El Engaño de las Expectativas
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Introducción
Introducción
Vivimos en California, EEUU. Llevábamos casados 4-5 años. Abby era bebé. Y, Katie, Abby, y yo fuimos espontáneamente en un viaje de Sacramento hacia el norte del estado siguiendo una de las carreteras costales mas mas hermosas del país.
Unas cosas que esperamos:
1. Comer en un restaurante elegante con vistas al océano.
2. Descansar en un pueblito pequeño, bonito, y tranquilo.
2. Dormir en un hotel pintoresco a lado de la playa con sonidos de las olas cerca.
3. Hacer buenos recuerdos que duraría toda la vida.
Lo que nos pasó:
1. No pudimos encontrar un restaurante después de buscar por horas porque no tuvimos reserva. Nos tocó comer un un bar.
2 . No descansamos casi nada porque no pudimos encontrar un hotel donde quedarnos.
3. Miramos un AIRBNB aislado del pueblo y escondido dentro del bosque y fue la experiencia mas aterrador que tuvimos. Decidimos sobrevivir y nos quedamos allá.
4. No descansamos en absoluto porque cayó un aguacero que duró toda la tarde y noche y nos tocó dormir en nuestro carro pequeño.
5. Tomamos la decisión de volver a casa pero primero desayunar muy bien. Resultó que desayunamos en un restaurante homosexual. Al menos la comida estuvo buena.
Ni que decir tiene que no alcanzó nuestras expectativas. Fue estresante, decepcionante y hasta aterrador. Pero ahora, cuando pensamos en ese viaje podemos reírnos porque es algo del pasado.
Pero, las expectativas pueden ser engañosas.
Desarrollo
Desarrollo
Lo mismo pasa con nuestras relaciones entre pareja. Empezamos juntos con la expectativa de algo de película y cuando no sucede quedamos estresados, decepcionados, y con ganas de hacer algo diferente.
Pensemos en Raquel. Ella esperaba tener hijos y cuando no pudo culpó a su esposo (Gen. 30:1). ¿Qué tal Naamán? Esperó ser sanado de una manera milagrosa y cuando no se enojó (2 Reyes 5:11-12). No olvidemos de los trabajadores que esperaban un pago mayor que los que apenas habían comenzado y cuando no lo recibieron guardaban rencor (Mat 20:10-11).
¿Qué tal con nuestros matrimonios? Caemos en la misma trampa.
Pensé que el matrimonio me haría feliz.
Pensé que mi esposo satisfaría todas mis necesidades.
Pensé que él o ella cambiaría después de casarnos.
Pensé que los matrimonios buenos nunca tuvieron luchas.
Lo que debemos de hacer es mirar más allá de nosotros mismos. Olvidemos de nuestro egoísmo y miremos a nuestro Señor. Mire su mentalidad:
3 Nada hagáis por contienda o vanagloria; antes bien con humildad, estimándoos unos a otros como superiores a sí mismos, 4 no mirando cada uno a lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los demás. 5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús; 6 el cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación el ser igual a Dios; 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y hallado en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Sólo este pasaje repararía nuestros matrimonios si lo pusiéramos en practica. “Unos a otros com superiores a sí mismos.” “No mirando cada uno a lo suyo propio.” “Este sentir que hubo en Cristo.” “Se despojó a sí mismo.” “Se humillo a sí mismo.” Si queremos tener contentamiento en nuestros matrimonios necesitamos transformar nuestro pensar a el de Jesús.
Entonces, ¿dónde podemos comenzar? ¿Cómo podemos lograr estar contentos y hacer contento a nuestro esposo?
1 - Morir a nosotros mismos
1 - Morir a nosotros mismos
17 Porque la carne codicia contra el Espíritu, y el Espíritu contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no podáis hacer lo que quisiereis.
Al nacer de nuevo Dios nos da una naturaleza nueva.
Las expectativas de la carne no desaparecen de un momento a otro.
Pablo dijo “cada día muero” (1 Cor 15.31). Dijo “ya no yo, sino que Cristo vive in mí” (Gal 2:20). Dijo “consideraos en verdad muertos al pecado” (Rom 6.11).
Tomemos la decisión consiente cada día de no vivir según nuestra carne sino según la voluntad de Dios en mí.
2 - Ceder al Espíritu Santo
2 - Ceder al Espíritu Santo
18 Y no os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; mas sed llenos del Espíritu;
Ser llenos del Espíritu es rendirse completamente a él.
Es dejar nuestras expectativas a sus pies y pedir que él haga por nosotros lo que quiera.
Es presentarse a él diariamente (Rom 12.1-20), llenarse con su voluntad (Josué 1:8), y confiar en sus promesas (Prov 3:5-6).
Ceder al Espíritu no significa que su esposo le pisotee, significa que lo va a tratar como es digno.
3 - Servir a su esposo
3 - Servir a su esposo
7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;
Cristo tuvo todo derecho de ser servido y atendido.
Como él podemos tomar la decisión de servir a nuestro esposo
Conocemos las necesidades de nuestro esposo. Para los hombres muchas veces es la satisfacción sexual. Para las mujeres es el cariño y la conversación íntima. Cualquiera que sea su necesidad, debemos de tratar de alcanzarla.
¿Qué podría hacer para hacerle feliz a mi esposo?
Conclusión
Conclusión
No dejemos que las expectativas nos engañen y nos tumban nuestros matrimonios. Pasemos menos tiempo en las novelas. Pasemos menos tiempo mirando a las parejas que parecen nunca tener conflictos. Recordemos las expectativas que Dios tiene de sus hijos el uno hacia el otro, especialmente en el matrimonio. Muramos a nosotros mismos. Cedamos al Espíritu Santo. Y, sirvamos a nuestros esposos.