¿Me amas?

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En ésta fecha solemos escuchar mensajes alusivos a la importancia de la familia, a ser más generosos con los más necesitados, darnos obsequios y pasar momentos agradables. Nuestra sociedad ha tomado ocasión para crear un tiempo de mucha vanidad procurando ocultar la realidad del evangelio con santa, los grinch, etcétera.
Pero también dentro de los más religiosos, hemos minimizado a Jesús, colocando como un acontecimiento especial, porque vino a ser muchos bienes al mundo, vino a traer regalos a los niños que se portan bien y espera que todos puedan vivir tranquilamente en el año venidero
Ahora bien, dentro del cristianismo bíblico, sabemos que el no hubo un regalo más grande que Dios pudiera dar al mundo, que dar a su Hijo Unigénito para rescate de muchos, porque los muchos, serán todos los que crean en el Él, murió por los pecados de todos, pero su perdón se aplica solo al que cree con Fe.
Me atrevería a decir que ya estamos automáticos con éste tipo de mensajes, porque técnicamente el Evangelio en el cual creímos, podemos conocerlo al derecho y al revés, podemos hacer una buena apología con los incrédulos y desarrollar muchas enseñanzas acerca del plan de salvación, no obstante, ha pesar de los años de aprendizaje, de la perseverancia, el Señor puede estar preguntándonos con frecuencia ¿Me amas?
Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al mar de Tiberias; y se manifestó de esta manera: 2 Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Dídimo, Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discípulos. 3 Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada. 4 Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús. 5 Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No. 6 El les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces. 7 Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella), y se echó al mar. 8Y los otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red de peces, pues no distaban de tierra sino como doscientos codos. 9 Al descender a tierra, vieron brasas puestas, y un pez encima de ellas, y pan. 10 Jesús les dijo: Traed de los peces que acabáis de pescar. 11 Subió Simón Pedro, y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió. 12 Les dijo Jesús: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Tú, quién eres? sabiendo que era el Señor. 13 Vino, pues, Jesús, y tomó el pan y les dio, y asimismo del pescado. 14 Esta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos, después de haber resucitado de los muertos.
Tal parece que Pedro y los demás dicípulos, no habían comprendido el nivel de dicho acontecimiento, la escritura nos detalla que esa era la tercera vez que Jesús se manifestaba a ellos después de haber resucitado
Tal parece que con la muerte de su maestro, los dicípulos habían concluido en que mantenerse juntos, continuar su anterior oficio y solo meditar en aquellos tres años junto a Jesús había sido una hermosa experiencia, pero la vida continúa.
Si ésto hubiese pasado durante el tiempo de la sepultura del Señor, quizás pensaríamos que tenía más sentido, porque estaban dominados por la desesperanza, sin embargo, ésto hicieron luego de verle resucitado, luego de ver sus cicatrices, luego de ver que el Sanador no se quedó en la tumba como los otros mortales.
Ahora bien, no es que haya sido pecaminoso el volver a buscar su sustento mediante la pesca, porque ciertamente los dicípulos tenían familias, inclusive Pablo nos escribe que el que no trabaje, que no coma y él mismo tenía como oficio, el hacer tiendas para precisamente no ser una carga durante su ministerio, sin embargo, Jesús quiso darles una lección
Confiar en Dios y no en nuestras habilidades
3 Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada.
Un día de pesca más, salieron a probar suerte con una pesca que ayudara en sus necesidades, posiblemente confiando en sus experiencias como pescadores. Pero el Señor había preparado tal decepción para que entendieran Mateo 6:33 “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.”
b. No menospreciar el legado que Dios nos ha encomendado
Si bien es cierto que no estaban haciendo nada pecaminoso, probablemente una pesca exitosa por cuenta de ellos, los habría llevado a recordarse de aquellos momentos de bonanza y que ese oficio seguía siendo rentable para ese entonces, ésto llevaría a los discípulos a desenfocarse del propósito por el que había sido llamados
Lucas 9:62 “Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.”
El hecho de que este proverbio no sea original de Cristo sino que pueda ser atribuido a Hesíodo (fl. 800 a.C.) no hace que sea menos apropiado. El hombre que pone la mano en el arado y comienza a arar hacia adelante pero entonces inmediatamente mira hacia atrás y sigue así, tratando de arar hacia adelante mientras sigue mirando hacia atrás, no puede trazar un surco derecho. Es muy apropiado que él se detenga y mientras está quieto considere lo que ha hecho para corregir los errores. Pero, arar en una dirección mientras se mira en la otra jamás dará un buen resultado
Pero para sorpresa de los discípulos, el Señor permite que se dieran cuenta de quien era el que les estaba hablando:
4 Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús. 5 Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No. 6 El les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces.
Otra vez una pesca milagrosa por parte del Señor, que llevó a ser reconocido por Juan, pero no solo el haber recogido la gran cantidad de 153 peces, que aunque la escritura no nos dice el tamaño, ni la especie, 7 discípulos estaban sufriendo para poder sacarla del mar, sino que la red no se rompió, un detalle que refleja la incertidumbre cuando una pesca fuera de lo común se lleva a cabo. Pero por si fuera poco regresando los dicípulos a la orilla, después de pasar 200 codos, unos 96.5 metros o lo equivalente a 8 autobuses escolares aproximadamente, se topan con unas brasas, es decir un fuego al carbon. El fuego, creación de Dios, como el trigo y el pez, fueron aquí producidos, con la mayor probabilidad, por la misma virtud creativa del Señor Jesús. Más aún, a la vista del versículo 13, se puede afirmar que, como en otras dos ocasiones anteriores, Jesús multiplicó milagrosamente el pan y el pescado para dar de comer a los siete discípulos allí presentes, que estarían hambrientos tras una noche de vigilia, ayuno y fatiga. También el fuego o brasas (es el mismo vocablo griego que sale en Juan 18:18), les vendría bien para reponerse del frío y de la humedad. Vemos aquí otro ejemplo del tierno afecto y cuidado que Jesús muestra hacia los suyos
Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. El le dijo: Apacienta mis corderos. 16 Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. 17 Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. 18 De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras. 19 Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, añadió: Sígueme.
En la muerte del Señor, temió y negó, pero resucitado el Señor, le quita el miedo y le infunde amor. Porque cuando negó, temió morir, mas resucitando el Señor, ¿Qué había de temer si veía en Él muerta la muerte?
¿Me amas? El verbo griego es agapao, que denota el amor de calidad superior, el que se ofrece incluso a indignos, y a pesar de no hallar correspondencia Lucas 6:27; Juan 3:16. La respuesta de Pedro, aunque no se dicierne completamente en español, responde con la palabra Phileo, es decir, querer, tener en alta estima, complacer Tito 3:15; Juan 11:3.
Apacienta mis corderos, como si no pudiera Pedro manifestar su amor a Cristo de otro modo, que siendo pastor fiel, sometido a príncipe de todos los pastores.
Tres veces le pregunta lo mismo, para que Pedro reflexione y se encamine en la gran comisión que tenía, tres veces le negó, pero luego tres veces confesó que su arrepentimiento había sido genuino y que su amor era verdadero.
Es cierto que podemos llenarnos de mucho conocimento para usar palabras adecuadas y correctas para adorar a Dios, pero la manera de demostrar nuestro sincero compromiso es:
Cuidando la grey del Señor: Dar testimonio acerca del Aquél que nos amó, en un amor sacrificial, confirmando a los creyentes en Cristo, para que no se aparten de la fe, socorrer a sus necesidades, resistir a los contrarios y corregir a los descarriados. Mateo 25:34-40; Juan 15:13; 2 Corintios 5:14-15; 1 Juan 4:20
Viviendo una vida en Santidad: Juan 14:15; 21-24; 1 Juan 2:3-5
c. Llevando su evangelio a toda criatura: Mateo 28: 18-19; Hechos 13:46-47; 1 Corintios 10:32-33;
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