De la Muerte a la Vida
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Transcript
Serie: Vidas Transformadas
Día: Lunes
Texto bíblico:
Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Propósito:
Este mensaje tiene el propósito de mostrar que Jesús tiene poder no solo para sanar, sino para resucitar, no solo para reparar, sino para recrear la vida misma. Hombres que han caminado entre muerte emocional, espiritual, o literal, pueden encontrar esperanza en el Cristo que llama al muerto por su nombre y lo saca del sepulcro. El objetivo es que cada oyente reconozca que no hay tumba tan honda ni piedra tan pesada que pueda resistir la voz de Jesús.
Introducción:
Todos tenemos lugares dentro de nosotros que huelen a sepulcro.
Momentos que murieron.
Relaciones que se rompieron.
Sueños que fueron enterrados.
Fe que se apagó.
Muchos hombres, sobre todo los que trabajan duro con las manos, que cargan familias, que aguantan el peso del pan diario, también cargan cadáveres invisibles por dentro. Sonríen, pero están rotos. Trabajan, pero por dentro ya se rindieron.
Pero hoy Jesús se acerca al sepulcro. Hoy Jesús se pone frente a lo que ya parece perdido, muerto, imposible…
Y no viene con flores, ni con discursos.
Viene con autoridad, y con una sola orden:
“¡Lázaro, ven fuera!”
Ilustración:
En enero de 2023, en Turquía, ocurrió algo que conmovió al mundo. Un terremoto devastador sepultó ciudades enteras. Se declararon más de 50,000 muertos. Pero cinco días después, cuando ya se consideraban cerradas las búsquedas… una niña de 10 años fue encontrada viva bajo los escombros.
Cinco días sin comida. Cinco días sin agua. Rodeada de polvo, concreto, y muerte. Pero viva. Cuando los rescatistas la sacaron, ella solo dijo:
“Sabía que alguien vendría.”
Amigo, alguien viene por ti también.
No importa cuántos días lleves entre ruinas, cuántas piedras te cubran, cuánta gente haya dicho “ya no hay nada que hacer”…
Jesús aún llama por tu nombre.
Frase introductoria:
A veces, para que Jesús se glorifique en tu vida, algo tiene que morir primero.
Desarrollo del tema:
I. La muerte no sorprende a Jesús
Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana. (María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume, y le enjugó los pies con sus cabellos.) Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo. Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba.
El capítulo comienza con una noticia alarmante:
“Estaba enfermo uno llamado Lázaro…”
Pero en lugar de correr, Jesús se queda dos días más donde estaba. ¿Por qué? ¿Acaso no le importaba?
Jesús no actuó por negligencia. Actuó por visión eterna.
Él dice en el verso 4:
“Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios.”
Aquí hay algo poderoso: la muerte de Lázaro no fue el final de la historia, sino el escenario para la gloria.
Jesús sabía lo que iba a pasar. El griego dice que Lázaro estaba ἀσθενῶν (asthenōn) — débil, deteriorándose.
Pero Jesús no se apresura como nosotros. Él sabe cuándo llegar…
Y a veces permite que algo muera para luego mostrar que Él tiene el poder de levantarlo.
Aplicación:
Quizás tú estás enfrentando algo que parece perdido.
Tu matrimonio, tu fe, tu ánimo, tu dignidad…
Pero escúchame bien: Dios nunca llega tarde.
Él no actúa para evitar la tumba…
Él actúa para vencerla.
II. A veces, Dios espera que algo muera
Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro.Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios;y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano.Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa.Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.
Cuando Jesús finalmente llega, Lázaro ya tenía cuatro días muerto.
Cuatro días. No uno, no dos. Cuatro.
En la tradición judía, se creía que el alma rondaba el cuerpo tres días… pero al cuarto, ya no había esperanza.
Es decir: Jesús llegó cuando no había posibilidad humana alguna.
Marta le dice:
“Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto…”
Ella no niega que Jesús tiene poder. Pero limita ese poder al pasado.
“Si hubieras estado…”
Así hablamos nosotros también:
“Si Dios me hubiera ayudado antes…”
“Si no me hubiera pasado esto…”
“Si no hubiera tomado aquella decisión…”
Pero Jesús no habita en los “si”. Él habita en el “Yo soy”.
“Yo soy la resurrección y la vida.”
El griego dice: ἐγώ εἰμι ἡ ἀνάστασις καὶ ἡ ζωή (Egō eimi hē anastasis kai hē zōē) No dice “yo doy vida” solamente. Dice:
“YO SOY la vida.”
Donde Él está, la muerte no manda.
Aplicación:
Dios a veces permite que todo colapse, que se muera la confianza en ti mismo, que se acaben tus recursos, que no quede nada…
¡Porque ahí es donde comienza el verdadero milagro!
III. A veces Dios te lleva a la tumba para que veas que aún ahí, Él reina
María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano.Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió,y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve.Jesús lloró.Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba.Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera? Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima.
Cuando María ve a Jesús, cae a sus pies llorando. Y los judíos que la acompañaban también lloraban.
Y el texto dice que Jesús “se estremeció en espíritu y se conmovió”.
En el griego, la frase es ἐνεβριμήσατο τῷ πνεύματι (enebrimēsato tō pneumati), que significa “sintió indignación profunda, como un rugido interior”. No es solo tristeza. Jesús se indignó contra el efecto del pecado, contra la muerte, contra el dolor del ser humano.
Jesús lloró. No porque no tuviera esperanza, sino porque ama con compasión real.
Y entonces preguntó:
“¿Dónde le pusisteis?”
Jesús quiere saber dónde está tu tumba.
¿Dónde está eso que dejaste morir?
¿Dónde sepultaste ese llamado, esa fe, esa alegría, ese deseo de vivir?
Y cuando llegan a la tumba, Jesús tiembla otra vez por dentro.
Él no se acostumbra al dolor humano. Él no es indiferente a tus lágrimas.
Y aunque sabe que lo va a resucitar, igual llora.
Aplicación:
Jesús no solo es tu Resurrección.
También es tu Compañero de Luto.
Él no se burla de tu dolor. Lo comparte.
Él no llega a exigirte. Llega a llorar contigo…
Y luego, con lágrimas aún en los ojos, te ordena levantarte.
IV. La voz de Cristo atraviesa la tumba
Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días.Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído.Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.
Aquí viene uno de los momentos más intensos de todo el Evangelio. Jesús, frente a la tumba de Lázaro, dice:
“Quitad la piedra.”
Marta responde rápido:
“Señor, ya hiede, porque es de cuatro días.”
Y eso es lo que muchos piensan de sus vidas:
“Ya hiede, ya es tarde, ya no se puede.”
Pero Jesús le contesta:
“¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?”
¡Hermano, eso te lo dice a ti también!
¿Crees que ya es muy tarde para tu matrimonio?
¿Crees que tu hijo ya no tiene remedio?
¿Crees que tu alma está demasiado sucia, demasiado enterrada?
¡Quita la piedra!
Abre el corazón.
Deja que Jesús hable a lo que ya dabas por muerto.
Y entonces Jesús alzó la voz y gritó:
“¡Lázaro, ven fuera!”
El griego usa:
Λάζαρε, δεῦρο ἔξω (Lázare, deuro exō)
Es un grito con autoridad. Como un general que llama a su soldado.
Como un comandante que llama a un prisionero para darle la libertad.
Y el muerto salió.
Pero aún estaba atado, con vendas en los pies y las manos, y con el rostro cubierto.
Entonces Jesús dijo:
“Desatadle, y dejadle ir.”
Aquí hay tres niveles de milagro:
Resurrección: Jesús te da nueva vida.
Desatar: Jesús quiere quitarte los hábitos, los pecados, las heridas que aún te atan.
Libertad: Jesús no quiere que vuelvas a la tumba. Quiere dejarte ir… a vivir.
Aplicación:
Cristo no solo te quiere vivo. Te quiere libre.
Él no resucita a medias. Él llama completo: por nombre, con autoridad, con destino.
Conclusión:
Amigo minero, trabajador, campesino…
Tú sabes lo que es andar bajo tierra.
Tú sabes lo que es cavar profundo.
Y quizás, por dentro, te has sentido así: enterrado, apagado, perdido.
Pero el mismo Jesús que lloró por Lázaro,
el mismo que gritó frente a una tumba,
el mismo que no temió al hedor ni a las piedras…
Hoy se pone frente a tu tumba.
Y te dice por tu nombre:
“¡Ven fuera!”
No importa cuántos años lleves sepultado.
No importa cuántas decisiones malas hayas tomado.
No importa cuántas veces te hayan fallado o hayas fallado tú.
Jesús no te pregunta cómo entraste a la tumba. Solo te ordena salir.
Y esa es la voz que rompe la muerte.
Esa es la voz que vuelve a encender el alma.
Llamado:
Hoy no te llamo a ser religioso.
Hoy no te invito a cambiar de rutina.
Hoy te invito a resucitar.
Jesús no vino a hacerte mejor.
Vino a darte vida.
Vida donde ya no la había.
Fe donde hubo escombros.
Esperanza donde hubo ceniza.
Él te está llamando por nombre.
No en voz baja. No con duda.
¡Te está gritando!
Como gritó aquel día:
“¡Ven fuera!”
¿Vas a quedarte en la tumba?
¿O vas a dar el primer paso hacia la vida?
Levanta tu alma ahora.
Di en tu corazón: “Señor, quita mi piedra. Dame tu vida.”
Y si ya te ha resucitado… entonces deja que te desaten.
Que caigan tus vendas.
Que se rompan tus cadenas.
Y camina libre.
Vive como hombre que ha vuelto de la muerte.
Porque eso eres.
Un hombre resucitado por el poder de Cristo.
Un testigo de que Él es la Resurrección y la Vida.
Y aunque estabas muerto…
¡Hoy vuelves a vivir!