Imaginemos una sala de tribunal donde se juzga a un acusado. La evidencia en su contra es abrumadora, y mientras el juez emite su veredicto, se siente un silencio tenso. Este escenario refleja el juicio final de Dios sobre aquellos que han desechado su verdad. En Romanos 1:18-20, se habla de aquellos que, a pesar de la revelación de Dios, eligen vivir en incredulidad. Aun en nuestro rechazo, Él mantiene el deseo de salvar a todos; sin embargo, cada decisión tiene sus consecuencias. ¿Estamos listos para enfrentar el juicio?