PASCUA - La Transición

Texto Base: Lucas 9:18–27, 43–51 (NVI)

Tema: Jesús inicia una transición—de la popularidad al propósito, de las multitudes a la cruz, y de la comodidad al llamado.

INTRODUCCIÓN: “¿Has sentido la transición?”

¿Alguna vez sentiste ese momento en el que todo cambió?

Cuando una conversación se vuelve seria

Cuando seguir a Jesús deja de ser algo cómodo y se convierte en algo costoso…

Cuando tu fe cambia de conveniencia a convicción…

Lucas 9 marca ese momento.

Aquí es donde comienza la transición—en el ministerio de Jesús y en el corazón de sus discípulos.

Y es la misma transición que todos debemos hacer si queremos seguir a Jesús hasta la cruz… y más allá, hacia la resurrección.

PUNTO 1: De la Popularidad al Propósito (Lucas 9:18–22)

Luke 9:18–22 NVI

18 Un día cuando Jesús estaba orando para sí, estando allí sus discípulos, les preguntó: —¿Quién dice la gente que soy yo? 19 —Unos dicen que Juan el Bautista, otros que Elías, y otros que uno de los antiguos profetas ha resucitado—respondieron. 20 —Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? —El Cristo de Dios—afirmó Pedro. 21 Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran esto a nadie. Y les dijo: 22 —El Hijo del hombre tiene que sufrir muchas cosas y ser rechazado por los ancianos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley. Es necesario que lo maten y que resucite al tercer día.

“¿Quién dice la gente que soy yo?” (v. 18)

Jesús acababa de alimentar a los cinco mil. Había sanado a muchos. Había echado fuera demonios. Su popularidad estaba en su punto más alto.

Pero luego hace la gran pregunta:

“Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”

Pedro responde correctamente:

“El Cristo de Dios.” (v. 20)

Y justo después, Jesús cambia el tono:

“El Hijo del hombre tiene que sufrir muchas cosas y ser rechazado… Tiene que ser muerto y resucitar al tercer día.” (v. 22)

VERDAD CLAVE: Jesús no vino a ser admirado… vino a sacrificarse.

No vino para hacer la vida más fácil, sino para cumplir un propósito eterno a través de la cruz.

Aplicación de Pascua:

La Pascua importa porque Jesús no solo nos enseñó a vivir…

¡Él murió para que podamos vivir de verdad!

PUNTO 2: De la Comodidad al Llamado (Lucas 9:23–27)

Luke 9:23–27 NVI

23 Dirigiéndose a todos, declaró: —Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz cada día y me siga. 24 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la salvará. 25 ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se destruye a sí mismo? 26 Si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras, el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en su gloria y en la gloria del Padre y de los santos ángeles. 27 Además, les aseguro que algunos de los aquí presentes no sufrirán la muerte sin antes haber visto el reino de Dios.

“Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz cada día y me siga.” (v. 23)

Este es el llamado radical de la Pascua.

No solo ver la cruz, sino cargarla.

No solo admirar a Jesús, sino seguirle con todo.

“El que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la salvará.” (v. 24)

VERDAD CLAVE: La resurrección es para los que toman la cruz, no para los que buscan comodidad.

Reflexión de Pascua:

El mundo dice: “Persigue tus sueños. Protégete. Sé feliz.”

Jesús dice: “Pierde tu vida por mí… y te daré vida eterna.”

PUNTO 3: De las Multitudes a la Cruz (Lucas 9:43–51)

Luke 9:43–51 NVI

43 Y todos se quedaron asombrados de la grandeza de Dios. En medio de tanta admiración por todo lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: 44 —Presten mucha atención a lo que les voy a decir: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres. 45 Pero ellos no entendían lo que quería decir con esto. Les estaba encubierto para que no lo comprendieran, y no se atrevían a preguntárselo. 46 Surgió entre los discípulos una discusión sobre quién de ellos sería el más importante. 47 Como Jesús sabía bien lo que pensaban, tomó a un niño y lo puso a su lado. 48 —El que recibe en mi nombre a este niño—les dijo—, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. El que es más insignificante entre todos ustedes, ése es el más importante. 49 —Maestro—intervino Juan—, vimos a un hombre que expulsaba demonios en tu nombre; pero como no anda con nosotros, tratamos de impedírselo. 50 —No se lo impidan—les replicó Jesús—, porque el que no está contra ustedes está a favor de ustedes. 51 Como se acercaba el tiempo de que fuera llevado al cielo, Jesús se hizo el firme propósito de ir a Jerusalén.

Después de sanar a un niño endemoniado, la gente queda asombrada. Pero Jesús no se deja llevar por la emoción del momento.

“Escuchen bien lo que les voy a decir: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres.” (v. 44)

Luego, llega el versículo clave:

“Como se acercaba el tiempo de que fuera llevado al cielo, Jesús se hizo el firme propósito de ir a Jerusalén.” (v. 51)

Este es el momento de la transición.

Jesús puso el rostro como roca, decidido a cumplir su misión en Jerusalén.

Dejó las multitudes… para cargar la cruz.

Dejó la admiración… para abrazar el sacrificio.

Desafío de Pascua:

¿Estás viviendo una fe superficial, o estás listo para dar el paso hacia el verdadero discipulado?

CONCLUSIÓN: LA TRANSICIÓN QUE TÚ DEBES HACER

La Pascua no es solo una celebración—es un llamado a cambiar.

De admirador a seguidor

De comodidad a sacrificio

De multitudes a misión

La tumba está vacía, pero la cruz fue real.

La resurrección es gloriosa, pero vino después del sufrimiento.

Jesús hizo la transición… ¿y tú?

LLAMADO A LA ACCIÓN:

Reflexiona: ¿Dónde necesitas hacer un cambio radical en tu vida espiritual?

Responde: ¿Cuál es la “cruz” que has estado evitando cargar?

Recibe: Si nunca has rendido tu vida a Jesús, hoy es el momento perfecto para empezar a conocerlo. Queremos invitarte a estudiar la Biblia… tenemos una serie de estudios que nos encanta compartir.

VERSÍCULO FINAL (para cerrar):

“Por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba…”

— Hebreos 12:2 (NVI)