Tema: El precio de Seguir a Cristo

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Tema: El precio de Seguir a Cristo Lectura: Lucas 14:27–28 “Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?”
Introducción Seguir a Cristo es el llamado más grande y glorioso que podemos recibir, pero el Señor también nos advirtió que este llamado tiene un costo. A menudo, queremos enfocarnos en las bendiciones de la vida cristiana, pero la realidad es que ser un verdadero discípulo de Cristo requiere sacrificio, compromiso, y, a veces, renunciar a nuestras propias comodidades. Esto es algo que el Señor nos dice claramente aquí cuando leemos: “Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Porque, ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?“ Así que hoy reflexionaremos sobre lo que significa llevar nuestra cruz y lo que realmente implica el costo de seguir a Cristo.
I. El Llamado a Llevar Nuestra Cruz
Aquí vemos que el Señor hace una declaración impactante: “El que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.
Llevar nuestra cruz implica más que simplemente enfrentar las dificultades cotidianas; significa estar dispuestos a morir a nosotros mismos, a nuestras propias agendas y deseos, para seguir completamente el camino de Cristo.
El Señor no nos está pidiendo que carguemos un peso ligero, sino que nos comprometamos a seguirlo aun cuando implique sacrificios y dificultades. En Mateo 16:24, el Señor también dice: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
El llamado a negarnos a nosotros mismos y llevar nuestra cruz es un llamado a poner a Cristo primero en todo, incluso cuando nos cueste.
II. El Costo de Seguir a Cristo: Sacrificio y Entrega
Seguir a Cristo no es algo que podamos hacer a medias. El Señor mismo lo compara con el acto de construir una torre: antes de comenzar, debemos “calcular los gastos.” Esto significa que debemos ser conscientes de lo que implica verdaderamente ser Sus discípulos.
En un mundo donde el cristianismo a menudo se presenta como una fuente de bendiciones materiales y comodidad, el Señor nos desafía a considerar el costo real. Puede significar perder amistades, enfrentar rechazo, o renunciar a ciertos placeres mundanos. Sin embargo, este sacrificio no es en vano.
En Filipenses 3:7-8, Pablo declara: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aún estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo el Señor, mi Señor.” Pablo entendió que el sacrificio personal no se compara con la gloria y el gozo de conocer a Cristo.
III. Compromiso Total: Seguir a Cristo Sin Mirar Atrás
El Señor no quiere seguidores a medias. Nos llama a un compromiso total, a seguirlo sin reservas, sin mirar atrás. En Lucas 9:62, el Señor dice: “Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.
Seguir a Cristo es un camino que requiere determinación y constancia. No podemos aferrarnos a las cosas del mundo mientras intentamos caminar con el Señor.
A menudo, las dificultades o el miedo al sacrificio pueden hacernos querer mirar atrás, pero el Señor nos anima a mantener nuestros ojos puestos en Él, sabiendo que la recompensa de la vida eterna y la comunión con Dios superan con creces cualquier sacrificio que hagamos aquí en la tierra.
Conclusión
El costo de seguir a Cristo es alto, pero las recompensas son eternas. Ser discípulo de el Señor significa estar dispuesto a renunciar a nuestras propias comodidades y deseos para vivir conforme a Su voluntad.
Hoy, te desafío a que reflexiones sobre tu propio compromiso con Cristo. ¿Estás dispuesto a cargar tu cruz y seguirlo, incluso cuando sea difícil? el Señor no promete una vida fácil, pero sí promete una vida llena de propósito, gozo, y la presencia de Dios.
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