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Introducción
Introducción
12 Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro,
13 y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.
14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego;
15 y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.
16 Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.
17 Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;
18 y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.
19 Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas.
20 El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias.
Cuando Dios liberó a su pueblo de la esclavitud en la que se encontraban en Egipto, su infinito poder y gloria se manifestaron de una forma inigualable,
Ninguno de todos los ídolos a los que los egipcios servían pudieron resistir el poder de Dios.
Por eso de antemano; Dios le había dicho a Moisés:
“Y sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando extienda mi mano sobre Egipto, y saque a los hijos de Israel de en medio de ellos”
Y así fue, como Dios liberó a su pueblo, para llevarles a la tierra que El les había prometido;
Pero en el camino, Dios decidió revelarse a su pueblo;
y en Exodo 19:10-11 Dios le dió la siguiente orden a Moises:
Éxodo 19:10–11 (RVR60)
10 Y Jehová dijo a Moisés: Ve al pueblo, y santifícalos hoy y mañana; y laven sus vestidos,
11 y estén preparados para el día tercero, porque al tercer día Jehová descenderá a ojos de todo el pueblo sobre el monte de Sinaí.
El pueblo ya había presenciado el glorioso poder de Dios a través de cada plaga con la que Dios azotó a los egipcios, sin embargo, en esta ocasión;
Dios mismo se manifestaría a los ojos de todo el pueblo!
Este es un momento único, sin precedentes;
El Dios de Abraham, de Isaac y Jacob, EL ÚNICO DIOS VERDADERO; que mostró su infinito poder en Egipto, ahora se Revelaría ante su pueblo;
Todo estaba preparado, Moisés habia cumplido con todo lo que Dios le había ordenado, y llegó el momento tan esperado;
Éxodo 19:16–20 (RVR60)
16 Aconteció que al tercer día, cuando vino la mañana, vinieron truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y se estremeció todo el pueblo que estaba en el campamento.
17 Y Moisés sacó del campamento al pueblo para recibir a Dios; y se detuvieron al pie del monte.
18 Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera.
19 El sonido de la bocina iba aumentando en extremo; Moisés hablaba, y Dios le respondía con voz tronante.
20 Y descendió Jehová sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del monte; y llamó Jehová a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés subió.
Éxodo 20:18 (RVR60)
18 Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron de lejos.
Ante esa manifestación tan ASOMBROSA de la Gloria de Dios; El pueblo fue incapaz de RESISTIR y respondieron con Temor.
TUVIERON MIEDO DE DIOS.
No es extraña la reacción de pueblo, desde que el pecado entro en la humanidad;
El miedo o pavor parce ser la respuesta natural del hombre pecador cuando se expone a la Santidad de Dios.
¿Recuerdan cual fe la reacción de Adán cuando después de haber comido del fruto prohibido, escuchó la voz de Dios que lo llamaba?
Génesis 3:8 (RVR60)
8 Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto.
Génesis 3:9–10 (RVR60)
9 Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?
10 Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.
También podemos mencionar al profeta Isaías, que en una visión pudo contemplar la gloria de Dios; y sus palabras expresan el miedo que sintió en ese momento:
Isaías 6:5 (RVR60)
5 Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.
Cada uno de estos relatos del Antiguo Testamento, son un claro testimonio de la inigualable gloria y SANTIDAD de Dios, Sin lugar a duda, la experiencia de estar frente a Dios; a la luz de estos pasajes, suena Aterrador, a tal punto, que incluso el mismo profeta Isaías, al encontrase en la misma presencia de Dios, comienza a proferir juicio sobre si mismo.
Como lo expresó el teólogo y reformador Francés Juan Calvino:
De aquí ese pavor y asombro con el cual, como la Escritura uniformemente nos relata, los hombres santos fueron sobrecogidos cada vez que enfrentaron la presencia de Dios … Los hombres nunca son debidamente tocados e impresionados con la convicción de su insignificancia hasta que se comparan a sí mismos con la majestad de Dios.”
Un comentarista los expresó de esta manera:
“El profeta vió la santidad de Dios y por primera vez en su vida entendió quién era Dios; a la vez, por primera vez entendió quién era Isaías”
Y en ese momento, el terror se apoderó de Isaías.
Ese fue el mismo terror se apoderó de los discipulos, en aquel momento en que finalmente sus ojos pudieron presenciar la gloria de Cristo:
Marcos 4:35–41 (RVR60)
35 Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado.
36 Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas.
37 Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba.
38 Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?
39 Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza.
40 Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?
41 Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?
Es en el momento que comprendemos lo insignificantes e indefensos que verdaderamente somos comparados con la GRANDEZA y MAJESTAD de la Sanidad de Dios;
Que lo único que humanamente nos es posible hacer, ES TEMER!
Pudiéramos pensar que esa es la reacción mas COHERENTE,
¿De que otra manera pudiéramos reaccionar?
Creo que el pasaje de hoy, nos puede ayudar a responder esta cuestión,
ya que nos relata la experiencia y la reacción del apóstol Juan, al ver la manifestación de la Gloria de Cristo.
Apocalipsis 1:10–16 (RVR60)
10 Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,
11 que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.
12 Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro,
13 y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.
14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego;
15 y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.
16 Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.
La forma en que Cristo se manifestó al apóstol Juan es ASOMBROSA,
cada aspecto de esta visión; EXALTA la gloria y majestad de Cristo Resucitado;
Es un testimonio claro de su PODER Y SU AUTORIDAD,
El mismo aspecto de Cristo resplandece con una INTENSIDAD TAN IRRESISTIBLE, que la una forma en que el apóstol Juan pudo lo pudo describir, es comparándola con la fuerza del Sol cuando brilla en TODA SU INTENSIDAD.
Seguramente PARA EL APÓSTOL JUAN, esta experiencia fue IMPACTANTE y abrumadora, A TAL PUNTO QUE lo llevó al limite de su mortalidad.
Incluso notemos lo que dice:
Apocalipsis 1:17 (RVR60)
17 Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;
El apóstol Juan fue incapaz de soportar el IMPACTO de la MANIFESTACIÓN de la Gloria de Cristo, y su cuerpo colapsó;
Cayó como muerto, esto no es un acto de reverencia, como Incarse o inclinarse ante Dios, literalmente Juan COLAPSO,
El miedo se apoderó de El, a pesar de haber caminado con Cristo, de haber compartido muchas experiencias con SU SEÑOR, en ese momento,
EL MIEDO LO PARALIZO, de modo que cayó a tierra como MUERTO.
Esto suena muy parecido a lo que experimentó el profeta Daniel cuando recibía visiones de Dios;
Daniel 10:8 (RVR60)
8 Quedé, pues, yo solo, y vi esta gran visión, y no quedó fuerza en mí, antes mi fuerza se cambió en desfallecimiento, y no tuve vigor alguno.
También podemos mencionar la experiencia del apóstol Pablo, cuando Cristo se le apareció de camino a Damasco:
Hechos de los Apóstoles 26:12–14 (RVR60)
12 Ocupado en esto, iba yo a Damasco con poderes y en comisión de los principales sacerdotes,
13 cuando a mediodía, oh rey, yendo por el camino, vi una luz del cielo que sobrepasaba el resplandor del sol, la cual me rodeó a mí y a los que iban conmigo.
14 Y habiendo caído todos nosotros en tierra, oí una voz que me hablaba, y decía en lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón.
Me resulta muy provechoso el comentario del pastor: Samuel Perez Millos:
“Juan había tenido mucha intimidad con Jesús durante el tiempo de su ministerio terrenal. Lo había visto resucitado y había podido seguir con sus ojos la ascensión del Señor hasta que la nube lo retiró de su vista. Pero, todo aquello, no tenía comparación con la gloria que en ese momento estaba contemplando. Con ocasión de la visión de la gloria del Señor en el monte de la transfiguración, sobre todo cuando fueron sobrecogidos por la voz divina que daba testimonio de quien era Jesús. Cada creyente hoy debiera tener una conciencia clara de que este mismo glorioso Señor que Juan vio, es el mismo que está presente en nosotros y en la iglesia. La vida del cristiano y de la iglesia se desarrolla en su presencia. Tal convicción debe producir un profundo respeto ante quien siendo nuestro Salvador y el que se complace en mantener comunión con nosotros, no deja de ser también Dios glorioso y soberano”
Y de la misma manera, como en aquel día en que Jesús con su distinguible autoridad y poder reprendió aquella tempestad que ATEMORIZABA A SUS DISCÍPULOS con SU PALABRA;
Marcos 4:39 (RVR60)
39 Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza.
De igual manera, con su palabra, Hecha fuera El temor que se había apoderado del apóstol Juan:
Apocalipsis 1:17 (RVR60)
17 Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;
Estas palabras suenan muy familiares,
Esta no era la primera vez que Juan experimentaba el brazo consolador de su Señor;
Mateo 17:1–7 (RVR60)
1 Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto;
2 y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.
3 Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él.
4 Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías.
5 Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd.
6 Al oír esto los discípulos, se postraron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor.
7 Entonces Jesús se acercó y los tocó, y dijo: Levantaos, y no temáis.
Estos pasajes nos dejan una enseñanza muy importante para cada uno de nosotros;
El temor se desvanece cada vez que el creyente se encuentra en comunión cercana con su Señor.
Después de todo fue el mismo Juan quien escribió las siguientes palabras:
1 Juan 4:13–18 (RVR60)
13 En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu.
14 Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo.
15 Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.
16 Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.
17 En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo.
18 En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.
Su palabra hecha fuera toda incertidumbre, temor y duda.
Su voz nos dice: NO TEMAS, yo he vencido LA MUERTE, TODA POTESTAD ME HA SIDO DADA.
YO SOY EL PRIMERO Y EL ULTIMO, EL QUE VIVO Y ESTUVE MUERTO,
“mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén”
Asi que no tengan miedo; SINO MAS BIEN CONFIAD, que yo he vencido al mundo.