Hombres de Reino - Sesión 7

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¿Qué hará con lo que tiene?
Samgar - Aguijada de buey.
SER UN HOMBRE
Dios instituyó responsabilidad y autoridad a la hombría bíblica.
Si nosotros, como hombres, pudiéramos comprender plenamente todo lo que Dios no solo ha predestinado para nosotros, sino todo lo que ha puesto a nuestra disposición, no solo mejoraríamos nuestra vida, sino también la de nuestra familia, y además causaríamos un impacto en nuestra iglesia, en nuestra comunidad y en el mundo entero.
La mayoría de los hombres parece no entenderlo.
Han renunciado a una gran porción de su hombría simplemente porque no entienden o no viven de acuerdo a la perspectiva teológica de lo que significa ser un hombre del reino.
Existen muchas definiciones falsas sobre la hombría, entre las cuales están las siguientes:
Hombre pasivo: el varón que es incapaz o que no quiere aceptar el rol de liderazgo que Dios le asignó.
Hombre dominante: el varón que cree que la hombría se mide por su capacidad de forzar física y/o emocionalmente a los demás a cumplir con sus exigencias.
Hombre sexual: el varón que mide su hombría de acuerdo a la cantidad de mujeres que puede conquistar.
Hombre corporativo: el varón que define su hombría por la cantidad de tiempo que invierte en su profesión y/o por la cantidad de dinero que recibe.
Hombre irresponsable: el varón que se niega a proveer debidamente para el bienestar de las personas que están bajo su cuidado.
Hombre hedonista: el varón que vive para su propio placer a expensas de los que lo rodean.
Únicamente cuando el hombre funciona como un hombre del reino según la Biblia experimentará la plenitud de su destino. Sin embargo, cuando un hombre no vive conforme a la definición bíblica de hombría, lo manifiesta en su propia vida y en la vida de quienes están bajo su influencia y cuidado.
Ej.: Alineación en el coche - Llantas gastadas.
Cuando miramos nuestro mundo actual, encontramos mucho desgaste. Hay mujeres desgastadas que son abusadas, maltratadas o abandonadas. Hay niños desgastados que son desatendidos, mal orientados o abandonados.
Al no confrontar, comenzamos a sustituir… esposa por esposa, trabajo por trabajo, profesión por profesión, etc.
No tenemos problemas con nuestra esposa, con la familia, con los hijos, con la comunidad o con el trabajo. Tenemos un problema de hombres.
Necesitamos alinearnos a los principios y valores que Dios ha estipulado en su Palabra para la hombría.
Ser un hombre implica el ejercicio de la autoridad y de la responsabilidad junto con el de la sabiduría y de la compasión. Un hombre del reino alinea intencionalmente su vida, elecciones, pensamientos y hechos bajo el Señorío de Jesucristo.
Existen tres categorías en las que los hombres nos encasillamos:
La masculinidad.
La niñez.
Hombría.
Masculinidad: La masculinidad tiene que ver solamente con la identidad sexual.
Niñez: La niñez se caracteriza por la inmadurez, sumada a la dependencia. Una cosa cierta sobre cualquier niño es que es inmaduro.
Gran parte de los problemas matrimoniales son producto de que el hombre trata de vivir en esas dos primeras categorías a la vez: la de la masculinidad y la de la niñez.
¿Qué mujer quiere tener relaciones íntimas con alguien a quien tiene que limpiar su desorden, tiene que despertar para ir a la iglesia y hacerle de niñera?
Su lógica es que si él puede ser hombre en la cama, ¿por qué entonces no puede ser hombre en la sala, en la oficina, con sus finanzas, como padre o en la relación matrimonial? Estas son interrogantes válidas para formular.
Ej.: Aquí se la traigo de regreso suegra.
Cuando los varones se debilitan, toda la nación sufre… no se diga la familia.
Ej.: Última plaga en Egipto en el tiempo del Éxodo - Muerte de los primogénitos varones.
En The Birth Order Book (El libro del orden de nacimiento), el doctor Kevin Leman señala unas estadísticas interesantes sobre los primogénitos varones.
Casi la mitad de todos los presidentes estadounidenses fueron primogénitos varones en sus familias.
De los veintitrés primeros astronautas que lideraron el programa espacial de Estados Unidos, los veintitrés clasificaron como primogénitos: veintiuno eran varones primogénitos, y dos de ellos eran hijos únicos.
Hasta el puesto de pastor principal está mayormente ocupado por varones primogénitos, y los gerentes generales de empresas en su mayoría son primogénitos.
Al aniquilar a los primogénitos del antiguo Egipto, Dios no solo perjudicó en aquel momento el estado de la nación; también lo hizo con las generaciones que vendrían.
Lo mismo sucede cuando descuidamos “aniquilamos” la familia.
Isaías 3:12 NVI
12 ¡Pobre pueblo mío, oprimido por niños y gobernado por mujeres! ¡Pobre pueblo mío, extraviado por tus guías, que tuercen el curso de tu senda!
Ezequiel 22:30 TLA
30 »Yo he buscado entre ellos a alguien que los defienda; alguien que se ponga entre ellos y yo, y que los proteja como una muralla; alguien que me ruegue por ellos para que no los destruya. Pero no he encontrado a nadie.
Cuando el Dios todopoderoso y omnisciente no puede encontrar a un hombre, ese es un verdadero problema.
Si el Dios que conoce todo y a todos no puede encontrar un hombre que se ponga en la brecha por todo un país, entonces es que debe ser difícil encontrar hombres de verdad.
El problema de Dios no fue no poder encontrar simplemente a un varón o a un muchacho. Dios no pudo encontrar a un hombre, un hombre según la definición divina de hombría.
Hombría: Más específicamente, esta es la categoría de la hombría bíblica. Esto ocurre cuando el varón no solo comprende y adopta los principios y verdades de la Palabra de Dios, sino que también los vive plenamente.
Usted no puede controlar las circunstancias de su vida ni de las personas con las que está en contacto, siempre puede controlar su manera de responder y los resultados que trata de lograr en cada situación.
HMS Birkenhead - 26 de febrero de 1852
“Los niños y mujeres primero.
Solo 3 de 8 botes salvavidas.
Orden funerario.
Todos siguieron la orden del capitán de estar firmes y si nadaban no debían acercarse a los botes.
Debido a que los hombres fueron hombres que honraron los valores del reino al que pertenecían, no solo las mujeres y los niños sobrevivieron; también sobrevivió el legado de los hombres.
Nosotros somos servidores de un reino. Dios es nuestro Rey. Cristo es nuestra cabeza, nuestro líder. Él nos ha pedido que nos mantengamos firmes. Él nos ha pedido que entreguemos toda nuestra lealtad a la autoridad de Cristo reconociendo su Señorío sobre nuestra vida, cueste lo que cueste.
Nuestra responsabilidad como hombres es asegurarnos que aquellos que están a nuestro cuidado—quienes dependen de nosotros y los que están bajo nuestra esfera de influencia—tengan todas las oportunidades posibles de recibir protección, provisión y seguridad.
Si no se las damos, no solamente ellos terminarán sufriendo, sino que otros sufrirán también.
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