#División oculta y mentalidad sectaria

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pasaje clave:

1 Corintios 1:10–31 (RVR60)
10Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer.
11Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas.
12Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo.
13¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo?
14Doy gracias a Dios de que a ninguno de vosotros he bautizado, sino a Crispo y a Gayo,
15para que ninguno diga que fuisteis bautizados en mi nombre.
16También bauticé a la familia de Estéfanas; de los demás, no sé si he bautizado a algún otro.
17Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo.
18Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.
19Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, Y desecharé el entendimiento de los entendidos.
20¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?
21Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.
22Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría;
23pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura;
24mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.
25Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
26Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles;
27sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte;
28y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es,
29a fin de que nadie se jacte en su presencia.
30Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención;
31para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.
desarrollo de sermon:
Párrafo 1:
La Escritura nos advierte sobre la tentación de la división,
incluso cuando esta no se manifiesta de manera evidente.
El apóstol Pablo exhortaba a los corintios:
 «Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer.» (1 Corintios 1:10).
Sin embargo, como bien señalas, la división más peligrosa no siempre surge de cismas visibles,
sino de una mentalidad sectaria que germina en el corazón.
Tito 3:10–11 (RVR60)
10Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo,
11sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio.
Cuando permitimos que las diferencias doctrinales secundarias nublen el amor fraternal,
olvidamos que la unidad en Cristo trasciende los detalles periféricos y se fundamenta en la verdad central del Evangelio.
11 Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros. Juan 17:11
la unifcacion es un bendicion muy grande en el cielo
21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. 22 La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. 23 Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado. John 17:21-23
Un compromiso débil con la doctrina unificada conduce a la desunión y debilita a la iglesia.
Lo único que queda a cambio es un sentimentalismo superficial o una armonía superficial, pero no unidad verdadera.
perfectamente unidos.
Párrafo 2: Jesús mismo oró por la unidad de sus seguidores, diciendo: «Para que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti» (Juan 17:21).
Esta unidad no implica uniformidad absoluta, sino un vínculo espiritual que supera las discrepancias humanas.
La mentalidad sectaria, en cambio,
nos lleva a juzgar y excluir inconscientemente a quienes piensan distinto,
violando el mandato de «aceptar al débil en la fe sin discutir opiniones» (Romanos 14:1).
Así, incluso sin formar grupos separados,
fracturamos el cuerpo de Cristo
al menospreciar a hermanos cuya fe genuina
difiere en matices que no afectan la esencia de la salvación.
# - misma mente… un mismo parecer.
15 Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios. 16 Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa. Philippians 3:15-16
parrrafo 3: sabiduria de lo alto
El apóstol Santiago nos recuerda que «Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.» (Santiago 3:17).
Cuando permitimos que la arrogancia espiritual oscurezca esta sabiduría,
caemos en la hipocresía de hacer anatema todo a otros mientras ignoramos nuestras propias limitaciones.
La verdadera unidad exige humildad para reconocer que «en parte conocemos y en parte profetizamos» (1 Corintios 13:9),
y que solo el amor, como «el vínculo perfecto» (Colosenses 3:14),
puede sanar las divisiones ocultas que debilitan nuestro testimonio ante el mundo.
Párrafo 4: las doctrinas seran sacudidas
Las Escrituras advierten sobre los tiempos en que las doctrinas serán sacudidas por vientos de error.
Pablo escribió a Timoteo: «Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.» (2 Timoteo 4:3-4).
Hoy, como nunca antes, vemos esta profecía cumplirse:
muchos son arrastrados por corrientes de pensamiento que priorizan la novedad sobre la verdad eterna,
dejando a creyentes inmaduros vulnerables al naufragio espiritual.
Párrafo 5: el desernimiento es muy importante en el cuerpo de cristo
El apóstol Pablo comparó la fe con una navegación que exige discernimiento: «para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error,» (Efesios 4:14).
Los «vientos del oeste de la herejía», como se mensionan ,
no solo hinchan velas de especulación humana,
sino que generan confusión en quienes carecen de raíces en la Palabra.
La solución no es el miedo, sino anclarse en la verdad que «santifica» (Juan 17:17),
protegiendo al cuerpo de Cristo de fracturarse por disputas innecesarias.
Párrafo 6:manejar correctamente la palabra de verdad
La clave para evitar divisiones radica en «manejar correctamente la palabra de verdad» (2 Timoteo 2:15).
Dividir la verdad no es fragmentarla, sino discernir entre lo esencial y lo secundario.
Jesús advirtió: «Entonces respondiendo Jesús, les dijo: ¿No erráis por esto, porque ignoráis las Escrituras, y el poder de Dios?» (Marcos 12:24).
Cuando priorizamos metodos humanas sobre la sencillez del Evangelio,
caemos en el error de los fariseos,
que cargaban a otros con «cargas pesadas» de tradiciones, olvidando la misericordia (Mateo 23:4).
Párrafo 7: el peligro de la divicion produce almas apaticas Santiago confronta duramente a quienes oyen la Palabra pero no la practican: «Sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos» (Santiago 1:22).
La doctrina no es un mero ejercicio intelectual,
sino un llamado a la obediencia transformadora.
Jesús vinculó la verdad de Su enseñanza con la acción: «El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si mi enseñanza es de Dios» (Juan 7:17).
Sin esta conexión vital, la teología se vuelve árida y estéril.
Párrafo 8:El himno «Confía y obedece» 
captura la esencia de la fe sencilla que agrada a Dios: «Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia» (Proverbios 3:5-6).
En nuestra búsqueda de sofisticación, hemos perdido la «preciosidad» de las palabras de Cristo, que son «espíritu y vida» (Juan 6:63).
Como niños, debemos recibir el Reino (Marcos 10:15),
reconociendo que «Dios escogió lo necio del mundo para avergonzar a los sabios» (1 Corintios 1:27).
Párrafo 9 :Llegará el día, como señalas, en que alguien «tomará la Biblia y simplemente creerá».
Entonces, como advirtió Jesús, «los últimos serán primeros» (Mateo 19:30).
La verdadera autoridad no está en la elocuencia humana,
sino en el poder del Espíritu: «El reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder» (1 Corintios 4:20).
Cuando la Iglesia vuelva a la humildad de creer y obedecer,
verá cómo la lógica seca del mundo se desploma ante la sabiduría de la cruz,
que es «locura para los que se pierden, pero poder de Dios para los que se salvan» (1 Corintios 1:18).
Párrafo 10:La humildad es la llave que abre el poder de Cristo en nuestra vida.
Jesús advirtió: «¿Por qué me llamáis "Señor, Señor" y no hacéis lo que yo digo?» (Lucas 6:46).
Cuando permitimos que nuestra lengua hable sin dominio y nuestro corazón actúe en rebeldía,
reducimos a Jesús a un ídolo vacío,
como los profetas de Baal que «gritaban a voz en cuello» pero no fueron escuchados (1 Reyes 18:26-29).
La verdadera devoción no se expresa en palabras, sino en obediencia: «Mejor es obedecer que sacrificar» (1 Samuel 15:22).
Sin humildad, incluso el nombre más sagrado se vuelve un sonido sin sustancia.
Párrafo 11: idolatria incubierta
Buscar consuelo en los deleites terrenales antes que en Cristo revela una idolatría encubierta.
Pablo advierte: «El fin de los tales es perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria está en su vergüenza» (Filipenses 3:19).
Cuando usamos a Jesús como «leña» para alimentar nuestros placeres,
lo degradamos a un instrumento de gratificación egoísta.
El Señor no compite con nuestros ídolos;
el exige todo el corazón: «Nadie puede servir a dos señores» (Mateo 6:24).
Solo al humillarnos y reconocer nuestra necesidad,
Él se revela como «agua viva» que sacia la sed del alma (Juan 4:14).
Párrafo 12: no justifiquemos nuestra miseria con cristo jesus
Un corazón lleno de orgullo, ira o egoísmo profana el nombre de Jesús
al convertirlo en un accesorio para justificar nuestra miseria.
Las Escrituras declaran: «El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo» (1 Juan 2:6).
Si vivimos en contradicción con Su carácter amoroso y humilde, «profanamos su nombre» (Ezequiel 36:20)
al asociarlo con nuestra hipocresía.
Por eso el salmista clamaba: «Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio» (Salmo 51:10),
reconociendo que solo la humildad nos permite reflejar Su gloria sin mancha.
Párrafo 4:El grito «¡Te necesito!» es el eco del corazón que comprende su fragilidad.
Jesús dijo: «Separados de mí, nada podéis hacer» (Juan 15:5).
Cuando abandonamos la autosuficiencia y clamamos como el publicano que «golpeaba su pecho, diciendo: "Dios, ten compasión de mí, pecador" (Lucas 18:13),
Él responde con gracia.
Su nombre no es un talismán, sino un refugio para los quebrantados«Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros» (Santiago 4:8).
En esa dependencia diaria, descubrimos que Su poder «se perfecciona en la debilidad» (2 Corintios 12:9),
transformando nuestra vergüenza en testimonio de Su misericordia.
Conclusión: Hoy más que nunca, necesitamos dejar de usar el nombre de Jesús como un amuleto religioso o excusa para vivir como queramos.
La verdadera fe se demuestra cuando sometemos nuestra lengua, deseos y actitudes a Su señorío (Santiago 3:13-18).
Si clamamos "Te necesito" pero seguimos aferrados a nuestros ídolos —el placer, el orgullo o la autosuficiencia—, nuestra fe es tan vacía como la de los profetas de Baal (1 Reyes 18:26-29).
La solución es volver a lo esencial:
humillarnos, obedecer Su Palabra y depender de Él en cada momento (Proverbios 3:5-6).
Solo así Su poder transformará nuestra vida y reflejará Su gloria en un mundo que desesperadamente necesita al Cristo verdadero,
no a una caricatura de Él.
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