La UrgenAZScia de ser Uno.
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Caminando en Unidad: El Llamado a la Vida Cristiana
Caminando en Unidad: El Llamado a la Vida Cristiana
Vivimos en una sociedad que constantemente celebra el individualismo y el egoísmo. Nos enseñan que debemos poner nuestros propios intereses por encima de todo, que el éxito personal y la autonomía son las metas más importantes. Sin embargo, este enfoque no solo afecta nuestra vida diaria, sino que también tiene un impacto profundo en nuestra vida espiritual y en nuestra relación con los demás. Jesús, en su oración al Padre, expresó un deseo claro y profundo para sus seguidores: "Padre, que sean uno, así como tú y yo somos uno" (Juan 17:21). Este llamado a la unidad se enfrenta a la cultura del individualismo que, lamentablemente, divide y separa a las personas, destruyendo el sueño de Jesús de vernos unidos en Él, como Él lo está con el Padre. Hoy quiero que me acompañen en este viaje hacia la búsqueda de la unidad en Cristo y cómo esto puede transformar nuestras vidas y restaurar el propósito de Dios para su iglesia.
Imaginen que, en un famoso experimento, un grupo de palomas fue liberado en un lugar desconocido. Aquellas que volaron juntas encontraron el camino de regreso a casa, mientras que las solitarias se perdieron. Igual que las aves, en nuestra vida cristiana, volar juntos en unidad nos garantiza que nunca estaremos perdidos, sino que hallaremos nuestro camino hacia Dios.
Efesios 4:1–19
Efesios 4:1–19
Hoy estaremos viendo cómo en Efesios 4:1-19, Pablo nos exhorta a cada uno de nosotros, como creyentes, a vivir de una manera digna de su llamado, enfatizando la unidad del Espíritu y la diversidad de dones en la comunidad de fe. También veremos cómo la importancia de la humildad, la paciencia y el amor son fundamentales para el crecimiento y la edificación del Cuerpo de Cristo.
Este pasaje nos llama a abrazar la unidad entre nosotros, los creyentes, lo cual es crucial en un mundo dividido. Al esforzarnos por vivir en humildad y amor, podemos superar conflictos y brindar un testimonio poderoso de Cristo a quienes nos rodean, mostrando que nuestra fe se traduce en acciones concretas de amor y servicio. Y esto es lo que el mundo necesita hoy.
Hoy mi oración es que podamos salir de aquí entendiendo que la unidad en la iglesia no significa uniformidad, sino la integración de diversas personalidades y dones, trabajando juntos hacia un propósito común en Cristo. La unidad y el amor son esenciales para el crecimiento espiritual y el fortalecimiento de la comunidad de creyentes.
En toda la Biblia, vemos que Jesús es el eje de la unidad. A través de Su sacrificio, Él rompió las barreras y nos unió a todos en un solo cuerpo: la iglesia. En Efesios, Pablo subraya cómo Cristo mismo es el fundamento y sostén de la unidad de los creyentes, recordándonos que, sin Él, nuestras diferencias nos dividirán.
La unidad en Cristo es esencial para el crecimiento y la fortaleza de la iglesia; es un llamado a vivir en amor y humildad, usando nuestros dones para edificar el Cuerpo de Cristo.
Acompáñame a leer Efesios 4:1-19.
Unidad en el cuerpo
Unidad en el cuerpo
4 Por lo tanto, yo, prisionero por servir al Señor, les suplico que lleven una vida digna del llamado que han recibido de Dios, porque en verdad han sido llamados. 2 Sean siempre humildes y amables. Sean pacientes unos con otros y tolérense las faltas por amor. 3 Hagan todo lo posible por mantenerse unidos en el Espíritu y enlazados mediante la paz. 4 Pues hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, tal como ustedes fueron llamados a una misma esperanza gloriosa para el futuro.
5 Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo,
6 un solo Dios y Padre de todos,
quien está sobre todos, en todos y vive por medio de todos.
7 No obstante, él nos ha dado a cada uno de nosotros un don[a] especial mediante la generosidad de Cristo. 8 Por eso las Escrituras dicen:
«Cuando ascendió a las alturas,
se llevó a una multitud de cautivos
y dio dones a su pueblo»[b].
9 Fíjense que dice «ascendió». Sin duda, eso significa que Cristo también descendió a este mundo inferior.[c] 10 Y el que descendió es el mismo que ascendió por encima de todos los cielos, a fin de llenar la totalidad del universo con su presencia.
11 Ahora bien, Cristo dio los siguientes dones a la iglesia: los apóstoles, los profetas, los evangelistas, y los pastores y maestros. 12 Ellos tienen la responsabilidad de preparar al pueblo de Dios para que lleve a cabo la obra de Dios y edifique la iglesia, es decir, el cuerpo de Cristo. 13 Ese proceso continuará hasta que todos alcancemos tal unidad en nuestra fe y conocimiento del Hijo de Dios que seamos maduros en el Señor, es decir, hasta que lleguemos a la plena y completa medida de Cristo.
14 Entonces ya no seremos inmaduros como los niños. No seremos arrastrados de un lado a otro ni empujados por cualquier corriente de nuevas enseñanzas. No nos dejaremos llevar por personas que intenten engañarnos con mentiras tan hábiles que parezcan la verdad. 15 En cambio, hablaremos la verdad con amor y así creceremos en todo sentido hasta parecernos más y más a Cristo, quien es la cabeza de su cuerpo, que es la iglesia. 16 Él hace que todo el cuerpo encaje perfectamente. Y cada parte, al cumplir con su función específica, ayuda a que las demás se desarrollen, y entonces todo el cuerpo crece y está sano y lleno de amor.
Vivir como hijos de luz
Vivir como hijos de luz
17 Con la autoridad del Señor digo lo siguiente: ya no vivan como los que no conocen a Dios,[d] porque ellos están irremediablemente confundidos. 18 Tienen la mente llena de oscuridad; vagan lejos de la vida que Dios ofrece, porque cerraron la mente y endurecieron el corazón hacia él. 19 Han perdido la vergüenza. Viven para los placeres sensuales y practican con gusto toda clase de impureza.
1. Cultiva Tu Comunidad
1. Cultiva Tu Comunidad
Efesios 4:1-6
En el versículo 2, Pablo dice: "Sean siempre humildes y amables". Muchas veces creemos que la humildad es una posición económica, pero la verdad es que conozco a mucha gente con dinero que es humilde, y otras personas que no necesariamente son ricas, pero son sumamente orgullosas. Esta palabra "humilde" aquí es la palabra griega tapeinophrosyne (ταπεινοφροσύνη), un término profundo que se traduce comúnmente como "humildad" o "baja estima" en español. Proviene de dos palabras griegas: tapeinos (ταπεινός), que significa "bajo" o "humilde", y phronesis (φρόνησις), que se refiere a "pensamiento", "mente" o "sabiduría". Así, tapeinophrosyne puede entenderse como una forma de humildad que no solo se expresa en el comportamiento, sino que también está profundamente arraigada en la mente y el corazón.
En el contexto bíblico, especialmente en el Nuevo Testamento, esta palabra tiene una connotación importante. La humildad que describe tapeinophrosyne no se refiere simplemente a una actitud externa de sumisión o modestia, sino a una disposición interna, una actitud de corazón que reconoce nuestra dependencia de Dios y el valor de los demás. Es una humildad que surge de una correcta valoración de uno mismo en relación con Dios, no como una humillación falsa o un sentimiento de inferioridad, sino como un reconocimiento de que todo lo que somos y tenemos proviene de Dios.
El llamado de Pablo aquí nos invita a vivir una vida digna del llamamiento que hemos recibido como hijos de Dios. Esto implica humildad (tapeinophrosyne), paciencia y amor, actitudes esenciales que sostienen la unidad en el Cuerpo de Cristo. La humildad nos enseña a reconocer que cada uno de nosotros es parte de un todo más grande y que nuestras diferencias no deben ser motivo de división, sino de enriquecimiento mutuo.
La unidad en el Espíritu, como menciona Pablo, no significa uniformidad. La iglesia es un cuerpo diverso, con muchos miembros, dones y talentos, pero todos compartimos una fe común y un mismo Señor. Este vínculo no ocurre de manera automática; requiere que cultivemos el amor y trabajemos activamente por la paz. Cuando practicamos la humildad, somos capaces de considerar a los demás como más importantes que nosotros mismos, buscando no lo propio, sino lo que edifica a la comunidad.
En tus relaciones diarias, esto podría significar actuar con paciencia cuando los demás fallan, mostrar amor cuando es más fácil responder con indiferencia, y esforzarte por mantener la paz, incluso en medio de desacuerdos. Al vivir de esta manera, reflejamos la armonía que Dios desea para su iglesia: diversidad en acción, pero unidad en propósito.
La humildad es esencial para la unidad. Detrás de toda discordia anida el orgullo, mientras que el único gran secreto de la concordia es la humildad.
John Robert Walmsley Stott (Predicador inglés)
2. Despliega Tus Dones
2. Despliega Tus Dones
Efesios 4:7-13
Tal vez reconozcas que cada creyente ha recibido dones únicos. Personalmente, creo que cada uno de nosotros ha sido equipado con talentos y dones que nadie más tiene. Piénsalo como los copos de nieve que vimos hace poco o tu huella dactilar: ¡es única! Dios te otorgó una misión única a ti y te equipó de una forma especial. Tú puedes llegar a lugares donde ni el Pastor Jaime, ni yo, ni ningún otro líder de Christ Fellowship puede llegar. Cada uno de estos dones fue otorgado según la gracia y generosidad de Cristo. Estos dones no son aleatorios ni casuales; han sido diseñados y distribuidos intencionalmente para un propósito más grande: edificar el cuerpo de Cristo y fortalecerlo en amor y unidad. Así como un cuerpo humano necesita de cada uno de sus órganos y miembros para funcionar adecuadamente, la iglesia necesita que cada creyente use sus dones para el bien común.
Jesús mismo dio a algunos el ser apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros, no para su beneficio personal, sino para preparar a los creyentes para la obra del ministerio y construir el cuerpo de Cristo. Este proceso nos lleva a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, hasta que alcancemos la plenitud de Cristo. Cada uno de nosotros es parte de ese plan, y ningún don es demasiado pequeño o insignificante cuando se usa para el propósito de Dios.
Si sientes que en tu hogar hay tensiones y falta de comunicación, considera cómo puedes usar el don de la escucha. Organiza una noche de conversación donde cada miembro de la familia tenga la oportunidad de compartir sus pensamientos y emociones. Al escuchar activamente, no solo edificas las relaciones, sino que también demuestras el amor de Cristo en la práctica.
En el trabajo, puede que te enfrentes a un ambiente competitivo o desgastante. Identifica si tienes el don de la motivación y ofrece apoyo a tus compañeros. Inicia un grupo de oración semanal donde puedan compartir peticiones y celebrar logros. Esto ayudará a construir un ambiente más colaborativo y reflejará el amor y apoyo de Cristo entre ustedes.
Quizás, al reflexionar, podrías buscar formas de utilizar tus propios dones para contribuir al crecimiento espiritual aquí en la iglesia, en tu casa o en tu trabajo. Piensa: ¿En qué áreas sientes que Dios te ha equipado? Tal vez sea en la enseñanza, el servicio, la hospitalidad, la administración o la intercesión. Sea cual sea tu don, recuerda que cada parte del cuerpo es vital para su salud y funcionamiento. Un cuerpo no puede funcionar plenamente si uno de sus miembros está inactivo o separado del resto. De la misma manera, tu participación activa es esencial para que la iglesia florezca en unidad y madurez espiritual.
Hoy te invito a que puedas orar y pensar esta tarde, cuando te estés tomando tu café allí en casa: ¿Cómo puedes usar tus dones para edificar la iglesia? Pide a Dios que te guíe para encontrar maneras prácticas de servir y contribuir al propósito común aquí en la iglesia, recordando siempre que el crecimiento espiritual no es solo individual, sino colectivo. Cuando todos usamos nuestros dones con humildad y amor, reflejamos la gloriosa unidad y diversidad que Dios planeó para su pueblo.
Cada uno de nosotros, como creyentes, ha recibido diferentes dones según la gracia de Cristo. Podrías ver cómo estos dones son para edificar el cuerpo de Cristo y alcanzar la unidad en la fe. Quizás busques cómo utilizar tus dones personales para contribuir al crecimiento espiritual de la iglesia, recordando que cada parte del cuerpo es vital para su salud y funcionamiento.
Me encanta cómo lo comparte Abraham Kuyper.
Con la Biblia en la mano, es imposible limitar la iglesia de Cristo a la pequeña comunidad de uno. La iglesia de Cristo está en todos los lugares del mundo, y más allá de su forma externa—que cambia con frecuencia y es a veces impura—, dondequiera que se reciban los dones, ellos aumentan nuestras riquezas.
Abraham Kuyper (Teólogo y político)
3. Madurez Es Movimiento
3. Madurez Es Movimiento
Dejemos, pues, de ser niños zarandeados por las olas y arrastrados a la deriva por cualquier doctrina seductora, a merced de esa gente maestra en las artimañas del error. Vivamos, en cambio, con autenticidad en el amor y esforcémonos por crecer en todo, puesta la mira en aquel que es la cabeza: Cristo. Él es quien hace que el cuerpo entero, bien ensamblado y unido mediante el conjunto de ligamentos que lo alimentan según la actividad propia de cada miembro, vaya creciendo como tal cuerpo de modo que se construya a sí mismo en el amor.
La verdadera madurez no es un estado fijo o un destino final, sino un proceso continuo de crecimiento y transformación en Cristo.
En Efesios 4:15, Pablo nos llama a "crecer en todo aspecto en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo". Este crecimiento no sucede por casualidad; requiere intención, esfuerzo y movimiento constante hacia Él.
La madurez no es perfección, sino progreso: No se trata de haber llegado, sino de avanzar continuamente. Como creyentes, no podemos conformarnos con nuestro estado actual. Cada día es una oportunidad para aprender, crecer y parecernos más a Jesús.
Movilidad y flexibilidad: La vida cristiana nos desafía a adaptarnos y cambiar. Dios a menudo usa las circunstancias, incluso las difíciles, para moldearnos. Madurar implica estar dispuestos a rendir nuestras ideas y planes a Su propósito, confiando en que Él nos guía hacia lo mejor.
Compromiso con el aprendizaje continuo: Un creyente maduro nunca deja de aprender. A través de la Palabra de Dios, la oración y la comunión con otros, somos equipados para enfrentar desafíos y avanzar en nuestra fe. ¿Cuándo fue la última vez que buscaste aprender algo nuevo de Dios?
Impactando a otros: La verdadera madurez se mide no solo por cuánto hemos crecido, sino por cuánto ayudamos a otros a crecer. Cuando compartimos nuestra fe, animamos a otros y discipulamos, reflejamos el carácter de Cristo.
¿Estás en movimiento espiritual o te sientes estancado? ¿Qué áreas de tu vida necesitan un paso de fe para avanzar? Pídele a Dios que te muestre cómo puedes crecer y ayudar a otros a madurar en el cuerpo de Cristo. La madurez es un llamado a caminar constantemente hacia Él, recordando que cada paso cuenta.
Podrías esforzarte en hablar la verdad en amor, contribuyendo a un ambiente de crecimiento (en casa muchas veces vale más la paz que tener la razón), y esto es señal de madurez.
¿Cuál es nuestra medida de madurez? Cristo es nuestra regla frente a la cual nos debemos medir. Es Cristo quien, al estar todos sometidos a Él, como esposos, papás, hermanos, hijos y miembros de una comunidad, traerá madurez a cada aspecto de nuestra vida.
En casa, es fácil caer en la rutina y dejar que nuestra fe se estanque. Si sientes que tu vida espiritual no avanza, te animo a que establezcas un momento diario de oración y lectura bíblica en familia. Comienza con un devocional en conjunto cada noche, donde cada miembro comparta lo aprendido. Esto no solo fomentará un crecimiento espiritual individual, sino también colectivo, ayudando a profundizar los lazos familiares mientras se nutre su relación con Dios.
Y actos como estos en nuestro día a día nos llevan a:
4. Renueva Tu Camino
4. Renueva Tu Camino
Efesios 4:17-19
Conozco mucha gente que lleva 10, 15 o 20 años en el evangelio; el problema es que el evangelio no lleva un segundo en ellos. Realmente, la razón por la que estamos aquí es porque no queremos que nuestras vidas sean iguales. Entonces, si no estamos renovando nuestro camino y nuestro entendimiento, estamos perdiendo todo el punto: vivir la plenitud del Hijo del Hombre.
Podrías reflexionar en cómo Pablo nos llama con urgencia a dejar atrás la antigua manera de vivir, a despojarnos de las actitudes y comportamientos del "hombre viejo" que está corrompido por deseos engañosos. Este es un llamado profundo a abrazar la nueva vida en Cristo, una vida transformada desde el interior que refleja la obra redentora de Dios en nosotros. No es un simple cambio superficial, sino una renovación completa de nuestra mente, nuestras prioridades y nuestro carácter.
Quizás encuentres en este llamado una motivación poderosa para evaluar tus pensamientos, palabras y acciones. Pablo advierte sobre los peligros del endurecimiento del corazón, una condición que nos aleja de Dios y nos insensibiliza al Espíritu Santo. Este endurecimiento no sucede de la noche a la mañana; es el resultado de tolerar pequeñas concesiones, de ignorar la voz de Dios y de permitir que las distracciones del mundo dominen nuestra vida. Por eso, abrazar una nueva vida en Cristo requiere vigilancia espiritual y una decisión diaria de buscar lo que agrada al Señor.
Además, considera cómo vivir en santidad y rectitud no solo transforma tu relación con Dios, sino que también impacta a quienes te rodean. En un mundo dividido, donde la corrupción, el egoísmo y el conflicto parecen prevalecer, una vida que refleja la justicia, el amor y la verdad de Cristo se convierte en un testimonio poderoso y visible. Es una declaración de que hay un camino mejor, un camino que apunta al reino de Dios y a Su gloria.
Hoy quisiera que nos llevemos algunas preguntas con nosotros:
¿Qué aspectos de tu vida necesitan ser renovados para alinearse con tu identidad en Cristo?En tu lugar de trabajo, quizás sientes que tienes que comprometer tus valores cristianos para encajar o avanzar. Te sugiero que empieces a practicar la transparencia y la honestidad en tus proyectos. Piensa en una práctica de oración rápida antes de las reuniones, pidiendo guía y mostrando que tu identidad en Cristo es lo más importante.¿De qué manera puedes evitar el endurecimiento del corazón y mantener tu sensibilidad al Espíritu Santo?
En la vida diaria, enfrentarte a situaciones injustas o poco éticas puede endurecer tu corazón. Involúcrate en actividades comunitarias o de servicio aquí en Christ Fellowship, como el voluntariado en un albergue o una misión local. Este contacto directo con personas en necesidad puede revivir tu compasión y mantenerte sensible a la guía del Espíritu Santo.
4. ¿Cómo puedes ser un ejemplo de santidad y justicia en tu entorno, mostrando a otros la diferencia que Cristo hace?
Al llegar al final de este mensaje, somos desafiados a considerar la profundidad del llamado de Dios para nuestras vidas. No se trata simplemente de ajustar nuestro comportamiento o adoptar ciertas prácticas religiosas. Es una invitación radical a dejar atrás la antigua manera de vivir, esa vida marcada por el egoísmo, el pecado y el endurecimiento del corazón, y abrazar una nueva identidad en Cristo, una identidad que transforma cada aspecto de nuestro ser.
Pablo nos recuerda que esta nueva vida no se vive en nuestras propias fuerzas, sino por la gracia de Dios y el poder del Espíritu Santo que obra en nosotros. Es un camino de santidad, unidad y amor, donde cada paso que damos refleja al Señor que seguimos. Vivir como nuevos hombres y mujeres en Cristo es más que un mandato; es el mayor testimonio que podemos ofrecer en un mundo que anhela esperanza y redención.
Pregúntate:
¿Estoy viviendo de manera que refleje mi nueva identidad en Cristo?¿Hay áreas en mi vida donde todavía necesito despojarme del hombre viejo y ser renovado?¿Cómo puedo ser un instrumento de Dios para edificar a otros y mostrar Su amor?
La vida en Cristo no es un destino estático; es un movimiento constante hacia Él. Al abrazar esta nueva vida, no solo encontramos propósito y plenitud, sino que también apuntamos al sueño de Jesús: una iglesia unida, madura y viva, reflejando Su gloria al mundo.
"La verdadera unidad en Cristo no borra nuestras diferencias, sino que las celebra, tejiendo nuestra diversidad en un propósito común para Su gloria."
Que hoy sea el día en que decidas caminar en esa renovación, comprometido a vivir en justicia, santidad, amor y UNIDAD, recordando siempre que Cristo es la cabeza y nosotros somos Su cuerpo, llamados a ser Su luz en este mundo oscuro. Que nuestras vidas sean la evidencia viva de que en Cristo todo puede ser hecho nuevo. Amén.