Sermón sin título (36)
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Introducción:
En esta imagen pueden imaginar como el sonido del metal golpea duro contra el metal en el taller del herrero. Chispa tras chispa, el metal incandescente es golpeado con fuerza. No es un proceso suave ni fácil. Cada impacto es duro, cada roce quema, pero el herrero no está destruyendo el metal, mas bien lo está refinando. Lo está preparando para cumplir su propósito.
Así es un matrimonio en las manos de Dios.
Así también es el matrimonio en las manos de Dios. Dos personas, cada una con su historia, con sus imperfecciones y debilidades, son unidas en un pacto santo. Y como el metal en el fuego, Dios usa cada prueba, cada desacuerdo, cada momento difícil, no para debilitarnos, sino para refinarnos. Para hacernos más fuertes. Para que cumplamos el propósito para el cual fuimos creados.
El matrimonio no es una idea humana. Desde la creación, Dios lo diseñó con un propósito más grande que la simple compañía o la felicidad. Pablo lo dice claramente en
Por esto el hombre dejara a su padre y a su madre, y se unira a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio, pero hablo con referencia a Cristo y a la iglesia.
Dios estableció el matrimonio para ser un reflejo terrenal de una relación celestial: la unión santa y gloriosa entre Cristo y Su Iglesia. Nuestro matrimonio no se trata solo de nosotros; se trata de Dios y Su gloria.
Pero, ¿qué pasa cuando perdemos de vista este propósito?
Tal vez, para algunos aquí, el matrimonio ya no es un reflejo de Cristo y Su Iglesia. Quizás se ha convertido en un campo de batalla, donde cada conversación termina en una pelea. O tal vez el problema no son las discusiones, sino el silencio… un hogar donde ya no hay palabras, solo rutina.
Y para otros, el dolor es más profundo. Hay heridas que no han sanado, distanciamiento emocional, un sentido de desesperanza. Y en medio de todo esto, una pregunta pesa en el corazón: ‘¿Cómo llegamos aquí? ¿Cómo restaurar lo que parece roto?
Dios no diseñó el matrimonio para que vivamos en guerra ni para que lo usemos como un arma contra el otro. Dios diseñó el matrimonio para reflejar Su gloria, Su santidad y Su gracia. No importa cuán lejos haya llegado la fractura, el Dios que creó el matrimonio también puede restaurarlo.
Hermanos, Dios no ha dejado el matrimonio a la deriva. En Su Palabra nos muestra tres verdades que nos ayudan a redescubrir Su diseño:
El matrimonio refleja la gloria de Dios. No es un fin en sí mismo, sino una manifestación de Su carácter y fidelidad.
El matrimonio refleja la santidad de Cristo y la Iglesia. No es una simple convivencia, sino un llamado a la pureza y transformación mutua.
El matrimonio es una imagen temporal de una unión eterna. No es el destino final, sino una preparación para la comunión perfecta con Cristo.
Si entendemos estas verdades y las abrazamos por la fe, nuestro matrimonio será transformado. Ya no lo veremos como una carga ni como un ideal romántico inalcanzable, sino como lo que realmente es: un medio que Dios usa para mostrar Su gloria en este mundo, para vivir en Su santidad y para prepararnos para la eternidad.
1. El Matrimonio Refleja la Gloria de Dios (Efesios 5:31)
1. El Matrimonio Refleja la Gloria de Dios (Efesios 5:31)
Si el matrimonio fue diseñado por Dios, entonces su propósito principal no es nuestra comodidad ni nuestra felicidad, sino Su gloria.
Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.
Desde la creación, Dios estableció el matrimonio con un propósito más grande que la relación entre dos personas. El matrimonio es una institución divina que apunta más allá de la relación conyugal. Es una declaración visible del carácter y fidelidad de Dios en la tierra.
Pero muchas veces, en la rutina diaria, perdemos de vista esto. El matrimonio se convierte en una lucha de egos, en una competencia, en una relación de intereses en lugar de un reflejo de la gloria de Dios.
Veamos dos formas en las que el matrimonio está llamado a reflejar esta gloria.
A. La Gloria de Dios en la Creación y el Diseño del Matrimonio
Dios creó el matrimonio con un propósito claro: que refleje Su carácter. Todo lo que Dios hace tiene la intención de manifestar quién es Él.
Unidad en la diversidad: Dios es uno en esencia, pero tres en personas. De la misma manera, el matrimonio une a dos personas distintas en una sola carne. No se trata de que uno anule al otro, sino de reflejar la unidad en la diversidad, como en la Trinidad.
Fidelidad y pacto: La relación de Dios con Su pueblo es inquebrantable. Así también, el matrimonio no es un contrato temporal, sino un pacto que refleja la fidelidad divina.
Propósito mayor que nosotros mismos: Dios no diseñó el matrimonio simplemente para hacernos sentir bien, sino para que, al vivirlo conforme a Su voluntad, Su gloria sea vista en la tierra.
Por eso, un matrimonio cristiano no es como cualquier otra relación. No es un simple acuerdo entre dos partes con términos negociables. Es un pacto que refleja la fidelidad, unidad y propósito de Dios mismo.
Cuando olvidamos esto, el matrimonio se convierte en algo centrado en nosotros en lugar de en Dios. Pero cuando vivimos el matrimonio conforme a Su diseño, mostramos Su gloria en nuestra relación.
B. La Gloria de Dios en el Amor Sacrificial
Pablo nos da el modelo del amor en el matrimonio
Maridos, amen a sus mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio Él mismo por ella,
Cristo mostró la gloria de Dios a través de Su amor por la Iglesia. Un amor que no fue egoísta, que no fue condicional, sino un amor sacrificial.
Cuando el esposo ama como Cristo y la esposa responde con gracia, el matrimonio se convierte en un testimonio vivo de la relación entre Cristo y Su Iglesia.
¿Cómo reflejamos este amor sacrificial?
Cuando el esposo lidera en amor, refleja a Cristo
No con dureza, sino con paciencia.
No con egoísmo, sino con entrega.
No con indiferencia, sino con un compromiso real con el bienestar espiritual de su esposa.
Cuando la esposa responde con gracia, refleja a la Iglesia
No con resignación, sino con confianza en Dios.
No con pasividad, sino con una participación activa en la relación.
No con temor, sino con la certeza de que Dios está obrando en su matrimonio.
El amor en el matrimonio no es transaccional. No se basa en lo que el otro haga primero. Se basa en el evangelio: Cristo amó a Su Iglesia antes de que ella pudiera responderle.
El mundo no conoce este tipo de amor. Pero cuando un esposo ama a su esposa con sacrificio y una esposa responde con gracia, el mundo ve algo diferente: ve la gloria de Dios en el matrimonio.
Aplicación:
Aplicación:
Si el matrimonio fue diseñado para reflejar la gloria de Dios, entonces debemos vivirlo con esa perspectiva.
Cambiemos nuestra forma de pensar sobre el matrimonio: No se trata de lo que obtenemos, sino de cómo reflejamos a Dios en nuestra relación.
Amemos y sirvamos como Cristo: Un esposo que ama como Cristo y una esposa que responde como la Iglesia reflejan la relación redentora de Dios con Su pueblo.
Vivamos con un propósito mayor que la convivencia diaria: Cada acción dentro del matrimonio debe responder a la pregunta: ¿Esto refleja la gloria de Dios?
Si queremos recuperar la visión del matrimonio según Dios, debemos empezar aquí: nuestro matrimonio no es para nosotros, sino para la gloria de Dios. Cuando entendemos esto, cambia la manera en que tratamos a nuestro cónyuge.
Si el matrimonio refleja la gloria de Dios, entonces también debe reflejar Su santidad. ¿Cómo se ve esto en la vida conyugal?
2. El Matrimonio Refleja la Santidad de Cristo y la Iglesia (Efesios 5:32a)
2. El Matrimonio Refleja la Santidad de Cristo y la Iglesia (Efesios 5:32a)
Hermanos, Dios no solo es glorioso, Él también es santo, y cualquier relación que pretenda representar Su carácter debe estar marcada por la santidad.
Grande es este misterio, pero hablo con referencia a Cristo y a la iglesia.
Pablo nos muestra que el matrimonio no es solo una relación humana con principios morales elevados. Es un misterio, una representación de una realidad santa y celestial: la relación entre Cristo y Su Iglesia.
Si esto es así, debemos preguntarnos: ¿Está nuestro matrimonio reflejando la santidad de Dios? ¿O se ha convertido en un espacio donde el pecado es tolerado, la indiferencia es normal y la gracia es ignorada?
Veamos dos formas en que el matrimonio está llamado a reflejar la santidad de Cristo y Su Iglesia.
A. La Santidad Como Un Llamado en el Matrimonio
Desde la creación, el matrimonio fue instituido en un contexto de santidad. Adán y Eva vivieron en una relación pura, sin mancha, en plena comunión con Dios y entre sí. Pero después de la caída, el pecado corrompió esa relación, y lo que antes era armonía se convirtió en lucha, vergüenza y distorsión de los roles.
Sin embargo, Cristo vino a redimir no solo a individuos, sino también el matrimonio mismo. Efesios 5:26-27 nos dice que Cristo amó a la Iglesia “para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.”
Así como Cristo santifica a la Iglesia, el matrimonio es un instrumento que Dios usa para nuestra santificación. Pero la santidad en el matrimonio no es simplemente soportar pruebas; es activamente buscar la pureza, la justicia y la verdad en nuestra relación.
Cristo no tolera el pecado en Su Iglesia; Él la limpia. De la misma manera, el matrimonio cristiano no es un lugar donde el pecado es ignorado o aceptado, sino donde ambos cónyuges trabajan juntos para crecer en santidad.
Un esposo que lidera bien no solo provee y protege, sino que guía espiritualmente a su esposa.
Una esposa piadosa no solo cuida y respeta, sino que también exhorta con gracia y verdad.
La santidad en el matrimonio no significa perfección instantánea, sino una disposición continua de rendirse a la obra de Dios en nuestras vidas.
B. La Santidad del Matrimonio Frente a la Corrupción del Mundo
Vivimos en una cultura que ha distorsionado el diseño de Dios para el matrimonio. Lo que Dios estableció como santo y puro, el mundo lo ha reducido a un contrato condicional basado en emociones cambiantes.
Para algunos, el matrimonio es solo una etapa temporal, descartable cuando deja de ser conveniente.
Para otros, es simplemente una fuente de satisfacción personal, sin responsabilidad ni compromiso.
En muchos casos, el pecado se ha normalizado dentro del matrimonio: la indiferencia se disfraza de paciencia, la falta de liderazgo se confunde con humildad, y la tolerancia del pecado se justifica como “amor incondicional”.
Pero la Escritura nos dice que el matrimonio es santo porque refleja a Cristo y Su Iglesia. No es una institución humana adaptable a nuestros deseos, sino una relación ordenada por Dios que debe vivirse conforme a Su estándar.
¿Cómo luce un matrimonio santo en un mundo corrupto?
Fidelidad en medio de la infidelidad
En una sociedad que minimiza el compromiso, un matrimonio fiel es un testimonio de la fidelidad de Dios con Su pueblo.
La fidelidad no solo se trata de evitar la traición, sino de mantener un corazón leal a nuestro cónyuge en pensamiento, palabra y acción.
Perdón en lugar de amargura
Cristo no tolera el pecado en la Iglesia, pero tampoco la abandona. Él la purifica con gracia y verdad.
Un matrimonio santo no es aquel donde no hay errores, sino aquel donde el perdón es una práctica constante.
Pureza en una cultura impura
Mientras el mundo banaliza la intimidad y promueve relaciones fuera del diseño de Dios, el matrimonio cristiano debe reflejar pureza.
La santidad conyugal implica proteger la relación de influencias destructivas y cultivar un amor centrado en Dios.
El mundo necesita ver matrimonios que sean diferentes, matrimonios que reflejen la pureza y la transformación de Cristo en Su Iglesia.
Aplicación: Cómo Cultivar la Santidad en el Matrimonio
Si el matrimonio está llamado a reflejar la santidad de Cristo y Su Iglesia, entonces debemos ser intencionales en cultivarla. Aquí hay tres maneras prácticas de hacerlo:
Santificación mutua a través de la Palabra de Dios
Efesios 5:26 dice que Cristo santifica a la Iglesia “en el lavamiento del agua por la palabra”.
Un matrimonio centrado en la Palabra se purifica constantemente.
sto significa orar juntos, estudiar la Escritura y exhortarse con gracia y verdad.
Pureza en la relación conyugal
La santidad implica fidelidad y pureza, no solo en acciones, sino en pensamientos y actitudes.
Proverbios 4:23 dice: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.”
La santidad conyugal comienza en el corazón: protegiéndolo de la amargura, el resentimiento y la tentación.
No tolerar el pecado, sino confrontarlo con gracia y verdad
La santidad no es ignorar el pecado en el matrimonio, sino tratarlo de manera bíblica.
Mateo 18:15 nos llama a confrontar el pecado con amor y verdad.
Un esposo que ama a su esposa buscará su santidad, y una esposa que ama a su esposo lo exhortará en el temor de Dios.
La santidad en el matrimonio no es solo evitar el pecado, sino buscar activamente reflejar la pureza y el amor de Cristo.
Pero si el matrimonio es una imagen de algo eterno, ¿qué dice esto sobre su naturaleza temporal? Esto nos lleva a nuestro tercer punto…
3. El Matrimonio es una Imagen Temporal de una Unión Eterna (Efesios 5:32b)
3. El Matrimonio es una Imagen Temporal de una Unión Eterna (Efesios 5:32b)
Si el matrimonio refleja la gloria y la santidad de Dios, entonces también debemos entender que es una imagen temporal de una realidad eterna. Efesios 5:32 nos dice que el matrimonio es un “misterio”, es decir, una realidad que Dios diseñó desde la creación para apuntar a algo más grande.
Jesús mismo nos da la respuesta en Mateo 22:30:
“Porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino que serán como los ángeles de Dios en el cielo.”
Esto nos dice algo clave: el matrimonio no es eterno. En la nueva creación, la relación entre esposos será superada por algo mucho mayor: la unión perfecta y completa con Cristo.
Si esto es así, debemos preguntarnos: ¿Para qué Dios lo diseñó? ¿Qué nos enseña sobre la eternidad?
A. El Matrimonio Como Sombra de la Realidad Celestial
Dios ha usado a lo largo de la historia sombras y figuras para apuntarnos a realidades mayores. Así como los sacrificios del Antiguo Testamento apuntaban a la obra redentora de Cristo, el matrimonio apunta a la unión final de Cristo con Su pueblo.
En la eternidad, ya no necesitaremos matrimonios humanos, porque la unión con Cristo será total y perfecta.
La intimidad, la comunión y el amor que buscamos en el matrimonio son solo un reflejo de la relación plena que tendremos con Dios.
Así como un cuadro hermoso no es la realidad sino su representación, el matrimonio apunta hacia la realidad final: la gloria de Cristo con Su Iglesia.
Pablo llama a esto un “misterio grande”, porque el matrimonio no es el fin en sí mismo, sino un medio para preparar nuestros corazones para la eternidad.
Si esto es cierto, entonces debemos vivir el matrimonio con una perspectiva eterna.
B. Cómo Esto Transforma Nuestra Forma de Vivir el Matrimonio
Si el matrimonio es temporal, entonces no podemos tratarlo como un ídolo. Muchas veces ponemos expectativas en el matrimonio que solo Cristo puede cumplir.
No fue diseñado para darnos identidad, sino para recordarnos que nuestra identidad final está en Cristo.
No fue diseñado para satisfacer todas nuestras necesidades, sino para señalarnos a Aquel
No fue diseñado para durar para siempre, sino para prepararnos para lo que sí es eterno.
Cuando entendemos esto, dejamos de buscar en nuestro cónyuge lo que solo Dios puede darnos. En lugar de ver el matrimonio como nuestra fuente última de plenitud, lo vemos como un llamado a glorificar a Dios mientras estamos en esta vida.
C. La Urgencia de Vivir el Matrimonio con Propósito
Si el matrimonio es una imagen temporal, entonces no podemos desperdiciarlo en trivialidades. Debemos vivirlo con un sentido de urgencia y misión.
Viviendo cada día con una perspectiva eterna
Cada día con nuestro cónyuge es una oportunidad para reflejar a Cristo.
Las discusiones y problemas no son el centro de nuestra relación; Cristo debe serlo.
Haciendo del matrimonio una herramienta de evangelismo
Un matrimonio que refleja a Cristo es un testimonio poderoso al mundo.
Los hijos, la iglesia y quienes nos rodean deben ver en nuestro matrimonio un reflejo del evangelio.
No aferrándonos a lo temporal, sino invirtiendo en lo eterno
No podemos aferrarnos al matrimonio como si fuera el propósito final de nuestra existencia.
Lo que hacemos en nuestro matrimonio hoy tiene repercusiones eternas.
El matrimonio no es el destino final, sino una preparación para lo eterno. Dios nos lo ha dado para que reflejemos Su gloria, Su santidad y Su amor redentor. Pero llegará un día en que nuestro matrimonio terrenal terminará, y en ese momento, lo único que importará es si reflejamos fielmente a Cristo en nuestra relación.
Entonces la pregunta es: ¿cómo estamos viviendo nuestro matrimonio hoy a la luz de la eternidad?
Conclusión: Restaurando la Visión Bíblica del Matrimonio
Conclusión: Restaurando la Visión Bíblica del Matrimonio
Hemos visto que el matrimonio no es solo una relación entre dos personas, sino un reflejo de la relación más gloriosa y santa que existe: la unión entre Cristo y Su Iglesia.
El matrimonio refleja la gloria de Dios. No es un fin en sí mismo, sino una manifestación del carácter y la fidelidad de Dios.
El matrimonio refleja la santidad de Cristo y Su Iglesia. No es solo un compromiso legal, sino un medio que Dios usa para santificarnos y hacernos más como Cristo.
El matrimonio es una imagen temporal de una unión eterna. No es el destino final, sino un camino que nos prepara para la comunión perfecta con Cristo en la eternidad.
Si entendemos esto, nuestra forma de vivir el matrimonio cambiará. Ya no se tratará de exigir derechos o esperar perfección en el otro, sino de reflejar a Cristo en nuestro amor, en nuestro perdón y en nuestra entrega.
Pero esto nos deja con una pregunta final: ¿Estamos viviendo nuestro matrimonio conforme a su propósito de Dios?
Si Dios diseñó el matrimonio para Su gloria, Su santidad y para apuntarnos a la eternidad, entonces no podemos vivirlo con mediocridad. No podemos reducirlo a una mera convivencia. No podemos dejar que el egoísmo, la rutina o la falta de visión lo consuman.
Hoy es el día para restaurar la visión bíblica del matrimonio. Para rendir nuestras expectativas a los pies de Cristo y abrazar el llamado a vivirlo para Su gloria. No porque sea fácil, sino porque vale la pena. No porque lo tengamos todo resuelto, sino porque Dios es fiel para transformarnos.
Esposos, ¿estás liderando con amor, reflejando a Cristo en la manera en que sirves a tu esposa? ¿O has permitido que el egoísmo, la indiferencia o la frustración opaquen el propósito de Dios en tu matrimonio?
Esposas, ¿estás respondiendo con gracia y confianza en Dios, reflejando a la Iglesia en la manera en que apoyas a tu esposo? ¿O has caído en la trampa de la autosuficiencia o el desprecio?
Ambos, ¿están caminando juntos hacia la santidad, o han permitido que el matrimonio se convierta en una lucha de egos en lugar de una imagen de la redención?
Si el matrimonio es una imagen de Cristo y Su Iglesia, entonces debemos vivirlo con la misma entrega, fidelidad y santidad con la que Él nos ha amado.
No podemos cambiar el pasado, pero sí podemos tomar decisiones hoy que nos lleven a vivir el matrimonio como Dios lo diseñó. Y la buena noticia es que Cristo es suficiente para restaurar cualquier matrimonio cuando hay arrepentimiento y gracia.
El evangelio no solo nos da un modelo para el matrimonio, nos da el poder para vivirlo.
Así que la pregunta con la que quiero que salgamos de aquí es esta:
¿Está tu matrimonio reflejando la gloria de Dios, la santidad de Cristo y la realidad de la eternidad?
Si no es así, hoy es el momento de rendirlo a Dios y permitir que Él haga Su obra en nosotros.
——
Integración del Guion al Final de la Conferencia
📍 Transición a la Escena:
“Hemos hablado del propósito del matrimonio, de cómo refleja la gloria de Dios, la santidad de Cristo y la Iglesia, y su naturaleza temporal como preparación para lo eterno. Hemos visto lo que Dios diseñó. Pero la pregunta ahora es: ¿Estamos viviendo nuestro matrimonio conforme a ese diseño?
A veces, el problema no es que rechacemos el propósito de Dios, sino que simplemente lo olvidamos. Nos acostumbramos a vivir el matrimonio de manera automática, sin intencionalidad, sin buscar reflejar a Cristo en cada aspecto de nuestra relación. Y cuando eso sucede, sin darnos cuenta, nos encontramos en un matrimonio donde Dios ya no ocupa el lugar central.
Quiero que escuchen esta escena. Tal vez les parezca familiar. Tal vez han tenido conversaciones parecidas en su propio hogar. Tal vez en algún momento, sin darse cuenta, han vivido algo de lo que van a escuchar ahora…”
📖 Se lee o se dramatiza la escena de Diego y Laura.
📍 Silencio intencional tras la escena.
Reflexión y Aplicación
🔹 ¿Qué pasó en este matrimonio?
🔹 ¿Fue una crisis de amor o una crisis de olvido del propósito divino?
🔹 ¿En qué momento dejaron de verse como una imagen de Cristo y Su Iglesia?
🔹 ¿En qué momento Dios dejó de ser la prioridad en su hogar?
Después de algunas respuestas, conectamos con la realidad de los presentes:
“Tal vez tú y tu cónyuge no están al borde de una crisis. Tal vez aún oran juntos de vez en cuando, tal vez aún hay comunicación… pero, ¿están creciendo en la gloria y la santidad de Dios?
O quizás algunos aquí sí se han sentido como Diego y Laura. La distancia ha crecido, la fe en el matrimonio ha disminuido, y lo único que los mantiene juntos es la rutina o el deber. Pero déjame decirte algo: el mismo Dios que diseñó el matrimonio es el Dios que puede restaurarlo. El mismo Cristo que purifica a Su Iglesia puede renovar tu relación. No hay distancia demasiado grande que Su gracia no pueda cerrar. No hay corazón endurecido que Su amor no pueda ablandar.
Si hoy sientes que Dios no ocupa el lugar central en tu matrimonio, este es el momento para volver a Él. No para pedirle que cambie a tu cónyuge, sino para pedirle que transforme tu propio corazón, para que puedas reflejar a Cristo en tu relación.
📍 Llamado Final:
“Hoy no quiero que salgan de aquí solo con un mensaje más sobre el matrimonio. Quiero que salgan con un compromiso real. Un compromiso de volver a Dios. Un compromiso de permitir que Su gloria, Su santidad y Su propósito eterno sean la base sobre la que edifiquen su relación.
TALLER: APLICANDO EL DISEÑO DE DIOS EN NUESTRO MATRIMONIO
Vamos ahora a Reflexionar en pareja sobre cómo alinear nuestro matrimonio con el propósito de Dios, tomando decisiones concretas para reflejar Su gloria, santidad y visión eterna.
“Este es un tiempo para hablar entre ustedes como pareja. No hay respuestas perfectas, solo honestidad y crecimiento en gracia.”
II. Evaluando Nuestro Matrimonio (15 min)
Cada pareja elige dos o tres preguntas y las responde juntos.
Versículo Clave: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe.” (2 Corintios 13:5)
Preguntas para el Taller:
¿Nuestra relación refleja el carácter y la fidelidad de Dios?
¿Cómo podemos hacer que nuestra relación apunte más a Dios y menos a nosotros mismos?
¿Cómo manejamos el pecado en nuestro matrimonio? ¿Lo confrontamos con gracia o lo ignoramos?
¿Nos estamos ayudando mutuamente a crecer en santidad?
¿Qué legado de fe queremos dejar a nuestros hijos y a quienes nos rodean?
📍 Instrucción: Cada pareja tiene 10 minutos para hablar sobre estas preguntas en privado.
III. Aplicación Práctica: Tomando Decisiones Concretas (15 min)
📖 Versículo Clave: “No seamos oidores olvidadizos, sino hacedores de la palabra.” (Santiago 1:22)
Cada pareja escribirá en una hoja tres decisiones prácticas:
1️⃣ Un cambio en nuestra relación para reflejar más la gloria de Dios.
2️⃣ Una acción concreta para ayudarnos mutuamente a crecer en santidad.
3️⃣ Una decisión para vivir nuestro matrimonio con una perspectiva eterna.
📍 Momento de Reflexión (5 min, sin compartir en público):
Cada pareja tomará unos minutos para decir cómo les ayudó la conferencia y el taller.
Opcionalmente, podrán escribir en una hoja un punto clave que les impactó más y guardarlo para recordarlo en casa.