LA VERDADERA SANTIDAD

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LA VERDADERA SANTIDAD

«Sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir» (1 Pedro 1:15).
1 Pedro 1:15 RVR60
sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;

INTRODUCCIÓN: En un sentido absoluto sólo Dios es Santo. Por lo tanto, las cosas y las personas son santificadas por Él. La santidad cuando es aplicada a las personas o las cosas implica una separación para Dios y una dedicación a Dios.

La Santificación en el sentido amplio: todo lo que Dios hace para salvar a los pecadores

La santificación en el sentido estricto: la nueva vida que Dios capacita al cristiano para llevar por medio de la fe en Jesús

I. La santidad oculta:

1. Sus exponentes enseñan que la naturaleza humana es mala, perversa, pecaminosa…

2. Mediante la flagelación y el castigo corporal, la carne se puede rendir ante el alma. Por ende cuando lo espiritual reina sobre lo carnal la santidad se realiza.

II. La santidad mística:

1. El énfasis aquí se pone sobre las experiencias de orden místico, en las cuales el alma y el Espíritu de Dios pueden fusionarse en una experiencia de orden sobrenatural.

2. Sus practicantes recurren a la trascendencia mental, la metafísica y la meditación en su búsqueda espiritual.

3. Estas prácticas los hacen susceptibles a la presencia demoníaca.

III. La santidad sacramental:

1. Sus exponentes enfatizan una gracia objetiva, una salvación meritoria, una santificación mediante obras.

2. Por ejemplo, la orden católica de los Franciscanos, al igual que otras órdenes, resalta los votos de castidad, de caridad y de pobreza. O sea que, mediante la privación a la unión matrimonial y la renuncia a los bienes materiales, se puede alcanzar un mejor grado de santidad.

3. Un hombre o una mujer casados pueden ser tan santos como aquellos que nunca han pronunciado el voto matrimonial. En el otro extremo se ha visto que en muchas de estas órdenes religiosas, por sus regulaciones se ha promovido el homosexualismo, la fornicación y el lesbianismo.

IV. La santidad ascética:

ascetismo n. m. 1 Ejercicio y práctica de un estilo de vida austero y de renuncia a placeres materiales con el fin de adquirir unos hábitos que conduzcan a la perfección moral y espiritual:

1. Se enseña que la vida monástica o de retiro familiar, laboral y vocacional puede acercar más al creyente con Dios.

2. El Señor Jesucristo en su clásica oración de intercesión oró diciendo: «No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad» (Juan 17:15–17).

3. El cristiano ha sido llamado a ser santo, no alejándose del mundo o escondiéndose del mismo, sino estando en el mundo físicamente y espiritualmente.

V. La santidad posicional:

(Hechos 26:18; 1 Corintios 1:30; 6:11; Hebreos 10:10, 14)

1. Nuestra posición en y conCristo nos permite estar en una posición de ser santos.

2. Nuestra fe en Jesucristo y la aceptación de sus obras de gracia nos confiere el estado de ser santos.(1 Co. 3:1–3; 1:2).

VI. La santidad experimental:

1. Es caminar sobre la cuerda de la perfección cristiana, y mantenernos en el equilibrio de no caer en el vacío del pecado.

2. Como santos luchamos con esa paradoja existencial de que pecamos, aunque no queremos pecar y detestamos el pecado.

VII. La santidad objetiva:

1. El énfasis de la misma está más sobre lo externo que lo interno.

2. Muchas congregaciones se transforman en fábricas de santos, donde los pastores son los patrones. La santidad más que algo realizado voluntariamente y por gracia en el creyente, la presentan como algo impuesto y compulsorio.

3. Se llega a ser santo por lo que se hace y no tanto por lo que Dios hace en el creyente. Innegablemente la santidad como experiencia interna es algo que se transpira en la práctica externa o la manera de vivir.

CONCLUSIÓN: No seamos como el famoso luchador «Santo el Enmascarado de Plata», que con una máscara escondía su real apariencia de sus fanáticos y contrincantes. La verdadera santidad no es una máscara de plata que nos ponemos y nos quitamos. La santidad tiene que ser parte del carácter y de la conducta del cristiano.[1] (Romanos 7:18, 19).

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