La verdadera gratitud a Dios le da serenidad a la mente, Romanos 8:6; tranquilidad al cuerpo, 1 Tesalonicenses 5:23; y paz al corazón, Colosenses 3:15, por tres razones: 1. Admite que hemos recibido bendición de Dios, 2. Avala la felicidad, y 3. Asegura que somos efectivos.