Eclesiastés 12

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Eclesiastes 7.1-14

Eclesiastés 7:1–14 (NVI)
1 Vale más el buen nombre que el buen perfume. Vale más el día en que se muere que el día en que se nace.
2 Vale más ir a un funeral que a un festival. Pues la muerte es el fin de todo hombre, y los que viven debieran tenerlo presente.
3 Vale más llorar que reír; pues entristece el rostro, pero le hace bien al corazón.
4 El sabio tiene presente la muerte; el necio sólo piensa en la diversión.
5 Vale más reprensión de sabios que lisonja de necios.
6 Pues las carcajadas de los necios son como el crepitar de las espinas bajo la olla. ¡Y también esto es absurdo!
7 La extorsión entorpece al sabio, y el soborno corrompe su corazón.
8 Vale más el fin de algo que su principio. Vale más la paciencia que la arrogancia.
9 No te dejes llevar por el enojo que sólo abriga el corazón del necio.
10 Nunca preguntes por qué todo tiempo pasado fue mejor. No es de sabios hacer tales preguntas.
11 Buena es la sabiduría sumada a la heredad, y provechosa para los que viven.
12 Puedes ponerte a la sombra de la sabiduría o a la sombra del dinero, pero la sabiduría tiene la ventaja de dar vida a quien la posee.
13 Contempla las obras de Dios: ¿quién puede enderezar lo que él ha torcido?
14 Cuando te vengan buenos tiempos, disfrútalos; pero cuando te lleguen los malos, piensa que unos y otros son obra de Dios, y que el hombre nunca sabe con qué habrá de encontrarse después.
El conocimiento bíblico, un comentario expositivo: Antiguo Testamento, tomo 4: Job–Cantar de los Cantares 1. EL HOMBRE DESCONOCE EL SIGNIFICADO DE LA ADVERSIDAD Y PROSPERIDAD (7:1–14)

1. EL HOMBRE DESCONOCE EL SIGNIFICADO DE LA ADVERSIDAD Y PROSPERIDAD (7:1–14)

La clave de esta sección se encuentra en el v. 14a, donde Salomón declara que Dios es el autor tanto de la adversidad como de la prosperidad, y que él las mezcla de tal manera que el hombre con su finita capacidad no puede saber nada acerca de su futuro. Para Salomón, las ramificaciones de esto era que la adversidad podría resultar en beneficios positivos y que la prosperidad podría conllevar efectos destructivos. Pero los resultados de cualquiera de los dos casos dependen de cómo reacciona la persona a ellos; i.e., sabia o neciamente. Así que en los vv. 2–4 Salomón presenta los beneficios positivos de la más grande de las adversidades, la muerte, si se considera con sabiduría, y en los vv. 11–12 presenta los beneficios de la prosperidad si se usa sabiamente. En los vv. intermedios (vv. 5–10) advierte que tanto la adversidad como la prosperidad ofrecen tentaciones para dejar el estilo de vida sabio por vivir como necio. Es interesante que Salomón usa la palabra “mejor” ocho veces para poner énfasis en lo que es preferible (vv. 1 [dos veces], 2–3, 5, 8 [dos veces], 10).

a. Importa mucho cómo se vive (7:1)

7:1. La relación entre las dos partes de este v. no son incidentales o de poca importancia como declaran algunos comentaristas. Salomón usa la palabra hebr. “aceite” (ungüento), que era símbolo de gozo (cf. 9:8) y prosperidad (cf.

7:1–6 A primera vista pareciera que el tono de Salomón es más pesimista que nunca antes: en versículos poéticos, uno tras otro, alaba: la muerte, el luto, el pesar, y los considera preferibles a: la vida, las fiestas, la risa, y el placer. Al observar más de cerca, es obvio lo que hace, y en efecto, el rey dice: “Si quiere vivir como se debe, enfrente la vida de manera realista, como se ha convertido en este mundo pecaminoso”.

En efecto, la vida se encuentra en tal estado de dolor que “mejor [es] el día de la muerte que el día del nacimiento”. La muerte para el cristiano es por supuesto la puerta al Paraíso. Y aun desde un punto de vista mundano, al considerar los muchos dolores de la vida, sería mejor no ser que ser. Antes en 4:2 El rey Salomón expresó sentimientos similares: “Consideré más felices a los que ya han muerto que a los que aún viven” (Nueva Versión Internacional).

La primera parte del versículo 1, “Mejor es la buena fama que el buen perfume”, está ahí simplemente para efecto de comparación: así como un buen nombre es mejor que el buen perfume, también el día de la muerte es mejor que el día del nacimiento. Salomón también habla en el libro de Proverbios del valor de una buena reputación: “De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas” (22:1). Al comparar el nombre o la reputación que uno tiene con el perfume, Salomón no sólo señala lo agradable que es buen nombre, también hace un juego con las palabras del hebreo para nombre (shem) y perfume, o aceite (shemen). Este juego de palabras es común en la poesía tanto en hebreo como en español. Salomón utiliza la misma expresión en el Cantar de los Cantares: “Tu nombre es como un ungüento” (1:3).

Regresando al punto principal, Salomón compara la “casa del luto” con la “casa del banquete”. Explica la razón por la que es mejor visitar una sala de velación que un salón de banquetes: “Porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo tendrá presente en su corazón”. El inquirir sobre la muerte hace que nos demos cuenta de lo frágil y corta que es la vida; también nos mueve a pensar sobre la causa de la muerte: “El pecado entró en el mundo por medio de un hombre, y por medio del pecado la muerte, así también la muerte alcanzó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (

7:1 el buen ungüento. Este valioso producto se usaba como perfume o para ungir a un recién nacido (cp. 9:8;

1. (Véase la nota del cap. 6:12.) buena fama—Heb., “nombre,” eso es, carácter; una mente y vida piadosas; no la mera reputación entre los hombres, sino lo que el hombre es a los ojos de Dios, para quien el nombre y la realidad son la misma cosa (

¿Sirve para algo la sabiduría? (7:1–8:1)

La letanía de proverbios cortos con los que el Maestro comienza esta sección tiene su punto culminante en 7:11–12. La mayoría de versículos tienen la estructura doble: “vale más … que …”. Aunque sus conclusiones van contra la opinión general, el Maestro destaca algunas experiencias, hechos y lugares cualificándolos como mejores que sus opuestos. Son precisamente las cosas que él considera inferiores las que los humanos buscamos más: risa o festejo, adulaciones ajenas, fama, eterna juventud, y otras. En cambio las cosas y lugares que él considera superiores son las que tratamos siempre de evitar: funerales, tristeza y reprensión entre otras. En medio de estas comparaciones el Maestro concluye que todos los humanos debemos siempre tener presente que vamos a morir (7:2b) y que las lisonjas y las risas del necio son absurdas (7:6). La razón por la cual el Maestro considera unas experiencias superiores a otras es que la muerte es el fin de todo hombre, y los que viven debieran tenerlo presente, (7:2). La temporalidad de la vida es el criterio principal que el Maestro recomienda para definir nuestras prioridades y experiencias.

A pesar de que su actitud hacia el papel del sabio y la sabiduría es generalmente negativa y crítica, el Maestro reconoce que en medio del absurdo correr detrás del viento, la sabiduría tiene lugar en la experiencia humana. Si bien ella no nos libra de la muerte, sí alarga la vida (7:12). Sin embargo, advierte que el sabio también puede sucumbir ante las trampas del soborno extorsivo (7:7). Tampoco es sabio añorar el pasado y compararlo con el presente (7:10).

El Maestro invita al lector a unirse a su investigación y a contemplar las obras de Dios (7:13) para discernir en todas ellas, sean buenas o difíciles, la mano divina porque nadie sabe lo que vendrá

Proverbios y Eclesiastés ¡Más vale que nos enfrentemos a los hechos! (7:1–6)

¡Más vale que nos enfrentemos a los hechos! (7:1–6)

Nada de lo que leemos en la primera mitad del primer versículo nos prepara para el choque de la segunda. Cierto que ya podía verse algo parecido en el capítulo previo (6:1–6), pero se trataba de casos especiales. Lo que aquí se afirma es tan devastador y tan contrario al enfoque normal de las cosas, que o bien damos un gran salto para pasar al Nuevo Testamento, donde ‘partir y morar con Cristo’ es concebido como algo ‘mucho mejor’ que quedarse aquí (aunque, a estas alturas, Eclesiastés ya se ha negado a presuponer una existencia futura, en 3:21), o nos apresuramos a seguir leyendo esperando encontrar una aclaración en los versículos que siguen.

Aclaración que se hace efectiva, en términos muy precisos al final del siguiente versículo, y al que vive lo hará reflexionar en su corazón. Dicho de otra forma, el día de nuestra muerte tiene más que enseñarnos que el día del nacimiento; sus lecciones tienen el sello de la autenticidad y, paradójicamente, son más vitales. Ante un nacimiento (y, en general, en todo acontecimiento feliz), el estado de ánimo es festivo y locuaz. No es, desde luego, el momento que escogeríamos para centrarnos en la brevedad de la existencia y las limitaciones que sufre el hombre, sino para permitir que la fantasía se alíe con nuestras expectativas. En la casa del luto, sin embargo, el ambiente es de taciturna reflexión y los hechos son incuestionables. Si pretendiéramos entonces desembarazarnos de ellos, cometeríamos un error: no habrá oportunidad mejor para hacerles frente. El salmo 90, máximo exponente de la vertiente moral del ser humano, lo evidencia con majestuosa sencillez:

‘Enséñanos a contar de tal modo nuestros días,

que traigamos al corazón sabiduría’.

Al igual que el salmo, este pasaje tiene un resultado positivo que ofrecer, que es muy claro por su insistencia en la palabra mejor, y muy particularmente de la parte final del versículo 3, esto queda de manifiesto tanto si seguimos la traducción de RSV, cuando el rostro está triste el corazón puede estar contento, como si utilizamos la de AV ‘… el corazón mejora’. La noción de tristeza no sólo resulta sustituida aquí por el gozo, sino que es en sí misma una preparación para su más genuina manifestación –algo muy distinto a la ajetreada y vana alegría de los necios, tan proclive a caer en el desánimo y dejar de ser–, tal y como se señala en

7:1 el buen ungüento. Este valioso producto se usaba como perfume o para ungir a un recién nacido (cp. 9:8; Sal 45:7; Am 6:6). La comparación sugiere que el carácter es más valioso que las riquezas. el día de la muerte…del nacimiento. La muerte puede asegurar una buena reputación mientras que el nacimiento sólo da un buen ungüento (es decir, algo que no tiene valor perdurable).
7:2 una casa de luto…una casa de banquete. Se puede comprender mejor la vida considerando la muerte que estando en banquetes. el fin de todo hombre. La muerte llega a todos, tanto al rico (6:1–6) como al pobre (4:1–3).
7:3 risa. Es decir, la hilaridad frívola (cp. Pr 14:13). triste…contento. El corazón aprende con el sufrimiento.
7:4 luto…placer. La sobria consideración de la muerte es mejor que el disfrute egoísta. El sabio puede comprender y enfrentarse tanto con lo trágico como con lo divertido. Este versículo presenta los méritos relativos del sabio y del necio (vers. 4–10).
7:5 la reprensión del sabio. La crítica constructiva es buena (Pr 13:1; 17:10). la canción de los necios. Probablemente canciones de los embriagados (cp. Am 6:5, 6).
7:6 crepitar de espinos. Así como los espinos producen mucho ruido y poco calor, también los necios no dan ni ayuda ni instrucción.
7:7 opresión…soborno. El que practica la opresión y el soborno por ganancia es un necio, ya que su avaricia ciega y entorpece su conciencia. enloquece. Es decir, lo hace necio.
7:8 Mejor es el fin de un asunto. El resultado final de las pruebas es la sabiduría, y por tanto las hace provechosas (cp. Stg 1:2–4). la paciencia…la altivez. El dominio propio y la confianza segura caracterizan al sabio, en contraste con una persona soberbia y colérica (vers. 9; cp. Pr 14:29; 19:11).
7:9 No te apresures…a enojarte. La persona altiva (vers. 8) actúa imprudentemente, y por tanto actúa como un necio (cp. Pr 14:17; 16:32; 17:14).
7:10 fueron los días pasados mejores. El necio impaciente vive en el pasado e ignora los propósitos de Dios en el presente.
7:11 la sabiduría…herencia. No hay ventaja en las posesiones si no se sabe cómo usarlas apropiadamente.
7:12 la sabiduría…el dinero protege. Al igual que el dinero, la sabiduría protege contra los males del mundo. El valor del dinero es relativo y depende de la sabiduría para un uso apropiado. Sin embargo, la sabiduría puede existir sin las riquezas (v. 9:15).
7:13 Considera la obra de Dios. El hombre debe reconocer la mano de Dios en todo. El sabio se distingue del necio por su aceptación de los límites de la vida, en particular la muerte. ¿quién puede…? No puede cambiarse lo que Dios ha determinado.
7:14 Dios ha hecho tanto el uno como el otro. Tanto los días buenos como los malos sirven los propósitos de Dios (cp. Ro 8:28). no descubra. La mezcla de los tiempos buenos con los malos anula la pronosticación.
Hernández, E. A., Lockman Foundation. (2003). Biblia de estudio: LBLA. (Ec 7:1–14). Editorial Funacion, Casa Editoral para La Fundacion Biblica Lockman.

6. Midiendo los valores, 6:9-7:12

La unidad de este pasaje está dada por una serie de proverbios de valoraciones comparativas un tanto abreviadas, pues el sentido completo sería: “Bueno es… pero mejor”. Tener en cuenta esto nos ayudará a entender con más exactitud el sentido de los proverbios. Por ejemplo: Bueno es el perfume fino, pero mejor es el buen nombre, bueno es el día del nacimiento pero mejor es el día de la muerte (7:1), etc. Todos estos proverbios están calculados en manera de provocar el pensamiento. Algunos dan la razón, el porqué, del dicho enigmático, otros desafían a la sabiduría y la comprensión del oyente. Y es posible que haya más de un porqué para cada proverbio. Se ha dicho que lo bueno es enemigo de lo mejor, porque podemos conformarnos con lo bueno y no reflexionamos con el desafío de lo mejor. Si quieres ser perfecto… dijo Jesús al joven rico, y se puso de manifiesto que éste se conformaba con lo bueno y no procuraba lo mejor.

Lo que los ojos ven (v. 9). Esto no es exactamente igual pero es semejante al proverbio castellano: “Más vale pájaro en mano que ciento volando.” J. J. Serrano traduce: “Vale más disfrutar que desear.” Muy negativo, el Predicador añade: Sin embargo, esto también es vanidad y aflicción de espíritu.

¿Quién sabe lo que es mejor para el hombre durante los contados días de su vana vida? (v. 12). A pesar de los proverbios que hablan de lo “mejor” es muy difícil para el hombre discernir lo que en realidad sea mejor: Es sólo hombre y no puede contender con Dios (hay que recordar el caso de Job). La muerte asoma nuevamente como el límite de las capacidades del hombre: los días de su vida los pasa como sombra. Ya ha recibido un nombre (v. 10) es expresión equivalente a “ya existió”. Del hombre se conoce lo que es y lo que puede; no hay nada nuevo bajo el sol.

Estas aumentan la vanidad (v. 11), es decir: Hablar mucho no es saber mucho. Es tema favorito de los sabios (

La opresión… y el soborno (v. 7), son los extremos con lo que debe luchar el sabio para mantener su sabiduría. Son obstáculos, pero no ocasiones de fracaso.

En 7:8–10 algunos comentadores ven una unidad en estos tres versículos, específicamente en cuanto a la moderación del carácter que se expresa sobre todo en un hablar mesurado. Esta interpretación sería más evidente si se traduce en el v. 8 “mejor es el fin de las palabras que el comienzo de ellas”. El término hebreo para “asunto”, “cosa”, puede traducirse también “palabra”. “La enseñanza sería entonces que se debe ser muy cauto al hablar y, hasta donde sea posible, imaginar el efecto que producirán una vez pronunciadas las palabras” (A. Cohen).

El enojo reposa (v. 9), es el mismo término hebreo que aquí se traduce “enojo”, kawas 3707, y aparece en

El valor de la sabiduría, 7:13–22

Se atribuye a Rubén Darío, el gran poeta nicaragüense, la frase: “La moderación es el mayor de los bienes”; el Predicador estaría de acuerdo con ella. Y este tema, el de la mesura y la prudencia, es el tema más importante de esta sección. El comentarista bíblico Roberto Gordis compara el pensamiento hebreo con la doctrina de Aristóteles de la “dorada medianía” que evita el errar tanto por exceso como por defecto. Desde nuestro punto de vista esta es la clave de la comprensión del libro. Lo repetimos: Los absolutos son dos, Dios y la muerte, y la conducta sabia es la que puede manejarse entre estos dos absolutos: contar con Dios y contar con la muerte. El valor de las demás cosas es relativo y ninguna merece de parte del hombre una adhesión total. La sabiduría reside en vivir de cara a Dios con los recursos que él provee para nuestras vidas.

¿Quién podrá enderezar…? (v. 13). No es ninguna referencia ética; el texto se refiere a lo que Dios ha dispuesto para nuestra vida y que es inmutable. Como tal, si no podemos cambiar las cosas cambiémonos nosotros mismos para hacerles frente.

En el día del bien, goza del bien (tobe 2896), que puede significar prosperidad. Con relación al versículo anterior: aceptamos el bien y el mal que Dios nos envía. Se puede comparar con la expresión de Job: Recibimos el bien de parte de Dios, ¿y no recibimos también el mal? En los vv. 15 al 17 otra vez habla el sabio de los extraños caminos de Dios: permite el sufrimiento del justo y parece no tener en cuenta el pecado del mal (v. 15). No te aflijas como justo ni te engrías como malo, no lleves ni tu justicia ni tu maldad al extremo, busca comprender una y otra cosa. Convendría recordar el adagio latino: summun ius, summa iniuria (“La justicia extrema es la iniquidad extrema”).

¿Por qué habrás de destruirte? Algunos entienden que la consideración de que Dios no premia de inmediato el bien lleva a la confusión y el desánimo personal, se destruye en la angustia de su pensamiento. Desgraciadamente no deja de ser verdad que quien se destaca por su excelencia cae en el aborrecimiento y la crítica (

sabiduría. 23—29. Experiencia de la maldad del pecado.

Vv. 1—6. La reputación de piedad y honestidad es más deseable que toda la riqueza y el placer de este mundo. Es mejor ir a un funeral que a una fiesta. Podemos ir a ambas, según haya ocasión; nuestro Salvador festejó en la boda de su amigo de Canaán y lloró en la tumba de su amigo de Betania. Sin embargo, considerando cuán dados somos a ser vanos y dar el gusto a la carne, mejor es ir a la casa del luto para aprender el fin del hombre en este mundo. —La seriedad es mejor que la alegría y el júbilo. Es mejor para nosotros lo que es mejor para nuestra alma aunque sea desagradable para los sentidos. Mejor es mortificar nuestra corrupción por la reprensión del sabio que gratificarla con el canto de los necios. La risa del necio se va pronto, el fin de su alegría es la pesadumbre.

Vv. 7—10. Los eventos de nuestras pruebas y dificultades suelen ser mejores que lo que pensamos primero. Ciertamente es mejor ser paciente de espíritu que orgulloso y apresurado. No te enojes rápido ni te apresures a sentirte afrentado. No te enojes por mucho tiempo; aunque la ira pueda estar en el seno del sabio, pasa por ahí como hombre en viaje; se queda sólo en el seno de los necios. —Necedad es lamentar la maldad de nuestro tiempo, cuando tenemos más razón para llorar por la maldad de nuestro corazón; y aun en estos tiempos disfrutamos de muchas misericordias. Necedad es llorar por la bondad de tiempos pasados, como si en los tiempos pasados hubieran las mismas cosas que lamentar que tenemos nosotros; esto surge del descontento y de la disposición a contender con el mismo Dios.

Versículos 1–12

Esta sección puede resultar paradójica a quienes no tengan en cuenta el contexto entero de Eclesiastés.

1. La buena reputación vale más que el mejor perfume (v. 1. Comp.

7:1 «Mejor es la buena fama que el buen ungüento; y mejor el día de la muerte que el día del nacimiento». No creo que «buena fama» se refiera solo a tener una buena reputación. Una persona tiene verdaderamente «buena fama» si merece ser tenida en alta estima, aun cuando, por causa de Cristo, quizá carezca de prestigio. Dicha persona goza de renombre, digan lo que digan. Su nombre es, en realidad, de lo mejor a los ojos de Dios porque ha sido objeto de afrentas y calumnias por amor a Su verdad. Su nombre brillará como las estrellas del cielo cuando Cristo venga, al igual que el nombre de Aquel del cual el mundo no era digno. Al fin de cuentas, poco importan los juicios humanos; nuestro testimonio está en las alturas. Debemos entender que «buena fama» significa tener un buen carácter, algo que sin duda vale más que el lujo más exclusivo de los reyes.

Gozar de verdadero renombre es tener el nombre escrito en el corazón de Cristo, en el libro de la vida del Cordero. De lo contrario, si el día de nuestro nacimiento fue un día malo, el día de nuestra muerte será mil veces peor, porque cuando muramos, ¿qué será de nosotros si no tenemos esa «buena fama»? Sin embargo, si tenemos «buena fama», el día de nuestra muerte será mejor que el día de nuestro nacimiento. La infancia puede ser una travesía peligrosa para un barco pequeño que no está preparado para soportar los embates de las olas. Esos primeros años están llenos de escollos y bancos de arena, y muchos terminan la vida sin apenas comenzarla. El que acaba de nacer y está destinado a soportar una larga vida es como un guerrero que se pone su armadura para la batalla, pero ¿no está mejor el que se la quita porque ya ha obtenido la victoria?

7:8 «Mejor es el fin del negocio que su principio; mejor es el sufrido de espíritu que el altivo de espíritu». Debemos leer este texto con ciertas reservas. Es más una verdad relativa que una verdad absoluta. Es verdad; de lo contrario, no estaría en la Escritura. Sin embargo, la aplicación de su verdad no es universal, sino relativa, porque algunas cosas terminan peor que como empezaron. No obstante, creo que es verdad con respecto a todas las cosas que efectivamente proceden conforme al orden de Dios. En dichos casos, el fin es mejor que el principio. De todos modos, no debemos suponer que el texto sea verdad de manera absoluta e indiscriminada en todos los casos.

Literatura Poética y Sapiencial (Tomo 3) 1. Una base para hacer sabias elecciones (7:1–4)

1. Una base para hacer sabias elecciones (7:1–4)

El versículo 1 comienza con un juego con las palabras hebreas: Shem (nombre, fama) es mejor que shemen (ungüento). Es un sabio consejo el que dice: El que quiera tener una vida eficiente, viva de tal modo que se haga una buena reputación. La oportunidad en la vida a menudo depende de la imagen que tienen de nosotros en su mente nuestros asociados. En el Oriente los hombres a menudo usan perfume para hacerse socialmente más aceptables. Pero para una aceptabilidad realmente significativa “el buen nombre” (VM.) es mejor que el ungüento.

El resto de esta sección señala que un enfoque serio de la vida es mejor que una modalidad festiva. La vida es más bien un negocio que una fiesta. Adoptar este comportamiento contribuye a hacer las mejores decisiones y a la mejor reputación. El día de la muerte, etc. (1) probablemente signifique: Mejor es visitar a los apesadumbrados que asistir a una fiesta de cumpleaños. Esta interpretación se da por supuesta en el versículo 2: Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete. La muerte es el fin de todos los hombres—una experiencia común a todos—y este hecho pone en una perspectiva correcta a muchas decisiones. El que vive, pues, debe prestar a ello la debida atención.

Mejor es el pesar que la risa (3) porque los momentos de tristeza hacen que pensemos seriamente. “En tales casos la mayor parte de los hombres se juzgan ante el tribunal de sus propias conciencias, y resuelven la enmienda de sus vidas.” La declaración: con la tristeza del rostro se enmendará el corazón, sugiere que “un buen llanto alivia la carga emocional” (Berk., nota de pie). Debido a estos hechos, el que es sabio piensa con seriedad:

El sabio piensa en la casa en duelo,

el necio piensa en la casa en fiesta (4, Nueva B. Esp.).

2. Algunos obstáculos para el recto juicio (7:5–10)

El sano juicio consiste en conocer los hechos que hay que rechazar tanto como los que hay que aceptar. Aquí el Predicador señala algunas cosas que una persona sabia ha de evitar.

Este pasaje se presta para una exposición práctica bajo el tema “Consejos Bíblicos para el Sabio Pueblo de Dios”, empleando como divisiones las que más abajo aparecen, de a a f.

a. No sigas el consejo errado (7:5–6). Escucha a consejeros dignos de confianza, aun cuando su consejo duela. La reprensión del sabio (5) puede herir momentáneamente; pero si es sabio nos reprendió porque estábamos equivocados y necesitábamos corregirnos. La canción de los necios puede significar lisonjas par evitar la verdad que lastima, o simplemente opiniones irresponsables. En ambos casos es como el estrépito de las espinas bajo la olla (6) que puede ser ruidoso y alegre pero no cocina el alimento.

b. Que tu juicio no sea alterado por circunstancias fútiles (7:7). Un hombre puede hacer decisiones erróneas y decir cosas equivocadas debido a presiones emocionales. Leemos de los hijos de Israel que “le fue mal a Moisés por causa de ellos, porque hicieron rebelar a su espíritu, y habló precipitadamente” (

Antiguo Testamento 2. Lo que es bueno y sabio (7:1–14)

2. Lo que es bueno y sabio (7:1–14)

El grupo de proverbios de 7:1–12 se sitúa entre dos marcos teológicos (6:10–12; 7:13–14), los cuales enfatizan la fragilidad y finitud de la humanidad en contraste con la soberanía de Dios Todopoderoso. El contexto de los vv. 1–12, por tanto, considera la fugacidad de los días para nosotras (6:12), y el tema es lo que es bueno (6:12) y lo que es sabio (7:1–12) lo que pensamos y hacemos, dado nuestro breve tiempo de vida. Dos verbos resumen la respuesta del Maestro: tomarlo enserio (7:2 [RVA]) y considera (7:13–14 [NBLA, RVA]). Aquellos que son sabios considerarán la obra de Dios y los límites dados a los seres humanos y tomarán a pecho la brevedad de la vida (7:2). Solo entonces aprenderán a apreciar cada momento y experimentarán la verdadera alegría del corazón (v. 3).

7:1 La primera parte de este proverbio es bastante clara: la riqueza lujosa no se compara con tener una buena reputación o un nombre duradero (cf.

:1. Perfume fino. Los convidados a los banquetes en el mundo antiguo muchas veces recibían, del anfitrión generoso, aceites finos usados para ungir la frente. Esto no sólo proporcionaba un brillo a su rostro sino que habría agregado fragancia a sus cuerpos y a la sala. Por ejemplo, un texto *asirio del reinado de Esarjadón describe como éste “mojó la frente” de sus invitados en un banquete real con los “aceites más selectos”.

7:6. El crepitar de las espinas debajo de la olla. La leña delgada de los arbustos espinosos produce mucho ruido que atrae la atención y se enciende en llamas rápidamente. Sin embargo, en realidad es leña muy pobre y que no da calor duradero.

7:7. El soborno en Israel. Era común dar regalos en el antiguo Israel. Los sacrificios y demás ofrendas se consideraban regalos hechos a Dios. También era importante dar regalos a las personas, aunque en algunos casos se consideraba que los regalos estaban fuera de lugar (debido a la motivación del que lo daba) y se consideraban sobornos. Es en este contexto que se les ordenó a los israelitas que no aceptaran regalos (es decir, sobornos) ya que “corrompe el corazón” (ver el comentario sobre

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