EL MINISTERIO DE LA ORACION

EL MINISTERIO DE ORACIÓN

DEL SEÑOR JESÚS

(Hebreos 4:14–16)

14 Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. 15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. 16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.

Tal vez sea muy provechoso observar algunas de las características del ministerio de oración del Señor Jesucristo …

1. Le gustaba un lugar solitario para orar (Mr. 1:35;

35 Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.

2. El practicaba la oración en favor de Sus enemigos (Mt. 5:44;

44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;

3. Aborrecía las oraciones como mero «Show» (Mt. 6:5–8).

5 Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 6 Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.

4. Creía en un método en la oración (Mt. 6:9).

9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. 10 Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. 11 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. 12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. 13 Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.

5. Buscaba guía y sabiduría en la soledad de sus oraciones (Lc. 6:12).

12En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios.

6. Abogaba fervientemente con oraciones importunas (Lc. 18:1–8;

1También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, 2diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. 3Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. 4Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, 5sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia.

7. Nos enseñó que la verdadera humildad debería ir acompañada de la oración (Lc. 22:39–44).

8. Sus oraciones eran saturadas con lágrimas (He. 5:7).

9. Continúa su ministerio de oración en el Cielo (He. 4:14–16).