Cómo Reflejar a Cristo en Nuestra Vida

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Texto base:
1 Pedro 3:8–9 “Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables;no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.”
Introducción
Imagina tu vida como una herramienta en la mano de un maestro carpintero. A simple vista, podrías pensar que no tienes mucho valor; quizás te ves solo como un martillo, un serrucho o un clavo más. Pero en manos de ese carpintero, eres capaz de construir algo significativo: una estructura firme y hermosa, una obra que impacta vidas.
Así somos en manos de Dios: personas comunes, con el potencial de hacer algo extraordinario cuando Él nos usa.
Le invito a abrir su Biblia en 1 Pedro, capítulo 3. Vamos a retomar nuestro estudio en el versículo 8, donde Pedro llega a algunas conclusiones generales. Dios nos llama a vivir este “Cristianismo Básico” que Pedro describe en 1 Pedro 3:8–9:
"Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino, por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición."
Pedro comienza diciendo: "sed todos de un mismo sentir…" y con esto resume sus consejos previos sobre cómo vivir el cristianismo en un contexto más amplio que el de nuestra vida personal, trabajo o matrimonio. Este es un curso práctico sobre el cristianismo que podríamos titular Cristianismo Básico. De hecho, este recorrido nos llevará hasta el final del capítulo 4.
En un mundo lleno de conflicto, división y egoísmo, el Señor nos llama a ser diferentes, a construir juntos una comunidad donde Su amor sea evidente. Esta es nuestra oportunidad de mostrarle al mundo lo que Dios puede hacer a través de nosotros cuando trabajamos en unidad. Este es el llamado a vivir cinco virtudes poco comunes y a responder de maneras inesperadas, permitiendo que Dios se glorifique en cada una de nuestras relaciones.

I. Cinco Virtudes Poco Comunes

1 Pedro 3:8 “Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables;”

Vivir en Armonía: No somos iguales, pero estamos juntos

Pedro nos dice: “Sed todos de un mismo sentir.”
Juan 17:20–21 “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.”
1 Corintios 1:10 “Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer.”
Colosenses 3:13–14 “soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.”
Nos invita a vivir en unidad, a tomar nuestro lugar en el gran proyecto de construcción que Dios está llevando a cabo en la iglesia.
La armonía en el cuerpo de Cristo es fundamental, tal como la coordinación de cada herramienta en manos de un carpintero. En el cuerpo humano, si una parte no coopera, lo llamamos discapacidad. Cuando un grupo de células enfermas se devora a las sanas, lo llamamos cáncer. De la misma manera, en la iglesia, los conflictos internos, las divisiones y los malos entendidos pueden debilitar el cuerpo de Cristo. Dios nos llama a vivir en armonía, como herramientas en manos de un maestro carpintero. Nuestra unidad y disposición permiten que Él construya algo firme y bello a través de nosotros.
Pedro nos llama a ser de “un mismo sentir,” es decir, a vivir en armonía, no porque todos seamos iguales, sino porque compartimos el mismo propósito en Cristo
Efesios 4:3 “solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz;”
1 Pedro 3:8 “Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables;”
Podría traducir lo que Pedro dice aquí como: «Vivan en armonía unos con otros».
Y esto es poco común en el mundo de hoy; simplemente mire las noticias a nivel nacional o mundial. En un mundo egoísta, que se exalta a sí mismo, enamorado de sí mismo y que se promueve a sí mismo, los derechos individuales reemplazan al bien común. La humanidad es cualquier cosa menos armoniosa – lo que le da a la iglesia la excelente oportunidad de demostrar algo absolutamente inusual: Armonía.
Pedro escribe otra palabra en el pizarrón
1 Pedro 3:8 “Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables;”

Vivir en Simpatía(Compasion): Sentir juntos, compartir cargas

La compasion o simpatia en el cuerpo de Cristo significa que cuando un hermano sufre, todos sentimos su dolor, y cuando uno celebra, todos compartimos su alegría. No es solo un “me siento mal por ti,” sino un verdadero involucrarse en los sentimientos del otro, algo que va más allá de las palabras. Ejemplo práctico: Si sabes que un hermano está pasando por un momento difícil, no solo le digas “estoy orando por ti,” sino llámalo, visítalo, o hazle sentir tu apoyo de alguna forma tangible. La simpatía verdadera busca aliviar las cargas del otro.
Romanos 12:15 “Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran.” Hebreos 4:15 “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.” La simpatía crea un ambiente donde la iglesia es una familia, donde todos están ahí unos para otros en los momentos de alegría y de tristeza. ¿Cómo podríamos mostrar más simpatía hacia nuestros hermanos?
1 Pedro 3:8 (RVR60)
Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables;
Pedro nos exhorta a “amarnos fraternalmente,” recordándonos que somos una familia espiritual, unidos por el amor de Dios. Este amor no es condicional ni se limita a quienes nos caen bien; va más allá de nuestras preferencias, porque se basa en el amor de Dios, no en el nuestro.
Dejame decirle algo Si alguien te ha ofendido o no actúa como esperas, responde con lealtad, no con críticas. Ora por él, acércate, y busca entenderlo. Este amor fraternal es la base de la unidad en la iglesia. "Amaos los unos a los otros con amor fraternal." Romanos 12:10 "En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros." Juan 13:35
Si como iglesia amamos con este tipo de lealtad, nos convertimos en una familia donde todos encuentran un hogar, un lugar seguro y lleno de amor.
1 Pedro 3:8 “Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables;”

Misericordiosos siguifica Vivir en empatía: Ver la necesidad y actuar

Pedro escribe otra virtud en la pizarra: la llamaremos empatía.

Él agrega aquí, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente – ahora note – misericordiosos…
La palabra en griego se relaciona con los órganos internos: el corazón, los pulmones y el hígado.
En este contexto, se refiere a las emociones más profundas; el más profundo sentido de compasión.
Parecido a ser “compasivos”, como Pedro ya mencionó, esta palabra se refiere a estar consciente de los sentimientos de otras personas. Sin embargo, la diferencia es que esta palabra enfatiza el tomar acción para ayudar como pueda.
La empatía o misericordia es un deseo no solo de ver el problema, sino de convertirse en un instrumento para solucionar el problema.
Vivir en empatía no es solo entender el dolor de otros, sino tomar acción. Jesús mostró esta empatía cuando sanó a los enfermos, alimentó a los hambrientos, y consoló a los quebrantados. Nosotros, como sus seguidores, debemos hacer lo mismo.
¿Qué tan común es la empatía? John Phillips escribe, “el mundo pagano del primer siglo, antes de que el cristianismo se arraigara y comenzara a hacer cambios radicales, era un mundo despiadado, insensible y cruel. El mundo romano no proporcionaba hospitales, solo brindaban atención médica para el personal militar y real. No había hogares de ancianos; no había educación pública para la población analfabeta; no había misiones de rescate para adictos; no ofrecía ayuda organizada para las viudas, esposas maltratadas, niños maltratados o personas sin hogar. No había derechos civiles para los millones de esclavos en el Imperio Romano; no había orfanatos, ni misiones, ni organizaciones benéficas ni programas sociales. Todo lo anterior se serían los efectos del cristianismo.
En otras palabras, fueron cristianos que hicieron cosas poco comunes y demostraron virtudes poco comunes como la empatía, movidos por la compasión y descubriendo una manera de suplir la necesidad.
Hermanos !El tipo de cristianismo que falla en hacernos más bondadosos y empáticos no es el cristianismo del Nuevo Testamento.

Vivir en Humildad: Menos yo, más Cristo

Él escribe, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables (o, de espíritu humilde).
Esta es una sola palabra en el idioma original que se puede traducir, «de mente humilde».[]
Note que Pedro no escribió, “humilde en la iglesia” o “humilde cuando la gente está mirando”
Humilde donde nadie más que Dios pueda verle; humilde en sus pensamientos; humilde de espíritu.
¿Qué tan común es la humildad? Esta es la actitud que había en Cristo cuando se humilló a sí mismo y se convirtió en uno de nosotros (Filipenses 2). Él, el Rey de la gloria, se hizo siervo de todos.
Una manera de ver si estamos desarrollando o no la humildad de un siervo es mirar cómo actuamos cuando se nos trata como tal.
Una vez más, el mundo del primer siglo no quería tener nada que ver con esta virtud. Se enorgullecían la agresividad, la asertividad y de ser el rey de la colina. Solo las personas que no estaban en la cima necesitaban la humildad porque ciertamente vivían siendo humilladas. Ese era el pensamiento.
Jesús mismo se humilló y sirvió, y nosotros estamos llamados a hacer lo mismo. La humildad nos ayuda a ver a otros como más importantes que a nosotros mismos y nos lleva a vivir como siervos, poniendo nuestras preferencias en segundo plano. "Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, quien, siendo en forma de Dios... se humilló a sí mismo." Filipenses 2:5-8 La humildad permite que Dios sea el centro y que Su amor brille a través de nosotros. Una iglesia humilde es una iglesia unida y fuerte.

II. Dos Reacciones Inesperadas

Resistir la Venganza: Rompiendo el ciclo

1 Pedro 3:9no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.”
El cristianismo se demuestra no solo en cómo actuamos, sino también en cómo reaccionamos.
Estas palabras aquí, traducidas “mal” y “maldición” simplemente se refieren al maltrato por parte de otros a través de malas palabras y acciones.
¡Y esto será algo completamente inesperado! Nadie quiere simplemente detener el ciclo – romper la cadena de «él hizo eso, así que voy a hacer esto» o «ella dijo eso, así que voy a decir esto» o «ellos me hicieron esto, así que les voy a hacer eso».
La venganza es una respuesta común, pero Cristo nos llama a cortar ese ciclo de retaliación. Pedro nos dice que no devolvamos mal por mal; en lugar de vengarnos, debemos mostrar gracia. Este es uno de los actos más difíciles y, al mismo tiempo, más poderosos que podemos hacer. Ejemplo práctico: La próxima vez que alguien te trate mal o te ofenda, en lugar de reaccionar con ira o devolverle la ofensa, respira y ora por esa persona. Responder con gracia desarma a la otra persona y, a menudo, transforma la situación. "No devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición." 1 Pedro 3:9 "No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios." Romanos 12:19 Resistir la venganza y responder con gracia muestra al mundo el poder transformador de Cristo en nosotros. En la unidad de la iglesia, no hay lugar para la venganza. Bendecir al Enemigo: El poder de la bondad No solo nos pide Pedro que no devolvamos mal, sino que vayamos más allá y bendigamos a nuestros enemigos. Esto es más que solo evitar el conflicto; es convertirnos en canales de la gracia de Dios. Bendecir significa hablar bien de ellos y orar por ellos, algo que transforma tanto nuestros corazones como nuestras relaciones. Ejemplo práctico: Si alguien te ha ofendido o ha hablado mal de ti, ora por esa persona. Y cuando hables de ella, hazlo de una manera amable. A veces, este simple acto puede derribar barreras y abrir caminos de reconciliación. "Bendecid a los que os maldicen." Lucas 6:28
El cristianismo se demuestra no solo en cómo actuamos, sino también en cómo reaccionamos.
Estas palabras aquí, traducidas “mal” y “maldición” simplemente se refieren al maltrato por parte de otros a través de malas palabras y acciones.[xv]
Él está anticipando esa situación que usted puede estar viviendo justo ahora. Él está escribiendo sobre cómo reaccionar ante acciones y palabras indeseables, inmerecidas, dañinas e impropias.
Y él dice aquí, en tiempo presente, por cierto, para que esta sea nuestra respuesta continua, no solo la primera o la quinta vez, sino cada vez:
no devuelva mal por mal ni maldición por maldición.

¡Y esto será algo completamente inesperado! Nadie quiere simplemente detener el ciclo – romper la cadena de «él hizo eso, así que voy a hacer esto» o «ella dijo eso, así que voy a decir esto» o «ellos me hicieron esto, así que les voy a hacer eso». Bendecir al enemigo

1 Pedro 3:9 (RVR60)
no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.
Pedro nos dice lo que no debemos hacer, y ahora nos dice lo que debemos hacer. Fíjense, sino por el contrario, bendiciendo.
El término traducido como “bendiciendo” es la palabra de la que obtenemos nuestra palabra “elogio”. Quiere decir, hablar bien de otra persona.
¡Vaya si no sería inesperado! ¡Hablar bien, amablemente con alguien que lo insulta!
Mientras que el hablar del mundo se caracteriza por la contienda, nuestro hablar debe caracterizarse por la bendición.
Estoy seguro de que los creyentes de la iglesia del primer siglo se preguntaban lo mismo que los creyentes hoy: ¿cómo es que vamos a poder hacer eso?
Es por eso que Pedro termina este versículo recordándonos de nuestro maravilloso futuro.
1 Pedro 3:9 (RVR60)
no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.
En otras palabras, no olvide que ha heredado una bendición eterna. Usted tampoco se lo merecía. Fue un regalo de gracia.
Ahora que va de camino a la bendición de su herencia, es como si Pedro nos recordara que debemos entregar tanta bendición como podamos a los demás, incluso a aquellos que nos calumnian y maltratan.
Simplemente no olvide hacia dónde se dirige.
El problema no es realmente qué tan inteligente sea o qué tan fuerte sea; tampoco importa cuán débil o frágil sea. Pedro está implicando claramente que necesitamos aumentar nuestra estimación de Cristo y nuestra dependencia de Él.
Somos herramientas del carpintero, pero en las manos del Maestro, de virtudes poco comunes y reacciones inesperadas invitan a nuestro mundo a unirse a nosotros en esta gracia que eventualmente nos llevará a nuestro maravilloso futuro con el Señor.
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