El hombre maduro es un hombre sabio (Santiago 3:13-18)
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Introducción
Introducción
La última vez que estuve predicando toqué muy por encima acerca de la sabiduría, como vi que me tocaría predicar este pasaje no quería explayarme mucho en este tema en mi último mensaje dado que entendí que había otras cosas más importantes que matizar y recalcar, pero en esta ocasión si que estaremos analizando más profundamente acerca de esa sabiduría que Santiago nos invita a pedirla a Dios que él nos la dará sin medida, Santiago 1:5 “Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.”
Antes de proseguir recapitulemos rápidamente lo visto hasta ahora. Ya hemos dejado claro que el tema central que estamos abordando es la madurez y qué aspectos ha de tener un cristiano para ser considerado maduro y si carece de esos elementos por lo tanto es un inmaduro y necesita crecer en el Señor.
Vimos como el maduro sabe enfrentar las pruebas de la forma correcta, luego se vio que el cristiano no solo sale aprobado de las pruebas, sino que también sale aprobado de las tentaciones porque cuando se le presenta se mantiene íntegro y no cede ante la tentación. Santiago continuó hablándonos acerca de que la persona madura no hace distinción ni acepción de personas, trata a todas las personas de igual manera, luego abordó el tema de la fe y las obras dado que la persona que es madura tiene una fe que obra y por último se vio como la persona madura tiene dominio de su lengua, no usa su lengua para maldecir al hermano, sino que lo hace para alabar a Dios.
Ahora Santiago continuando con este hilo argumentativo pasará a hablarnos acerca de la sabiduría y como ésta es importante tenerla en nuestra vida si queremos ser maduras. Sin embargo, veremos que al igual que para ser maduros no sirve cualquier tipo de fe, sino una fe que obra, de la misma manera en esta ocasión no se necesita cualquier tipo de sabiduría, sino también una sabiduría que obra dando frutos correctos. De la misma manera que la fe sin obras está muerta, la sabiduría sin obras también está muerta.
Y que interesante es que Santiago coloque este tema justo después de la lengua, porque no hacerlo después de la lección acerca de la fe. Probablemente una de las razones por las que está aquí ubicada sea porque de la misma manera que es muy difícil controlar la lengua, de la misma forma es difícil controlar nuestra sabiduría. El cristiano maduro ha de saber dominar tanto la lengua como la sabiduría. Un antiguo proverbio árabe enseñaba lo siguiente: «No digas todo lo que sabes, no creas todo lo que oyes, no gastes todo lo que tienes; porque el que dice todo lo que sabe, el que cree todo lo que oye y el que hasta todo lo que tiene, muchas veces dice lo que no conviene, juzga lo que no ve y gasta lo que no puede»
Este tema de la sabiduría era un teme recurrente en la sociedad de aquel entonces y los cristianos debían de hacer frente a las desviaciones que se hacían de este asunto. Además de la cultura griega que daban una gran importancia al tema del conocimiento y a la sabiduría, luego se levantaron diferentes movimientos cristianos que mezclaban el tema de la sabiduría y el conocimiento como era el movimiento gnóstico que enseñaban la importancia del conocimiento para alcanzar la salvación. Aunque todavía no se había desarrollado ese movimiento podemos ver cómo ya existía el germen de esa filosofía tanto por los escritos de Pablo en Corintios como a los Colosenses. Además de Santiago, Pablo también se extendió en este tema en su carta a 1 Corintios 1-2 durante los dos primeros capítulos para argumentar en contra de la sabiduría humana en contraposición a la divina. Uno de los problemas latentes que había en ese tiempo y que tenían que hacer frente los destinatarios de esta carta es que ciertos hombres y mujeres se autodenominaban espirituales afirmando poseer la sabiduría de lo alto. Sin embargo, esas misma personas que decían poseer tener semejante sabiduría lo que acababan provocando eran divisiones entre las comunidad cristiana.
También para poder entender mejor nuestro pasaje y tener una visión más completa del mismo es importante anotar que en aquella época afirmar que uno era sabio o que tenía la sabiduría de Dios era prácticamente decir que estaban lleno del Espíritu Santo, al igual que movimientos más actuales aseguran que la plenitud del Espíritu Santo se evidencia con dones extraordinarios como el hablar en lenguas, en esa época la plenitud del Espíritu Santo se evidenciaba en poseer una gran sabiduría y ser una persona sabia. Sin embargo, Santiago como hemos leído y antes de adentrarnos en profundizar más en el tema vemos que ese discurso que presentan esas personas en incongruente dado que las mismas personas que afirman ser llenas del Espíritu Santo con sus acciones y con los frutos que cosechan para nada se asemejan a los frutos que esperamos cosechar o a las acciones que esperamos ver en una persona que está dominada por el poder del Espíritu Santo. Santiago hablará claramente a ese colectivo de personas y les dirá que para nada son llenas de la sabiduría de Dios, sino más bien que están llenos de la sabiduría del Diablo.
Sabiduría Terrenal
Sabiduría Terrenal
Después de preguntar el autor de la carta quién se considera sabio entre los destinatarios y sorprende dado que Santiago se pisa a sí mismo para no esperar que alguien le responda a esa pregunta, sino que directamente da la respuesta a la pregunta planteada en el versículo 13, es decir, si alguien se cree sabio, no hace falta que lo diga públicamente en la congregación, si una persona se cree sabia entonces lo que ha de hacer es ponerla a trabaja sabia y mansamente para que de fruto. Si la mansedumbre se encarga de usar correctamente el poder, ya que el que esa manso no es un tirano, la sabiduría se encarga de hacer un uso correcto del conocimiento. Y justamente esa es la diferencia entre la sabiduría y el conocimiento en términos bíblicos. El conocimiento nos permite analizar las cosas, pero la sabiduría nos permite organizarlas y hacer que la verdad de Dios sea aplicable a la vida diaria, eso mismo es lo que hizo Jesús en el Sermón del Monte fue capaz de trasportar los mandamientos de Dios a la vida diaria y cotidiana, supo aplicar el mandamiento de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo de formas prácticas.
Luego en el versículo 14 se dispone a desarrollar un poco más como es esa sabiduría que no procede de lo alto. Nos dice Santiago que esa sabiduría terrenal se evidencia por tener celos amargos, rivalidad y jactancia. ¿Por qué nos habla aquí acerca de los celos? Porque no debemos de olvidar ya lo dicho en anteriores mensajes de que dentro de los destinatarios había una gran diferencia económica entre ricos y pobres por lo que probablemente se hubiera generado un clima de celos y rivalidad por intentar conseguir aquello que el hermano/a tiene. Los celos y la ambición egoísta no son frutos de una vida llena del Espíritu Santo.
Hermanos, mucho cuidado con este tipo de sabiduría que nos lleva a tener celos, envidia y jactancia. Es muy fácil caer en este engaño ya que estamos bombardeados de esta mentira constantemente, la sabiduría del mundo nos dice a cada uno de nosotros: «Promueve tu causa, tú eres tan bueno como los demás o quizás mejor» Incluso los mismos discípulos se disputaban quién sería mayor en el reino de los cielos, pero la verdadera sabiduría no es la que nos hace mirarnos a nosotros mismos, sino la que nos permite mirar al prójimo sin envidia ni rivalidades ni celos. Al igual que Santiago preguntó a su audiencia ahora os pregunto yo a vosotros ¿Nos gozamos cuando otros tienes éxito? ¿O envidiamos y criticamos secretamente? ¿Nos duele cuando otros fracasan? ¿O nos alegramos? Cuando la sabiduría del mundo entra en la iglesia, empiezan las promociones carnales y exaltaciones del hombre, tenemos que tener mucho cuidado, si de algo debemos de gloriarnos, no es de nuestro conocimiento, no es de nuestra sabiduría, no es de nuestro coche, no es de nuestra casa, no es de nuestro móvil, no es de nuestro vestuario, sino que debemos de gloriarnos en el Señor tal y como Pablo enseñó en 1 Corintios 1:31 “para que, como está escrito: «El que se gloría, gloríese en el Señor».”
Santiago habla claramente de este asunto y afirma que tal sabiduría no proviene de lo alto, sino que es terrenal, animal y diabólica. Santiago sabe que ese no puede ser el comportamiento de una persona que ha conocido genuinamente a Dios y menos de una persona que se considera sabia y madura. Dios no quiere que nos conformemos con esos deseos ni que los llevemos a la práctica, sino que seamos consciente de donde provienen realmente esos instintos. Cuando tenemos esa clase de celos, envidia y rivalidad, cuando vemos algo que nuestro hermano tiene y nosotros por eso lo deseamos y tenemos un poco de rabia de que ellos lo tengan y nosotros no, lo que está sucediendo es que a nuestra oreja está susurrando la carnalidad para que la alimentemos, esos instintos proceden del mismo infierno.
Este tipo de sabiduría es terrenal porque solo refleja una preocupación por las cosas terrenales, por las cosas de esta vida y no por la venidera, está claro que este término es un claro contraste con la sabiduría celestial la que desciende de lo alto. Esta sabiduría se preocupa por lo temporal y no por lo eterno. Son muy parecidos a los predicadores que Pablo describe en Filipenses 3:19 “El fin de ellos será la perdición. Su dios es el vientre, su gloria es aquello que debería avergonzarlos, y solo piensan en lo terrenal.” donde solo les interesaba su bienestar y no el reino de los cielos.
Sin embargo, el versículo 16 nos sigue desarrollando el tema de la sabiduría terrenal y las consecuencias que éstas tienen en la práctica. Y es que allí donde se encuentre este tipo de sabidurías lo que va a producir es perturbación y obras perversas. El término perturbación en griego también se podría traducir como desorden y es curioso ya que la sabiduría que no proviene de Dios lo que provoca es alterar el orden perfecto creado por Dios y cuando se altera el orden perfecto creado por Dios lo único que conseguimos es un profundo desorden. Cuando alteramos los principios de Dios en cuanto a las familias o a la iglesia y lo empezamos a sustituir por la sabiduría humana y por los movimientos actuales culturares que pretende tener más sabiduría que la dada por Dios, lo que acaban trayendo es desorden y caos. No es de extrañar que en nuestros días muchas familias vivan en un caos, tampoco es de extrañar que algunas iglesias estén caóticas, todo se debe porque han desplazado la sabiduría divina y han puesto en su lugar la sabiduría humana. Que terrible es ser una persona que lo único que trae consigo es discordia y discusiones, según Proverbios 6:19 “el testigo falso, que dice mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos.” una de las cosas que Dios aborrece y detesta es la persona que va creando discordias entre la hermandad. Hermanos y hermanas si eres una persona así o así has sido y todavía no te has arrepentido por ello, cuando termine el mensaje no esperes más y acércate primero a la presencia de Dios y pídele perdón a Él por ofenderle y luego acércate a tu hermano o hermana que le has hecho tanto daño y pídele perdón.
Sabiduría Celestial
Sabiduría Celestial
Ahora ya hemos hablando bastante de la sabiduría humana, la terrenal, ahora es momento de decir cómo es la sabiduría divina y no lo que no es. El versículo 17 es una auténtica delicia griega que a causa de nuestra traducción acabamos perdiendo. Lo que está haciendo Santiago para que sea mucho más fácil de memorizar los frutos que produce la sabiduría de Dios comienza con el término puro que en el griego es Jagné, ese término comienza con la letra alfa y termina con la eta para luego mencionar los siguientes 3 adjetivos con palabras que empiecen por la eta y luego concluir con otros 3 adjetivos que comienza con la alfa, como hemos dicho la sabiduría de Dios a diferencia de la terrenal, la sabiduría de Dios produce orden y dicho orden lo podríamos ver en el versículo 17 en griego al estar todo en armonía bien organizado.
En estos versículos finales Santiago nos enseña que la persona que realmente es madura no obra con celos y envidia, sino que busca la paz, es amable, es benigna, está llena de misericordia. Si os dais cuenta prácticamente podemos encontrar en este versículo algunas de las características que tiene el fruto del Espíritu Santo, porque así sea el árbol así será también los frutos, el cristiano dará frutos buenos, mientras que el que no lo es pues dará malos frutos.
La sabiduría de Dios lleva a una vida de pureza, la del hombre lleva a una vida de pecado. Mientras la sabiduría humana tiende a degradar y a cometer inmoralidades, la sabiduría que viene de Dios tiende a santificar a la persona. En la vida marcada por la sabiduría divina no se destaca por vivir una vida desenfrenada, sino por vivir una vida santa y pura, la sabiduría de Dios nos va a llevar a la santidad y no al pecado a diferencia de la sabiduría humana que nos llevará a apartarnos de Dios. La sabiduría humana conduce a la competencia, rivalidad y guerra, pero la divina condice a la paz.
Y menudo contraste que es la paz con la rivalidad y celos de la sabiduría terrenal. Aunque el tema de la paz será algo que abordará Santiago en el siguiente capítulo, la falta de madures por parte de los que profesan ser cristianos y no lo son y los que no son cristianos estaban llevando su sociedad a diferentes pleitos, guerras y contiendas, pero que preciosa es la paz en medio de un mundo tumultuoso, en medio del caos todos darían lo que fiera por saborear un poco la paz. Pues Santiago nos presenta como conseguir esa paz y es aplicando la sabiduría de Dios, dejando a un lado los celos y la egolatría, si queremos vivir en paz, no tenemos que vivir para nosotros, sino para los intereses de Dios. Santiago ofrece a sus lectores un camino por el cual alcanzar la paz de Dios en esta tierra y terminar los conflictos que estaban disputando, pero para ello deberían de comenzar a aplicar sabiamente la palabra de Dios y no escuchar la sabiduría demoníaca que gira entorno a nuestros intereses y deseos.
Hermanos y hermanas tenemos que ser agentes de paz, tenemos que traer reconciliación a este mundo que está en rebeldía con Dios, tenemos que traer reconciliación en la iglesia en la que estamos, tenemos que traer reconciliación en el trabajo donde estamos, tenemos que llevar la paz a nuestro vecindario a nuestra sociedad a nuestro país y no hay otra forma que siendo llenos del Espíritu Santo para que nos llene de la verdadera sabiduría de lo alto. Que contraste tan grande entre el versículo 18 y el versículo 16, mientras que la sabiduría terrenal trae conflictos, maldad y desorden, la sabiduría de Dios trae justicia y paz, solo la sabiduría de Dios es capaz de traer la paz a matrimonios que están destruirnos, la sabiduría de Dios no son las segundas nupcias, sino que lo que mayor gloria da a Dios es un matrimonio que estaba roto que acabe siendo restaurado por el poder de Dios, esta sociedad todavía no ha visto lo que puede hacer la sabiduría de Dios en contraposición de la sabiduría humana, si la humana dice divorciate la divina dice restaura, si la humana dice independízate de tu nación la divina dice abraza a tu hermano, si la humana lleva a pensar al judío que tiene que exterminar a la raza árabe y los árabes piensan que han de exterminar a los judíos, la sabiduría divina nos presenta la paz en ambos pueblos y en medio de un mundo donde Rusos y Ucranianos están enfrentados, la iglesia como ese agente de Dios para traer la paz podemos ver tanto rusos cristianos como ucranianos cristianos sentados en el mismo banco de la iglesia, en medio de un mundo donde Palestinos e Israelitas se llevan a matar, la paz de Dios hace traer a un mismo lugar al palestino e israelita cristiano. Todavía no somos conscientes del poder de Dios en nuestra sociedad porque le hemos cerrado nosotros la puerta a Dios para actuar con poder. Tenemos que ser agentes que busquen la paz dado que eso es lo que buscó Jesús cuando estuvo en la tierra y lo más sorprendente de todo es que lo consiguió en Efesios 2:15 “aboliendo en su carne las enemistades (la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas), para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz,”
CONCLUSIÓN
CONCLUSIÓN
¿Qué tipo de sabiduría es la que queremos? ¿La terrenal o la celestial? La terrenal es aquella que hace centrarnos solo en nosotros y como resultado seremos personas envidiosas, llenas de celos amargos, jactanciosos, conflictivos y trayendo caos y desorden a nuestra vida. Sin embargo la celestial la que viene de Dios es santa, pacífica, amable, benigna, sincera, llena de misericordia, termino preguntándote ¿Qué tipo de sabiduría quieres? Recuerda que Dios está deseándote dar su sabiduría, Dios la da a todo aquel que la pide, pero para ello has de reconocer que tu sabiduría no es mejor que la de Dios.