EL PASE DE ENTRADA

Mateo 25:1-13

Propósito

Animar a la iglesia a profundizar en su vida espiritual con Cristo, fortalecer su relación con el Espíritu Santo y comprometerse con Dios, para disfrutar de las Bodas del Cordero.

Introducción

Era costumbre en las fiestas nupciales palestinas del siglo I hacer una procesión cuando el novio venía a la casa de la novia para llevarla a casa de sus padres. La procesión se hacía en compañía de amistades (entre ellas algunas amigas vírgenes) hasta la casa de los padres del novio donde se celebraba un banquete.

I. En espera del novio.

a. Cinco mujeres sensatas. Las personas que acompañaban a la pareja recién casada la escoltaban desde la casa de la novia hasta el lugar donde se haría el banquete. Las antorchas iluminaban el camino en la oscuridad, por lo que todas las damas tenían que llevar suficiente aceite para mantenerlas encendidas todo el tiempo que fuera necesario.

Estas cinco mujeres eran diligentes, inteligentes y precavidas. Ellas hicieron planes a largo plazo, pensaron en la posibilidad de la larga espera. Invirtieron para un largo viaje y esperaron con paciencia la llegada del novio.

b. Cinco mujeres insensatas. En el Medio Oriente se espera que el novio se demore más tiempo de lo esperado. Por lo general se debe a negociaciones de último momento en torno a los regalos que el novio ha de llevarles a los parientes de la novia.

Posiblemente estas mujeres tenían en mente esta costumbre y por esa razón no se preocuparon por comprar aceite para sus lámparas; lo que no sabían es que iban a quedarse dormidas.

II. El cansancio.

a. El sueño. Las mujeres no anticiparon que serían sorprendidas por el sueño. Si las cinco insensatas hubieran permanecido despiertas se habrían dado cuenta cuando el aceite se estuviera terminando en sus lámparas.

Debemos entender que sueño más falta de aceite es la fórmula perfecta para quedarnos fuera de la Ciudad Celestial.

b. Las alertas. Cuando las mujeres oyeron que alguien anunciaba la llegada del novio, despertaron para arreglar sus lámparas, le pusieron más aceite, pero era una falsa alarma.

Todos vamos a cansarnos en el camino de la vida cristiana alguna vez, sentiremos desmayar e incluso nos podríamos dormir para descansar un rato, pero cuando despertemos, el aceite deberá estar en nuestras vidas, nuestras lámparas tendrán que seguir encendidas, ese es el pase de entrada a las bodas.

III. El novio ha llegado.

a. Quedándose fuera de las bodas. De acuerdo a esta parábola, nadie se queda afuera de la fiesta por quedarse dormido sino por no tener el suficiente combustible para entrar. Las cinco insensatas fueron a buscar el combustible y esa distracción las dejó fuera.

b. Formando parte del cortejo. Las cinco mujeres sensatas también se durmieron, pero cuando el novio llegó ellas tenían suficiente aceite para unirse al cortejo que acompañaría a los recién casados a la fiesta de bodas.

Para formar parte de la iglesia que se irá a las bodas del Cordero no se requiere de “no desanimarse jamás” sino de no dejar de creer en Jesús; si en algún momento te viene el sueño, cuando despiertes, la fe, la esperanza y el amor aún deberán estar presentes dentro de ti( 1 Co. 13:13). La luz debe seguir encendida, el aceite no debe faltar en tu lámpara (Mt 5:14), porque ese es el pase de entrada al reino de los cielos.

Conclusión

Las cinco mujeres insensatas no se quedaron fuera de la fiesta nupcial por no haber estado en vigilia sino por no haber tenido el suficiente aceite. El aceite en la vida del creyente tiene que ver con su vida en el Espíritu: obediencia, paciencia, fe, esperanza y amor.

Aunque estés cansado, agotado, desanimado o deprimido, no puedes abandonar la carrera cristiana; puedes descansar e incluso dormir, pero no se te permite estar sin tu pase de entrada a las Bodas del Cordero. Tu pase es tener tu lámpara encendida y para eso necesitas tener suficiente aceite, y eso se logra con una estricta disciplina espiritual, una vida llena del Espíritu Santo y llena del eterno amor de Dios. ¿Estás listo para entrar a las Bodas del Cordero? Ap. 19:7, 9