla del tema, Mayordomía, nosotros pensamos en palabras como responsabilidad, deber y aun obligación.
Pensamos, primeramente, en nosotros mismos y en nuestra obligación: en lo que nosotros tenemos que hacer. Creemos que la mayordomía es algo que hacemos con lo nuestro para Dios, con nuestro tiempo, algo de nuestro dinero, algo de nuestro esfuerzo a Dios. Algunos piensan que deben hacerlo porque así lo manda la ley. "Hay que cumplir con la ley."
Por otro lado, pensamos que Dios necesita algo de lo nuestro para hacer Su obra.
Pero cuando nosotros pensamos así, estamos profundamente equivocados.
La mayordomía no comienza con nosotros, comienza con DIOS.
No comienza con deberes, ni obligaciones, ni responsabilidades. La mayordomía comienza con la GRACIA. Y antes de preguntar, ¿Qué tengo que hacer por Dios? tenemos que preguntar ¿Qué hizo Dios por mi? y ¿De dónde proviene todo lo que tengo?
La meta principal de esta campaña es que podamos entender la relación entre Dios, el mundo y el hombre. Una vez que entendamos esta relación, podremos hablar con entendimiento de la mayordomía.
Y para esto elegí un texto, que nos ayude a ver algunas verdades fundamentales y simples que enseña Jesús en este pasaje y vamos a detenernos en los primeros dos versículos para descubrir cuatro principios fundamentales para entender lo que es la mayordomía cristiana.

DESARROLLO

Dios, dos veces, el dueño de todo.

Lucas 16:1 NVI
Jesús contó otra parábola a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador a quien acusaron de derrochar sus bienes.
Este “hombre rico” al que hace referencia Jesús, no es nada más ni nada menos, que él mismo Dios.
Cuando los hombres nacimos, ya todo estaba acá.
¿Cómo se hace uno dueño de algo? Nosotros todos entendemos que hay solamente dos maneras legítimas de hacerse dueño de algo: hacerlo o comprarlo.
Dios, según Génesis 1:1, creó todo lo que existe. Y por haberlo hecho todo, El es el Dueño de todo.
Nosotros para “crear algo” siempre tenemos que usar otra cosa que ya existe, pero Dios creó todo de la nada misma, y por es Dios es el Dueño absoluto. No hay ningún otro que pueda reclamar lo que es de Dios.
En cierto sentido es muy fácil decir que Dios es Dueño de todo. No nos cuesta nada decir que Dios es el Dueño de todo el mundo.
Sea cristiano o no, la mayoría de la gente lo cree, no hay ningún problema, casi todo el mundo lo cree. Eso sí mientras hablemos en términos muy generales nadie se incomoda.
La biblia dice:
Salmo 24:1 NVI
Del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan;
Hageo 2:8 NVI
Mía es la plata, y mío es el oro—afirma el Señor Todopoderoso—.
Ezequiel 18:4 NVI
La persona que peque morirá. Sepan que todas las vidas me pertenecen, tanto la del padre como la del hijo.
Pero qué pasaría si te pregunto, ¿A quién le pertenece la plata que está en tu bolsillo? ¿De quién es la casa, el auto, el trabajo que tenés? ¿A quien le pertenecen los hijos que tenes? ¿A quién le pertenecen todos los dones y talentos que tenes? ¿A quién pertenecen todas las cosas que están dentro de tu casa?
Ahora no es tan fácil decir que Dios es el Dueño de todo no?.
Si hablamos de todo en términos generales, está bien. Pero cuando comenzamos a hablar de algunas cosas específicas y particulares, cosas que consideramos "nuestras", el asunto se pone más difícil. Dios puede ser Dueño de todo, pero no queremos que El se fije en lo nuestro.
Dios no es solamente Dueño de todo el mundo, sino que es Dueño también de todo lo "mío".

Somos administradores.

Lucas 16:1 NVI
Jesús contó otra parábola a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador a quien acusaron de derrochar sus bienes.
¿Quién es el dueño actual del mundo? Según Génesis 1, no hubo ninguna transferencia del título del mundo, Dios sigue siendo el dueño.
Pero sí, entregó todo lo que había creado al ser humano, pero no se lo entregó como posesión. El ser humano habría de ser el mayordomo o administrador de todo lo que le pertenecía a Dios.
Podía disfrutar de algunos privilegios como mayordomo, pero de ninguna manera se convertiría en el dueño de todo.
Y de la misma manera, tal como lo hizo con Adán, Dios nos ha confiado el rol de administradores.
Al vernos a nosotros mismos como administradores, entramos en una correcta relación con las pertenencias (riquezas materiales), posibilidades (tiempo y oportunidades), y habilidades (dones y talentos) que Dios nos ha confiado.
No elegimos ser o no ser mayordomos, nacemos para administrar lo que es de Dios.
¿Qué lugar ocupa el hombre? Dios lo puso a administrar sus obras. Fructificad-Multiplicad-Señoread la tierra, que labrara y cuidara el huerto, que pusiera nombre a los animales y esta mayordomía continúa hasta el día de hoy y llegará el día que rendiremos cuenta de todo lo que El nos dio para administrar:
Sea mucho o sea poco.
Sea bueno o sea malo.
1 Corintios 4:2 RVR60
Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel.

Él nos da todas las cosas.

Lucas 16:1 NVI
Jesús contó otra parábola a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador a quien acusaron de derrochar sus bienes.
Al administrador, en este pasaje, se lo acusa de despilfarrar los bienes que le pertenecían al hombre rico.
Por su puesto que el hombre rico, representa a Dios y el administrador, al ser humano.
1. DIOS LE DA TODO AL SER HUMANO.
2. EL HOMBRE TIENE QUE DEDICARSE A ADMINISTRARLO.
3. DIOS ESPERA LOS RESULTADOS DE LA ADMINISTRACIÓN.
Esto es muy explícito en versículo 27, donde el dueño le dice al siervo,
Mateo 25:27 NVI
Pues debías haber depositado mi dinero en el banco, para que a mi regreso lo hubiera recibido con intereses.
El dinero era del dueño, no fue regalado, y como dueño esperaba que fuera invertido.
Pablo les dice claramente a los Corintios:
1 Corintios 4:7 NVI
¿Quién te distingue de los demás? ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué presumes como si no te lo hubieran dado?
Todo lo que tenemos nos fue dado por Dios.

Tendremos que rendir cuentas.

Lucas 16:2 NVI
Así que lo mandó a llamar y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Rinde cuentas de tu administración, porque ya no puedes seguir en tu puesto.”
Una cosa es clara en el Nuevo Testamento, Dios espera de nosotros que seamos buenos mayordomos y tendremos que responder a El sobre esto.
Vemos entonces, que la Biblia nos enseña abundantemente sobre la mayordomía.
Romanos 14:12 NVI
Así que cada uno de nosotros tendrá que dar cuentas de sí a Dios.
La vida cristiana empieza precisamente en aprender a ser buenos administradores de todo lo que Dios nos dio.
Ser mayordomos debe ser nuestro modo natural de vida. Jesucristo es el Señor; El por tanto debe ocupar el centro de nuestras vidas.
1 Pedro 4:4–5 NVI
A ellos les parece extraño que ustedes ya no corran con ellos en ese mismo desbordamiento de inmoralidad, y por eso los insultan. Pero ellos tendrán que rendirle cuentas a aquel que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos.
¿Sabías que Jesús siempre rendía cuentas a su Padre? Aunque era el Hijo de Dios, siempre se dejó llevar por los planes de su Padre, y rendía cuentas de todo cuanto hacía.
Juan 5:30 NVI
Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta; juzgo sólo según lo que oigo, y mi juicio es justo, pues no busco hacer mi propia voluntad sino cumplir la voluntad del que me envió.
En toda circunstancia, Jesús siempre buscaba la aprobación divina y se dejaba guiar por la instrucción del Espíritu Santo.

CONCLUSIÓN

Lucas 16:10–13 (NTV)
»Si son fieles en las cosas pequeñas, serán fieles en las grandes; pero si son deshonestos en las cosas pequeñas, no actuarán con honradez en las responsabilidades más grandes.
Entonces, si no son confiables con las riquezas mundanas, ¿quién les confiará las verdaderas riquezas del cielo?;
y si no son fieles con las cosas de otras personas, ¿por qué se les debería confiar lo que es de ustedes?
»Nadie puede servir a dos amos. Pues odiará a uno y amará al otro; será leal a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y al dinero».
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