Estudio de Términos

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Hasta ahora hemos podido observar la importancia que tienen los contextos para entender un pasaje. Además de lo visto, en un pasaje encontraremos palabras o frases clave. Necesitamos estar seguros que estamos entendiendo las metáforas, o palabras raras, o muy comunes.
En centroamerica hay una comida típica que se llama torta. Es lo que por estos lados podemos llamarle sadwich, lomito o emparedado. Pues yo crecí viendo la serie el Chavo del 8. Cuando veia la serie y escuchaba al Chavo decir torta de jamon. Me imaginabaun pastel salado de jamon. Luego me di cuenta que torta no se refería a un pastel sino a un sandwich de jamon. A una palabra común de otro contexto le estaba atribuyendo otro significado.
Pues muchas veces estamos frente al mismo riesgo cuando estudiamos la Biblia, y en particular en nuestro caso el Nuevo Testamento. Las palabras son, por así decirlo, recipientes que asociamos con un concepto o rango de conceptos e implicaciones. El contexto define el significado de las palabras, de la carga emocional, de las implicaciones que asociamos a ellas. Por eso cuando nos acercamos al texto bíblico, separado de nosotros por siglos y en otro idioma, debemos extremar precauciones para estar seguros que estamos entendiendo lo que el autor está comunicando, y no estemos confundiendo los términos.

Palabras y traducción

Cuando traducimos debemos tomar en cuenta qué ideas están asociadas a las frases y palabras, para poder poner en nuestro idioma las palabras equivalentes. Por ejemplo, en griego puede decir “amad con los intestinos”, en español no traducimos igual, traducimos “amad profundamente, entrañablemente”.
Tenemos que tener claro que las palabras a veces tienen asociado a ellas un rango de significados. Por ejemplo, en español cuando pensamos en “grabar” pensamos en almacenar digitalmente cierta información en una computadora. En otro contexto, podemos entenderla como poner las iniciales y fecha de matrimonio en un anillo. No es que la palabra signifique simultáneamente las dos cosas. En un contexto significa una cosa en otro otra. De la misma manera, en griego hay palabras que tienen una variedad de significados asociados.
Los sinónimos son aquellas palabras que comparten algo de traslape en significado. No son lo mismo, sino similares. Por ejemplo “luchar” y “esforzarse” comparten la idea de dedicación sostenida hasta acabar una actividad pese a la dificultad que pueda demandar dicha tarea. Podríamos decir “ella luchó por su título”, “se esforzó por su título”. Pero no podemos equivaler “ella luchó en las montañas” con “ella se esforzó en las montañas”. En este nuevo ejemplo, no estamos seguros si están compartiendo significado. Pasa lo mismo en las Escrituras. Cuando estudiamos un término debemos poner atención no solo a una palabra sino a las palabras que expresan ideas similares. De esa forma podemos tener una mejor idea de lo que un autor está o no comunicando en determinado pasaje (ej. Jn 21).

Denotación, connotación, implicaciones

En lingüística se hace una diferencia entre lo que una palabra denota, connota e implica. Cuando estamos estudiando un término debemos tener en cuenta estos tres aspectos. Los últimos dos son altamente dependientes del contexto. La denotación de una palabra es su significación más común entendida por quienes oyen o escriben un idioma. Por ejemplo, “corazón” es un músculo que provee y permite la circulación de la sangre en una persona. En algunos contextos, esa palabra puede tener una idea asociada. Así “corazón” podría significar el centro de alguna cosa, el meollo de un tema. A ese fenómeno se le llama connotación. A su vez, en algunos contextos, más allá de la connotación, palabras gatillan en algunos contextos una serie de implicaciones. Por ejemplo, “corazón” usada por un esposo pidiéndole algo a su esposa, “corazón, podrías pasarme ese lápiz”, connota cariño, pero implica amabilidad, cuidado, cortesía, etc. Lo mismo pasa cuando estudiamos una palabra en el texto bíblico. Algunas palabras tienen una carga semántica determinada por el entorno político, religioso, etc. como “Señor”.
Varios factores inciden en la connotación de un término y sus implicaciones. El ambiente greco-­romano del primer siglo influye en como los autores usan las palabras en una oración. Además, en el caso cristiano, el uso de las comunidades de fe, la Septuaginta, la manera en que Jesús usó ciertas frases, incide en como los autores del NT usan dichas palabras. También cada persona usa palabras de determinada manera peculiar, como la usaban en su casa. En determinadas circunstancias algunos factores incidirán más que otros en cómo un autor está usando una palabra o frase en una oración.

Desarrollo del idioma

Por si esto fuera poco, el idioma no es estático. Las palabras cambian de significado a lo largo de los años. RV1909 traduce 1 Cor 13 “caridad” lo que hoy solemos llamar “amor”. No es que se equivocaron en traducir, sino más bien, a principios del siglo XX “caridad” reflejaba la idea que hoy representamos con la palabra “amor”. Por eso, cuando estudiamos un término, excepto raras excepciones realmente, no nos interesa saber la etimología de una palabra. Por ejemplo, δαιμόνιον en sus inicios significa ser espiritual, dios. Pero ya para la época del NT básicamente en el contexto judío significa un ser espiritual enemigo de Dios. Lo que nos interesa es saber el estudio sincrónico del texto, lo que significaba (denotación, connotación e implicaciones) para un autor y sus lectores en el primer siglo. A veces, un autor está usando una palabra arcaicamente. En ese caso, podría eventualmente ayudar la etimología. Pero en términos generales, esta debe ser nuestro último recurso.

Contexto, la clave

Recordemos siempre que las palabras significan en contexto. Debemos mirar cómo el autor está usando la palabra en los contextos literarios que hablamos la clase anterior. También un mismo concepto se puede expresar de varias maneras. Lo mismo pasa con ideas teológicas. Autores usan distintas metáforas para hablar de la obra de Jesucristo, del Espíritu, del Padre, de la iglesia, etc. Así que para asegurarnos que estamos entendiendo bien una frase o idea, tenemos que abrir bien los ojos y mirar cómo un autor desarrolla sus conceptos: que denota, connota e implica.
En resumidas cuentas, cuando estudiamos una palabra no podemos simplemente abrir un diccionario y escoger arbitrariamente su significado. Las palabras significan en contexto. Por lo mismo, debemos hacer un esfuerzo decidido para tratar de entender lo que un autor dice explícita e implícitamente con su comunicación.
Debemos evitar caer en falacias típicas asociadas al estudio ingenuo de términos. Por ejemplo,
Un error típico es hacer significar una palabra lo que su etimología significa sin tomar en cuenta el contexto.
Un error típico es hacer significar una palabra lo que en el primer siglo no significaba. Por ejemplo, “mártir” en el primer siglo es alguien que da testimonio, un testigo. Luego llegó a connotar sufrimiento, y se asoció mártir con aquel que moría o sufría por dar testimonio de Cristo. Hoy, en español, mártir es el que muere luchando por sus ideales o su vocación, sea o no religiosa. Sería, entonces, un error atribuir la idea de sufrimiento a la frase μάρτυς Χριστοῦ (1 Pe 5:1). O “dinamita de Dios” por δύναμις θεοῦ (Ro 1:8).
Otro error es hacer significar automáticamente una palabra lo que sus partes constitutivas significan.
Otro error frecuente es transferir todos los significados posibles de una palabra a cada ocurrencia de esta.
Un error más sutil es pensar que si un significado es el más frecuente, automáticamente toda vez que aparezca la palabra tendrá ese único significado.

Herramientas

¿Por dónde empezar? Tenemos a nuestra disposición varias herramientas que tenemos que aprovechar:
Léxicos griego-­español: Sigue siendo de utilidad el léxico de Tuggy. Da no solo definiciones, sino además versículos en donde ese significado parece usarse. Un poco menos útil es el Léxico de McKibben, Stockwell y Rivas. En inglés sigue siendo estándar el BAGD (English-­Greek Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature).
Diccionarios de rango semántico. En español es inmensamente útil el Diccionario Griego-Español del Nuevo Testamento. Recién va en el 4to tomo y no ha salido de la letra α. En inglés es de suma ayuda el diccionario de Low-Nida.
Diccionarios teológicos. Sigue siendo clave el diccionario teológico de Coenen, et. al. También es una buena contribución el abreviado de Kittel (TDNT). En inglés sigue siendo muy útil el diccionario exegético de Balz y Schneider (EDNT).
Herramientas electrónicas. Ayuda mucho la facilidad de búsqueda que nos permiten softwares como BibleWorks, Logos o Accordance. Se puede hacer búsquedas casi instantáneas de palabras, grupos de palabras o rangos semánticos de palabras (Logos).

Pasos hacia el estudio de términos

Determine qué palabras son fundamentales para el entendimiento del pasaje que está estudiando. A veces son palabras raras, poco frecuentes. En otras ocasiones son conceptos teológicos fundamentales, o metáforas que queremos discernir. En otras ocasiones, palabras repetidas enfáticamente a lo largo de un escrito nos hablan de la importancia que reviste para un autor esa familia de conceptos.
Determine el rango semántico de la palabra que escoge. Para eso es necesario ver todas las ocurrencias de una palabra y sus derivados a través del tiempo y en el NT. Esta mirada diacrónica nos permite vislumbras cuáles opciones pudo haber tenido a la mano un autor bíblico, en el estudio sincrónico.
También vale la pena saber si la palabra es de uso frecuente del autor bajo estudio. Para eso usamos una concordancia y determinamos la presencia de esta palabra y sus asociadas en el NT y en el autor en particular. Algunas palabras son raras y solo aparecen unas cuantas veces. Otras son propias de ese autor, otras sistemáticamente son usadas por los autores del NT en cierta manera o en ciertos contextos.
Obtenga el trasfondo del griego clásico de esa palabra. En algunas ocasiones las palabras se mantienen relativamente estables y un estudio en el clásico nos puede arrojar luz en el significado. En otras ocasiones, una palabra cambia de significado a través de los siglos, y este estudio nos puede alertar de esos movimientos.
Vea cuál(es) significado(s), si es que se usa en la LXX, tiene dicha palabra. Los autores del NT han sido fuertemente influenciados en su lenguaje religiosos por la Septuaginta, al igual que nuestro lenguaje evangélico ha sido forjado por la RV60. Así que saber los distintos usos presentes en la LXX nos puede alertar de posibles giros judaicos en un concepto en el NT.
Averigüe cuál uso pudo haber tenido dicha palabra en el griego no bíblico del primer siglo. Siendo que la gente el NT vivía en medio de su cultura greco-romana, el estudio del uso de una palabra en ese ambiente nos puede iluminar el uso que un autor le da, o implica en un término.
Con todos estos ingredientes podemos volver a nuestro pasaje y decidir cuál parece ser la idea mejor reflejada por la palabra en el contexto, que parece connotar e implicar.
Ahora podemos explicar el pasaje a la luz de lo que hemos aprendido.
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