La debilidad del hombre y el poder de Dios.

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Texto: Isaías 28 al 33
Verdad central: El pueblo era débil y falto de sabiduría: Sólo Dios puede ayudarles y salvarlos. Los que no confían en Dios, caerán.
Advertencia en contra de la alianza con Egipto (capítulos 28–33)
Los capítulos 28 al 33 constituyen una mezcla de profecía, de juicios y redención escritas durante la amenaza de Asiria a Judá, del año 734 al 701 antes de Cristo, el rey débil Acaz casi entregó el país en manos de los asirios. Dio grandes cantidades de dinero a esa superpotencia, para quedarse en el trono. Pero los hebreos no eran dueños de su propio país.
Al llegar al trono Ezequías quiso lograr la independencia de Asiria. Mientras Isaías proclamaba que si se practicaba la opresión a los pobres por los ricos, y la corrupción en el gobierno todo iba a ir muy mal.
Muchas de sus profecías comienzan con la palabra "ay", es una palabra que significa "cuidado" o "triste será el fin de". Se usa en la Biblia para advertir el juicio venidero sobre los pecadores.
Isaías se burla de los esfuerzos de Judá en buscar ayuda de Egipto. Su llamado es a no perder la esperanza porque un día Dios les enviaría un heredero de la familia de David.
Estos capítulos contienen seis ayes que se consideran relacionados con la invasión de Senaquerib en el año 701 a. de Cristo al reino del sur Judá. Sin embargo, los primeros seis versículos del capítulo 28 describen a los ebrios de Efraín (del reino del norte, Israel). Luego la escena parece pasar a Jerusalén.
Ay de los políticos y sacerdotes ebrios (capítulo 28).
Las cosas estaban muy mal cuando Isaías tuvo que decir: "¡Ay de la corona de soberbia de los ebrios de Efraín, y de la flor caduca de la hermosura de su gloria, que está sobre la cabeza del valle fértil de los aturdidos del vino! (v. 1) y también "...estos erraron con el vino, y con sidra se entontecieron; el sacerdote y el profeta erraron con sidra, fueron trastornados por el vino; se aturdieron con la sidra, erraron en la visión, tropezaron en el juicio" (v. 7).
Luego lanza una acusación sobre los políticos burlones, "Por tanto, varones burladores que gobernáis a este pueblo que está en Jerusalén" (v. 14), quienes dicen que han hecho un pacto con la muerte, "habéis dicho: Pacto tenemos hecho con la muerte, e hicimos convenio con el Seol; cuando pase el turbión del azote, no llegará a nosotros, porque hemos puesto nuestro refugio en la mentira, y en la falsedad nos esconderemos" (v. 15).
Reprende su cinismo petulante y su burla, Dios da esta promesa: “He aquí que yo he puesto en Sion por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no se apresure” (v. 16), en el Nuevo Testamento (Mateo 21:42; Hechos 4:11), se indica que esta piedra es Cristo.
Pero también les advierte que habrá un juicio, "Y ajustaré el juicio a cordel, y a nivel la justicia; y granizo barrerá el refugio de la mentira, y aguas arrollarán el escondrijo", (v. 17).
Ay de Jerusalén (29:1–14).
"¡Ay de Ariel, de Ariel, ciudad donde habitó David! Añadid un año a otro, las fiestas sigan su curso". Ariel significa “león de Dios” y aparentemente se usa como un nombre para Jerusalén. Aquí estaba el centro de la adoración a Jehová. Pero esta era la evaluación de Dios de los adoradores: "Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado"(v. 13).
Ay de aquellos que esconden de Dios sus pensamientos (29:15–24).
"¡Ay de los que se esconden de Jehová, encubriendo el consejo, y sus obras están en tinieblas, y dicen: ¿Quién nos ve, y quién nos conoce?!" Los que tratan de ocultarse de Dios olvidan que Él ve y sabe todo lo que hacen. Probablemente aquí la referencia se haga a sus planes secretos para hacer una alianza con Egipto y rebelarse en contra de Siria.
Ay de los que se vuelven a Egipto (capítulo 30).
Rehusando el consejo de Dios, los líderes de Judá van a Egipto para buscar ayuda "¡Ay de los hijos que se apartan, dice Jehová, para tomar consejo, y no de mí; para cobijarse con cubierta, y no de mi espíritu, añadiendo pecado a pecado! Que se apartan para descender a Egipto, y no han preguntado de mi boca; para fortalecerse con la fuerza de Faraón, y poner su esperanza en la sombra de Egipto" (vv. 1–2). Pero la ayuda egipcia será en vano, "Ciertamente Egipto en vano e inútilmente dará ayuda; por tanto yo le di voces, que su fortaleza sería estarse quietos. (v. 7), esto es, confiar tranquilamente en Dios en vez de hacer alianzas extranjeras. A aquellos que corrieron a Egipto, el Señor les dice: "Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza. Y no quisisteis".
Luego viene esta hermosa promesa de la dirección divina: “Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él” (v. 21). Si el pueblo se abstuviera de hacer una alianza con Egipto, y pusiera su confianza completamente en Dios, él destruiría a los asirios con su palabra (v. 31).
Ay de los que confían en Egipto (capítulos 31–32).
Como notamos anteriormente, Isaías era un destacado estadista tanto como un inspirado profeta. Él veía claramente la fatuidad de ir a Egipto en busca de ayuda. Esa nación sería pronto conquistada por Asiria. Participar en una alianza con Egipto resultaría solamente en doble castigo a manos de los asirios, así que clamó:"¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda, y confían en caballos; y su esperanza ponen en carros, porque son muchos, y en jinetes, porque son valientes; y no miran al Santo de Israel, ni buscan a Jehová!" (31:1).
Dios era una defensa mucho más grande para Judá de lo que podrían serlo los caballos y los carros de Egipto. En una de sus muchas y hermosas promesas, Isaías dice: "Como las aves que vuelan, así amparará Jehová de los ejércitos a Jerusalén, amparando, librando, preservando y salvando" (31:5). ¿Qué más podía pedir Judá?
El profeta predijo que los israelitas quitarían sus ídolos, "Porque en aquel día arrojará el hombre sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que para vosotros han hecho vuestras manos pecadoras" (31:7), entonces Dios vencería y haría retroceder a los asirios con su poder, "Entonces caerá Asiria por espada no de varón, y la consumirá espada no de hombre; y huirá de la presencia de la espada, y sus jóvenes serán tributarios" (31:8).
De nuevo encontramos otro de los grandes pasajes mesiánicos de Isaías: "He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en juicio. Y será aquel varón como escondedero contra el viento, y como refugio contra el turbión; como arroyos de aguas en tierra de sequedad, como sombra de gran peñasco en tierra calurosa" (32:1–2).
Una de las características de Isaías es su poderosa y clara condenación de las mujeres de Judá, "Mujeres indolentes, levantaos, oíd mi voz; hijas confiadas, escuchad mi razón" (32:9). Lo cierto es que como eran las mujeres, así es la nación. Las mujeres pueden hacer más que los hombres para elevar o destruir un país. El profeta no ve esperanza "hasta que sobre nosotros sea derramado el Espíritu de lo alto" (32:15).
El sector partidario de Egipto exigía constantemente una alianza militar con aquel país. Pero el consejo consistente de Isaías, juntamente con las promesas, cierra esta sección. Él dice: "Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre. Y mi pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones seguras, y en recreos de reposo" (32:17–18). Lo único que debía preocupar al pueblo era practicar la justicia; entonces Dios les protegería.
Ay de los ladrones (capítulo 33).
"¡Ay de ti, que saqueas, y nunca fuiste saqueado; que haces deslealtad, bien que nadie contra ti la hizo! Cuando acabes de saquear, serás tú saqueado; y cuando acabes de hacer deslealtad, se hará contra ti" (33:1). Los asirios habían destruido naciones a diestra y siniestra. Ahora ellos serían destruidos.
Luego encontramos la oración del pueblo de Dios que estaba en angustia, "Oh Jehová, ten misericordia de nosotros, a ti hemos esperado..." (33:2-9), y la respuesta de Dios "Ahora me levantaré, dice Jehová; ahora seré exaltado, ahora seré engrandecido..." (33:10-12).
Dios llama a "los que estáis lejos, lo que he hecho; y vosotros los que estáis cerca, conoced mi poder" (33:13), los que estan lejos son todas las naciones, y los que están cerca Israel, es una invitación a prestar atención a lo que Él va a decir y mostrar a su pueblo.
Los pecadores se asombran y los hipócritas se espantan porque ven que el juicio de Dios se acerca y ellos están en falta, ¿Quién podrá estar ante el Santo de Dios?
"El que camina en justicia y habla lo recto; el que aborrece la ganancia de violencias, el que sacude sus manos para no recibir cohecho, el que tapa sus oídos para no oír propuestas sanguinarias; el que cierra sus ojos para no ver cosa mala" (33:15). Es el creyente con un estilo de vida que evidencia las virtudes y valores verdaderos, aquí encontramos que nuestras acciones rebelan lo que realmente somos.
Ellos tenían que olvidar a Egipto, tomar su consejo y confiar en Dios. Su juez no era Egipto, sino Dios. "Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará" (v. 22).
La lucha de Isaías fue que el pueblo pusiera su confianza en Dios y no en soluciones militares.
Aplicación
¿En quién confío yo?
¿Cómo soy salvo?
Lecturas para la siguiente clase Isaías capítulos 34 al 39
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