La codicia

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La codicia es el deseo malo que conduce al pecado

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La codicia

Génesis 3:6 (RVR60)
6Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.

Introducción

La codicia, la desobediencia y el orgullo fueron las acciones que llevaron a introducir el pecado en la humanidad.
Hoy hablaremos de la codicia.
En los idiomas originales de la Biblia, codicia y deseo usan la misma palabra:
kjamád (Hebreo) y epidsuméo (Griego)
Es difícil identificar la diferencia entre deseo y codicia a simple vista.
Se diferencian en que el deseo es sin pecado, y la codicia es un deseo obsesivo que conduce al pecado.
Cuando el deseo está acompañado de envidia, obsesión, celos y orgullo entonces es codicia.
Además la codicia está contaminada de los deseos carnales que persigue las cosas terrenales y desprecia las espirituales.

La caída de Eva

En este caso, la codicia de Eva se despertó por escuchar a Satanás quien apeló a su vanidad y orgullo al convencerla de querer ser como Dios.
Génesis 3:5sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.
Este fue el pecado en que también incurrió Satanás: Isaías 14:14sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.
El pecado de Satanás fue desear tomar el lugar de Dios, y el de Eva de ser semejante a Él, desear ya no depender de Él.
Es diferente a nuestro deseo de ser imitadores de Cristo: Efesios 5:1Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.
Después de escuchar a Satanás y ser persuadida, Eva fijó sus ojos en el fruto prohibido, lo tomó en sus manos, percibió su aroma y lo comió, consumando así el pecado.
Sus cinco sentidos fueron seducidos por la codicia.
Por eso el Señor nos exhorta a no permitir que el pecado y la codicia entre por nuestros sentidos.
Mateo 18:9Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego.
El Señor de una manera dramática muestra lo terrible que es el infierno, que es la consecuencia del pecado, y que es mejor rendir nuestros sentidos a Cristo para no ser persuadidos.

La codicia fruto del orgullo y produce violencia

Eva se sintió atraída a ser como Dios, el orgullo ejerció presión sobre ella para desobedecer.
El orgullo es un mal con el que debemos batallar, todos estamos expuestos a su influencia.
Al ver la prosperidad de otro, el orgullo produce envidia y codicia, se siente celoso por lo que ellos tienen y lo desean, y aun desean tener más.
Esto produce amargura, malos deseos, enojo e infelicidad por no estar conformes con lo que Dios nos ha dado. 1 Timoteo 6:8Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.
El Salmista Asaf estaba cediendo a la codicia y la envidia, que estaban provocando que sus pies resbalaran.
Salmo 73:2–32En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; Por poco resbalaron mis pasos. 3Porque tuve envidia de los arrogantes, Viendo la prosperidad de los impíos.
Expresa con amargura lo bien que le iba a ellos y lo mal que le iba a él.
Salmo 73:12–1412He aquí estos impíos, Sin ser turbados del mundo, alcanzaron riquezas. 13Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón, Y lavado mis manos en inocencia; 14Pues he sido azotado todo el día, Y castigado todas las mañanas.
Pero mantuvo su comunión con Dios y fueron abiertos sus ojos:
Salmo 73:17Hasta que entrando en el santuario de Dios, Comprendí el fin de ellos.

Violencia

Saúl codiciaba la fama de David, por eso permitió que la ira gobernara sus acciones, de tal manera que intentó matar a David.
1º Samuel 18:8–11 (RVR60) “8Y se enojó Saúl en gran manera, y le desagradó este dicho, y dijo: A David dieron diez miles, y a mí miles; no le falta más que el reino. 9Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David. 10Aconteció al otro día, que un espíritu malo de parte de Dios tomó a Saúl, y él desvariaba en medio de la casa. David tocaba con su mano como los otros días; y tenía Saúl la lanza en la mano. 11Y arrojó Saúl la lanza, diciendo: Enclavaré a David a la pared. Pero David lo evadió dos veces.”
La codicia produce violencia, los vuelve irritables, despreciativos y hasta agresivos, serán arrastrado a actuar con ira y violencia contra otros.
Aunque quizá no los agreda físicamente, los agrede verbalmente o levantando calumnias y chismes.

La cura

2 Corintios 10:5derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo
Debemos encausar nuestros deseos a las cosas buenas, evitar que nuestros deseos se enfoquen en cosas materiales.
Renunciar a la obsesión por bienes materiales o placeres.

Desear la Palabra de Dios

Salmo 19:8–108Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos. 9El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; Los juicios de Jehová son verdad, todos justos. 10Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; Y dulces más que miel, y que la que destila del panal.
Encausa tus deseos a deleitarte en la Palabra de Dios, que puede hacerte sabio y conducirte a la vida eterna.

Desear a Cristo

Cantares 5:16Su paladar, dulcísimo, y todo él codiciable (kjamád). Tal es mi amado, tal es mi amigo, Oh doncellas de Jerusalén.
Por sobre todas las cosas, encausa tus deseos en conocer y tener comunión con Cristo.
Pablo renunció a todo con tal de conocer a Cristo: Filipenses 3:8Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo,

Desear la vida eterna

Juan 6:27 (NTV) “27 No se preocupen tanto por las cosas que se echan a perder, tal como la comida. Pongan su energía en buscar la vida eterna que puede darles el Hijo del Hombre. Pues Dios Padre me ha dado su sello de aprobación.
Cuando llegamos a entender que las cosas materiales son temporales, y que no satisfacen la necesidad espiritual, entonces enfocaremos nuestro esfuerzo en desear y alcanzar la vida eterna, esa debe ser nuestra meta y objetivo.

Conclusión

Salomón fue un hombre que pudo disfrutar de los placeres de este mundo sin restricción: Eclesiastés 2:10–1110No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena. 11Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol.
Salomón solo obtuvo aflicción de espíritu en los placeres y bienes materiales, y llegó a la conclusión que todo era vanidad y aflicción de espíritu.
No podemos prescindir de las cosas materiales porque las necesitamos. Pero que no se conviertan en nuestra razón de vivir.
Hay personas que viven para trabajar y no trabajan para vivir, porque codician una vida buena, pero terminan enfermos, solitarios y decepcionados.
La codicia por las cosas materiales ha contaminado su corazón haciéndolos infelices.
Recordemos que la codicia fue fundamental para la caída y consecuente desgracia de la humanidad.
Es mejor darle prioridad a las cosas espirituales que conducen a la vida eterna, y tenemos la promesa de las cosas vendrán por añadidura:
Mateo 6:33Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

Dedicación de la cocina

Ministro: Bendecimos el nombre de nuestro Señor porque nos ha permitido concluir la construcción de esta cocina que será útil para el servicio de la obra de Dios.
Bendecimos a la familia López Pérez que con alegría y buena voluntad financiaron esta obra, que El Señor bendiga sus vidas y multiplique sus bendiciones sobre ellos.
Salmo 20:1–9 (RVR60):
1 Jehová te oiga en el día de conflicto; El nombre del Dios de Jacob te defienda.
 2 Te envíe ayuda desde el santuario, Y desde Sion te sostenga.
 3 Haga memoria de todas tus ofrendas, Y acepte tu holocausto. Selah
 4 Te dé conforme al deseo de tu corazón, Y cumpla todo tu consejo.
 5 Nosotros nos alegraremos en tu salvación, Y alzaremos pendón en el nombre de nuestro Dios; Conceda Jehová todas tus peticiones.
Hoy nos hemos reunido en estas nuevas instalaciones, para dedicarlas a Dios, e implorar que su presencia venga a reinar en este lugar.
En el Salmo 100:1–5 leemos: «Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. Servid a Jehová con alegría; venid ante su presencia con regocijo. Reconoced que Jehová es Dios; Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza; alabadle, bendecid su nombre. Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, y su verdad por todas las generaciones» (RVR-77).
Ministro:
Que aquí reine la paz y el amor de Dios; y su presencia sea siempre manifiesta.
Que toda actividad que aquí se realice sea para la gloria de Dios.
Que las fuerzas malignas no tengan entrada, y todo mal sea desarraigado de este lugar.
Para que aquí el Señor Jesucristo sea el Huésped invisible y el Señor de este lugar.
Para que toda actividad que aquí se realice se haga en unidad, armonía y comunión como cuerpo de Cristo.
Que sea derramada provisión y bendición sobre esta cocina para la gloria y honra de nuestro Señor Jesucristo.
Oración y bendición.
Ministro: Para la gloria de Dios, dedicamos esta cocina en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
«La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén» (2 Corintios 13:13, RVR-77).
Cortamos la cinta Alvaro, Maricela y el pastor.
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