Lucas 4:1-13 - Jesús: El Único que Puede Salvarnos del Infierno

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Introducción:

Hermanos, ¿alguna vez han sentido el peso de la tentación? Esa lucha interna donde la atracción del pecado parece irresistible y, por más que intentamos resistir, terminamos cayendo.
Desde el principio de la historia, esta ha sido la realidad del ser humano. Adán cayó en un jardín de abundancia. Israel fracasó en el desierto. Y nosotros hemos fallado incontables veces.
Pero aquí está la gran pregunta: ¿qué pasaría si alguien pudiera pelear esta batalla en nuestro lugar y salir victorioso?
Eso es exactamente lo que hizo Cristo.
La semana pasada vimos cómo, en su bautismo, el cielo se abrió y el Padre proclamó:
“Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco” (Lucas 3:22).
Jesús fue identificado como el Segundo Adán, el Verdadero Israel, el Siervo del Señor. Se identificó con los pecadores en su bautismo, aunque Él no tenía pecado. Entró en las aguas no porque necesitara arrepentirse, sino porque estaba tomando nuestro lugar, preparando el camino para nuestra salvación.
Pero ahora, después de ese glorioso momento, ocurre algo sorprendente:
El mismo Espíritu que descendió sobre Él en el bautismo lo lleva al desierto.
Si en su bautismo el cielo se abrió, ahora en su tentación el infierno se abre.
Jesús entra en la arena de la prueba, pero no como un espectador, sino como el Campeón de su pueblo. Enfrentará al diablo en la misma batalla que Adán perdió y que Israel fracasó en superar.
Pero esta vez, todo será diferente.
Porque Jesús no solo vino a resistir la tentación, vino a triunfar en nuestro lugar.
Hermano, esta mañana veremos como la victoria de Cristo sobre la tentación no solo demuestra su obediencia perfecta, sino que garantiza nuestra redención. De manera que no peleamos para ganar la batalla, sino desde la victoria de Cristo.
Hoy veremos esta verdad a través de cuatro aspectos clave en Lucas 4:1-13:
Su obediencia perfecta como el Mesías (Lucas 4:1-2).
Su fidelidad a la Palabra de Dios ante la tentación (Lucas 4:3-4).
Su rechazo al atajo de la gloria sin la cruz (Lucas 4:5-8).
Su victoria definitiva sobre Satanás como el Rey del Reino de Dios (Lucas 4:9-13).
Este pasaje no es solo un ejemplo de cómo resistir la tentación. Es la historia de nuestra salvación.
Abramos nuestras Biblias en Lucas 4:1-13 y leamos juntos la palabra e Dios.
—————————
Ahora que hemos leído nuestro pasaje, debemos preguntarnos: ¿por qué Jesús es llevado al desierto inmediatamente después de su bautismo?
Lucas nos muestra que esta prueba no es incidental, sino parte del plan eterno de Dios.
En su bautismo, Jesús se identificó con los pecadores.
En su tentación, Jesús vence por ellos.
Él no enfrenta al diablo como un hombre cualquiera, sino como el Mesías prometido, el Segundo Adán y el Verdadero Israel. Si en su bautismo el cielo se abrió para nosotros, ahora en su tentación el infierno se abre contra Él. Pero donde Adán cayó y donde Israel fracasó, Jesús triunfa en nuestro lugar.
Veamos esto en los versículos 1 y 2:

1. Su obediencia perfecta como el Mesías (Lucas 4:1-2)

Lucas 4:1–2 NBLA
Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu en el desierto por cuarenta días, siendo tentado por el diablo. Y no comió nada durante esos días, pasados los cuales tuvo hambre.
Este pasaje no aparece en un vacío. Lucas ha estructurado el relato de manera intencional:
Justo antes de la tentación, el Padre proclamó: “Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacido” (Lucas 3:22).
Justo después, la genealogía traza su linaje hasta Adán: “Hijo de Enós, hijo de Set, hijo de Adán, hijo de Dios” (Lucas 3:38).
¿Por qué hace esto?
🔹 Porque Jesús entra al desierto no solo como un hombre piadoso, sino como el Segundo Adán y el Verdadero Israel.
🔹 Está reviviendo la historia de la humanidad, pero con un resultado diferente.
🔹 Donde Adán cayó, Él vencerá; donde Israel falló, Él será fiel.

Jesús, el Segundo Adán

El paralelismo con Adán es evidente.
📌 Dios creó a Adán sin pecado y lo puso en un jardín fértil. Allí fue probado con una sola restricción: obedecer la palabra de Dios y confiar en Su voluntad.
📌 Pero Adán cayó y, con él, toda la humanidad fue arrastrada al pecado y la muerte (Romanos 5:12).
Ahora, Jesús, el Segundo Adán, entra a la misma batalla, pero en un contexto totalmente opuesto:
Mientras Adán fue probado en un jardín fértil, Jesús es probado en un desierto árido.
Mientras Adán tenía toda la provisión a su alcance, Jesús enfrenta a Satanás después de 40 días de ayuno.
Mientras Adán cayó en la abundancia y en compañia de una ayuda idonea, Jesús resiste en la escasez, el sufrimiento y en soledad.
Mientras Adán dudó de la palabra de Dios y cedió ante la mentira de Satanás, Jesús confiará en la Escritura y permanecerá firme.
📌 Jesús ha venido a rehacer la historia.
Esta no es solo una escena de resistencia al pecado. Es una batalla cósmica entre el Segundo Adán y el príncipe de este mundo.
🔥 La obediencia de Cristo aquí marcará el destino de toda la humanidad.

Jesús, el Verdadero Israel

Pero Jesús no solo es el Segundo Adán. También está reviviendo la historia de Israel.
📖 Éxodo 4:22: “Así dice el SEÑOR: Israel es mi hijo, mi primogénito.”
Israel pasó por las aguas del Mar Rojo antes de ser llevado al desierto por 40 años.
En el desierto, fue probado en su fidelidad a Dios, pero fracasó una y otra vez.
Murmuraron por falta de pan (Éxodo 16:2-3).
Se rebelaron contra la voluntad de Dios (Números 14:1-4).
Cayeron en idolatría (Éxodo 32:1-6).
Ahora, Jesús también es llamado Hijo de Dios (Lucas 3:22).
📌 Él pasa por las aguas del bautismo y es llevado al desierto por el Espíritu Santo para ser probado. Pero aquí hay una diferencia crucial:
Donde Israel murió en incredulidad, Jesús vivirá por fe.
Donde Israel murmuró por pan, Jesús confiará en la provisión del Padre.
Donde Israel se inclinó ante falsos dioses, Jesús adorará solo a Dios.
📌 Jesús no solo es el Segundo Adán, sino también el Verdadero Israel.
Él está escribiendo una nueva historia.
📌 Lo que Israel no pudo hacer, Él lo hará.
📌 Donde Israel fracasó, Él será fiel.

Jesús es llevado por el Espíritu al desierto

Lucas 4:1 NBLA
Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu en el desierto
📌 El verbo griego ἀνάγω (anágo, “llevar”) indica que Jesús no fue al desierto por decisión propia.
📌 Fue conducido por el Espíritu Santo de manera intencional y activa.
🔥 Esto es crucial. Jesús no está en el desierto por casualidad, ni simplemente porque Satanás lo atacó.
📌 Dios mismo lo llevó allí. ¿Por qué?
Porque Jesús no solo vino a enseñarnos cómo resistir la tentación.
Él vino a hacer lo que Adán e Israel no pudieron hacer.
Y esto no es algo improvisado.
Efesios 1:4 NBLA
Porque Dios nos escogió en Cristo antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de Él. En amor
📌 Desde antes de la fundación del mundo, Dios el Padre ha preparado todo para exaltar a Su Hijo.
Este no es un episodio aislado.
📌 Es parte del plan eterno de Dios.
Jesús no está aquí para probar su propia santidad.
📌 Él está aquí para garantizar la nuestra.
🔥 Y esto nos lleva a considerar algo fundamental:

Su impecabilidad garantiza nuestra salvación

Si Cristo hubiera podido pecar, entonces no habría sido el Salvador perfecto que necesitábamos.
Su impecabilidad no es un detalle secundario de su naturaleza.
Es el fundamento sobre el cual se edifica nuestra redención.
Hebreos 4:15 NBLA
Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino Uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado.
📌 Su victoria sobre el pecado no solo fue un ejemplo moral.
📌 Fue un acto representativo y sustitutivo en favor de su pueblo.
Ilustración: Un puente seguro
Imagina que necesitas cruzar un abismo profundo.
📌 Del otro lado está la vida eterna.
📌 Pero solo hay un puente que conecta ambos lados.
¿Qué pasaría si ese puente tuviera grietas?
¿Confiarías en él para cruzar?
🔥 Si Cristo hubiera podido pecar, entonces su obra no sería completamente segura.
Pero porque Él no solo venció la tentación, sino que era incapaz de caer,
📌 su victoria es una base inquebrantable sobre la cual podemos edificar nuestra fe.
Aplicación:
No somos salvos porque resistimos bien la tentación.
Somos salvos porque Cristo resistió perfectamente en nuestro lugar.
Romanos 5:19 NBLA
Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de Uno los muchos serán constituidos justos
Jesús no fue simplemente un hombre virtuoso.
📌 Fue el Redentor impecable, el Hijo de Dios que, en su obediencia perfecta, garantizó nuestra salvación.
Nuestra esperanza no está en nuestra lucha contra el pecado.
📌 Está en Aquel que venció por nosotros.
🔥 Pasemos ahora a la primera tentación.

2. Su fidelidad a la Palabra de Dios ante la tentación (Lucas 4:3-4)

Lucas 4:3–4 NBLA
Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan» Jesús le respondió: «Escrito está: “No solo de pan vivirá el hombre”».
Jesús ha estado en el desierto por 40 días sin comer. Y en ese estado de debilidad, Satanás ataca.
Es importante notar que Lucas presenta la tentación de una manera diferente a Mateo. En Mateo 4, la tentación ocurre después de los 40 días, pero en Lucas se nos da a entender que Jesús fue tentado de manera continua durante todo ese tiempo (Lucas 4:2).
El verbo usado para "ser tentado" está en un tiempo griego que indica acción continua (πειραζόμενος - peirazomenos), lo que significa que la presión del enemigo no fue un solo momento, sino un asedio constante.
Esto es clave. Jesús no enfrenta solo un ataque repentino. Durante más de un mes, el enemigo busca encontrar una grieta, un punto débil en su obediencia. Y ahora, al final de esos días, cuando su cuerpo está en su punto más débil, Satanás intensifica su ataque.

La estrategia del enemigo: La misma que en Edén

Satanás se acerca con una frase que suena familiar: “Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan."
Esta no es solo una invitación a hacer un milagro. Es un ataque directo a la identidad de Jesús.
Adán fue tentado en el Edén con una pregunta: “¿Con que Dios os ha dicho...?” (Génesis 3:1).
Jesús es tentado en el desierto con otra pregunta: “Si eres Hijo de Dios...”
El patrón es el mismo:
Dudar de la Palabra de Dios: Dios había declarado en su bautismo que Jesús era su Hijo (Lucas 3:22), pero ahora Satanás le dice: “¿En serio? Si realmente eres el Hijo de Dios, pruébalo”.
Proveer una alternativa a la voluntad de Dios: En Edén, Satanás ofreció el fruto prohibido como una forma de "ser como Dios". Aquí, le ofrece pan como una forma de demostrar su identidad.
Pero aquí hay algo más profundo. Satanás no le está diciendo a Jesús que haga algo pecaminoso en apariencia. No le dice que mienta, que robe, que mate. Le dice que coma.
¿Comer es pecado? No. Pero si lo hace en los términos de Satanás y no en obediencia al Padre, sí lo sería.
Aquí radica la astucia del enemigo: Tienta a Jesús a actuar fuera de la voluntad de Dios, a usar su poder de manera independiente del Padre. Quiere que Jesús abandone su papel de Siervo obediente y actúe como un rey autosuficiente.
Pero Jesús responde con la Escritura.

La respuesta de Jesús: La Palabra sobre el pan

Jesús cita
Deuteronomio 8:3 NBLA
»Él te humilló, y te dejó tener hambre, y te alimentó con el maná que tú no conocías, ni tus padres habían conocido, para hacerte entender que el hombre no solo vive de pan, sino que vive de todo lo que procede de la boca del Señor.
Moisés esta aquí recordando a Israel cómo Dios los sustentó con maná en el desierto.
En el desierto, Israel murmuró contra Dios cuando no tuvo comida (Éxodo 16:3).
En el desierto, Jesús confía en Dios, aunque no ha comido en 40 días.
Jesús está diciendo: "Mi vida no depende del pan. Depende de la Palabra de Dios."
Aquí vemos el contraste entre Israel y Jesús:
Israel falló en la prueba del hambre. Jesús pasa la prueba.
Israel dudó de la provisión de Dios. Jesús confía completamente.
Jesús no dice que el pan no sea necesario, pero deja claro que hay algo más fundamental: La voluntad de Dios es más importante que la satisfacción de nuestras necesidades físicas.
Esto es profundo porque nos confronta con nuestra propia forma de responder a las pruebas.

Aplicación: ¿Qué nos mueve en la vida?

Jesús está mostrando que la vida no depende de lo que comemos, sino de la confianza en la voluntad de Dios.
Preguntémonos:
¿Qué pasa cuando Dios no nos da lo que queremos inmediatamente?
¿Seguimos confiando en su plan o buscamos nuestros propios atajos?
¿Dependemos más de nuestras circunstancias que de la Palabra de Dios?
La primera tentación es una prueba de dependencia y confianza en el Padre.
Jesús nos está mostrando que no es la comida lo que nos sostiene, sino Dios mismo.
Y esto es clave: Jesús no solo nos da un ejemplo, Él venció por nosotros.
Tú y yo hemos fallado en esta tentación muchas veces. Nos desesperamos cuando Dios no responde como queremos. Dudamos cuando sentimos que nos falta algo.
Pero Jesús venció por nosotros. Su fidelidad a la Palabra de Dios en el desierto nos es contada como nuestra fidelidad en Él.
Así que no se trata solo de decir: "Mira a Jesús y esfuérzate más". Se trata de decir: "Mira a Jesús y descansa en su victoria."
Su obediencia aquí es parte de nuestra salvación.
Pasemos ahora a la segunda tentación.

3. Su rechazo al atajo de la gloria sin la cruz (Lucas 4:5-8)

Lucas 4:5–8 NBLA
El diablo lo llevó a una altura, y le mostró en un instante todos los reinos del mundo. «Todo este dominio y su gloria te daré», le dijo el diablo; «pues a mí me ha sido entregado, y a quien quiero se lo doy. »Por tanto, si te postras delante de mí, todo será Tuyo» Jesús le respondió: «Escrito está: “Al Señor tu Dios adorarás, y a Él solo servirás”».
Aquí vemos una tentación distinta. En la primera, Satanás atacó la confianza de Jesús en la provisión de Dios. En esta segunda tentación, Satanás ofrece una corona sin una cruz, un reino sin sufrimiento, gloria sin obediencia.
Esta es una tentación más peligrosa.
Porque, en un sentido, lo que Satanás ofrece es precisamente lo que Jesús ha venido a recibir.
Jesús es el Rey de reyes. Él es el Mesías prometido, aquel que heredará las naciones (Salmo 2:7-8). Todos los reinos le pertenecerán un día.
Pero el camino que el Padre ha trazado para Jesús pasa primero por el sufrimiento, la cruz y la resurrección.
Y aquí Satanás le ofrece una alternativa. “Todo esto será tuyo… si me adoras.”

La oferta: Gloria sin cruz

El enemigo está diciendo:
“Jesús, yo sé que has venido por un reino… pero, ¿por qué sufrir? ¿Por qué la cruz? ¿Por qué el dolor?”
“Toma el camino corto. Te daré lo que buscas, pero sin sacrificio.”
El engaño es sutil.
Satanás presenta una forma de alcanzar el reino sin el costo del sufrimiento.
Pero en esta oferta hay una trampa mortal: Jesús recibiría el reino, pero bajo el señorío de Satanás.
Es la misma estrategia que usó en el Edén.
En Génesis 3, la serpiente le dice a Eva: “Seréis como Dios” (Génesis 3:5).
Aquí, la serpiente dice a Jesús: “Serás Rey ya mismo, sin dolor, sin cruz.”
Jesús puede tomar la gloria ahora… si tan solo inclina la rodilla ante Satanás.
Pero Jesús responde con la Escritura.

La respuesta de Jesús: Adorar solo a Dios

Deuteronomio 6:13 NBLA
»Temerás sólo al Señor tu Dios; y a El adorarás y jurarás por Su nombre.
Aquí Jesús está haciendo varias cosas:
Está recordando la historia de Israel. Israel, después de salir de Egipto, fue probado en el desierto y falló. En lugar de adorar solo a Dios, adoraron el becerro de oro (Éxodo 32:1-4). Jesús, el Verdadero Israel, no cometerá el mismo error.
Está reafirmando la soberanía de Dios. Satanás dice que la gloria de los reinos le pertenece. Pero Jesús sabe que Dios es el único que da autoridad (Daniel 4:34-35). Jesús no tomará el reino de las manos de Satanás. Él esperará el tiempo perfecto del Padre.
Está reafirmando su misión: el camino de la cruz. Jesús no vino para tomar la gloria de manera fácil. Él vino a sufrir, a cargar con el pecado de su pueblo, a ser obediente hasta la muerte (Filipenses 2:8). La cruz no es un accidente en su caminoEs el plan de Dios para su gloria.

Aplicación: La misma tentación para nosotros

Esta tentación no es solo para Jesús. Es la tentación de todos los tiempos.
Es la oferta de tomar un atajo, de evitar la obediencia difícil.
Es la tentación de buscar gloria sin sufrimiento, bendición sin fidelidad, éxito sin integridad.
Preguntémonos:
¿Cuántas veces hemos estado dispuestos a comprometer nuestra obediencia con tal de conseguir algo más rápido?
¿Cuántas veces hemos querido la bendición de Dios sin el proceso de santificación?
¿Cuántas veces hemos estado dispuestos a “doblar la rodilla” ante la comodidad, el reconocimiento o el poder?
Pero Jesús no cayó en la trampa.
Jesús nos está enseñando que el camino del cristiano es el camino de la cruz. No hay gloria sin sufrimiento. No hay exaltación sin humillación. No hay corona sin cruz.
Pero aquí está la buena noticia:
Jesús venció por nosotros.
Tú y yo hemos caído en esta tentación muchas veces. Hemos buscado nuestra gloria en lugar de la de Dios.
Pero Jesús venció en nuestro lugar.
Si Él hubiera tomado el atajo, tú y yo estaríamos perdidos. Pero porque Él fue obediente hasta la muerte, hoy tenemos salvación.
No confiamos en nuestra fidelidad. Confiamos en la fidelidad de Jesús.
Pasemos ahora a la tercera tentación.

4. Su victoria definitiva sobre Satanás como el Rey del Reino de Dios (Lucas 4:9-13) 

Lucas 4:9–13 NBLA
Entonces el diablo lo llevó a Jerusalén y lo puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, lánzate abajo desde aquí, pues escrito está: “A Sus ángeles te encomendará para que te guarden”, y: “En las manos te llevarán, Para que Tu pie no tropiece en piedra”». Jesús le respondió: «Se ha dicho: “No tentarás al Señor tu Dios”». Cuando el diablo hubo acabado toda tentación, se alejó de Él esperando un tiempo oportuno.
Satanás ha intentado minar la confianza de Jesús en la provisión del Padre. Ha tratado de ofrecerle el reino sin la cruz. Y ahora hace un último intento: manipular la Palabra de Dios para que Jesús pruebe su identidad de una manera pecaminosa.

La ubicación: el pináculo del templo

El diablo lleva a Jesús al punto más alto del templo en Jerusalén. Esto es significativo porque el templo era el lugar de la presencia de Dios.
Es como si Satanás dijera:
“Muy bien, Jesús, confías en Dios. Crees en su Palabra. Pues bien, prueba que eres el Hijo de Dios. Tírate desde aquí y deja que Él te rescate.”
Satanás está citando la Escritura. Pero, como siempre, la tuerce para sus propósitos.
Le cita el Salmo 91:11-12, un pasaje que habla de la protección de Dios para los suyos. Pero omite el versículo siguiente:
Salmo 91:13 NBLA
Sobre el león y la cobra pisarás; Pisotearás al cachorro de león y a la serpiente.
Satanás no cita ese versículo… porque es su sentencia de muerte.
Este es el engaño del diablo: quiere que Jesús exija una señal, que manipule al Padre, que ponga a Dios a prueba.

La respuesta de Jesús: No tentarás al Señor tu Dios

Deuteronomio 6:16 NBLA
»No pondrán a prueba al Señor su Dios, como lo hicieron en Masah.
Cuando Israel salió de Egipto, dudó de la fidelidad de Dios y le exigió señales. En Masá, cuestionaron si Dios estaba con ellos y lo pusieron a prueba (Éxodo 17:7).
Jesús, en cambio, no exigirá señales del Padre.
Él confía completamente en la voluntad de Dios.
Él sabe que no necesita probar nada.
Él es el Hijo de Dios, y su identidad no necesita demostraciones espectaculares.

El final de la tentación y la victoria de Cristo

Lucas nos dice que cuando el diablo terminó toda tentación, se apartó de Jesús por un tiempo.
El enemigo fue derrotado.
Jesús ha resistido la prueba que Adán e Israel fallaron.
Jesús ha vencido a Satanás, no con un ejército, sino con la Palabra de Dios y una obediencia perfecta.
Pero este no es el fin del ataque del diablo.
Lucas nos dice que Satanás se apartó “hasta un momento oportuno” (v. 13).
El enemigo esperará su próxima oportunidad. Y la próxima vez que lo veamos en acción será en la cruz. En Lucas 23, cuando Jesús está colgado en el madero, escucharemos palabras muy familiares:
“Si eres el Hijo de Dios, sálvate a ti mismo.”
“Si eres el Cristo, desciende de la cruz.”
Es la misma estrategia.
Pero Jesús no bajará de la cruz. Él morirá, porque su victoria sobre Satanás será completa solo cuando resucite y destruya el poder del pecado y la muerte.

¿Qué significa esto para nosotros?

La obediencia de Jesús es nuestra salvación.
Jesús no venció solo para darnos un ejemplo. Él venció porque su obediencia perfecta nos es contada como justicia.
Romanos 5:19 NBLA
Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de Uno los muchos serán constituidos justos.
No somos salvos por lo bien que resistimos la tentación. Somos salvos porque Jesús resistió perfectamente en nuestro lugar.
Podemos confiar en Dios sin exigirle pruebas.
La tentación de Satanás era hacer que Jesús exigiera una señal de Dios. Pero la fe no es exigir pruebas, sino confiar en la fidelidad de Dios sin condiciones.
¿Cuántas veces hemos dicho:
“Dios, si me amas, dame esta señal.”
“Señor, si estás conmigo, haz esto o aquello.”
Pero Jesús nos enseña que no necesitamos exigir pruebas de Dios para confiar en Él.
Dios ya ha demostrado su amor en la cruz. No necesitamos más señales. Solo necesitamos recordar lo que Él ya ha hecho.
Nuestra victoria sobre la tentación está en Cristo.
No peleamos solos. Jesús venció por nosotros, y ahora nos da su Espíritu para resistir el pecado.
Hebreos 4:15 NBLA
Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino Uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado.
Esto significa que Jesús nos entiende.
Cuando luchamos con la tentación, Él lo comprende.
Cuando nos sentimos débiles, Él nos sostiene.
Cuando fallamos, Él intercede por nosotros.
Y porque Él venció, nosotros venceremos en Él.
Jesús es el Rey del Reino de Dios. Él ha derrotado a Satanás. Él ha abierto el camino para que podamos entrar a su reino.
Conclusion:
Hemos caminado con Cristo en su tentación. Hemos visto cómo resistió donde Adán cayó, cómo obedeció donde Israel fracasó, y cómo venció donde tú y yo hemos fallado tantas veces.
Pero este relato no es solo una lección sobre cómo resistir la tentación. Es la garantía de nuestra redención.
Si Jesús no hubiera vencido en el desierto, tampoco habría vencido en la cruz. Si no hubiera resistido la tentación, no habría podido ofrecerse como el Cordero sin mancha. Nuestra salvación no depende de nuestra lucha, sino de su victoria perfecta.
Cuando enfrentes la tentación, recuerda esto:
No peleas para ganar la batalla; peleas desde la victoria de Cristo.
No confíes en tu propia fortaleza; confía en la obediencia de Aquel que ya venció.
No bases tu seguridad en lo bien que resistes, sino en el Salvador impecable que venció en tu lugar.
Por eso, cuando el enemigo te acuse, no respondas con tus méritos. Responde con Cristo.
Cuando sientas que no puedes más, descansa en Aquel que peleó y venció por ti.
Cuando la tentación se haga fuerte, no digas: “Debo resistir mejor”, sino “Cristo venció por mí”.
Romanos 5:19 lo dice claramente: “Así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.”
Hermanos, Cristo venció. Y porque Él venció, nosotros venceremos en Él.
Así que no temas.
No camines con miedo, sino con fe.
No pelees con desesperación, sino con confianza.
Porque el que venció en el desierto te llevará hasta la gloria.
📌 Si estás en Cristo, el cielo ya ha sido abierto para ti.
📌 Si estás en Cristo, el desierto no es el lugar de la maldición, sino el escenario de su poder en ti.
📌 Si estás en Cristo, la cruz no es el fin, sino el principio del Reino eterno.
Así que sigue a Cristo. Confía en su victoria.
Porque Él es el único que puede salvarnos del infierno y llevarnos a su Reino eterno.
¡A Él sea toda la gloria! Amén.
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