Animando a mis Hermanos
Porque Dios te ha fortalecido en momentos difíciles, tu debes animar a tus hermanos
I. Anima a los hermanos de forma individual
Después de tan traumático suceso, casi todos los hombres habrían estado felices de escapar con vida. Sin embargo, la preocupación de Pablo por la seguridad espiritual de la iglesia anuló cualquier preocupación por su seguridad personal. Él no podía salir de Éfeso hasta que hubiera llamado, exhortado y abrazado a los discípulos una vez más. El apóstol estaba muy consciente, como advertiría pronto a los líderes de la iglesia en Éfeso (20:29–31), del grave peligro que los falsos maestros representaban. Sin duda también estaba preocupado de que a los creyentes efesios los pudiera intimidar la amenaza de más disturbios. La solución de ambos problemas fue instrucción y exhortación a seguir la Palabra de Dios. Solo después de encomendar a los creyentes efesios,
II. Anima a los hermanos con la palabra
III. Anima a los hermanos en comunidad
¿Por qué la colecta era tan importante para Pablo? Primero, porque tenía amor por los santos en Jerusalén que estaban empobrecidos a causa de la persecución. Esos santos también llevaban la carga de los creyentes que habiendo sido peregrinos en Jerusalén, recibieron la salvación en Pentecostés y luego se quedaron allí; por tanto, necesitaron provisión. Además, los otros apóstoles en Jerusalén le habían pedido que se acordara de los pobres (Gá. 2:10).
Para agravar la dificultad de la iglesia en Jerusalén, la tierra de Israel había sufrido una grave hambruna (cp. Hch. 11:28). De no haber sido por los esfuerzos de socorro organizados por la reina Helena de Adiabene (una región en el norte de Mesopotamia, al este de Siria), convertida al judaísmo, muchos habrían perecido. A fin de proveer dinero para los muchos que eran pobres, creyentes ricos vendían sus propiedades desde el principio (Hch. 4:32–37). Tales recursos no eran ilimitados, pero el problema de la pobreza continuaba. Las agotadas provisiones de la iglesia en Jerusalén necesitaban la urgente ayuda de recursos externos.
Cuando Pablo llegó finalmente allá con la ofrenda, los judíos incrédulos, indignados por su presencia, intentaron matarlo. Los romanos lo rescataron, pero él debió permanecer prisionero por más de dos años (Hch. 24:27), debió soportar un peligroso viaje por mar hasta Roma, y debió ser juzgado ante el emperador. Los sacrificios que el apóstol soportó voluntariamente revelan su gran amor por la iglesia.
Una razón de igual importancia para llevar la ofrenda era la profunda preocupación de Pablo por la unidad de la iglesia. Él sabía que las tensiones culturales entre judíos y gentiles representaban un peligro constante para esa unidad. Al suplir generosamente las necesidades de los creyentes judíos pobres en Jerusalén, los gentiles afirmarían su amor por ellos