Nuestra respuesta en un mundo de pruebas
Sermon • Submitted • Presented
0 ratings
· 3 viewsNotes
Transcript
Introducción:
Introducción:
El sufrimiento es una experiencia que afecta a todas las personas sin importar nuestra posición social, económica o geográfica. El sufrimiento se puede manifestar a través del dolor, la angustia o la pena, y cuando llega a nuestras vidas, podemos responder de diferentes maneras. Algunos nos volvemos cínicos, endureciendo nuestro corazón como mecanismo de defensa, o preferimos la negación, minimizando el dolor o pretendiendo que no existe. También podemos caer en la autocompasión, nos aferramos a ese dolor y se vuelve nuestra identidad. Y otros responden con ira o tristeza profunda, dirigida hacia otros, hacia nosotros mismos, o hacia Dios.
El sufrimiento es una experiencia que afecta a todas las personas sin importar nuestra posición social, económica o geográfica. El sufrimiento se puede manifestar a través del dolor, la angustia o la pena, y cuando llega a nuestras vidas, podemos responder de diferentes maneras. Algunos nos volvemos cínicos, endureciendo nuestro corazón como mecanismo de defensa, o preferimos la negación, minimizando el dolor o pretendiendo que no existe. También podemos caer en la autocompasión, nos aferramos a ese dolor y se vuelve nuestra identidad. Y otros responden con ira o tristeza profunda, dirigida hacia otros, hacia nosotros mismos, o hacia Dios.
Lo que tienen en común estas reacciones es que en ninguna de ellas encontramos esperanza. Y el problema es que, sin esperanza, perdemos la capacidad de perseverar en la fe y de encontrar propósito en Dios.
Lo que tienen en común estas reacciones es que en ninguna de ellas encontramos esperanza. Y el problema es que, sin esperanza, perdemos la capacidad de perseverar en la fe y de encontrar propósito en Dios.
Hoy continuaremos con nuestra serie “Esperanza en el sufrimiento” sobre la primera carta de Pedro. En el pasaje de hoy 1 Pedro 1:3-12, veremos tres razones por las cuales debemos alabar a Dios en medio del sufrimiento.
Hoy continuaremos con nuestra serie “Esperanza en el sufrimiento” sobre la primera carta de Pedro. En el pasaje de hoy 1 Pedro 1:3-12, veremos tres razones por las cuales debemos alabar a Dios en medio del sufrimiento.
I. Porque nos ha dado una esperanza viva (vs. 3-5)
I. Porque nos ha dado una esperanza viva (vs. 3-5)
3 bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien, según su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, 4 para obtener una herencia incorruptible, inmaculada, y que no se marchitará, reservada en los cielos para vosotros, 5 que sois protegidos por el poder de Dios mediante la fe, para la salvación que está preparada para ser revelada en el último tiempo.
3 bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien, según su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, 4 para obtener una herencia incorruptible, inmaculada, y que no se marchitará, reservada en los cielos para vosotros, 5 que sois protegidos por el poder de Dios mediante la fe, para la salvación que está preparada para ser revelada en el último tiempo.
Lo primero que hace Pedro es llevarnos a poner el enfoque en Dios. Dios es quien hace la acción: “nos ha hecho nacer de nuevo” y “nos protege con Su poder”. Cuando somos perseguidos, discriminados o simplemente nos sentimos como extraños en este mundo, podemos caer en la tentación de pensar que hemos apostado nuestra vida por una causa perdida. Las circunstancias nos hacen cuestionar si Dios está con nosotros. La realidad que enfrentamos parece mucho más real que las promesas invisibles hechas por Dios.
Lo primero que hace Pedro es llevarnos a poner el enfoque en Dios. Dios es quien hace la acción: “nos ha hecho nacer de nuevo” y “nos protege con Su poder”. Cuando somos perseguidos, discriminados o simplemente nos sentimos como extraños en este mundo, podemos caer en la tentación de pensar que hemos apostado nuestra vida por una causa perdida. Las circunstancias nos hacen cuestionar si Dios está con nosotros. La realidad que enfrentamos parece mucho más real que las promesas invisibles hechas por Dios.
En estos versículos vemos que Pedro les está recordando a los creyentes que nuestra esperanza se fundamenta en la victoria de Cristo en la cruz del Calvario. En un mundo donde cada persona tiene su propia verdad, no es de extrañarnos que vivamos sin esperanza. Pero Pedro está afirmando que nuestra esperanza está en Cristo. Por lo tanto, aunque pasemos por aflicciones que son reales “me siento afligido” “me siento desanimado” “tengo un dolor físico real” debemos pensar que estamos bien, porque Dios, en Cristo ha perdonado mis pecados y me ha dado una esperanza, y cuando seamos glorificados, Él va a restaurar lo que está roto, a sanar lo que está quebrado y resucitará lo que no tiene vida.
En estos versículos vemos que Pedro les está recordando a los creyentes que nuestra esperanza se fundamenta en la victoria de Cristo en la cruz del Calvario. En un mundo donde cada persona tiene su propia verdad, no es de extrañarnos que vivamos sin esperanza. Pero Pedro está afirmando que nuestra esperanza está en Cristo. Por lo tanto, aunque pasemos por aflicciones que son reales “me siento afligido” “me siento desanimado” “tengo un dolor físico real” debemos pensar que estamos bien, porque Dios, en Cristo ha perdonado mis pecados y me ha dado una esperanza, y cuando seamos glorificados, Él va a restaurar lo que está roto, a sanar lo que está quebrado y resucitará lo que no tiene vida.
Y ¿cómo podemos estar seguros de eso? Pedro nos da la respuesta: “Dios nos ha hecho nacer de nuevo”. Y cuando se habla de un nuevo nacimiento, no se habla solo de despertar a la realidad espiritual, sino, de que también somos incorporados en la familia de Dios. La razón por la que, podemos estar seguros en Dios y tener esperanza es porque hemos experimentado la misericordia de Dios, usted y yo andábamos felizmente muertos viviendo de espaldas a Dios. Y sin buscarlo desesperadamente, Dios fijó sus ojos en nosotros, tocó nuestra vida y desde ese momento, el poder de Dios es el motor que impulsa nuestra vida cristiana, es el que nos permite caminar sobre esas buenas obras que Él preparó de antemano.
Y ¿cómo podemos estar seguros de eso? Pedro nos da la respuesta: “Dios nos ha hecho nacer de nuevo”. Y cuando se habla de un nuevo nacimiento, no se habla solo de despertar a la realidad espiritual, sino, de que también somos incorporados en la familia de Dios. La razón por la que, podemos estar seguros en Dios y tener esperanza es porque hemos experimentado la misericordia de Dios, usted y yo andábamos felizmente muertos viviendo de espaldas a Dios. Y sin buscarlo desesperadamente, Dios fijó sus ojos en nosotros, tocó nuestra vida y desde ese momento, el poder de Dios es el motor que impulsa nuestra vida cristiana, es el que nos permite caminar sobre esas buenas obras que Él preparó de antemano.
Como exiliados en este mundo, podemos ser despojados de posesiones materiales, reputación o incluso nuestra libertad física. Pero nuestra verdadera riqueza está en Dios y nuestra esperanza es que esa riqueza permanece absolutamente segura. Pedro utiliza tres términos negativos para enfatizar que no se puede destruir:
Como exiliados en este mundo, podemos ser despojados de posesiones materiales, reputación o incluso nuestra libertad física. Pero nuestra verdadera riqueza está en Dios y nuestra esperanza es que esa riqueza permanece absolutamente segura. Pedro utiliza tres términos negativos para enfatizar que no se puede destruir:
• Incorruptible, a diferencia de las riquezas que se deterioran.
• Incorruptible, a diferencia de las riquezas que se deterioran.
• Incontaminada, o sea, no manchada por el mal o la injusticia.
• Incontaminada, o sea, no manchada por el mal o la injusticia.
• Inmarcesible, que no pierde su belleza o valor con el tiempo.
• Inmarcesible, que no pierde su belleza o valor con el tiempo.
Y esta es nuestra primera razón para bendecir a Dios: nos ha dado una esperanza inconmovible en un mundo que tiene una corriente tan poderosa, que, si no estamos cimentados en la roca que es Cristo, nos puede arrastrar con él. La esperanza en Cristo es el mejor antídoto contra el desánimo que las circunstancias presentes podrían provocar en nosotros.
Y esta es nuestra primera razón para bendecir a Dios: nos ha dado una esperanza inconmovible en un mundo que tiene una corriente tan poderosa, que, si no estamos cimentados en la roca que es Cristo, nos puede arrastrar con él. La esperanza en Cristo es el mejor antídoto contra el desánimo que las circunstancias presentes podrían provocar en nosotros.
II. Porque el sufrimiento no puede destruir nuestra fe (vs. 6-9)
II. Porque el sufrimiento no puede destruir nuestra fe (vs. 6-9)
6 En lo cual os regocijáis grandemente, aunque ahora, por un poco de tiempo si es necesario, seáis afligidos con diversas pruebas, 7 para que la prueba de vuestra fe, más preciosa que el oro que perece, aunque probado por fuego, sea hallada que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo; 8 a quien sin haberle visto, le amáis, y a quien ahora no veis, pero creéis en Él, y os regocijáis grandemente con gozo inefable y lleno de gloria, 9 obteniendo, como resultado de vuestra fe, la salvación de vuestras almas.
6 En lo cual os regocijáis grandemente, aunque ahora, por un poco de tiempo si es necesario, seáis afligidos con diversas pruebas, 7 para que la prueba de vuestra fe, más preciosa que el oro que perece, aunque probado por fuego, sea hallada que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo; 8 a quien sin haberle visto, le amáis, y a quien ahora no veis, pero creéis en Él, y os regocijáis grandemente con gozo inefable y lleno de gloria, 9 obteniendo, como resultado de vuestra fe, la salvación de vuestras almas.
Una de las reacciones que tenemos cuando llegan las pruebas, es preguntarnos qué hicimos mal, en que nos hemos equivocado o pensar qué Dios nos ha abandonado. Pedro reconoce que sus lectores están experimentando “diversas pruebas”. Él no está minimizando esas dificultades; sino, que lo que hace es colocarlas en la perspectiva de Dios.
Una de las reacciones que tenemos cuando llegan las pruebas, es preguntarnos qué hicimos mal, en que nos hemos equivocado o pensar qué Dios nos ha abandonado. Pedro reconoce que sus lectores están experimentando “diversas pruebas”. Él no está minimizando esas dificultades; sino, que lo que hace es colocarlas en la perspectiva de Dios.
El sufrimiento es descrito como “por un poco de tiempo”, en otras palabras, Pedro está diciendo que nuestro sufrimiento presente es totalmente temporal cuando lo comparamos con la eternidad que nos espera. Es muy interesante que Pedro dice que las pruebas tienen un propósito transformador y compara a un creyente pasando por pruebas con el oro, resaltando un aspecto muy valioso de él. Las pruebas o dificultades siempre van a probar la autenticidad de nuestra fe.
El sufrimiento es descrito como “por un poco de tiempo”, en otras palabras, Pedro está diciendo que nuestro sufrimiento presente es totalmente temporal cuando lo comparamos con la eternidad que nos espera. Es muy interesante que Pedro dice que las pruebas tienen un propósito transformador y compara a un creyente pasando por pruebas con el oro, resaltando un aspecto muy valioso de él. Las pruebas o dificultades siempre van a probar la autenticidad de nuestra fe.
Hay dos cosas que se manifiestan en medio de nuestro sufrimiento: Podemos ver que es aquello en lo que hemos puesto nuestra confianza y lo que se ha vuelto una prioridad en nuestra vida; pero también nos damos cuenta de que esas cosas no nos pueden salvar. Es justo en medio del sufrimiento que viene con las pruebas y especialmente en medio del desgaste emocional, cuando bajamos nuestra resistencia y le decimos a Dios “aquí está mi vida, Señor, haz lo que quieras”. Y esa humillación es lo que produce que “haya menos de nosotros y más de Cristo”. La aflicción que produce la prueba presenta el escenario ideal para que se desarrolle la vida que Dios quiere para nosotros. Por eso el fuego de la aflicción, resulta en “alabanza, gloria y honra cuando Jesucristo sea manifestado”.
Hay dos cosas que se manifiestan en medio de nuestro sufrimiento: Podemos ver que es aquello en lo que hemos puesto nuestra confianza y lo que se ha vuelto una prioridad en nuestra vida; pero también nos damos cuenta de que esas cosas no nos pueden salvar. Es justo en medio del sufrimiento que viene con las pruebas y especialmente en medio del desgaste emocional, cuando bajamos nuestra resistencia y le decimos a Dios “aquí está mi vida, Señor, haz lo que quieras”. Y esa humillación es lo que produce que “haya menos de nosotros y más de Cristo”. La aflicción que produce la prueba presenta el escenario ideal para que se desarrolle la vida que Dios quiere para nosotros. Por eso el fuego de la aflicción, resulta en “alabanza, gloria y honra cuando Jesucristo sea manifestado”.
Ahora, notemos que el sufrimiento, correctamente entendido, no nos destruye, sino que nos identifica con Cristo y madura nuestra fe, porque Cristo debe estar en el centro de nuestra vida aun en el sufrimiento, por eso el apóstol Pedro dice que la prueba de nuestra fe resulta en alabanza para Jesucristo, y en el versículo continúa diciendo: “a quien, sin haberle visto, le amáis, y a quien ahora no veis, pero creéis en Él, y os regocijáis grandemente con gozo inefable y lleno de gloria”. Ese gozo al que se refiere Pedro, no se trata simplemente de estar “contento todo el tiempo” o mantener una actitud positiva que es superficial. Ese gozo es producido por “una confianza que atesora a Cristo”. Es el gozo que viene de valorar a Cristo por encima de todo lo demás.
Ahora, notemos que el sufrimiento, correctamente entendido, no nos destruye, sino que nos identifica con Cristo y madura nuestra fe, porque Cristo debe estar en el centro de nuestra vida aun en el sufrimiento, por eso el apóstol Pedro dice que la prueba de nuestra fe resulta en alabanza para Jesucristo, y en el versículo continúa diciendo: “a quien, sin haberle visto, le amáis, y a quien ahora no veis, pero creéis en Él, y os regocijáis grandemente con gozo inefable y lleno de gloria”. Ese gozo al que se refiere Pedro, no se trata simplemente de estar “contento todo el tiempo” o mantener una actitud positiva que es superficial. Ese gozo es producido por “una confianza que atesora a Cristo”. Es el gozo que viene de valorar a Cristo por encima de todo lo demás.
Este gozo puede coexistir con lágrimas, con dolor real, con luchas auténticas. No niega el sufrimiento, pero mantiene la convicción de que nuestra aflicción es “por un poco de tiempo” en comparación con la gloria que se revelará en nosotros. Es el gozo de saber que lo que perdemos en esta vida —incluso cuando lo que perdemos son cosas buenas— no puede compararse con lo que ganamos en Cristo.
Este gozo puede coexistir con lágrimas, con dolor real, con luchas auténticas. No niega el sufrimiento, pero mantiene la convicción de que nuestra aflicción es “por un poco de tiempo” en comparación con la gloria que se revelará en nosotros. Es el gozo de saber que lo que perdemos en esta vida —incluso cuando lo que perdemos son cosas buenas— no puede compararse con lo que ganamos en Cristo.
Lo más importante es que entendamos en esta tarde que el sufrimiento puede refinar y fortalecer nuestra fe. Esta es nuestra segunda razón para bendecir a Dios: Él ha diseñado incluso nuestras pruebas para nuestro bien, Él está en control aun en medio de nuestro sufrimiento, transformando lo que podría ser una causa de tropiezo en un instrumento para nuestra santificación.
Lo más importante es que entendamos en esta tarde que el sufrimiento puede refinar y fortalecer nuestra fe. Esta es nuestra segunda razón para bendecir a Dios: Él ha diseñado incluso nuestras pruebas para nuestro bien, Él está en control aun en medio de nuestro sufrimiento, transformando lo que podría ser una causa de tropiezo en un instrumento para nuestra santificación.
III. Porque nos ha privilegiado con su revelación salvadora (vs. 10-12)
III. Porque nos ha privilegiado con su revelación salvadora (vs. 10-12)
10 Acerca de esta salvación, los profetas que profetizaron de la gracia que vendría a vosotros, diligentemente inquirieron e indagaron, procurando saber qué persona o tiempo indicaba el Espíritu de Cristo dentro de ellos, al predecir los sufrimientos de Cristo y las glorias que seguirían. A ellos les fue revelado que no se servían a sí mismos, sino a vosotros, en estas cosas que ahora os han sido anunciadas mediante los que os predicaron el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas a las cuales los ángeles anhelan mirar.
10 Acerca de esta salvación, los profetas que profetizaron de la gracia que vendría a vosotros, diligentemente inquirieron e indagaron, procurando saber qué persona o tiempo indicaba el Espíritu de Cristo dentro de ellos, al predecir los sufrimientos de Cristo y las glorias que seguirían. A ellos les fue revelado que no se servían a sí mismos, sino a vosotros, en estas cosas que ahora os han sido anunciadas mediante los que os predicaron el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas a las cuales los ángeles anhelan mirar.
Cuando nos encontramos en un lugar donde enfrentamos oposición y nos encontramos en minoría, quizás en el trabajo, en el estudio o con los amigos; podemos pensar que somos solo un pequeño grupo marginado sin importancia. Nuestra fe puede parecer irrelevante o anticuada en este mundo contemporáneo.
Cuando nos encontramos en un lugar donde enfrentamos oposición y nos encontramos en minoría, quizás en el trabajo, en el estudio o con los amigos; podemos pensar que somos solo un pequeño grupo marginado sin importancia. Nuestra fe puede parecer irrelevante o anticuada en este mundo contemporáneo.
Por esa razón Pedro nos lleva a pensar en el plan redentor de Dios, nuestra esperanza y nuestro sufrimiento están conectados a una narrativa mucho más grande que comenzó mucho antes de nosotros. Los profetas del Antiguo Testamento “inquirieron y diligentemente indagaron” acerca de esta salvación. Escudriñaron sus propias profecías, intentando entender cuándo y cómo se manifestaría la gracia que anunciaban. El Espíritu de Cristo en ellos, testificaba acerca de los sufrimientos y glorias posteriores de Cristo, pero mucho quedaba velado para ellos.
Por esa razón Pedro nos lleva a pensar en el plan redentor de Dios, nuestra esperanza y nuestro sufrimiento están conectados a una narrativa mucho más grande que comenzó mucho antes de nosotros. Los profetas del Antiguo Testamento “inquirieron y diligentemente indagaron” acerca de esta salvación. Escudriñaron sus propias profecías, intentando entender cuándo y cómo se manifestaría la gracia que anunciaban. El Espíritu de Cristo en ellos, testificaba acerca de los sufrimientos y glorias posteriores de Cristo, pero mucho quedaba velado para ellos.
Pedro resalta un privilegio extraordinario para nosotros hoy: se nos ha revelado lo que a ellos les fue ocultado. Los profetas sabían que servían no a su propia generación sino a una generación futura, y eso nos incluye a nosotros. La magnitud de este privilegio es aún más asombrosa: “cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles”. Incluso los seres celestiales, que están constantemente en la presencia de Dios, anhelan comprender las profundidades de la salvación que nosotros estamos experimentando.
Pedro resalta un privilegio extraordinario para nosotros hoy: se nos ha revelado lo que a ellos les fue ocultado. Los profetas sabían que servían no a su propia generación sino a una generación futura, y eso nos incluye a nosotros. La magnitud de este privilegio es aún más asombrosa: “cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles”. Incluso los seres celestiales, que están constantemente en la presencia de Dios, anhelan comprender las profundidades de la salvación que nosotros estamos experimentando.
Esta es nuestra tercera razón para bendecir a Dios: Él nos ha dado el privilegio de tener una comprensión sobre nuestra salvación que ha sido revelada en su palabra, algo que incluso los profetas y ángeles desearon comprender plenamente. Lejos de ser insignificantes, usted y yo, ocupamos un lugar privilegiado en la historia de la redención. Nuestras vidas y sufrimientos no son accidentes aislados sino partes importantes del plan divino que se ha desarrollado a lo largo de miles de años.
Esta es nuestra tercera razón para bendecir a Dios: Él nos ha dado el privilegio de tener una comprensión sobre nuestra salvación que ha sido revelada en su palabra, algo que incluso los profetas y ángeles desearon comprender plenamente. Lejos de ser insignificantes, usted y yo, ocupamos un lugar privilegiado en la historia de la redención. Nuestras vidas y sufrimientos no son accidentes aislados sino partes importantes del plan divino que se ha desarrollado a lo largo de miles de años.
Conclusión:
Conclusión:
Debemos reconocer a Jesucristo en el camino del sufrimiento
Debemos reconocer a Jesucristo en el camino del sufrimiento
Es alentador que el mensaje de Pedro refleja lo que Jesús hizo con aquellos discípulos desanimados que se encontraban en el camino a Emaús. Ellos caminaban alejándose de Jerusalén, con su esperanza destrozada, diciendo: “Nosotros esperábamos que Él sería quien redimiera a Israel,” ellos utilizaban el tiempo pasado, el sufrimiento en este caso había matado sus esperanzas.
Es alentador que el mensaje de Pedro refleja lo que Jesús hizo con aquellos discípulos desanimados que se encontraban en el camino a Emaús. Ellos caminaban alejándose de Jerusalén, con su esperanza destrozada, diciendo: “Nosotros esperábamos que Él sería quien redimiera a Israel,” ellos utilizaban el tiempo pasado, el sufrimiento en este caso había matado sus esperanzas.
¿Y qué hizo Jesús? No minimizó ni eliminó su dolor milagrosamente, tampoco les reprochó su falta de fe, si no que, por el contrario, caminó con ellos, y “comenzando por Moisés y todos los profetas, les explicó lo que se decía de Él en todas las Escrituras.” En otras palabras, Jesús les mostró cómo interpretar su sufrimiento dentro del gran relato de la redención de Dios.
¿Y qué hizo Jesús? No minimizó ni eliminó su dolor milagrosamente, tampoco les reprochó su falta de fe, si no que, por el contrario, caminó con ellos, y “comenzando por Moisés y todos los profetas, les explicó lo que se decía de Él en todas las Escrituras.” En otras palabras, Jesús les mostró cómo interpretar su sufrimiento dentro del gran relato de la redención de Dios.
Pedro hace exactamente lo mismo, nos muestra cómo interpretar nuestras diversas pruebas dentro de la historia más amplia de lo que Dios ha hecho en Cristo. Y el resultado, tanto en el caso de los discípulos de Emaús como en nosotros, es que nuestros ojos son abiertos para reconocer al Cristo resucitado presente con nosotros, incluso en medio de nuestras pruebas. Como dijeron aquellos discípulos: “¿No ardía nuestro corazón dentro de nosotros mientras nos hablaba en el camino y nos abría las Escrituras?”
Pedro hace exactamente lo mismo, nos muestra cómo interpretar nuestras diversas pruebas dentro de la historia más amplia de lo que Dios ha hecho en Cristo. Y el resultado, tanto en el caso de los discípulos de Emaús como en nosotros, es que nuestros ojos son abiertos para reconocer al Cristo resucitado presente con nosotros, incluso en medio de nuestras pruebas. Como dijeron aquellos discípulos: “¿No ardía nuestro corazón dentro de nosotros mientras nos hablaba en el camino y nos abría las Escrituras?”
Al igual que los discípulos, nosotros necesitamos ver nuestra vida y nuestro sufrimiento a través del lente de cruz, y al ver la resurrección de Jesús nuestra alma se debe llenar de esperanza, porque entendemos que el sufrimiento presente no es comparable con la gloria que ha de manifestarse en nosotros.
Al igual que los discípulos, nosotros necesitamos ver nuestra vida y nuestro sufrimiento a través del lente de cruz, y al ver la resurrección de Jesús nuestra alma se debe llenar de esperanza, porque entendemos que el sufrimiento presente no es comparable con la gloria que ha de manifestarse en nosotros.