Consuelo en las oraciones de Jesús, Juan 17:11
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Y ya no estoy en el mundo; más éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.
Enseñanza: Tenemos protección para servir
Devocional
Durante las próximas semanas, en preparación para la Semana Santa, estaré ensenando una serie de devocionales sobre las oraciones de Cristo en los Evangelios. Todas sus oraciones son para nuestro bien y para nuestra propia vida de oración. Y otros de sus oraciones sirven para consolarnos y animarnos.
Nuestro primer grupo de devocionales son sobre la oración de Jesús encontrado en Juan 17. No podremos estudiarlo todo en esta oración. Vamos a estudiar específicamente las peticiones que Jesús hace al Padre por nosotros. La primera petición que Cristo hace por nosotros se encuentra en los versículos 11:
Y ya no estoy en el mundo; más éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.
Este versículo contiene una de las peticiones más maravillosas y tiernas de Cristo para los creyentes. Es alentador. El cuidado y el interés que Jesús tiene por nosotros es conmovedor.
En los primeros 10 versículos, Cristo ora al Padre acerca de su autoridad, su propósito al venir, su unidad al Padre y su actitud al venir. Estos primeros versículos establecen las peticiones que quiere hacer por sus discípulos (todos los que le siguen). Jesús ya ha anunciado en su oración que ha llegado su hora. Ha anunciado suficientemente todo lo que el Padre quería que proclamara. Los que pertenecen al Padre han venido y entienden que Jesús es el Padre la redención de sus pecados. Debido a esto, Jesús dice en la primera frase del versículo 11: “Y ya no estoy en el mundo”. Su ministerio terrenal está concluyendo. Él se va de esta tierra, es seguro. La razón de la necesidad de la petición es la inminente partida de Jesús del mundo y su venida al Padre.
Pero el Jesús, pastor amoroso, se preocupa por sus ovejas. No quiere dejar sola su herencia. El mundo es hostil. Es peligroso para las ovejas. No se les puede dejar solos. Por lo tanto, le hace esta petición a su santo Padre. Quien también se preocupa profundamente por su rebaño. Con segura confianza, Cristo pide a su Santo Padre toda su protección por el rebano, apelando a la santidad de su Padre. En un mundo confuso y peligroso a causa del pecado, se le pide a un Dios santo que proteja su herencia del mundo.
El enfoque de la petición está en el fuerte poder protector y nombre de Dios para preservar y mantener a los discípulos seguros mientras están en el mundo. Jesús quiere que las ovejas prosperen. No solo en estado (físicamente y espiritualmente), pero más importantemente, seguro en la misión de hacer discípulos. Versículo 21 explica con más detalle el propósito de esta seguridad y unidad: “para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.”
Permítanme resumir el privilegio de esta petición de protección retrocediendo al versículo 9: “Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste.” ¿Por qué Jesús no ora por los que no son salvos? Porque está orando por nuestra protección para alcanzar a los perdidos. Jesús comienza su oración al Padre diciendo: “He proclamado tu mensaje. Tus ovejas han creído y son mis discípulos. He cumplido tu misión por mí. Padre, protégelos. Guíalos en tu santo nombre para que sean santos y cumplan nuestra misión”.
Nuestra lección para esta noche es: “Tenemos protección para poder servir”. ¡Qué manera tan diferente de apreciar la protección del Padre! Al igual que a Jesús se le concedió la protección para cumplir la voluntad del Padre en la cruz, a nosotros se nos concede la protección para cumplir la misión del Padre. Jesús nos invitó a la misma misión. Así como el Hijo y el Padre están unidos en esta misión, Jesús busca que nuestra unidad sea la misma.
El mismo autor humano de este pasaje dice esto en 1 Juan 5:17: “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye”.
Podemos encontrar consuelo en la protección de Dios. Damos gracias a Dios por la petición de protección de Jesús. Nos regocijamos de ser parte del plan del Padre para alcanzar a los perdidos. No podemos perder de vista que nuestra protección divina ha sido dada para ser sus ministros en este mundo. Cuando pedimos protección del Padre, no podemos olvidar que tiene que ser según la voluntad de Dios para cumplir su ministerio de hacer discípulos.