AMANDO A NUESTRAS ESPOSAS
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Introducción:
Introducción:
En nuestra sociedad actual, el matrimonio a menudo se percibe de manera negativa, considerándose por muchos como una institución obsoleta. Encuestas recientes reflejan que la mayoría de las personas ya no ven el matrimonio como algo relevante, y es común que más parejas decidan convivir sin casarse. Esto se debe en parte a que los principios fundamentales del matrimonio, como la humildad y la abnegación, y sumar la distorcion del diseno de Dios a causa del pecado resultan difíciles de aceptar en un mundo centrado en el egoísmo.
El matrimonio tiene la capacidad de ser una de las relaciones que más puede cambiar a las personas, ya que requiere que ambos se esfuercen en renunciar a sus propios intereses y dedicarse al bienestar del otro.
En particular, se espera que los hombres den un paso importante en este sacrificio, amando a sus esposas de la misma forma en que Cristo mostró amor por la iglesia, entregándose completamente por ella.
El apóstol Pablo, en su carta a los Efesios, exhorta a los esposos a amar a sus esposas como aman sus propios cuerpos, y a amarlas como Cristo amó a la iglesia, entregándose completamente por ella (Efesios 5:25-28).
Este tipo de amor implica una renuncia total al egoísmo, una entrega que refleja el sacrificio de Cristo, quien murió para redimir a los pecadores a los que llama Su novia.
Un matrimonio saludable exige que ambas partes mueran a sus propios deseos, ambiciones y egoísmos.
No se trata de buscar a la pareja ideal, sino de convertirse en la persona adecuada, dispuesta a sacrificarse por el bien del otro.
Un autor dijos lo siguiente , Si llegaramo en nuestros matrimonios a erradicar el egoísmo, podremos restaurar la pureza y la belleza original del matrimonio según el diseño de Dios, convirtiéndose en una poderosa representación del amor de Cristo y del evangelio en el mundo.
REPASO
Le invito a volver a la primera carta de Pedro, capítulo 3. Allí, el apóstol ha estado describiendo esta relación matrimonial que predica el evangelio y exalta a Cristo.
Comenzó hablando de las esposas en el versículo 1 exhortándolas a aceptar el liderazgo de sus esposos en sumisión voluntaria. Vimos que esto no tiene nada que ver con su valor personal.
Ella ahora tiene esta oportunidad única de reflejar a Jesucristo quien voluntariamente se sometió a la voluntad de Su Padre en el plan de redención – Jesús quien es igual al Padre, pero voluntariamente fue sumiso a la voluntad de Su Padre.
Así que una esposa sumisa, aunque igualmente valiosa e igual en su posición en el evangelio, refleja el corazón y la actitud de Cristo al ser sumisa.
Que por medio de su testimonio puede alcanzar sin palabras que sus esposos conoscan de Cristo
Que la verdadera belleza de la mujer esta en el interior y no en lo exterior.
Y el esposo también tiene una oportunidad única de reflejar a Jesucristo al dar su vida en amor sacrificial para ganar, conservar, proveer y cuidar a su novia.
Entonces, en un buen matrimonio, tanto el esposo como la esposa reflejan diferentes aspectos de lo que vemos en la vida de nuestro Señor.
Ahora, habiendo gastado 6 versículos en las esposas, Pedro ahora gasta solo 1 versículo en los esposos.
Y esto no se debe a que las mujeres necesiten más ayuda que los hombres. este versículo para los esposos es tan profundo como los 6 versículos anteriores para las esposas.
De hecho, puede ver fácilmente cuatro secciones diferentes que contienen profundas verdades que traen convicción, transformación y aliento.
Permítame mostrarle – 1 Pedro 3:7
1 Pedro 3:7 (RVR60)
7 Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.
Vivid con ellas sabiamente – Esto es un mandato dado por Dios. Los esposos deben vivir con sabiduría y comprensión hacia sus esposas.
Dando honor a la mujer como a vaso más frágil – Este es un reconocimiento de la diferencia en la creación. Los esposos deben tratar a sus esposas con respeto, reconociendo sus necesidades especiales y su valor único.
Como coherederas de la gracia de la vida – Este es un recordatorio del futuro compartido. Las esposas son compañeras iguales en el regalo de la vida eterna.
Para que vuestras oraciones no tengan estorbo – Este es un serio llamado espiritual. Si los esposos no tratan bien a sus esposas, sus propias oraciones pueden verse afectadas.
I. El Mandato para los Maridos (1 Pedro 3:7)
I. El Mandato para los Maridos (1 Pedro 3:7)
Leamos lo que Pedro dice en 1 Pedro 3:7 (RVR1960):
"Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo."
Pedro comienza diciendo "vosotros, maridos, igualmente", lo que conecta este versículo con lo que acabamos de aprender sobre la sumisión en las relaciones, como la de las esposas con sus maridos, los siervos con sus amos y los ciudadanos con el gobierno.
Sin embargo, aquí Pedro no dice que los esposos deben someterse a sus esposas. En cambio, Pedro les da instrucciones específicas sobre cómo tratar a sus esposas, especialmente si son inconversas.
Pedro nos da dos mandatos principales para los maridos: convivir con sus esposas de manera comprensiva y darles honor.
"Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente,
a. Convivir de manera comprensiva:
a. Convivir de manera comprensiva:
Pedro nos manda convivir con nuestras esposas de manera comprensiva, lo que en el griego original significa literalmente "conforme al conocimiento". o “habitad con ellas según ciencia” o “con entendimiento”.
¿Conocimiento de qué? Conocimiento de nuestra esposa: su personalidad, sus necesidades emocionales, físicas, espirituales y sexuales.
La convivencia comprensiva implica intimidad en todas las áreas de la vida matrimonial, viviendo bajo el mismo techo, compartiendo la vida de una manera cercana y personal.
A veces los hombres excusan su falta de esfuerzo en el matrimonio diciendo: "No entiendo a las mujeres".
Pero Pedro no nos manda entender a todas las mujeres, sino a nuestra propia esposa.
Tenemos la responsabilidad de conocerla profundamente y actuar en consecuencia, viviendo con ella con atención y cuidado.
El apóstol nos llama a estudiar a nuestras esposas, a ser sensibles a sus deseos y luchas, a saber qué les preocupa y qué les trae gozo.
Es interesante como Los hombres que dedican tiempo a estudiar teología, a menudo descuidan el estudio de su esposa. Es fácil aprender sobre temas doctrinales profundos, pero si no entendemos lo que nuestras esposas valoran y necesitan, no estamos cumpliendo con nuestro mandato bíblico.
No importa si nos sentimos confundidos o si pensamos que las mujeres son difíciles de entender; el llamado de Dios es claro: debemos hacer el esfuerzo de conocer a nuestras esposas.
Entonces cuando Leemos 1 Pedro 3, versículo 7. Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas. es un mandato que Dios dice forme un hogar con su esposa. Esto quiere decir, por cierto, que los hombres también son amos de casa – porque deben trabajar en su hogar con sus esposas sabiamente.
b. Dar honor a la esposa:
b. Dar honor a la esposa:
1 Pedro 3:7 “7 Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.”
Pedro continúa: "dando honor a la mujer como a vaso más frágil".
Aquí, la palabra "honor" implica respeto, preferencia y estima.
El tiempo presente nos dice que hagamos esto de manera continua; esto no es solo en su cumpleaños o aniversario. Esto es diario.
Lleva la idea de hacer una estimación de su valor que resulta ser muy alto. Y esta evaluación no se da porque usted es lo suficientemente amable. Esta evaluación está directamente relacionada con quién es ella.
7 Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.
Son coherederas de Dios,
Debemos considerar a nuestras esposas como algo precioso y tratarlas con delicadeza, reconociendo su valor.
Este mandato incluye la idea de preferir a nuestras esposas,
priorizar sus necesidades sobre las nuestras.
Amar a nuestras esposas de esta manera requiere renunciar a nuestros propios deseos y poner los de ellas primero.
Filipenses 2:3-4 (RVR1960) dice:
"Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros."
Esto significa que debemos mostrar preferencia a nuestras esposas, no de manera superficial, sino en la vida cotidiana.
A veces decimos: "Yo moriría por mi esposa", pero ¿estamos dispuestos a hacer algo tan simple como lavar los platos por ella?
Mostrar honor implica pequeñas acciones diarias, que demuestran que valoramos su bienestar más que el nuestro.
Imagina que un esposo llega a casa después de un largo día de trabajo. Está cansado, solo quiere sentarse y descansar. Sin embargo, ve que su esposa ha tenido un día igual de agotador, cuidando de los niños, trabajando en la casa o en su empleo. En lugar de sentarse, el esposo decide tomar la iniciativa: prepara la cena, limpia la cocina o se ocupa de los niños para que su esposa pueda tener un momento de descanso. Esto es un ejemplo sencillo, pero poderoso, de cómo mostrar honor a la esposa. No solo es decir "te respeto", sino demostrarlo a través de acciones que priorizan su bienestar sobre la propia comodidad.
Este tipo de acciones diarias no requieren gestos heroicos, pero demuestran que estamos dispuestos a poner las necesidades de nuestra esposa primero. Es en los pequeños actos de servicio donde el honor se hace visible.
II. La Base para el Mandato de los Maridos
II. La Base para el Mandato de los Maridos
Pedro nos da dos razones para estos mandatos: nuestras esposas son "vasos más frágiles" y "coherederas de la gracia de la vida".
a. Las esposas como vasos más frágiles:
a. Las esposas como vasos más frágiles:
Cuando Pedro habla de las esposas como "vaso más frágil", está haciendo una comparación con la debilidad física, no con la inferioridad espiritual o intelectual. En general, los hombres son físicamente más fuertes que las mujeres, y esta fuerza debe usarse para proteger y cuidar, no para dominar o abusar.
En Efesios 5:25 (RVR1960) leemos:
"Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella."
Cristo es nuestro modelo. Él utilizó Su poder y Su autoridad no para imponerse, sino para sacrificarse por Su iglesia.
Los esposos estamos llamados a hacer lo mismo. Nuestra fuerza física debe ser usada para proteger a nuestras esposas, para proveerles seguridad y apoyo en todas las áreas de la vida.
b. Las esposas como coherederas de la gracia de la vida:
b. Las esposas como coherederas de la gracia de la vida:
1 Pedro 3:7 “7 Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.”
Pedro también nos dice que nuestras esposas son "coherederas de la gracia de la vida".
Esto significa que, aunque tenemos diferentes roles en el matrimonio, nuestras esposas son iguales a nosotros en términos de valor y dignidad ante Dios. En términos de salvación y de la gracia de Dios, no hay diferencia entre hombres y mujeres.
Gálatas 3:28 (RVR1960) dice:
"Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús."
Aunque nuestros roles en el matrimonio son diferentes, tanto los hombres como las mujeres somos coherederos de la gracia de Dios. Este hecho debe impulsarnos a tratar a nuestras esposas con el mayor respeto y honor, reconociendo que son igualmente valiosas ante los ojos de Dios.
III. La Advertencia para los Maridos: Oraciones Estorbadas
III. La Advertencia para los Maridos: Oraciones Estorbadas
1 Pedro 3:7 “7 Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.”
La palabra que Pedro usa, traducida estorbo, era una palabra que se usaba para hacer un camino intransitable. Los soldados enemigos bloqueaban los caminos usando piedras.[x]
Pablo usó la misma palabra para explicar que antes se vio impedido de visitar a los romanos (Romanos 15:22); Pablo les dijo a los tesalonicenses que se había visto estorbado más de una vez en sus esfuerzos por volver a ellos (1 Tesalonicenses 2:18); Pablo usó además la palabra para reprender a los cristianos de Galacia cuando escribió que habían estado progresado mucho, pero alguien los estaba estorbando ahora (Gálatas 5:7)
La palabra también conlleva la idea de cortar o interrumpir.[xi]
No hay amenaza divina más seria que esta, ¿verdad? Que todas las promesas de oraciones escuchadas y contestadas puedan ser interrumpidas.[xii]
Las oraciones se ven obstaculizadas; el Espíritu Santo se entristece; el Enemigo del evangelio tiene la oportunidad de bloquear los caminos del progreso espiritual y la oración eficaz.[xiii]
El hombre que peca contra su esposa negándose a sabiendas a mostrarle consideración, honor y bondad, encuentra una barrera entre él y Dios. En otras palabras, no acuda a Dios como si todo estuviera bien si no quiere acudir a su esposa para arreglar las cosas.
Imagine las implicaciones: si no está interesado en escuchar las necesidades de su esposa, Dios no está interesado en escuchar las necesidades de su vida.
Su matrimonio es en realidad un excelente barómetro de la realidad de su cristianismo. No importa lo que diga la gente aquí o en el trabajo: “qué maravilloso cristiano es ese hombre”. Eso no importa tanto como lo que su esposa diga sobre usted en el hogar.
¿Cuál es la evaluación de su esposa sobre la realidad de su cristianismo? Puedo garantizarle que tiene mucho que ver con su evaluación del valor de su esposa.
Como verá, la Biblia nos enseña que su comunión con Dios está relacionada con su comunión con su esposa. Los hombres lo sabemos muy bien. Si perdemos la comunión con Dios, no pasa mucho tiempo antes de que todos en el hogar lo sepan.
Pero aquí está el punto principal: cuando actúa de manera pecaminosa, orgullosa y egoísta y no le importa vivir con su esposa con cortesía y amabilidad, pierde la comunión con su esposa; entonces pierde la comunión con Dios también. Garantizado.
Hermano, cuando usted ofende a su mujer, ofende a Dios también.
Asi que Esta es una advertencia clara de que si no tratamos a nuestras esposas de la manera que Dios nos ha mandado, nuestras oraciones serán estorbadas.
Si estamos viviendo de manera egoísta o descuidada con nuestras esposas, nuestras oraciones no serán escuchadas. Dios no honrará las oraciones de aquellos que no están cumpliendo con sus responsabilidades matrimoniales.
Mateo 5:23-24 (RVR1960) nos enseña:
"Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda."
Conclusión:
Conclusión:
Hermanos, las instrucciones de Pedro para los maridos no son fáciles, pero son claras. Estamos llamados a usar nuestra autoridad en el matrimonio no para dominar, sino para servir, amar y proteger. El ejemplo de Cristo es el modelo perfecto para nosotros: Él se entregó por la iglesia, renunció a Su vida para salvarnos. De la misma manera, debemos renunciar a nuestros propios deseos y servir a nuestras esposas con amor sacrificial.
Si estamos fallando en alguna de estas áreas, es momento de pedir perdón a Dios y esforzarnos por vivir conforme a Su voluntad. Recordemos que nuestra relación con nuestras esposas refleja nuestra relación con Dios. Si queremos tener una vida espiritual saludable, debemos tratar a nuestras esposas con el amor, el respeto y el honor que Dios nos manda.
Que el Señor nos dé la gracia para ser esposos que reflejen el amor de Cristo y que nuestras vidas sean un testimonio de Su gracia en un mundo perdido.
Oración Final:
Señor, te agradecemos por la claridad de Tu Palabra. Sabemos que como esposos muchas veces fallamos en amar a nuestras esposas como Tú nos has mandado. Te pedimos perdón por nuestras faltas y te rogamos que nos des la fuerza y la gracia para vivir conforme a tu voluntad. Ayúdanos a honrar y proteger a nuestras esposas como Cristo amó a la iglesia. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, Amén.