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Jesucristo: Nuestro Abogado ante el Padre

1 Juan 2:1–2

En este breve pero poderoso pasaje, Juan nos asegura que, aunque pecamos, tenemos a Jesucristo como nuestro abogado ante el Padre. Él es la propiciación por nuestros pecados, no solo por los nuestros, sino por los de todo el mundo.
Este pasaje nos brinda consuelo en nuestras luchas y debilidades, recordándonos que no estamos solos en nuestras fallas. La intercesión de Cristo nos asegura que no somos rechazados, sino acogidos por la gracia de Dios.
Este sermón enseña que, a pesar de nuestros errores y pecados, Jesucristo se presenta ante Dios como nuestro defensor, asegurando nuestro perdón y nuestra reconciliación con Él.
El énfasis en Cristo como nuestro abogado revela cómo toda la narrativa bíblica está centrada en la obra redentora de Jesús, quien establece un mediador perfecto entre Dios y la humanidad.
Aunque enfrentemos la culpa y el pecado, siempre tenemos a Jesucristo, nuestro abogado, intercediendo por nosotros, lo que nos permite vivir en la libertad y la paz que proviene de su gracia.
Te sugeriría que exploras en Logos los comentarios sobre 1 Juan, para ahondar en la naturaleza del pecado y la intercesión de Cristo. Considera investigar los términos griegos en el texto original, específicamente "abogado" (παράκλητος, parakletos) y "propiciación" (ιλασμός, hilasmos), para comprender mejor su significado teológico. Además, podrías revisar estudios sobre la relación entre la justicia de Dios y la gracia en el contexto del Nuevo Testamento.

1. Pecamos, Pero No Desamparados

1 Juan 2:1
Podrías recordar que cuando pecamos, no somos abandonados ni quedamos en nuestra culpa. Jesucristo, que es justo, nos representa ante el Padre. Su papel como abogado nos asegura que, aunque caigamos, Él nos levanta y nos defiende. Esta verdad puede ser un ancla en momentos de debilidad, sabiendo que nuestra justicia no depende de nosotros, sino de su intercesión continua.

2. Propiciación para Todos

1 Juan 2:2
Quizás descubras que la obra de Cristo es suficiente no solo para los creyentes, sino para el mundo entero. Jesús no solo carga con nuestras culpas, sino que también ofrece expiación, transformando nuestras vidas. Esta propiciación nos recuerda el alcance del amor de Dios y nos desafía a extender esa gracia hacia otros. Su amor nos invita a responder con confianza y gratitud.
¿Cómo describe Juan la relación entre Jesucristo y nuestros pecados en 1 Juan 2:1?
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