¡PROSIGUE A LA META!
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INTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN
Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.
El título de nuestra reflexión de hoy está relacionado a la meta que está puesta delante de nosotros, que es llegar a la presencia de Cristo y participar de su gloria. De todos modos, un día le veremos cara a cara, y que bueno será verle llenos de alegría en aquel día que nos diga: “Ven siervo fiel, entra al gozo de tu Señor”. En cambio, muchos otros tendrán que presentarse delante de Él, avergonzados de lo que hayan hecho, y juzgados junto con un mundo que le ha dado la espalda, que busca solo el placer temporal a toda costa, sin importar que eso dañe a los niños, y a los más pobres o débiles.
Nuestra ciudadanía está en los cielos y un día tendremos un cuerpo semejante a la gloria de Cristo, que pueda traspasar las paredes, cuando no tendremos necesidad de algo material.
Sin embargo, hay tres aspectos que nos distraen de este gran objetivo, y que pueden hacernos tropezar. Pablo empieza refutando las falsas enseñanzas y ejemplos de otros que no viven de esta manera, que se apoyan en ritos religiosos externos. Pablo muestra como su propio trasfondo le impedía avanzar para conocer más a Cristo, por tanto, tuvo que descartarlos. El invita a los filipenses lo imiten, y de este modo se libren de lastres emocionales y espirituales que retrasan su avance hacia la madurez en la vida cristiana.
1) LOS FALSOS MAESTROS
1) LOS FALSOS MAESTROS
Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo. Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne.
Pablo advierte a los filipenses de otro grupo, supuestamente cristiano, los judaizantes, que exigían que los creyentes gentiles se hagan la circuncisión.
Nos parece muy fuerte cuando Pablo se refiere a los judaizantes de esa forma tan dura, como si fuese un insulto: “perros”. En el contexto cultural que escribe Pablo, el perro era considerado un animal impuro, que andaba como un animal callejero, corriendo en jaurías, comiendo sobras de alimentos y carroña. No es el perro mascota que tenemos en casa. Entonces el término “perro” se refería a “los impuros”, “malos obreros”, “mutiladores del cuerpo”, porque querían imponer la circuncisión a todos los no-judíos como una condición para ser cristianos. Y no solo eso, sino que guarden los otros ritos de la ley, como la observancia estricta del sábado.
Recordemos lo que dice Pablo a los Gálatas.
Todos los que quieren agradar en la carne, éstos os obligan a que os circuncidéis, solamente para no padecer persecución a causa de la cruz de Cristo.Porque ni aun los mismos que se circuncidan guardan la ley; pero quieren que vosotros os circuncidéis, para gloriarse en vuestra carne.Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.
Con esto da a entender Pablo que todo nuestro culto a Dios está inspirado por el Espíritu Santo, no con seguir ritos externos; y que hemos puesto en Cristo y su obra de salvación en la cruz, toda nuestra confianza, no en un corte hecho en el cuerpo, ni en los ritos religiosos, por más solemnes que fueran.
Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios.
En este punto solo tenemos dos ordenanzas dadas por nuestro Señor Jesucristo: la Cena del Señor, y el Bautismo en agua. Muy sencillas, pero de gran significado.
2) JACTANCIA DE LOGROS PERSONALES
2) JACTANCIA DE LOGROS PERSONALES
Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible.
Pablo explica que, si se tratase de jactarse de su condición como judío, él tenía más pergaminos que ningún otro judío, pues había sido circuncidado a los ocho días luego de su nacimiento, descendía de la tribu de Benjamín,
La tribu de Benjamín estaba unida a la de Judá y, por eso, era parte de la raza judía «pura», que no había perdido su identidad después de la deportación; no era un residuo de las diez tribus del norte, cuando Asiria invadió y se llevó cautivos a muchos el siglo VII A.C.
Por otro lado, Pablo antes de su conversión, el joven Saulo de Tarso, fue instruido por Gamaliel, el más célebre rabino. Además, Pablo era ciudadano romano por a haber nacido en la provincia romana de Tarso, estaba familiarizado con la filosofía griega, pero sin perder su formación como fariseo estricto, y había formado parte del sanedrín, el consejo de ancianos de Jerusalén. Es decir, Pablo tenía más pergaminos que todos aquellos judaizantes.
Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la ley de nuestros padres, celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros.
Sin embargo, Pablo mismo declara que todo eso era un estorbo para él. Las cosas que más valoramos son todo lo que hemos podido alcanzar, y más cuando nos ha costado tanto, sean nuestras posesiones materiales, nuestro prestigio y el conocimiento acumulado. Pero eso mismo nos resulta un lastre, un peso muerto, que nos impide avanzar.
Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe;
Al igual que los filipenses, no podemos ganar nuestro camino al cielo. No importa cuántas veces vayamos a la iglesia, cuántos bienes materiales donemos, o cuán justos creamos que somos. Sin la fe en Jesús Cristo, esas cosas son como basura. Sin embargo, el creyente en Cristo ha sido "creado en Cristo Jesús para buenas obras" (Efesios 2:10). Aquellas cosas que están de acuerdo con la voluntad de Dios y se encuentran en las Escrituras son dignas de ser alcanzadas.
3) PERDER DE VISTA LA META
3) PERDER DE VISTA LA META
Pero hay una meta mayor que debemos perseguir nosotros. Tal como dijimos al inicio, la meta que esta puesta delante de nosotros es llegar a la presencia de Cristo y participar de su gloria. De todos modos, un día le veremos cara a cara, y que bueno será verle llenos de alegría en aquel día que nos diga: “Ven siervo fiel, entra al gozo de tu Señor”.
No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Pablo usa aquí una expresión de la disciplina deportiva como la de correr en una competencia, a fin de ilustrar una verdad: no podemos avanzar si siempre miramos hacia atrás. No podemos mejorar el pasado, ya es solo ceniza. Lo que pasó, pasó. Debemos olvidar todo el pasado y la cadena de errores, y no traerlas a la memoria.
Hay personas bien intencionadas, y aun cristianos, que creen en las “maldiciones generacionales” y que no piensan que no pueden avanzar debido a que están arrastrando una herencia de malas costumbres que heredaron desde sus bisabuelos. Hay otros que justifican sus vicios o adicciones, culpando que así fueron sus abuelos y padres, y piensan que no pueden escapar de ese destino.
Pero la Escritura dice que cuando nos arrepentimos, y creemos en Cristo como nuestro Señor y Salvador, no hay más cadenas que nos aten al pasado.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Por tanto, hermano, hermana, ya no vivas pensando en las cosas tristes del pasado. Tienes delante de ti una vida nueva, llena de esperanza.
VIVAMOS CON UNA NUEVA VISION
VIVAMOS CON UNA NUEVA VISION
Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros.
El apóstol Pablo pide que lo imitemos a él y a los siervos fieles de Dios, aquellos que le trajeron la Palabra de Dios. Y no prestemos oídos a los que solo miran lo pasajero de esta vida, como aquellos predicadores del falso evangelio de la prosperidad.
Flp 3:18–19
18Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; 19el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal.
Recordemos que tenemos una nueva ciudadanía. Y allí queremos llegar.
Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.
INVITACION
INVITACION
¿Deseas tú también tener esa seguridad de ser ciudadano del cielo, compañero de los santos de todas las épocas?
sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.
Si deseas tener esa seguridad, ven hoy a Jesús, con todo tu corazón, y recibir como Señor y Salvador. Con Ël tienes total entrada a la presencia de Dios.