El llamamieto Peligroso

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Más que conocimiento y habilidad:

Nueva Traducción Viviente (Capítulo 4)
«Abraham le creyó a Dios, y Dios consideró a Abraham justo debido a su fe»
Nuestro llamado no esta basado en las caracteristicas personales, aunque éstan influyen en la forma en que nos desarrollamos dentro del ministerio. Si pensamos en el llamado de Abraham debemos entender que él no fue llamado por sus capacidades sino por su fe. El texto nos invita a pensar en que la fe de Abraham es el recurso necesario para que Dios lo llevara a cumplir con su propósito. Sin embargo, Abraham contaba con los recursos necesarios para salir de la casa de sus parientes y llegar a donde Dios le pidió que fuese. No vemos a Abraham sufriendo por recursos en el camino. No obstante, Dios no lo llamó por sus recursos, sino por su fe.
Por otro lado, tenemos también a un Moisés que fue llamado a hablar delante de faraón como representante de Dios, siendo él un tartamudo inseguro. Que humor tan negro de parte de Dios ¿No creen? Lo cual demuestra que Dios no llamó a Moisés por las cualidades que tenía para llevar a cabo su ministerio. Pienselo un momento, !Moises! No estaba preparado y podriamos decir que estaba descartado para llevar a cabo la labor que se le había encomendado. No obstante, su labor se complementaba con otras caracteristicas en él que lo llevarían a encontrar a un equipo que funcionara perfectamente en funcion de su llamamiento. Así mismo tenemos a Isaías, quien fue llamado a hablar a un pueblo pecador siendo él mismo un pecador con “Labios Inmundos”. Pero en este caso, vemos que Dios le prepara y purifica para que lleve a cabo su labor.
Nuestro llamado va más alla de nuestras capacidades, experiencias y conocimientos. Tiene que ver con nuestra fe, con como Dios se nos ha revelado y con la soberana voluntad del Señor a quien debemos obedecer. Como bien dice P.D. Tripp “solo una profunda gratitud por un Salvador sufriente puede hacer que un hombre esté dispuesto a sufrir en el ministerio”.
Ninguno de los hombres que nombramos anteriormente fueron nombrados en la Biblia por su capacidad de liderear, aun que ésta la podemos observar en algunos casos en particular. Todos ellos fueron nombrados en la Biblia porque tuvieron la fe suficiente para creer en lo que Dios haría a través de ellos, establecer una nación, liberar al pueblo de Egipto o dar un mensaje de esperanza y redención. Cualquiera que sea nuestra labor, Dios nos está llamando a formar parte de lo que él ya está haciendo en nuestro rededor y no ha inventar un camino nuevo.

Articulaciones y ligamentos:

En muchas ocasiones los pastores nos mostramos como personas agenas al pueblo de Dios. No conversamos con la iglesia que pastoreamos, no tenemos amistades dentro de ella porque nos rodeamos de puros “siervos de Dios”. Y en ocasiones hasta tenemos asientos recervados dentro del edificio donde solo los pastores y familias se pueden sentar. Sin embargo, se nos olvida que nuestra función no es un puesto de liderazgo, sino una función de servicio. Es decir, no dejamos de ser parte del pueblo de Dios porque servimos dentro del pueblo de Dios. Somos parte del pueblo de Dios, y como tal, tenemos las mismas necesidades que tiene el resto del pueblo. como bien dice P.D. Tripp: “El pastor más influyente o el líder ministerial es un miembro del cuerpo de Cristo y, por lo tanto, necesita lo que los otros miembros del cuerpo necesitan”.
No puede una persona falta de relación con Dios llevar a los demás a ser saciados en el Espíritu, así como tampoco puede alguien que está cargado expresar que sus cargas están depositadas en la cruz de Jesús. Por ello, hay actividades dentro del desarrollo ministerial que pueden ayudar a que el pastor tenga un ministerio más efectivo, pero sobre todo, saludable. Una de esas actividades es el asistir a un grupo pequeño dentro de la iglesia que él no este liderando. Otra actividad es escuchar un sermón o más con el único fin de ser alimentado. El descanso y el retiro en familia también es una actividad que alimenta el llamado pastoral. Estas actividades no son las únicas que puede llevar a cabo el pastor para ser un mejor siervo de Dios, pero son algunas con las que podemos empezar si estamos fallando en nuestra relación con Él.

La Congregación Faltante

11 Ahora bien, Cristo dio los siguientes dones a la iglesia: los apóstoles, los profetas, los evangelistas, y los pastores y maestros. 12 Ellos tienen la responsabilidad de preparar al pueblo de Dios para que lleve a cabo la obra de Dios y edifique la iglesia, es decir, el cuerpo de Cristo. 13 Ese proceso continuará hasta que todos alcancemos tal unidad en nuestra fe y conocimiento del Hijo de Dios que seamos maduros en el Señor, es decir, hasta que lleguemos a la plena y completa medida de Cristo.

Si bien es cierto el pastor tiene la responsabilidad de muchas areas dentro de la iglesia. Una de sus mayores actividades es la de aprender a delegar a los hermanos tanto la responsabilidad como la capacidad de descubrir cual es su propio llamado dentro del pueblo de Cristo.
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