En el poder del Espíritu

Tiempo de Epifanía  •  Sermon  •  Submitted   •  Presented
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Introducción

Esta semana ha sido una dura semana en nuestro país, el lunes mientras el actual presidente de la república se posesionaba en su cargo a las personas que estaban en la frontera se les solicitó que actualizaran la aplicación CBP One. La última actualización dejó saber a los usuarios que la aplicación había sido cancelada.
Ha sido una semana de gran expectativa que debe hacernos pensar en el valor de la dignidad de la persona humana y en la realidad de muchas personas humildes, honestas y trabajadoras que han venido a este país con la esperanza de brindar estabilidad a sus familias.
Ha sido una semana en el que el miedo ha aumentado cuando se escucha en las noticias apropósito de las medidas que el gobierno está tomando y el rumbo hacia donde se comienza a dirigir al país. Lamentablemente muchas personas solo han escuchado una parte del mensaje y con ello se han contentado: “solo habrá dos géneros, hombre y mujer”. Sin embargo, este aspecto moral no es suficiente para lograr la paz, la justicia y la estabilidad en este país. No nos podemos dejar engañar. La enseñanza de la Biblia no puede ser una estrategia de favor político que calle la conciencia del pueblo que ama a Dios y que comprende en el amor de Dios un camino hacia la vida y la dignidad del ser humano.
Esta semana, ha sido la semana en la que hemos visto como un Faraón endurece su cerviz cuando ha sido exhortado por la Obispa episcopaliana Mariann Edgar Budge a vivir la compasión con todas las personas y a recordar que los inmigrantes trabajamos, pagamos impuestos y llevamos vidas honestas, que no somos criminales.
En últimas, esta semana ha sido la semana en la que el país de la libertad ha comenzado a ser gobernado con fuertes visos dictatoriales que nada tienen que ver con la dignificación del ser humano, ni con Dios, porque el único dios al que estas personas sirven es el dios del dinero al cual pueden acceder muy pocos en el país y en el planeta.
Ahora bien, lo que estamos viendo en torno a la vida política y social en nuestro país no es algo nuevo, es el resultado de un país que se aparta de Dios, de la compasión, de la misión haciendo una simbiosis entre lo político y lo religioso, la espiritualidad de la religión y sus aportes éticos se disuelven haciendo de la política religión. Un país que se ha olvidado de Dios, de la vida en comunidad y de la familia.
El olvido de Dios, de la comunidad y de la familia se refleja en la necesidad de consumo, vivir bien cuesta tener dos y tres trabajos, tenerlos implica sacrificar tiempo en familia, tiempo de oración, tiempo de crecimiento personal. El olvido de Dios es el olvido del ser humano en si mismo reflejado en una nueva esclavitud. Las personas están olvidando el sentido comunitario de la vida y se sumergen en la soledad y el consumo en la era digital.
Nuestra historia poco difiere con la historia del pueblo de Israel, un pueblo que se había apartado de Dios y un Dios que siempre ha cumplido Su pacto, en el tiempo de Isaías la iniquidad y la apostasía pululaban , sin embargo, el Dios amoroso no cambiaría su promesa de redención y restauración.
En el contexto de Jesús, lo religioso también se había difuminado entre lo político generando un sistema de exclusión que robaba la dignidad al ser humano, particularmente a los huérfanos, las viudas, los extranjeros; los pobres a los que Dios ordenaba cuidar pero que los religiosos no consideraban dignos para participar en la vida de adoración.
La lectura de hoy es una lectura de esperanza en un contexto de desesperanza, Lucas presenta la primer predicación de Jesús en una sinagoga en Nazareth y con el, el anuncio de la buena noticia, del año de jubilo y de la redención.
Para una semana de incertidumbre Dios trae un mensaje de esperanza porque el Evangelio es esperanzador y presente. Hoy se cumple esta Escritura en presencia de ustedes (Lc 4:21), hoy el Evangelio leído es para nosotros, para nuestro tiempo, para nuestra gente y para nuestra situación.

1. El poder del Espíritu

Para comprender esta perícopa es importante recordar el contexto, Jesús fue bautizado en el Jordán, allí reconocimos al Jesús orante, recordamos que cuando oramos los cielos se abren, sin embargo, Lucas menciona que Jesús estando lleno del Espíritu fue conducido por el Espíritu mismo al desierto y fue tentado por el diablo.(Lc 4:1-2).
Luke 4:1–2 NVI
Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu al desierto. Allí estuvo cuarenta días y fue tentado por el diablo. No comió nada durante esos días, pasados los cuales tuvo hambre.
La experiencia del bautismo y la llenura del Espíritu Santo llevó a Jesús a la prueba, el domingo pasado reflexionamos sobre el vino que se acaba, Jesús que es la fuente de vida y de santidad estaba lleno del único vino que no se acabaría, el del Espíritu, estando lleno del Espíritu, Jesús logró superar la prueba y vencer la tentación.
En otras palabras, la prueba está hecha, no para demostrar cuan buenos que somos, sino para demostrar el poder de Dios en nosotros. El resultado de lo que ha pasado está semana, quizás nos ha dejado en el desierto, la incertidumbre, el miedo y la desconfianza. Sin embargo, Jesús estando lleno del Espíritu fue al desierto y superó la prueba.
Vale la pena preguntarnos: ¿Estamos nosotros llenos del Espíritu? ¿Somos la iglesia orante; aquella que ora y el cielo se abre? ¿Cuál debe ser nuestra actitud frente a las situación que estamos atravesando en el país?
Si nuestra confianza está en que Dios demostrará su poder en medio de su pueblo y de sus hijos no nos podemos apabullar, no es el tiempo de escondernos, es tiempo de enfrentar la situación y leer los tiempos con la mirada de Dios, no podemos bajar los brazos de la oración pidiendo a Dios discernimiento y sabiduría para que los cielos se abran y tengamos al Espíritu como maná que cae del cielo.
En el poder del Espíritu la Iglesia debe discernir lo bueno y lo malo, debe mirar el mensaje del Evangelio como esperanza para el devenir, a Cristo como maestro de la resistencia y la resiliencia. El poder del Espíritu debe hacer de nuestras comunidades casas de esperanza y de fe, refugio para el necesitado, pan para el hambriento y, sobretodo, una escuela de amor y de dignidad humana.
El poder del Espíritu, es el poder de la vida y de la comunión con Dios.

2. El anuncio poderoso del Espíritu (Lc 4:18-19)

Luke 4:18–19 NVI
«El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas noticias a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a pregonar el año del favor del Señor».
El poder del Espíritu es también un anuncio de esperanza, Lucas presenta a Jesús abriendo el libro de Isaías y no el del Deuteronomio con el Shema de Israel, trae el mensaje de redención y de liberación.
“El Espíritu del Señor está sobre mi porque me ha ungido”. El texto presenta la misión de Cristo y la Iglesia, el Señor nos ha ungido para proclamar el año del favor del Señor, un año de jubileo; de perdón y de reconciliación. Es un tiempo de esperanza en medio de la desesperanza que produce un pueblo apartado de Dios.
El año de jubileo es el año de la liberación. La liberación es la buena noticia que llega a los pobres, a los prisioneros, a los ciegos y a los oprimidos. El evangelio es liberador porque es la buena noticia, ahora bien, la buena noticia de liberación, del año jubilar, de redención y perdón trasciende el escenario del culto y se hace testimonio en la sociedad.
El pueblo de Dios lleno del Espíritu es el pueblo que se preocupa por el bienestar de todos los seres humanos. Es el pueblo que se preocupa por un salario justo, por la construcción de la paz como identidad comunitaria, por el cuidado de los niños, niñas y adolescentes, por la dignidad de todas las personas; aun cuando seamos residentes legales o ciudadanos debemos recordar que también somos extranjeros. El poder del Espíritu debe hacer de nosotros una iglesia fuerte que proclama la esperanza al pobre, al inmigrante, al que sufre la injusticia, al que lleva dolor.
El poder del Espíritu, trae mensaje de consolación y de esperanza en la confianza hacia un Dios que nos acoge, que nos ama y tiene misericordia. Por eso, pedir compasión por la humanidad no puede verse como una acto anticristiano por el contrario nuestra constante lucha está en un mensaje que acerca a todos los seres humanos a la comprensión de la verdad del amor de Dios.
¿Cuál es el mensaje que tenemos hoy para nuestros congéneres? ¿Cómo podemos llevar a la esperanza y el actuar en justicia? Debemos prepararnos para defender al oprimido y ser voz profética que anuncie la verdad de Cristo y denuncie la injusticia sin perder nuestra identidad cristiana que está por encima de los colores y de las ideologías políticas.

3. Un mensaje para el pueblo de hoy (Lc 4:21)

Luke 4:21 NVI
y él comenzó a hablarles: «Hoy se cumple esta Escritura en presencia de ustedes».
Es importante recordar que el momento de la historia en el evangelio de Lucas es “Hoy”, hoy ha nacido un salvador (Lc 2:11), hoy se ha cumplido esta Escritura (Lc 4:21). Hoy es el anuncio de la esperanza. Hoy, cuando estamos en crisis, cuando nos duele la injusticia, cuando el gobierno cierra el dialogo con los hispano parlantes, cuando se han autorizado redadas migratorias en iglesias, escuelas y hospitales , nosotros, el pueblo de Dios, el pueblo lleno del Espíritu debemos proclamar el año bueno del Señor.
Nuestra liberación comienza hoy. Cuando nuestros ojos se abren y comprendemos que necesitamos el poder del Espíritu, el mensaje de esperanza para nosotros y para la humanidad. El mensaje de esperanza que tenemos para el mundo inicia con el encuentro con Dios y termina en el encuentro con Dios. Nuestra liberación rompe los esquemas de la doble moral y nos acerca a la dignidad humana, a la comprensión compasiva de cada historia de vida, al amor por el otro, un amor que va más allá de raza, género, posición social o nacionalidad.
Somos libres cuando no tenemos prejuicios y podemos construir la comunidad del amor que es refugio para el más necesitado, cuando podemos resistir y extender nuestra mano en ayuda a nuestros hermanos y hermanas, cuando abrimos los ojos y conocemos nuestros derechos. Somos libres y llenos del Espíritu cuando siendo pocos vemos el pan que se multiplica y podemos saciar nuestra sed apoyándonos mutuamente.
El mensaje de la libertad es un mensaje que nace en el corazón porque finalmente somos libres para hacer lo bueno y para amar.
No somos libres para hacer lo que a nosotros nos parezca bien. Estamos llamados hacer lo que es bueno delante de Dios.
R. C. Sproul
No puede existir gobierno alguno que nos quite la libertad de amar y ser apoyo dignificando al ser humano.
Somos libres dando a conocer a Dios con nuestros actos de misericordia y amor. Al Dios que cumple su pacto y se interesa por el extranjero, la viuda y el huérfano. Somos libres para soñar y mientras soñamos ir construyendo la nueva humanidad revestida de Cristo, dirigida por Cristo, amada por Cristo.
Nuestra libertad está fundamentada en el poder de Espíritu, el mismo poder que nos capacita para ver en el otro a Cristo y para ser compasivos extendiendo nuestra mano y sintiendo al otro como hermano. Es una libertad que pone sus bases en el perdón que nos libera de los resentimientos y del dolor que deja como cicatriz las injusticias.
El mensaje de Dios es para nosotros hoy porque certifica el poder del amor de Dios.

Conclusión

Estamos llamados a volver a Dios y dejar que el nos llene de poder de Su Espíritu, en estos tiempos, cuando sentimos la presión del contexto social y político no podemos escondernos porque nosotros, nuestro mensaje y nuestro testimonio es la luz que no se puede esconder.
Nuestras acciones deben reflejar el mensaje de Dios en el evangelio, “El Espíritu de Dios” en nosotros, un Espíritu que nos da el poder para reflejar los valores cristianos, el amor como norma de vida, la compasión y el compañerismo como acciones fundantes de nuestra comunidad.
Necesitamos mirar a nuestro prójimo y alimentar mutuamente nuestra esperanza de fe de que podemos vivir en el poder del Espíritu.
Las montañas, cuando las tinieblas las ocultan, son tan reales como a la luz del día, y el amor de Dios es tan cierto para ti ahora como lo fue en tus momentos más luminosos.
Charles Spurgeon