Clase del libro de orden

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Introducción

El año pasado, analizamos el rol del hombre en el hogar, vimos como Dios ha diseñado a los hombres como líderes responsables de pastorear y cuidar a sus familias, reflejando la relación de Cristo con Su iglesia.
Ahora, vamos a considerar como este liderazgo en el hogar se extiende también a la vida de la iglesia, el cuerpo de Cristo. Como hombres, todos jugamos un papel clave en la edificación del pueblo de Dios y en la proclamación de Su Reino, sea que que tengamos o no una vocación al ministerio.
Este será un curso de 12 semanas, donde profundizaremos en la Escritura, en nuestra herencia reformada y en el Libro de Orden de nuestra denominación para tener una comprensión clara acerca del gobierno de la iglesia y de nuestra responsabilidad dentro de ella.
Veremos algunos temas como: la naturaleza bíblica de la iglesia, el papel y el llamado de los ancianos y diáconos, el ejercicio de la disciplina eclesiástica, y el propósito de la adoración pública. Veremos cómo todo esto está alineado bajo el señorío de Cristo, quien es la Cabeza de Su iglesia.
Hoy, en nuestra primera clase, comenzaremos estableciendo los principios fundamentales que gobiernan la iglesia, centrándonos en Cristo como Rey y Cabeza, quien nos ha dado un modelo claro y fiel para organizar y guiar a su pueblo.

I. Introducción a los Documentos de la Iglesia Presbiteriana de la Reforma

La Iglesia Raah forma parte de la Iglesia Presbiteriana de la Reforma de Colombia, una denominación que surgió con el propósito de continuar el legado de la Reforma Protestante del siglo XVI. Este legado no es solo un recuerdo histórico, sino un compromiso vigente con la fidelidad a la Palabra de Dios, la preservación de la doctrina reformada y la organización de la iglesia según los principios bíblicos. Para garantizar esta fidelidad, los reformadores establecieron tres tipos de documentos fundamentales: los Documentos de Orden Primario, Secundario y Terciario. Estos textos no solo guían la vida doctrinal de la iglesia, sino que también regulan su estructura y funcionamiento práctico, asegurando que todo lo que hacemos esté alineado con la enseñanza de las Escrituras.

1. Documentos de Orden Primario

Estos documentos son los sesenta y seis libros del Antiguo y Nuevo Testamento, que son la única regla infalible de fe y práctica para la Iglesia. La Escritura es “la norma que norma” todos los aspectos de la vida cristiana, el único documento que no está sujeto a enmiendas o revisiones humanas.
En una Epoca que tiende al subjetivismo, la Escritura nos da un fundamento sólido y objetivo para nuetra fe. Esto es esencial para entender por qué la Palabra de Dios es el estándar primario en la iglesia reformada, por encima de cualquier otro documento o autoridad.
La Escritura no solo regula la fe y la práctica, sino que es inmutable, inerrante e infalible, como lo explica la Confesión de Fe de Westminster.
La Biblia, aunque no forma parte de la “constitución” de la iglesia como tal, es su base y fundamento inamovible. La iglesia reformada siempre ha defendido la soberanía de la Palabra por encima de cualquier tradición humana.
2 Timoteo 3:16–17 NBLA
Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra.
La Escritura es “inspirada por Dios” (theopneustos), lo que significa que proviene directamente de Dios. Esto la distingue de cualquier otro texto religioso o tradición eclesiástica, los cuales pueden ser valiosos, pero no tienen la misma autoridad divina. La Escritura no solo es inspirada, sino también suficiente (útil) para todo lo que concierne a la fe y la vida cristiana: enseñar, corregir y formar a los creyentes.
Salmo 19:7–11 NBLA
La ley del Señor es perfecta, que restaura el alma; El testimonio del Señor es seguro, que hace sabio al sencillo. Los preceptos del Señor son rectos, que alegran el corazón; El mandamiento del Señor es puro, que alumbra los ojos. El temor del Señor es limpio, que permanece para siempre; Los juicios del Señor son verdaderos, todos ellos justos; Deseables más que el oro; sí, más que mucho oro fino, Más dulces que la miel y que el destilar del panal. Además, Tu siervo es amonestado por ellos; En guardarlos hay gran recompensa.
La Palabra de Dios: es perfecta, fiel, recta, y pura. limpio, verdad. No requiere adición ni enmienda. El salmista afirma que la Escritura tiene el poder de convertir el alma, iluminar y alegrar el corazón, algo que solo una revelación divina puede hacer. Esto apoya la doctrina de Sola Scriptura, ya que la Biblia misma se presenta como suficiente para la transformación del creyente.
Mateo 4:4 NBLA
Pero Jesús le respondió: «Escrito está: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”».
Jesús aquí confirma la autoridad de la Escritura al citarla en respuesta a Satanás durante la tentación. Al decir que el hombre vive de “toda palabra que sale de la boca de Dios”, está subrayando que la Escritura, como Palabra de Dios, es esencial para la vida espiritual del ser humano. Esta dependencia total de la Palabra de Dios reafirma que no hay otro estándar que pueda suplir o reemplazar la Escritura en la vida cristiana.
El principio de Sola Scriptura no solo afirma que la Escritura es autoritativa, sino que también es suficiente.
Los reformadores insistieron en que la Biblia es completa en sí misma y no necesita ser suplementada por tradiciones humanas o nuevas revelaciones. La suficiencia de la Escritura se basa en la creencia de que Dios, al revelarse en Su Palabra, ha provisto a Su pueblo con todo lo necesario para conocerle y servirle.
La autoridad final de la escritura reside en la Escritura misma, porque ella es el testimonio escrito de Dios acerca de sí mismo. Esto diferencia a la teología reformada de otras tradiciones, como la Iglesia Católica Romana, que coloca la tradición en un nivel de autoridad casi igual al de la Biblia. En cambio, la Iglesia Presbiteriana insiste en que solo la Escritura tiene la autoridad última.
Las confesiones de fe y los catecismos son instrumentos útiles que ayudan a la iglesia a resumir y enseñar las doctrinas bíblicas. Sin embargo, estos documentos son siempre norma normata, es decir, “normas normadas” que están subordinadas a la autoridad superior de la Escritura. Mientras que los estándares secundarios y terciarios pueden ser modificados o enmendados, la Escritura permanece inmutable e infalible.
La función de los estándares secundarios y terciarios es interpretar y aplicar los principios bíblicos, no sustituirlos ni añadirles.
Por otra parte, la tradición reformada no ve a la iglesia como infalible en su interpretación de las Escrituras. Al contrario, como enseña la frase ecclesia reformata, semper reformanda, la iglesia está siempre sujeta a la corrección y reforma por la Palabra de Dios. Esto se debe a que la interpretación de la Biblia por parte de la iglesia, aunque guiada por el Espíritu Santo, no es infalible. Esto significa que los estándares secundarios y terciarios pueden revisarse y adaptarse a la luz de una mejor comprensión bíblica.
Isaías 8:20 NBLA
¡A la ley y al testimonio! Si ellos no hablan conforme a esta palabra, es porque no hay para ellos amanecer.
Cualquier doctrina o práctica que no se ajuste a las Escrituras debe ser rechazada, los estándares doctrinales y eclesiásticos deben ajustarse continuamente a la revelación bíblica.
El principio de Sola Scriptura no solo afecta la estructura doctrinal de la iglesia, sino también su vida práctica. Como cuerpo de Cristo, la iglesia se organiza y gobierna bajo los principios y mandamientos de la Escritura. Esto incluye la adoración, la disciplina y el gobierno eclesiástico.
Hechos de los Apóstoles 17:11 NBLA
Estos eran más nobles que los de Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando diariamente las Escrituras, para ver si estas cosas eran así.
La iglesia debe ser diligente en examinar todas las enseñanzas y prácticas a la luz de las Escrituras, asegurándose de que todo lo que hace esté en conformidad con la Palabra de Dios.
1 Pedro 1:23–25 NBLA
Pues han nacido de nuevo, no de una simiente corruptible, sino de una que es incorruptible, es decir, mediante la palabra de Dios que vive y permanece. Porque: «Toda carne es como la hierba, Y toda su gloria como la flor de la hierba. Sécase la hierba, Cáese la flor, Pero la palabra del Señor permanece para siempre». Esa es la palabra que a ustedes les fue predicada.
Aunque los documentos eclesiásticos pueden cambiar, la Escritura es constante, firme y siempre relevante para la vida de la iglesia.
En conclusión, la doctrina de Sola Scriptura es la piedra angular de la teología reformada y de la Iglesia Presbiteriana de la Reforma. La Escritura es el estándar primario, infalible y suficiente para guiar tanto la vida como la doctrina de la iglesia. A través de una correcta interpretación y aplicación de la Biblia, los estándares secundarios y terciarios sirven a la iglesia, pero nunca deben superponerse a la Palabra de Dios. Así, la iglesia reformada se mantiene fiel al llamado bíblico de reformarse continuamente, buscando siempre ajustarse más plenamente a la verdad revelada en las Escrituras.

2. Documentos de Orden Secundario

Nuestros documentos de orden secundario juegan un papel esencial como expresión sistematizada de las enseñanzas bíblicas. Son: La Confesión de Fe de Westminster y sus Catecismos Mayor y Menor, que se derivan y están subordinados a la Palabra de Dios, que es el estándar primario e infalible.
Sin embargo, aunque subordinados a las Escrituras, las confesiones y catecismos proveen una interpretación clara y cohesionada de las doctrinas clave del cristianismo, necesarias para la enseñanza, la defensa de la fe y la vida en comunidad. Son resúmenes teológicos de las doctrinas fundamentales de la fe cristiana. Son la “norma normata” o normas normadas, es decir, normas que, aunque normativas, están bajo la autoridad superior de la Escritura (norma normans).
La Confesión de Fe de Westminster, fue escrita durante la Asamblea de Westminster en el siglo XVII con el propósito de unificar las creencias doctrinales de las iglesias reformadas en Inglaterra, Escocia e Irlanda. La confesión cubre una amplia gama de temas doctrinales, desde la naturaleza de Dios, la doctrina de la salvación, los sacramentos, la iglesia, hasta el gobierno eclesiástico.
La importancia de la Confesión de Fe radica en su capacidad para articular de manera sistemática lo que la iglesia cree que enseña la Escritura. Esto tiene varias implicaciones prácticas:
Unidad doctrinal:
Las confesiones unen a los creyentes bajo una misma comprensión de las doctrinas esenciales, eliminando confusiones y divisiones doctrinales.
Alguien dijo: “El cristianismo no está dividido entre los que tienen credos y confesiones y los que tienen solamente la Biblia. En realidad, se divide entre aquellos que tienen credos y confesiones y los escriben en forma pública, de manera que estan abiertos al escrutinio y a la corrección pública, y en aquellos que tienen credos pero no los ponen por escrito.
Todos los cristianos creemos que la Biblia significa algo, y eso ya es un credo, una confesión, sea que se escriba o no.
Los que dicen “Ningun credo, solo la biblia” normalmente son los que no tienen las escrituras como norma de fe y conducta. La suficiencia e inerrancia de la escritura son protegidos por medio de documentos confesionales explícitos que son sostenidos por una forma de gobierno bíblica. En este orden de ideas, es importante decir que las confesiones delimitan el poder de la iglesia. De manera que un anciano en la iglesia tiene autoridad solo en relación con los asuntos expuestos claramente en la confesión.
Por ejemplo, si alguien en la iglesia dice que la Trinidad es una tontería, o si algún miembro comete adulterio, los ancianos tienen tanto el derecho como el deber de intervenir y ejercer disciplina eclesiastica porque ambos temas se tratan en los Estándares de Westminster.
Pero si alguien llega a la iglesia en sudadera o decide ser vegetariano, los ancianos no tienen derecho a intervenir. Es posible que tengan reservas personales sobre estos temas, pero no es asunto de la iglesia abordar estos asuntos.
De hecho, esto es lo que impide que las iglesias se conviertan en sectas: declaraciones claras y abiertas sobre dónde comienza y termina la autoridad de la iglesia, y que al tiempo estan conectadas con un ejercicio transparente de la autoridad eclesiastica es vital para la salud de una iglesia.
Protección Contra el Error
Las confesiones también actúan como una barrera contra las falsas enseñanzas. Como menciona R. Scott Clark en Recovering the Reformed Confession, los estándares doctrinales ayudan a la iglesia a reconocer las herejías y a mantenerse firme en la enseñanza bíblica. Sin una confesión clara, la iglesia está vulnerable a las desviaciones doctrinales, como el liberalismo teológico, que ha afectado a muchas denominaciones cristianas en los últimos siglos.
Las confesiones sirven como herramientas apologéticas que proporcionan un marco teológico claro para responder a objeciones y herejías.
Enseñanza y formación:
La confesión proporciona un recurso práctico para enseñar la fe reformada de manera organizada y coherente. las confesiones sirven de base para la asociación eclesiástica de manera que podamos trabajar en Armonía. Además, como alguien dijo: una confesión es un tributo a la verdad y a la franqueza que toda iglesia cristiana le debe a las demás iglesias y al mundo que la rodea.
En el contexto de la enseñanza y la formación, los catecismos son especialmente útiles para entrenar tanto a los niños como a los adultos en la fe. El formato de preguntas y respuestas del Catecismo Menor de Westminster es particularmente eficaz para enseñar las doctrinas fundamentales de manera clara y concisa.
Este uso catequético refleja la importancia que la tradición reformada ha dado a la instrucción en la fe desde la infancia, siguiendo el mandato de Proverbios 22:6: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”.
El Catecismo Menor es conocido por sus preguntas concisas y claras. Este formato didáctico lo convierte en una herramienta importante para el discipulado y la formación de nuevos creyentes, así como para el fortalecimiento de la fe de los miembros más maduros
Clark señala que uno de los grandes logros de la tradición reformada ha sido preservar estos estándares como guías doctrinales que no solo protegen a la iglesia de herejías, sino que también fomentan una piedad bíblica y una práctica fiel. Estos documentos no tienen autoridad en sí mismos, sino en la medida en que expresan el sistema de doctrina contenido en las Escrituras. Aquí reside su importancia: los credos y confesiones son instrumentos esenciales que nos ayudan a interpretar correctamente la Palabra de Dios, preservando la unidad teológica de la iglesia.
Como señala Trueman, en una era de relativismo doctrinal, estos credos y confesiones sirven como “anclas teológicas” que mantienen a la iglesia enraizada en la verdad bíblica. El compromiso con los estándares secundarios es, por lo tanto, un compromiso con la correcta interpretación de la Biblia y una herramienta vital para la enseñanza y la edificación de la iglesia. Sin ellos, la iglesia corre el riesgo de sucumbir a las modas teológicas del momento, perdiendo de vista su identidad reformada.
Además, estos documentos juegan un papel fundamental en la formación de los ministros y oficiales de la iglesia, quienes, al ser ordenados, deben jurar su adherencia a las enseñanzas contenidas en la Confesión y los Catecismos. Esto garantiza que la pureza doctrinal sea mantenida en la enseñanza y la predicación de la iglesia.
Aunque las confesiones y catecismos no tienen la misma autoridad que la Escritura, encuentran su justificación en la enseñanza bíblica sobre la importancia de la doctrina, la enseñanza, y la preservación de la sana doctrina en la iglesia.
2 Timoteo 1:13–14 NBLA
Retén la norma de las sanas palabras que has oído de mí, en la fe y el amor en Cristo Jesús. Guarda, mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros, el tesoro que te ha sido encomendado.
En este pasaje, Pablo instruye a Timoteo a “retener la forma de las sanas palabras”, refiriéndose a un patrón doctrinal o resumen de las enseñanzas bíblicas que se debe preservar y transmitir. Esta “forma de las sanas palabras” es precisamente lo que las confesiones y catecismos buscan encapsular. No se trata de añadir a la Escritura, sino de expresar fielmente su contenido doctrinal en una forma ordenada y accesible.
Tito 1:9 NBLA
Debe retener la palabra fiel que es conforme a la enseñanza, para que sea capaz también de exhortar con sana doctrina y refutar a los que contradicen.
Aquí, Pablo insiste en la necesidad de una sana enseñanza para que los líderes de la iglesia puedan defender la fe y exhortar a los que se oponen. Las confesiones y catecismos proveen un recurso útil para cumplir este mandato, asegurando que la doctrina que se enseña sea consistente con las Escrituras y esté claramente definida.
Efesios 4:11–14 NBLA
Y Él dio a algunos el ser apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Entonces ya no seremos niños, sacudidos por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de doctrina, por la astucia de los hombres, por las artimañas engañosas del error.
Este pasaje destaca la importancia de la enseñanza sólida y unificada dentro del cuerpo de Cristo. La labor de los pastores y maestros es llevar a los creyentes a una madurez doctrinal, lo cual se logra más eficazmente mediante el uso de confesiones y catecismos que sistematizan las doctrinas bíblicas y las presentan de manera coherente.
Los Límites de los Estándares Secundarios
Es importante destacar que, aunque las confesiones y catecismos son altamente valorados, no son infalibles. Como R. Scott Clark advierte, “las confesiones reformadas no son perfectas ni irreformables.” Son, en palabras de los teólogos reformados, norma normata, lo que significa que siempre están abiertas a revisión y corrección a la luz de una mejor comprensión de las Escrituras.
Esto no significa que las confesiones sean tratadas con ligereza, sino que se reconocen sus limitaciones humanas. Al ser documentos producidos por la iglesia, pueden reflejar la situación histórica y cultural en la que fueron escritos. Por esta razón, la Iglesia Presbiteriana de la Reforma ha mantenido un equilibrio entre la lealtad a sus confesiones y la disposición a revisarlas cuando sea necesario para una mayor fidelidad a las Escrituras.

3. Documentos de Orden Terciario

Los estándares terciarios de la Iglesia Presbiteriana de la Reforma abordan aspectos fundamentales de la organización, la vida interna, y la adoración de la iglesia.
Aunque subordinados a los estándares primarios (la Escritura) y secundarios (las confesiones y catecismos), estos documentos desempeñan un papel crucial en guiar la vida práctica de la iglesia, proporcionando un marco organizativo basado en principios bíblicos. Estos estándares terciarios incluyen principalmente tres documentos: la Forma de Gobierno, el Libro de Disciplina, y el Directorio para el Culto Público de Dios. Estos textos, que forman parte de lo que se conoce como el Libro de Orden, regulan cómo se organiza y gobierna la iglesia, cómo se ejerce la disciplina eclesiástica y cómo se debe llevar a cabo la adoración conforme a las Escrituras.
Los estándares terciarios tienen como objetivo la aplicación de los principios bíblicos al gobierno y la vida de la iglesia de manera ordenada. Aunque no tienen la autoridad doctrinal de las confesiones y catecismos, son vitales para mantener la estructura y el orden dentro de la comunidad eclesiástica. R. Scott Clark, en Recovering the Reformed Confession, destaca que la tradición reformada ha entendido desde sus inicios que el orden en la iglesia no es opcional, sino una necesidad bíblica derivada de la naturaleza del pueblo de Dios como una comunidad de pacto.
1. La Forma de Gobierno
El documento de la Forma de Gobierno regula la estructura eclesiástica de la Iglesia Presbiteriana, basada en un sistema representativo de ancianos gobernantes y pastores. Este sistema refleja el principio de la paridad ministerial y la colegialidad en el gobierno de la iglesia, en el que tanto pastores como ancianos tienen voz y autoridad en el liderazgo de la congregación.
El modelo presbiteriano se diferencia de otros modelos de gobierno eclesiástico (como el episcopal o congregacional) al centrarse en la autoridad compartida entre los ancianos, que actúan como representantes del pueblo y garantes de la verdad bíblica. Este sistema se basa en principios bíblicos como los encontrados en Hechos 15, donde los apóstoles y los ancianos se reúnen en Jerusalén para deliberar y decidir sobre asuntos cruciales para la iglesia, demostrando un modelo de gobierno colegiado y representativo. El mismo principio se ve en Tito 1:5, donde Pablo instruye a Tito a que nombre ancianos en cada ciudad para el gobierno de la iglesia.
2. El Libro de Disciplina
La disciplina eclesiástica es otro componente clave de los estándares terciarios. El Libro de Disciplina establece cómo la iglesia debe lidiar con el pecado dentro de la comunidad, restaurar a los pecadores y mantener la pureza de la iglesia. La disciplina eclesiástica, en el contexto reformado, no es punitiva, sino declarativa, tiene como objetivo principal la corrección y la restauración del pecador en una relación correcta con Dios y la comunidad.
Este principio de restauración encuentra su base en textos bíblicos como Mateo 18:15-17, donde Jesús instruye a los discípulos sobre cómo confrontar el pecado dentro de la comunidad. En este pasaje, la corrección de los hermanos pecadores sigue un proceso que incluye el acercamiento privado, el testimonio de otros, y finalmente, la intervención de la iglesia. El objetivo es ganar al pecador de vuelta a la comunión y mantener la santidad de la iglesia.
El Libro de Disciplina regula este proceso y proporciona directrices claras sobre cómo proceder en casos de disciplina, siempre buscando el equilibrio entre la justicia y la gracia. Como se menciona en 1 Corintios 5, Pablo advierte sobre la necesidad de tratar con el pecado que afecta la pureza de la comunidad, pero también exhorta a la iglesia en 2 Corintios 2:6-8 a restaurar a aquellos que han sido disciplinados y se han arrepentido.
3. El Directorio para el Culto Público de Dios
El Directorio para el Culto Público de Dios regula la manera en que la iglesia presbiteriana lleva a cabo la adoración corporativa. En la tradición reformada, el principio regulador de la adoración establece que sólo aquellos elementos expresamente ordenados en las Escrituras deben formar parte del culto a Dios. Este principio deriva de pasajes como Levítico 10:1-3, donde Nadab y Abiú ofrecieron “fuego extraño” que no había sido ordenado por Dios, y fueron castigados severamente. Esto muestra que la adoración a Dios no debe ser inventada o definida por la preferencia humana, sino que debe estar estrictamente regulada por la voluntad de Dios revelada en la Escritura.
El Directorio para el Culto Público establece las pautas para los elementos esenciales del culto: la predicación de la Palabra, la oración, los himnos, la lectura de las Escrituras, la administración de los sacramentos y la bendición. Estos son los componentes básicos del culto presbiteriano, y deben llevarse a cabo con reverencia y fidelidad a los mandamientos de Dios.
Este enfoque también se fundamenta en pasajes del Nuevo Testamento como Juan 4:24, donde Jesús enseña que los verdaderos adoradores deben adorar al Padre en “espíritu y en verdad”. Esto implica que la adoración debe estar en conformidad con la verdad de la Palabra de Dios y bajo la dirección del Espíritu Santo.
B. Fundamento Bíblico de los Estándares Terciarios
1. Gobierno Eclesiástico: El Presbiterianismo en las Escrituras
El gobierno presbiteriano se basa en una comprensión bíblica del liderazgo compartido y el consejo de ancianos. En Hechos 14:23, vemos que Pablo y Bernabé establecieron ancianos en cada iglesia, mostrando que la pluralidad de liderazgo no es una invención humana, sino un mandato divino para garantizar un liderazgo sabio y piadoso en la comunidad.
2. La Disciplina en la Iglesia: Justicia y Restauración
La disciplina eclesiástica no es opcional en la vida de la iglesia, sino un mandamiento de Cristo. En 1 Corintios 5:12-13, Pablo instruye a la iglesia a “juzgar a los que están dentro”, refiriéndose a aquellos dentro de la comunidad que persisten en el pecado sin arrepentimiento.
El objetivo de la disciplina no es castigar por castigar, sino buscar el arrepentimiento, restaurar la relación del pecador con Dios, y mantener la pureza de la iglesia.
3. Adoración Bíblica: El Principio Regulador
El principio regulador de la adoración encuentra su apoyo en las advertencias bíblicas de no añadir ni quitar de lo que Dios ha ordenado en el culto. Deuteronomio 12:32 nos instruye a no añadir ni quitar de los mandamientos de Dios, aplicable también al contexto de la adoración. Dios mismo ha instituido los elementos del culto, y cualquier desviación de esos elementos es una infracción de su santidad. Esto es claramente reflejado en la práctica presbiteriana de llevar un culto simple pero centrado en los medios de gracia ordenados por Dios, como la predicación de la Palabra y la administración de los sacramentos.
C. La Aplicación Práctica de los Estándares Terciarios
En la práctica, estos estándares terciarios guían las acciones cotidianas de la iglesia y garantizan que todo lo que se hace en la vida comunitaria esté en conformidad con la Palabra de Dios. Aunque no tienen el mismo peso que los estándares primarios y secundarios, los estándares terciarios son fundamentales para la administración diaria de la iglesia. Estos permiten que la iglesia funcione de manera ordenada y eficaz, asegurando que el gobierno, la disciplina y la adoración se realicen conforme a los principios bíblicos.
1. Gobierno Eclesiástico Eficaz
El sistema presbiteriano asegura que ninguna persona en la iglesia tenga poder absoluto, sino que el liderazgo sea compartido y supervisado por un consejo de ancianos. Esto refleja la idea de rendición de cuentas y sabiduría colectiva, tal como se ve en Proverbios 11:14: “Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo; mas en la multitud de consejeros hay seguridad.”
2. La Disciplina como Protección para la Iglesia
La disciplina en la iglesia es esencial no solo para la corrección individual, sino para la protección de la comunidad. Hebreos 12:11 nos recuerda que aunque “ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza”, produce “fruto apacible de justicia” en aquellos que han sido ejercitados en ella. La aplicación de la disciplina, guiada por el amor y el compromiso con la restauración, asegura que la iglesia permanezca pura y crezca en santidad.
3. Adoración en Espíritu y en Verdad
El Directorio para el Culto Público busca garantizar que cada elemento del culto esté en conformidad con los mandamientos bíblicos. El culto en la iglesia presbiteriana se centra en Dios y en su Palabra, evitando elementos innecesarios que distraen de la reverencia debida a Dios. Esta simplicidad bíblica asegura que el enfoque de la adoración esté en la gloria de Dios y no en las preferencias humanas.
D. Conclusión
Los estándares terciarios, aunque subordinados a la Escritura y las confesiones, son vitales para la administración y el funcionamiento diario de la iglesia. Proveen la estructura organizativa, las pautas para la disciplina y el marco para la adoración, asegurando que todas estas áreas de la vida eclesiástica estén en consonancia con los principios bíblicos. Estos estándares permiten que la iglesia opere de manera ordenada, promoviendo la santidad y la gloria de Dios en cada aspecto de su vida corporativa.
III. La Interconexión entre los Estándares Secundarios y Terciarios
Los Estándares Secundarios y Estándares Terciarios no son documentos independientes que funcionen en aislamiento, sino que están profundamente interrelacionados. Su relación está basada en un principio clave de la teología reformada: la coherencia entre doctrina y práctica es fundamental para la salud de la iglesia. En otras palabras, la vida y la estructura de la iglesia deben estar alineadas con las doctrinas que profesa.
1. Los Estándares Secundarios (Confesión de Fe y Catecismos) son el resumen sistemático de lo que la Escritura enseña. A través de ellos, la iglesia articula claramente su comprensión de las doctrinas bíblicas sobre la naturaleza de Dios, el hombre, el pecado, la salvación, la iglesia, y los sacramentos, entre otros temas fundamentales. Estos documentos forman la base doctrinal sobre la cual la iglesia construye su enseñanza, predicación y testimonio.
2. Los Estándares Terciarios (Forma de Gobierno, Libro de Disciplina y Directorio para el Culto Público) no solo establecen las reglas y procedimientos de gobierno, sino que también reflejan y aplican los principios doctrinales establecidos en los Estándares Secundarios. En otras palabras, mientras que los Estándares Secundarios exponen lo que la iglesia debe creer, los Estándares Terciarios regulan cómo esas creencias se ponen en práctica.
• Por ejemplo, el Directorio para el Culto Públicono es simplemente un manual de procedimientos, sino una aplicación práctica de las doctrinas bíblicas sobre la adoración. Según el principio regulativo de la adoración, la iglesia debe adorar a Dios de la manera que Él ha prescrito en Su Palabra. Así, el Directorio toma los principios doctrinales sobre la pureza y reverencia en la adoración, tal como se encuentran en la Confesión de Fe (WCF 21), y los traduce en prácticas específicas para el culto congregacional.
• De manera similar, la Forma de Gobierno aplica los principios bíblicos sobre el gobierno de la iglesia que se encuentran en los Estándares Secundarios. Por ejemplo, la enseñanza sobre la paridad del clero y los ancianos gobernantes, basada en pasajes como Hechos 14:23 y 1 Timoteo 3:1-7, se estructura en la forma en que la iglesia es gobernada por consistorios y presbiterios.
3. Esta interconexión asegura que no haya una disociación entre lo que la iglesia cree y lo que hace. Si bien las confesiones y catecismos sistematizan la enseñanza bíblica, los documentos de gobierno, disciplina y adoración aplican esos principios doctrinales a la vida diaria de la comunidad de fe. Esto evita que la iglesia se vuelva simplemente una entidad doctrinal sin una forma visible de expresar esa doctrina en su gobierno, culto y vida comunitaria.
4. El valor práctico de esta interconexión es crucial para la salud de la iglesia. A lo largo de la historia, cuando ha habido una desconexión entre doctrina y práctica, las iglesias han caído en errores, ya sea por prácticas sin fundamento bíblico o por doctrinas no aplicadas en la vida congregacional. La Iglesia Presbiteriana de la Reforma, al seguir esta coherencia entre doctrina y práctica, busca preservar su identidad como iglesia fiel a las Escrituras, tanto en lo que enseña como en cómo vive.
Al abordar este tema, es importante recalcar que la reforma de la iglesia es tanto doctrinal como práctica. Como dice la máxima reformada: Ecclesia reformata, semper reformanda (la iglesia reformada, siempre reformándose), la iglesia debe estar abierta a revisar no solo sus doctrinas, sino también la manera en que estas se implementan en su estructura y vida diaria.
IV. Las Diferencias de Autoridad entre los Estándares
En la Iglesia Presbiteriana de la Reforma, cada uno de los tres conjuntos de documentos posee una autoridad diferenciada, acorde a su relación con la Palabra de Dios y su propósito dentro de la vida de la iglesia.
1. Estándares Primarios (Escritura): Infalibles y No Sujetos a Modificación
La Escritura, contenida en los sesenta y seis libros del Antiguo y Nuevo Testamento, es el estándar supremo de la fe y la práctica. Al ser la revelación directa de Dios, es infalible e inerrante (Salmo 19:7-11; 2 Timoteo 3:16). Esto significa que la Escritura no puede ser modificada ni enmendada bajo ninguna circunstancia. Es la única regla infalible que guía cómo debemos glorificar a Dios y vivir conforme a su voluntad. La iglesia, en su naturaleza reformada, sostiene firmemente el principio de Sola Scriptura, que establece la supremacía de la Biblia sobre cualquier tradición o interpretación humana.
2. Estándares Secundarios (Confesiones y Catecismos): Revisiones Limitadas y de Alta Autoridad Doctrinal
Las Confesiones y los Catecismos de la Iglesia Presbiteriana de la Reforma, como la Confesión de Fe de Westminster y los Catecismos Mayor y Menor, son documentos doctrinales derivados de la Escritura. Estos estándares secundarios son altamente respetados por su fidelidad a la enseñanza bíblica y su claridad teológica. Aunque no son infalibles, sus revisiones son raras y extremadamente cuidadosas, solo realizadas cuando se considera absolutamente necesario por consenso doctrinal. Estas revisiones buscan asegurar que los documentos sigan expresando fielmente las enseñanzas de la Biblia a medida que la iglesia crece en su entendimiento teológico (Efesios 4:13-14).
3. Estándares Terciarios (Gobierno, Disciplina y Adoración): Revisables con Mayor Facilidad
Los documentos de gobierno, disciplina y adoración, como la Forma de Gobierno, el Libro de Disciplina y el Directorio para el Culto Público de Dios, pertenecen al orden terciario. Aunque derivados de principios bíblicos, estos documentos están más orientados a la aplicación práctica de las doctrinas en la vida eclesial diaria. Por su naturaleza práctica, estos documentos son revisables con mayor facilidad que los estándares secundarios, permitiendo que la iglesia ajuste sus prácticas a nuevas realidades o a una mayor comprensión bíblica sin comprometer la pureza doctrinal. Esta flexibilidad es clave para mantener la salud y la relevancia de la iglesia en diversas circunstancias y culturas.
V. Conclusión: La Importancia de los Documentos para la Salud de la Iglesia
El bienestar y la salud espiritual de la Iglesia Presbiteriana de la Reforma dependen en gran medida de la correcta interrelación entre los tres conjuntos de documentos que la guían: los estándares primarios, secundarios y terciarios.
Estos documentos, en su conjunto, aseguran que la iglesia esté fundamentada en la Palabra de Dios, mantenga una enseñanza teológica clara y coherente, y aplique esas doctrinas de manera efectiva en su gobierno, disciplina y adoración. La Escritura como norma infalible garantiza la pureza de la fe, mientras que las confesiones y catecismos ayudan a sistematizar y preservar esa fe a lo largo del tiempo. Finalmente, los documentos de orden práctico permiten que la iglesia se ajuste a las necesidades del tiempo y el lugar sin perder de vista sus principios fundamentales.
En resumen, la interrelación entre doctrina y práctica no es opcional, sino vital para la preservación de la verdad y la promoción de la salud espiritual de la iglesia. Estos documentos colaboran armónicamente para edificar una iglesia robusta, ordenada y fiel a la Palabra de Dios, cumpliendo así con el llamado de la Escritura a glorificar a Dios en todo lo que hacemos (1 Corintios 10:31) y a vivir conforme a su mandato.
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