SALMO 8:1-9

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LA GRANDEZA DE DIOS Y NUESTRA PEQUEÑEZ

Salmo 8:1–9

Este Salmo exalta la grandeza de Dios al contemplar la creación, desde los cielos hasta los seres humanos. A través de la belleza del cosmos y la majestad de Dios, se recuerda nuestra pequeñez y nuestra valía como seres creados a Su imagen.
Este pasaje nos invita a reflexionar sobre nuestra posición en el mundo. Reconoce que aunque somos pequeños en comparación con el universo, cada uno es valioso para Dios. Esto puede ayudar a los cristianos a encontrar identidad y propósito, incluso en tiempos de incertidumbre y lucha personal.
El Salmo enseña que la grandeza de Dios se manifiesta en Su creación y, a pesar de nuestra fragilidad humana, somos dignos de Su amor y cuidado. Nos muestra que entendiendo nuestra posición en el orden creado, podemos vivir con humildad y gratitud.
Cristo es el cumplimiento de la imagen de Dios en la humanidad. Mientras que el Salmo destaca la creación humana, en Cristo vemos la plenitud de la realidad de ser hechos a imagen de Dios, quien vino a restaurar nuestra relación con el Creador, dándonos una nueva identidad y propósito.
En la grandeza de Dios, encontramos nuestra verdadera identidad y valor, y aprendemos a vivir con asombro frente a Su creación.

I. MAJESTAD EN LA CREACIÓN

Psalm 8:1–4¡Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos; De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza, A causa de tus enemigos, Para hacer callar al enemigo y al vengativo. Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, La luna y las estrellas que tú formaste, Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites?”
El salmista inicia exaltando la grandeza de Dios:
¡Oh, Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos. (v.1).
Dios ha manifestado su majestad en toda la creación. Desde lo más grande hasta lo más pequeño, todo refleja su gloria.
La creación proclama la grandeza de Dios.
El Salmo 19:1, dice: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Este hermoso verso nos enseña que la creación no es silenciosa. Cada amanecer, cada estrella en el cielo, cada criatura en la tierra proclama que hay un Creador supremo. No hay excusa para la incredulidad, pues la creación misma testifica de la existencia de Dios.
Romanos 1:20, dice: “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.” Pablo afirma que la grandeza de Dios se revela en lo creado. La complejidad del ADN, el equilibrio del ecosistema, el diseño del universo, todo grita que Dios existe.
2. Dios usa lo débil para manifestar su poder (v.2).
Salmo 8:2De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza, A causa de tus enemigos, Para hacer callar al enemigo y al vengativo.” Este verso nos dice que Dios elije lo débil para confundir a los fuertes. Nuestro Señor Jesús citó este verso aquella vez que los niños lo alababan en el templo en la ciudad de Jerusalén, mostrando que la alabanza más sincera viene de corazones humildes.
1 Corintios 1:27, dice: “sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte;” Dios se glorifica a través de lo pequeño y despreciado. Él usa a los humildes para cumplir su propósito.
3. Nuestra pequeñez ante la inmensidad de la creación.
Salmo 8:3–4, dice: “Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, La luna y las estrellas que tú formaste, Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites?” Cada vez que alzamos nuestra mirada a los cielos, sobre todo cuando el cielo está estrellado, deberíamos de estremecernos al ver la grandeza de la creación de Dios, y hacernos más humildes, pues nos damos cuenta que quien creó ese gran universo es inmensamente más grande. Pero lo más maravilloso es que a pesar de que somos tan diminutos ante la gran creación de Dios, Él nos conoce y nos ama.
Job 38:4–7, dice: “¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia. ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel? ¿Sobre qué están fundadas sus bases? ¿O quién puso su piedra angular, Cuando alababan todas las estrellas del alba, Y se regocijaban todos los hijos de Dios?” Dios está confrontando a Job y le hace entender que la sabiduría humana es limitada. A nosotros nos recuerda que dependemos completamente de Dios.
ILUSTRACIÓN:
En la antigua Grecia, los filósofos miraban al cielo y veían en las estrellas no solo puntos de luz, sino manifestaciones de los dioses. Aunque sus creencias eran erradas, su asombro refleja un profundo deseo de conexión con el Creador. Hoy, al observar la vastedad del universo, recordamos que la majestad de Dios se revela en la grandeza de su creación. Si los antiguos buscaban a sus dioses en el cielo, nosotros encontramos al Dios verdadero que nos cuida en cada rincón de la Tierra.
APLICACIÓN:
La grandeza de Dios debe despertar en cada uno de nosotros asombro y alabanza. En lugar de enorgullecernos por nuestros logros, debemos humillarnos ante el nuestro Dios el Gran Creador. ¿Cuándo fue la última vez que meditamos en la majestad de Dios, observando su creación?

II. DIGNIDAD DEL SER HUMANO

Psalm 8:5–9 “Le has hecho poco menor que los ángeles, Y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; Todo lo pusiste debajo de sus pies: Ovejas y bueyes, todo ello, Y asimismo las bestias del campo, Las aves de los cielos y los peces del mar; Todo cuanto pasa por los senderos del mar. ¡Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán grande es tu nombre en toda la tierra!”
A pesar de nuestra pequeñez, Dios nos ha dado un lugar de honor en su creación.
Nos hizo un poco menor que los ángeles.
Salmo 8:5, dice: “Le has hecho poco menor que los ángeles, Y lo coronaste de gloria y de honra.” Dios nos creó a su imagen: Génesis 1:26–27Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.” Nuestra dignidad no depende de nuestros logros, sino de nuestra relación con Dios.
Hebreos 2:6–9, dice: “pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, O el hijo del hombre, para que le visites? Le hiciste un poco menor que los ángeles, Le coronaste de gloria y de honra, Y le pusiste sobre las obras de tus manos; Todo lo sujetaste bajo sus pies. Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas. Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.” Nuestro Señor Jesucristo, siendo Dios, tomó nuestra humanidad. En Cristo nuestra dignidad ha sido restaurada.
2. Dios nos dio dominio sobre la creación
Salmo 8:6, dice: “Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; Todo lo pusiste debajo de sus pies:” Dios nos dio la responsabilidad de cuidar la tierra. Pero el pecado distorsionó nuestra administración: Génesis 3:17–19Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.”
Génesis 2:15: dice: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.” Nuestro llamado original es trabajar y cuidar la creación. ¿Estamos cumpliendo con esa responsabilidad?
Romanos 8:19–22, dice: “Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;” La creación misma sufre por el pecado humano. Dios nos llama a ser buenos administradores de su obra.
3. Todo debe llevarnos a exaltar a Dios.
Salmo 8:9, dice: “¡Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán grande es tu nombre en toda la tierra!” El salmista concluye con la misma alabanza con que inicia su adoración a Dios. Nuestra vida debe reflejar gratitud y adoración a Dios siempre, cada día de nuestra vida debe iniciar con gratitud y adoración a Dios y debe terminar de la misma manera.
1 Corintios 10:31, dice: “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.” Todo lo que hacemos debe dar gloria a Dios. Nuestra vida diaria es una acto de adoración a Dios a cada momento.
ILUSTRACIÓN:
En la antigüedad, los griegos tenían un concepto de 'nobleza' que se centraba en la educación y el honor. Sin embargo, los cristianos redefinieron esta visión al enseñar que la dignidad no depende de la cultura o la riqueza, sino de ser creados a la imagen de Dios. Esta creencia cambió sociedades enteras, porque permitió a todo ser humano, sea cual sea su estado, reconocer su valor y dignidad esenciales, tal como se menciona en el Salmo 8.
APLICACIÓN:
Dios nos ha dado un propósito: Reflejar su gloria y cuidar su creación.
La verdadera dignidad no está en el dinero, el poder o la fama, sino en ser hechos a su imagen.
¿Estamos cumpliendo con nuestra responsabilidad de administradores de la creación y testigos de su gloria?
CONCLUSIÓN:
El Salmo 8 nos llena de asombro y gratitud. Dios es inmensamente grande, y nosotros, aunque pequeños, hemos sido honrados por Él. Nuestra respuesta debe ser:
Adoración sincera.
Humildad ante la grandeza de Dios.
Compromiso con nuestro propósito como administradores de su creación
Que podamos proclamar juntamente con el salmista: ¡Oh, Jehová, Señor nuestro, cuán grande es tu nombre en toda la tierra!
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