Flores contra Flores

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El amor a la Madre clave para conservar el amor al Hijo

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Con flores nos dejó su imagen.

Hace casi 500 años, en una fría mañana de diciembre, ocurrió el hecho más grande que ha sucedido en este continente: la Virgen nos dejó su imagen para darnos a conocer al Verdadero Dios.
Lo hizo con un mensaje, enviando flores. En la cultura de ese tiempo, cuando alguien enviaba flores, quería decir que lo que se enviaba era verdadero. María nos entregó un ramo de flores y, con ello, nos regaló su imagen, para darnos a conocer al Dios verdadero.

Con flores la quisieron eliminar

Casi 400 años después, en una fría mañana de noviembre de 1921, una persona llevó un ramo de flores y lo dejó frente a su imagen. Este ramo contenía una bomba que hizo estallar el altar, rompió el cristal que protegía la imagen, y las ventanas a cien metros a la redonda estallaron. El Cristo de bronce se retorció con la explosión, mientras que la tela de la Virgen permaneció intacta.
Qué demoníaco fue ese ataque. Así como la Virgen nos dejó su imagen con un ramo, el demonio intentó borrarla también con otras flores. Mientras que el cristal se rompió y el bronce se dobló, la frágil tela permaneció.

El Hijo que recibe el golpe que era para la Madre.

¡Qué milagro! El Cristo absorbió la explosión para proteger a la Madre.
Este fue, personalmente, uno de los milagros que más me hizo creer y confiar en el Milagro de las Apariciones. Cada año, pasaba unos minutos mirando el grueso del Cristo completamente doblado y pensando: ¿cómo es posible que al metal le haya pasado esto y a la tela nada?
Cuánta ternura de Cristo, que prefiere ser el objeto de la ira antes que alguien toque a su Madre. Es, sin duda, un milagro que nos habla de un misterio más grande: la unión entre el Hijo y la Madre.
La unión única entre María y su hijo.
Es una unión que nosotros sabemos que se da por fe, pues ella creyó y concibió. Pero también es física los doctores han descubierto un fenómeno único entre madres e hijos: las células de la madre permanecen años dentro de los hijos, y las de los hijos dentro de la madre, debido al intercambio que ocurre durante el embarazo. De esta manera, nosotros llevamos células de nuestra madre y nuestra madre lleva las nuestras.
Esto puede explicar la profundidad de la unión de María con Cristo, una unión que nadie más tiene; es única entre los dos.

Para atacar a Cristo el demonio ataca a la madre

El demonio sabe bien de esta unión entre Cristo y María. Por eso, cuando quiere atacar al Hijo, ataca a la Madre.
Cuando en México intentaron arrancar la fe de los mexicanos, trataron de destruir su imagen con este atentado.
Esto sucede siempre para arrancar la fe en el hijo se ataca a la Madre, no solo en México es algo que San John Henry Newman, nos dice que ha pasado en todos los lugares cristianos:
La confesión de que María es Madre de Dios declara que Él es Dios. Si María es la Madre de Dios, se sobreentiende que Cristo es Emmanuel, Dios con nosotros. Fue por eso que, cuando pasaron los años y los malos espíritus y falsos profetas se hicieron más fuertes y audaces, la Iglesia, guiada por Dios, no encontró un camino más eficaz y seguro para expulsarlos que el de usar esta palabra: "Madre de Dios" contra ellos. Cuando los herejes emergieron nuevamente en el siglo XVI y planearon la aniquilación de la fe cristiana, no encontraron una manera más eficaz para lograrlo que criticando e insultando los privilegios de María, porque sabían con certeza que, si conseguían que el mundo deshonrara a la Madre, pronto seguiría la deshonra del Hijo.
La Iglesia y Satanás estaban de acuerdo en que Hijo y Madre van juntos. La experiencia de tres siglos ha confirmado este testimonio. Los católicos, que han honrado a la Madre, adoran aún al Hijo, mientras que los protestantes, que han cesado de confesar al Hijo, comenzaron burlándose de la Madre.

No hay mejor manera de conservar el amor al hijo que amando a la Madre.

Muchos de ustedes han llegado a este país, pero sucede que las siguientes generaciones ya tienen sus costumbres y pierden la fe.
Una de las cosas que deben hacer es enseñar a sus hijos desde pequeños a amar e imitar a María.
Cristo se lo pidió a Sor Lucía en una de sus apariciones. Ella dijo que uno de los dolores de la Virgen es "las ofensas de aquellos que tratan de sembrar públicamente en los corazones de los niños indiferencia o incluso odio hacia la Virgen."
Ustedes, en cambio, denle este gozo a la Virgen. Pongan, desde la infancia, en sus niños este amor: "Aquí tienes a tu Madre, es la Madre de Jesús, ella te ama mucho más que yo, te pido que la ames."
Miren, hijos, nosotros llegamos a este país hace muchos años. Algún día yo no estaré contigo. No te puedo heredar bienes, pero te dejo mi tesoro: te pido que ames e imites a la Virgen. Ella te ama mucho más que yo y siempre estará contigo. Enseña esto a tus hijos.

Porque si conservan el amor a la Madre, conservarán el amor al Hijo.

Enséñenlos desde pequeños a hacer pequeños actos de amor a la Virgen. "Mijo, llévale una rosa. Mijo, ofrécele hoy tu escuela." Todo sacrificio que ofrezcas será usado por María en la agonía de sus hijos para defenderlos.

El Padre trampitas prisionero por Cristo 40 años en las Islas Marías vivió esto en conversiones increíbles.

Un presa "Victoria, 49 años, tan bonita como mala
Y cuando veía que alguien la miraba:
—¿Qué miras?
—¡Nombre, ni siquiera te miro!
—¡Claro que sí!
Y tómala una pedrada.
La mandaron a un lugar del aserradero, donde estaban las que tenían más de siete homicidios. Allí no había separación de presos y presas, todos estaban juntos.
Y dijeron: “Sáquenla de aquí, porque nos mata o la matamos; ya tiene a tres descalabrados.” Bueno, ese día ofrecí la misa por Victoria y le dije a Nuestro Señor: “Señor, llévatela, porque ya no la aguantamos aquí. A ver si tú la aguantas por allá.”
Salí de la misa y me puse a un lado del nuevo hospital que estaba en construcción. Era un edificio de tres pisos muy alto, y vi que venía Victoria. Le dije:
—¡Oye, Victoria, te viniste del campamento sin permiso, verdad?
—Sí, ¿y qué?
—No, no, no… pásale, mira, están haciendo curaciones en la azotea porque sólo allá hay agua. Súbete y no te vayas a pelear, ¿eh?
—No, padrecito, a mí no me gusta el pleito, pero si me buscan…
Se subió. Al ratito, comencé a oír: “¡Hijo de… tu madre!” Dije, “Ya se está peleando esta vieja.” Lo primero que le digo es lo primero que hace. Estaba yo mirando para arriba y de repente la vi caer. Dio una vuelta en el aire y cayó de espaldas sobre el cemento. Ahí quedó. Tanto que le había dicho a Nuestro Señor: “Así no quedamos…” (Ríe)
La envolvieron en una alfombra y la llevaron al hospital. El doctor la examinó y me dijo: “No tiene remedio, creo que tiene todos los huesos quebrados, ahí se la dejo, está en coma.”
Pero nuevamente, recurrí a la Virgen de Guadalupe. “Mira, Reina, pocas veces te pido, pero hoy te ofrezco mis lágrimas.”
La vi abrir los ojos.
Oye, Victoria, mira, no vengo a decirte que te confieses, pero en unos minutos estarás ante el tribunal de Dios.
—¿Y qué…? ¿A ti qué te importa? (Ríe)
Le dije: “Piensa en tu niñez, ¿te acuerdas cuando estuviste en un internado de niñas? Seguramente comulgabas, ¿verdad?”
—¡Claro! Si no, me bajaban las notas… Monjas…
Empezó a recordar. Me acordé que me había dicho que había sido congregante de la Virgen María, y eso me dio mucha seguridad, porque un congregante fiel, la Virgen se encarga de todo.
Victoria, ¿me dijiste que habías sido congregante de la Virgen María?
—Sí, ¿y qué?
—De seguro que cuando recibiste la medalla, hiciste una buena confesión y comulgaste bien.
—Puede ser…
Comenzó a cambiar.
—¿Y cantaban en la congregación? ¿Cantaban “Bendita sea tu Pureza”?
—Sí, a tres voces. ¡Qué bonito!
—¿Y cómo termina?
—“No me dejes, Madre
-Repítelo Victoria! Esta es la hora en que la Virgen María te va a pagar, esa comunión cuando recibiste tu medalla, cuando te consagraste a ella.
Y comienza
-No me dejes Madre mía, no me dejes Madre mía,.
Me arrebata el Cristo..........
-Padre, ¿todavía estoy viva? Confiéseme padre. No me dejes Madre mía.
Válgame Dios ella lloraba y yo lloraba también, le dije:
-Ofrécele tu vida que ya va a terminar
-Sí padre, no me dejes Madre mía, no me dejes Madre mía.
Y mientras tanto dándole la absolución, cuando acabé de darle la absolución vi que comenzó a disminuir la intensidad de su voz, se quedó nomás diciendo "no me dejes Madre mía", movía los labios y ya no pronunciaba, se quedó ahí murió.

Conclusión:

Ya lo vimos hermanos, la Madre y el hijo estan unidos, amen a Maria y adoraran Cristo.
Por tanto enséñenles a sus hijos a amar, a María, a repetir no me dejes Madre, aun mas conságrenlos cada que los traigan al templo díganle es todo tuyo, hazlo un verdero hijo tuyo.
Que Dios nos conceda la gracia de Amar he imitar a Santa María para poder Amar he imitar a Cristo el camino la Verdad y la Vida.
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