Hablemos de lo que no Hablamos
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Proverbios 16:18–19 “18 Antes del quebrantamiento es la soberbia, Y antes de la caída la altivez de espíritu. 19 Mejor es humillar el espíritu con los humildes Que repartir despojos con los soberbios.”
Los problemas y conflictos más grandes en el matrimonio son aquellos que no se solucionan, pero no porque no tengan una solución sino porque no se procura.
Los pleitos son el resultado de nuestra carne, de nuestro egoísmo, la constante búsqueda de la satisfacción propia. Santiago 4:1 “1 ¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?”
La palabra “pasiones” allí es el griego “hedoné” de donde surge la palabra “hedonismo” que es la corriente filosófica que establece el placer como un fin en sí mismo, como lo más importante en todo lo que hacemos. Esto es precisamente lo que se enseña hoy dentro de la sociedad, esto convierte a las personas en seres cada vez más egoístas, y por lo tanto cuando sus placeres no son cumplidos, o sus deseos no se llevan a cabo entra la insatisfacción y con ella la codicia, al final esto resulta en pleitos y guerras, tanto en el ámbito personal, matrimonial como todas las demás esferas de la vida.
Si piensa un poco en la razón por la que no hablamos algunos temas en el matrimonio podría descubrir dos grandes razones, no nos hacen sentir bien y la otra razón no queremos humillarnos y reconocer nuestras necesidades o nuestros errores. Ambas cosas están del todo mal.
No importa si es con una actitud arrogante o si es con un actitud vergonzosa no importa el vestido que ande puesto el orgullo ni el vestido que ande puesto el egoísmo ambas son pecado y no glorifican a Dios. Debe siempre considerar que no hablar de un problema porque uno de los dos nos se siente cómodo le falta humildad es algo egoísta. 1 Corintios 13:5 “5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;”
Así que dicho esto hablemos de lo que no solíamos hablar:
Hablemos de lo que no está bien para alguno de los dos. Somos personas diferentes, con sentires diferentes, perspectivas diferentes, construcciones mentales diferentes, costumbres diferentes y mucho más. Y aunque somo una sola carne y la influencia de uno sobre otro es altísimo en la mentalidad y comportamiento es inevitable no conservar algunas diferencias. Somos diseños únicos de Dios. Así que sucede muchas veces que alguno piensa que todo está bien, pero el otro no. Atrévase a hablar. Por el bien de ambos y la gloria de Dios ocultar lo que vemos que está mal es darle lugar al Diablo en nuestro matrimonio. No debe haber temor, no debe existir miedo, si esto sucede es porque quizá hemos creado un historial de malas reacciones ante temas sensibles pero es hora de entregar eso a Cristo, clavar eso en la cruz y abrir nuestro corazón en la búsqueda de un matrimonio limpio con clara comunicación. Tenga en cuenta este texto cuando piense en este punto. Efesios 5:33 “33 Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.”
Hablemos de nuestra intimidad sexual. Vaya tema este que el mundo ha corrompido grandemente creando sobre los hombres una bruma de machismo que los hace sentir que hablar de esto es humillante, o a sobre las mujeres que hablar de esto es perversión o algo sucio. Génesis 2:25 “25 Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban.” La intimidad, la desnudez aunque es una posición “vulnerable” es uno de los vínculos más profundos en el matrimonio por lo cual debe ser protegido celosamente. Las relaciones sexuales van más allá de lo físico, trascienden a lo emocional. Todo matrimonio necesita tener relaciones sexuales buenas, continuas y satisfactorias. Proverbios 5:19 “19 Como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, Y en su amor recréate siempre.” Pero para llegar a la plenitud en el área sexual se requiere comunicación. Hay que hablar de lo que les hace falta, hay que hablar de lo que les gusta y lo que no les gusta, de lo que quisieran hacer y de lo que no quieren volver a hacer. Esto les llevará a honrar más al Señor.
Hablemos del romanticismo que se perdió. Romanticismo muchas veces es considerado como algo negativo, y esto es real cuando se le da prioridad a los sentimientos, o cuando los sentimientos están bajo el control de la carne y no de la verdad de la Palabra de Dios. Pero en el buen sentido romanticismo hace referencia a la expresión, manifestación visible o tangible de lo que sentimos. Una cosa es decir que amamos y otra es hacer sentir a nuestro cónyuge que le amamos, una cosa es pensar cuanto no gusta nuestro cónyuge y otra cosa muy diferente es hacérselo saber. Muchos matrimonios con el tiempo dejan perderse algo tan importante como la llama del romanticismo o el sentimiento. No somos de palo, las peores frases que un esposo podría decir son:
Ella sabe que la amo.
Ella sabe que es preciosa para mí.
Ella sabe que su sonrisa me alegra el día.
Ella sabe que se ve preciosa.
Él o ella sabe ¿Y cómo va a saberlo si no se lo dice? y aun si lo sabe no deje de recordárselo. Dios es perfecto, sabemos que Dios nos ama porque lo dice una y otra vez y porque lo ha demostrado. Romanos 5:8 “8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” Dios pone en evidencia su amor imitemos un poco al Señor y evidenciemos lo que sentimos por nuestro cónyuge
El Cantar de los Cantares está lleno de halagos para una esposa. Recuperen el romanticismo en su matrimonio, revivan los detalles. Pero claro, mantenga siempre bajo el gobierno de la verdad los sentimientos.
Hablemos de lo que enterramos pero sin haber muerto. Dios nos manda a perdonar Colosenses 3:13 “13 soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.” Efesios 4:32 “32 Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.”
Muchas veces en el matrimonio pasamos por problemas que no llegan a solucionarse nunca, creyendo que el tiempo los sepultaría pero son problemas que siguen vivos y en cualquier momento salen de su tumba. Es necesario hablar de esas cosas que enterramos pero que siguen causando problemas en nuestro matrimonio, estas son las cosas que luego en momentos equivocados salen nuevamente y siguen causando daño. Hay que sentarse a hablar de esas cosas los dos junto al Señor, no para pelear sino para sanar, quizá haya que pedir perdón o dar perdón, quizá se necesite algo de confesión aun, o más oración, tal vez se pueda aprender algo más para el futuro o corregir el camino de algo que sigue estando mal. Ármense de humildad y amor y escarben eso para definitivamente sepultarlo.
Definitivamente no es sencillo hablar de lo que no hablamos, pues, precisamente por algo está el tema en silencio, pero en Cristo Jesús debemos pensar y actuar diferente, el Espíritu Santo que mora en cada creyente debe dirigir estos momentos y ustedes deben ponerse en acción de forma intencional, solo o con ayuda pastoral, pero no pueden seguir guardando cosas que les estén dañando.
2 Timoteo 1:7 “7 Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.”